Calesita

martes, 28 de junio de 2022

La lógica lavanda

 

Con la llegada de Zuppi al frente de los prelados italianos, luego que el Sire Bergoglio lo haya palanqueado, pues tenía mucho “olor a oveja”, la mafia lavanda tiende a salir del clóset.

¡Vamos! ¿Quién se anima?

Y uno fue el primero. Salió abajo de una alfombra, lugar donde se deposita lo que se barre cuando no hay pala para recoger. Apareció en la iglesia, y al estilo teutón, bendijo la unión homosexual.

El Catecismo de San Pío X, en su punto 967, afirma que el pecado impuro contra el orden de la naturaleza” es uno de los cuatro pecados más graves, y en el punto siguiente afirma:

Dícese que estos pecados claman al cielo porque lo dice el Espíritu Santo, y porque su iniquidad es tan grave y manifiesta que provoca a Dios a castigarlos con los más severos castigos.”

Con el novedoso magisterio de Sire, ahora este pecado no es tan malo, es algo leve. ¿Quién lo dice? El Espíritu Santo, porque “todos los días te da una sorpresa”.

La sorpresa proviene de la mafia lavanda que carga con estos pecados, y Sire apoya su edificio en la arena lavanda, porque sus columnas las levantan la sinagoga de los delantales.

Zuppi, un prelado con mucho olor a lavanda, abrió el clóset, y tal como sucedió en la Patagonia argentina, dos homosexuales fueron “bendecidos” por los que algunos ingenuos llaman “padre”.

Sin embargo, hoy me propuse hablar de filosofía. ¿Qué tiene que ver Zuppi con Sócrates, Platón y Aristóteles? Mucho.

El sentido común, es el primer sentido filosófico. “Todo hombre es filósofo” se recita en las clases de filosofía, y como todo hombre es filósofo, la “bendición homosexual” repugna al sentido común del hombre de la calle.

Sucede que algunos prelados, no son “hombres de calle”, son cosas raras. Sire es jesuita de Arrupe y Zuppi es lavanda pura.

Dicen los filósofos que cuando una cosa es, no puede no ser al mismo tiempo. Se llama esto “el principio de identidad”. Pero esta es la lógica del “hombre de calle”. La lógica lavanda dice que una cosa puede ser y no ser al mismo tiempo. Lo ejemplifico para que se vea con claridad:

La bendición homosexual, no fue una bendición homosexual. El casamiento homosexual, no fue casamiento homosexual. Este es el primer principio de la filosofía lavanda: Una cosa puede ser y no ser al mismo tiempo.

El segundo principio de los filósofos clásicos, es que “es imposible que algo sea y no sea en el mismo tiempo y en el mismo sentido”.

Como algunos me piden más ejemplos, doy otro:

El ser humano nacido varón, no es varón, es mujer. O viceversa, la mujer es en realidad un varón.

El tercer principio de los filósofos o del “hombre de calle” se llama del tercio excluido. Es decir que en dos enunciados, cuando uno niega lo que se afirma en el otro, uno de ellos es imprescindiblemente verídico. Ejemplo:

El casamiento homosexual fue un casamiento homosexual.

El casamiento homosexual no fue un casamiento homosexual.

En la lógica lavanda, ambos juicios son imprescindiblemente verídicos.

Ni los cínicos fueron capaces de llegar a estos principios “lavanda”, y ¡eso que vivían en barriles de barro cocido! Sin embargo, algunos prelados y/o “padres”, no llegan siquiera a la altura de los cínicos.

Se cuenta, que por las noches ronda en los corredores de los museos vaticanos un fantasma. Va con una vieja linterna y dice con voz de caverna:

Estoy buscando un hombre.

Tony Velázquez Ruiz



domingo, 26 de junio de 2022

Develado el enigma de la Esfinge-Ratzinger

Muchas veces nos referimos en nuestro blog, acerca del significado de la renuncia papal. Hablamos de ella como el enigma de la Esfinge griega, la cual devora al viajero que no responde sus enigmas.

