por Tony Velázquez Ruiz
A la muerte de Benedicto XVI, no pienso elaborar su panegírico, ya son muchos los que lo hacen. Tan solo mostraré lo que nadie muestra, pues Dios ve las cosas muy distintas a la que lo ven los hombres, sobre todo para aquellos que firmaron un pacto con este mundo. No pienso afirmar con esto que mi pensamiento es divino, tan solo mostraré una opinión, la cual rema contra toda la corriente de este mundo.
Dijo el gran Paco I sobre Benedicto XVI:
«Sentimos en nuestro corazón gratitud a Dios por haberlo regalado a la Iglesia y al mundo.»
¡Pero qué hipócrita! Si era un regalo de Dios, ¿por qué motivo su mafia conspiró contra él? ¿Dónde está la gratitud? ¿En tenerlo vivo o en tenerlo muerto?
Estar en el Vaticano, es en cierto modo, sentarse en la silla eléctrica, más aún si se es Papa. Se lo pueden preguntar a Juan Pablo I, muerto al mes de sentarse en dicha sede, con la diferencia que a los ejecutados con esta pena de muerte se les hace una autopsia. Para Juan Pablo I no hubo autopsia, motivo por el cual se dispararon los rumores de su ejecución.
Pregúnteselo a Juan Pablo II, ejecutado de varios disparos y por Gracia de Dios, salvado de la muerte, con un verdugo, cuyas ramificaciones se pierden en los poderes de este mundo, fuera y dentro del Vaticano.
Ahora pregúntenselo a Benedicto XVI, el prisionero de Paco I que hoy lo elogia como enviado divino, al cual, como masón obediente, hizo guerra toda su vida.
Desde que se entronizó en el Vaticano la embarazada Pachamama, la nueva religión, abortó todos los escándalos posibles e imaginables. Desde la desaparición de personas, como la Orlandi, a la festichola homosexual de Coccopalmerio; desde el juicio de Becciu y la Marogna hasta el homosexual Paglia en consonancia con el aborto. No falta nada de malo, tan solo no se ve nada de bueno.
Pues si tenemos homosexualidad rampante, corrupción económica donde no se pueden precisar los límites, divorcio “a la vaticana”, idolatría sobre el mismo altar de San Pedro, no sería raro ver una eutanasia en el momento más crítico para las hordas de Paco I, cuando su título al papado peligraba porque un resto de católicos buscaba restaurar al prisionero Ratzinger.
¿Qué curioso? Benedicto había superado una crisis de salud, y luego de una breve agonía “fallece”. Lógicamente, todo puede darse, también la eutanasia. Por tal motivo, es imprescindible una autopsia, cosa que no harán; ya sea por tradición, ya sea para que podamos escribir este artículo, ya sea para mantener la hipocresía que tanto los caracteriza, pues ellos siempre son impolutos.
Todo esto trae un agravante, cualquier día pueden aplicar dicha eutanasia al gran Paco I, sin autopsia de ningún tipo, cuyo supuesto papado, ya es como la sombra del ocaso, la cual se alarga para perderse en el horizonte.
Que descanse en Paz.
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