Sin lugar a dudas, muchos viven en la oscuridad, puesto que estos son tiempos de tinieblas, sin embargo las tinieblas se han disipado en gran parte, y solo quien quiere vivir a oscuras, vive sin ver el sol.

Entiendo que hasta este momento, tan solo un Edipo logró descifrar el enigma de la Esfinge que veíamos en Ratzinger. Este es Andrea Cionci. Descifrar su renuncia no fue para teólogos, pues han demostrado lo poco que saben. Los títulos nada dicen cuando no se sabe interpretar la realidad. Descifrar la Esfinge, fue obra de un historiador de arte, pues es quien más se encuentra familiarizado con la interpretación de una realidad artística.

Pueden ponerse reparos a su Código Ratzinger, pero en esencia, arroja luz sobre el tema.

Cuando se habla del error conceptual de Benedicto XVI, en generar un papado activo y otro pasivo, teoría que sustenté personalmente en un comienzo, hoy puede desecharse a la luz del Derecho Canónico.

De existir el error conceptual, la Divina Providencia no quiso que se aplicara y dejó un margen de luz para salvar al Papa y a su auténtica Iglesia, no la de los homosexuales y herejes, sino la de los que desean estar en unión con Jesucristo (quien no responde al Jesús de Bergoglio).

Quienes llaman “Santo Padre” al hereje e idólatra antipapa, son aquellos que poseen un pésimo concepto del papado y con su actitud, solo consiguen su daño.

Las predicciones de San Francisco de Asís, y Catalina de Emmerick se han cumplido. Solo lo pueden atestiguar quienes no despreciaron la profecía.

Este siclo bergogliano, está por finalizar, y por lo que se ve, con nuevos dolores para el católico auténtico.

Santiago Grasso

 

martes, 21 de junio de 2022

Contra el disparate de la autorreferencia: Eremitas Urbanos

 

Su número crece cada día. Pasan su vida en oración, no temen la pobreza y rechazan cualquier jerarquía. Su fuerza está en contradecir el espíritu del tiempo.

La Iglesia ha decidido reintegrarles en el Derecho Canónico. Lo que no quieren es, justamente, ser noticia. Buscan el silencio y la discreción. Su puerta permanecerá cerrada para quien se acerque como periodista, o simplemente como curioso.

Tengo el privilegio de conocer a algunos personalmente, pero no tendría acceso alguno a sus escondrijos si violase la promesa de no dar nombres ni direcciones. De todos modos, si alguien quiere buscar su rastro, que no los busque en lugares inhóspitos: es mucho más probable que los encuentre en las buhardillas de los centros metropolitanos. Me refiero a los eremitas.

Han regresado por la puerta grande, su número crece cada año, aunque pocos lo saben, como es obvio, dado su empeño en pasar desapercibidos. La Iglesia, en cambio, sí sabe de ellos, y ha decidido volverles a dar un sitio dentro de su estructura, pues el Código de Derecho Canónico de 1917 los había ignorado. No por hostilidad, sino porque parecía que formaban parte de una página cristiana, larga y gloriosa, pero definitivamente cerrada.

Una página que se inició cuando en Oriente miles de creyentes huyeron al desierto o a las montañas: grutas y chozas se llenaron de solitarios que luchaban tanto contra leones y serpientes como contra diablos tentadores. La fama de sus ayunos, de las penitencias, del silencio ininterrumpido provocaba la afluencia de discípulos, y con frecuencia el solitario se veía obligado a acogerlos, creando –a veces contra su voluntad– una comunidad a la que dar una regla.

También fue éste el destino de quien en Occidente iba a ser el origen de la forma de monacato que marcaría los siglos siguientes beneficiosamente. Benito de Nursia empezó como eremita pero su misma fama de santidad le sacó de la cueva y le forzó a transformarse en maestro y legislador de cenobios.

La Edad Media se llenó de eremitas, muchos de los cuales encontraban su sustento guardando cementerios, puentes o santuarios. El declive comenzó con el Concilio de Trento, que desconfió de los anacoretas porque eran incontrolables, y concluyó en el Siglo de las Luces y la Revolución Francesa que persiguió a estos «parásitos asociales» a los que también consideraba «fanáticos oscurantistas».

En el siglo XIX el eremita quedará relegado a ser casi un personaje de novela romántica, al estilo Conde de Montecristo. Dentro de la Iglesia, la vocación a la soledad había quedado canalizada desde hacía tiempo a través de órdenes religiosas como las de los cartujos o los camaldulenses, en las que el aislamiento va unido con la comunión con los hermanos en la oración y en la conversación.

Se decía que el silencio del Código eclesiástico de 1917 era significativo: ya no quedan anacoretas, fuera su regulación. Y en cambio, esta vocación –rara, pero insuprimible– desde luego no había desaparecido, sino que se incubaba bajo las cenizas, de modo que el nuevo Código publicado en 1983 ha tenido que levantar acta. En el segundo inciso del canon 603, la Iglesia reconoce oficialmente a los ermitaños como «consagrados» si «mediante voto u otro vínculo sagrado, profesan públicamente los tres consejos evangélicos (pobreza, castidad, obediencia) en manos del Obispo diocesano», y si el mismo Ordinario del lugar les aprueba una regla que ellos mismos hayan redactado.

Una legislación light, con requisitos mínimos, pero tal y como es obligado para una elección de vida inspirada por la obediencia a la Iglesia y a la lectura más rigurosa del Evangelio a la vez que por la libertad y la autonomía de los hijos de Dios que siguen una vocación particular y del todo personal.

Las estadísticas son difíciles, por no decir imposibles: aunque se les conoce, muy raramente los ermitaños responden a los cuestionarios. Ahora ha aparecido la investigación de los jesuitas americanos en las páginas de su revista cuatrimestral para consagrados Review for Religious. Hay que reconocer que esos religiosos americanos han tenido cierto éxito, pues de una muestra de 600 eremitas en todo el mundo han conseguido 140 respuestas. Una miseria para cualquier otra categoría social, pero todo un éxito dentro de la anómala categoría de los ermitaños, que si nos atenemos a las valoraciones fiables, contaría en todo el mundo con veinte mil personas.

En Italia de mil a mil doscientos, divididos casi igual entre hombres y mujeres. La inmensa mayoría es católica, aunque no faltan otras confesiones cristianas y otras confesiones. Como alguien ha señalado, el anacoreta es el más ecuménico entre los creyentes porque recupera –viviéndolos todos los días– los valores que unen todas las confesiones: oración, penitencia, sacrificio, ayuno, alejamiento, contemplación

Parece que entre los nuevos ermitaños italianos también se cumple lo que revela la investigación americana, según la cual, solamente un dos por ciento ha elegido vivir en cuevas o sitios por el estilo, como galerías subterráneas. Ni la mayoría se encuentra en el campo o en las montañas. En realidad, el mayor número de los ermitaños actuales es «metropolitano».

La gran ciudad es el verdadero sitio de la soledad, del anonimato, del combate silencioso contra los nuevos demonios. La mayoría tiene entre cincuenta y sesenta años, y son rarísimos los que están por debajo de los treinta. No hay más que recordar el viejo proverbio: «A joven ermitaño, viejo diablo».

Todos los maestros de la vida espiritual han enseñado siempre que una vocación así distingue a una élite de hombres y de mujeres particularmente experimentados. De hecho, en el eremitorio no se tiene el apoyo de una comunidad fraterna; la soledad y el silencio constantes son un gozo sólo para quien realmente ha sido llamado; ni siquiera se cuenta con un hábito o un distintivo. No sólo: la obligada pobreza se convierte muchas veces en miseria, sobre todo para quienes han encontrado en la ciudad su «desierto», dado que el anacoreta buscará huir de toda «dispersión», y por tanto, de los trabajos en fábricas u oficinas, con lo que vivirá de las pequeñas cosas que pueda hacer dentro de sus modestísimas cuatro paredes. Esto casi nunca asegura unos ingresos suficientes para que una vida no se deslice desde la pobreza hasta la indigencia. Ésta es una de las razones por la que muchos esperan a tener una edad suficiente para una pequeña pensión, aunque sea mínima, que les permita cultivar en paz su propia vocación.

En general tienen más suerte para el sustento diario aquéllos que tienen su cabaña en el campo. Todas las experiencias dan fe de que los inicios son difíciles por la desconfianza de los paisanos que se preguntan quién será ese «forastero» extraño que, por lo general, tiene un aire distinto (la mayoría tiene título universitario), que no recibe visitas, que no tiene ni teléfono ni televisor, que se va a la cama con las gallinas y se levanta con el alba y que sólo cruza con los demás –párroco incluido– las mínimas palabras indispensables.

De modo que la primera visita, por lo general, es la del policía local, alertado por las observaciones de los vecinos. Después, poco a poco, se acepta al «forastero» como un miembro de la comunidad, algo extraño. Aunque la mayoría son laicos, también son numerosos aquellos sacerdotes, frailes o monjas que llegan a la vida eremita tras muchos años en comunidades tradicionales.

Son los más afortunados, pues una vez que se les concede el permiso para dar el paso a esta nueva forma de vida, suelen tener la ayuda de la familia religiosa de la que provienen.

Pero, ¿por qué una elección así? Lo primero que hay que decir es que se trata de una vocación, una llamada, que ha florecido de nuevo por reacción a la borrachera «comunitaria», «social» que ha arruinado muchos ambientes religiosos. El exceso de insistencia en el compromiso con el mundo y el desbordamiento de las palabras, habladas y escritas, han llevado a muchos, por contraste, a redescubrir la fuerza de la oración y el gozo del silencio.

El ermitaño da su vida por cosas «inútiles» según el mundo y, desgraciadamente, también según cierto eficientismo cristiano actual. La sencilla regla que él mismo se escribe, y que si quiere somete a la aprobación del obispo, prevé, sobre todo, horas de oración, de lectura espiritual, de meditación. Prevé vigilias, ayunas, penitencias, renuncias. En el ermitaño hay un rechazo radical de la lógica mundana, para la cual sólo la acción, la política, el compromiso social, las inversiones económicas pueden cambiar el mundo para mejor. Él, por su parte, ha respondido a una llamada que le ha hecho comprender hasta el final que sólo quien entrega su vida la salva, y que el modo más eficaz de amar y de ayudar es el de sepultarse bajo el anonimato, el silencio, la impotencia, creyendo hasta el fondo en los misterios vínculos de la «comunión de los santos».

Creo que esto es lo que quería decir la inscripción que vi en la pared de la habitación de un anacoreta en una casa deteriorada del corazón de Turín: «El que va al desierto, no es un desertor». Nada de un desertor, sino más bien un creyente que, en vez del activismo constructivo sólo en apariencia, ha decidido practicar la forma más alta de caridad en la perspectiva evangélica: la oración ininterrumpida por todos, en la soledad y en el silencio más radicales.



Vittorio Messori

Fuente


lunes, 20 de junio de 2022

Resumen Semanal (2)

Bergoglio, el Sire, sigue la construcción frenética del Poliedro. Sire, busca el punto de apoyo en la tierra de los delantales, para usar la palanca de la revolución vaticana y desencajar la nave de Pedro, encallada en su autorreferencia. Todo un Arquímedes que como su tutor Martini, se percata del atraso de la iglesia, en al menos dos siglos.

Hay que salir del atraso. Para esto está la estrategia revolucionaria vaticana, con sus dos iniciativas perfectamente visibles: por un lado la sinodalidad. Con ella se descentraliza la base, para que ingresen los que viven en la periferia, y por el otro, centralizar la cabeza para expulsar los rígidos. Todo muy coherente. Hay que ser jesuita para entenderlo y para colmo hay que soportar a los que hablan maravillas de los sínodos. Para tanto optimismo, hay que beber de la botella. Por consiguiente, menos botella si se quiere ver con claridad la estrategia planteada, dentro del marco de la gran revolución vaticana.

Andrea Cionci envió una carta abierta muy conceptuosa, al kirguiso Schneider, del cual se rumorea que milita en los rosacruces. De ser así, cosa que dudo, Cionci pierde miserablemente el tiempo. Ojalá me equivoque.

Sire, el 17 de junio, se puso a trabajar con su Poliedro. La periferia budista de Tailandia lo escuchó muy atenta, ya que el “Jesús” (no Jesucristo), era como Buda. Luego de su monólogo (puesto que Sire jamás dialoga), no se sabría distinguir donde está la periferia, si en Sire, o en los monjes budistas. Y para demostrar que es un porteño que solo conoce el barrio de Flores, invocó una bendición “de lo alto”, cuando para los pelados budistas, no existe el concepto de “lo alto”. Sire no podía fallar. 

Nada de Corpus Christi este año en Roma, (y tal vez para siempre). Después de todo, “¿quién se arrodilla ante un trozo de pan?” Sire, no. O porque no quiere o porque ya no puede.

¿En qué andan los grandes revolucionarios vaticanos?

Maradiaga no se desprende de la “mosca”. Cuenta sus millones. Billetera abultada la suya. Si hay un algún fondo público en Honduras, no lo dejen afuera y que algo vaya para sus alforjas. Y es Pinedo el que siempre pasa con la bandejita recogiendo “la limosna millonaria”, venga de donde venga. 

Tagle terminó su tour por España dando, como siempre, un poco de lástima. “No siempre lloro”, dijo, y casi se larga a llorar.

Para interiorizarme de algunos rumores, llamé por “Telegram” a mi amigo, Xz en el Vaticano.

Decíme Xz, ¿qué se dice de Francis por ahí?

El otro día me encontré con el cardenal Zzx y salimos de los muros leoninos, tomamos la vereda donde se ingresa a los museos. Tanto como para despistar. Vimos que nadie nos seguía y cruzamos la calle. Bajamos la colina y entramos en una “trattoría”, donde en una época estaba lleno de turistas. Apenas nos sentamos, Zzx miró abajo de la mesa.

¿Para qué hizo eso?

Para ver si había algún micrófono.

¿No me digas…?

Así es como vivimos adentro.

¿Y de Francis?

Zzx me contó, después de pedir espaguetis “alla bolognesa”, que Francis tiene cáncer. La rodilla es otra complicación más. A veces se tilda o no coordina la frase y mezcla las cosas. Está “chapita”, o como dicen los médicos, demencia senil.

Hablamos de otros temas, que al lector pueden aburrirlo y terminó diciéndome:

Lo peor de todo, es que Francis no delega nada y todo lo quiere hacer solo. Zzx y los demás no saben ya qué hacer con él.

Tony Velázquez Ruiz

 

sábado, 18 de junio de 2022

El cisma tantas veces profetizado, ya es bien visible

 

En otras oportunidades afirmamos que ya estábamos dentro de un cisma en la Iglesia Católica, hoy ya podemos definir el rostro de dicha división.

De un lado se encuentran los que llaman a Bergoglio, “el Santo Padre”. En esta comunión, por no decir secta, se encuentran ultramodernistas, modernistas, neomodernistas en comunión con los tradicionalistas. También la impoluta FSSPX cayó de este lado del cisma. Tenemos a Bergoglio como la cara visible de esta secta. Sus seguidores pueden diferenciarse, en sus compinches íntimos, como Cupich, Maradiaga, Coccopalmeiro, Tagle, Zuppi y su íntimo amiguito Zanchetta. También a la íntegra iglesia argentina. Son muchos más, pero el espacio de esta nota me obliga a resumir un poco.

También encontramos los que creen hacer equilibrio. Dicen que Bergoglio es deplorable, o “que se tiene que convertir”, pero viven en comunión con él, son los miembros astutos de la secta cismática. Esos que siempre se paran con el pie derecho en una acera de la calle y el izquierdo en la de enfrente, según como caiga la suerte. Aquí ubicamos a Müller, Schneider, y todo el séquito que afirma y al mismo tiempo critica el papado del hereje Bergoglio.

Toda la iglesia cismática, goza del apoyo de las logias masónicas, de la mafia lavanda, y del aplauso de los medios, sin excluir al círculo áulico de la Mafia de San Galo, oculto pero siempre presente.

El ala más radicalizada de esta secta, lo forma la iglesia teutona. Que Burke diga que se los debe echar, es una gran ingenuidad de su parte. Burke como Schneider, han decepcionado, si bien dentro de la secta, son el ala más potable del cisma.

El segundo bando del cisma, lo forman quienes sostienen a Benedicto XVI como el único Papa y están en comunión con él. Entre sus seguidores hallamos a Mons. Gracida (Texas) y Mons. Lenga (Khazakhstan). Aquí no hallamos ninguna clase de modernistas, ni de falsos tradicionalistas. No se observa el apoyo de las logias, ya sean masónicas o de los rosacruces; pues lo que diviniza al hombre, en última instancia, es la Gracia y no las tradiciones; si bien la Gracia me llega por Tradición.

Esta auténtica iglesia se ha reforzado en estos últimos días. Paragonando la frase de San Jerónimo en 313, el 13 de marzo de 2013 “el mundo se despertó improvisamente” bergogliano. Hoy se dio cuenta que el antipapa Francisco es hereje e idólatra. Este despertar preocupa al ala moderada de la secta bergogliana, pues se ven fuera del camino. Este es el motivo por el cual, tanto Müller como Schneider tengan que salir a atacar, a quienes están en comunión con Benedicto XVI, sin darse cuenta, que el cisma que pretenden evitar, es el mismo en el cual viven.

La cara actual de este cisma no concluirá con la muerte de ambos: papa y antipapa. Existe una consecuencia nefasta e imprevisible, de cerca de 90 cardenales ilegítimos y por lo tanto inválidos, nombrados por el antipapa Francisco. Todos se reunirán en comunión con el antipapa en el mes de agosto. Sí, en “ferragosto”, cuando media Italia se encuentre tomando sol, en las playas de las distintas “rivieras”; no sin antes contemplar a Francisco posiblemente "arrodillado" ante el “Poliedro” de su invención. 

Santiago Grasso


viernes, 17 de junio de 2022

“El covid era solamente una gripe”, dice Gates

 

En una entrevista con el presentador de CNN, Fareed Zakari, Billy Boy, parece haber abrazado todas las teorías que conspiraron contra su accionar y contra las cuales lanzó sus millones para “aceitar” a Siegel, Bbc, Le Monde, El País, etc. Ahora nos dice muy angelicalmente:

«En ese momento1, no entendíamos que la tasa de mortalidad era bastante baja y que la enfermedad afectaba principalmente a personas mayores, similar a la gripe, aunque de una manera ligeramente diferente”.

Y continúa afirmando, el Sumo Sacerdote de la pandemia:

«Si hubiéramos sabido todo lo que sabemos hoy, probablemente habríamos cerrado las escuelas con mucha menos frecuencia que durante la pandemia. (…) En particular, los alumnos hasta los doce años sufren un déficit de aprendizaje. Va a llevar mucho tiempo volver a eliminarlo.»

Afirma el comentarista de esta fuente acerca de su respuesta:

«En estas palabras está toda la arrogancia de la riqueza que, contando millones, trata de deshacerse de su propia estupidez.»

Es imperdible lo que dijo sobre las vacunas:

«Uno de los defectos es que las vacunas no detienen la infección. (...) Desde Omicron 2, la vacunación apenas reduce la transmisión, especialmente tres o cuatro meses después de la vacunación. Tenemos que resolverlo y hay buenas ideas para hacerlo 3. Otra cosa es la duración. Según una variedad de datos, pudimos ver (…) que la protección se reduce realmente dentro de los cuatro o cinco meses posteriores a la vacunación, especialmente si tiene más de setenta años. 4"

A confesión de parte, relevo de pruebas.

El estar forrado de dólares, no significa que sea inteligente y mucho menos que se crea el gran sabio de la humanidad.

Jamás existirá una vacuna contra la idiotez. Y esto por tres motivos:

1. Porque todos se creerían tan inteligentes, que ninguno se la aplicaría.

2. Porque no sería negocio para los laboratorios.

3. Porque para cualquier gobierno que se precie de astuto, debe contar con una hermosa base de estúpidos, tal como los que se vacunaron en “la gran pandemia covid”. Esto a excepción del gobierno vaticano, aunque se precie de tal.

Tony Velázquez Ruiz

__________________________

1 O sea en 2020.

2 Es decir, desde sus orígenes. (Nota del comentarista.)

3 ¿Pero no me digas?

4 ¿Y entonces, para qué los vacunaste? Bergoglio, ¿para qué te vacunaste e impusiste la obligación de vacunar? ¿Acaso te aceitó Billy Boy?


jueves, 16 de junio de 2022

Cionci a Mons. Schneider, el Codex Ratzinger explica el auto cisma de Bergoglio

 

Excelencia Reverendísima,

He escuchado sus reflexiones sobre la cuestión de la validez del pontificado de Francisco. Como autor de una investigación de dos años sobre la cuestión de los dos papas, avanzada con más de 200 artículos publicados en periódicos nacionales en Italia y publicados recientemente en un libro de 340 páginas, espero que no me juzgue presuntuoso si me permito dirigirle esta carta pública, confiando en su apertura intelectual y en su valeroso y loable esfuerzo por defender la verdad.

Ud. sostiene que la teoría, según la cual Benedicto XVI no ha abdicado, “desafía la tradición de la Iglesia”.

Sin embargo, en la historia de la Iglesia hemos tenido unos 40 antipapas, por lo que no es una novedad que personas ligadas a los poderes mundanos hayan buscado conquistar el Papado mediante el uso de la fuerza: esto de hecho es parte de la “tradición”. Lo que es absolutamente nuevo —y en esto tiene Ud. razón— es la genial respuesta que el legítimo Papa ha dado para defenderse de esta agresión al Papado, agresión anunciada para el final de los tiempos por el profeta Daniel.

De tal sistema, escribí en el libro, “Codice Ratzinger” (ByoBlu ed.), una copia la cual está siendo enviada a su domicilio.

Sin embargo, según usted, la perspectiva de Benedicto como único Papa sería imposible porque, citando sus palabras: “La ley humana que regula la asunción del oficio papal o la destitución del oficio papal debe estar subordinada al bien mayor de toda la Iglesia, que en este caso es la existencia real de una cabeza visible de la Iglesia y la certeza de esta existencia para todo el cuerpo de la Iglesia, clero y fieles”.

Si entendí bien, simplificando, esto sería imposible porque tiene que haber permanentemente, por el bien de la Iglesia, un Papa activo.

Discúlpeme, pero usted mismo ha declarado valientemente hace algún tiempo que el Papa Francisco “debe convertirse”. Tiene Ud. razón, pero al reconocer a Francisco como el papa legítimo, de hecho se presupone la existencia de un papa no católico y ¿cómo podría esto constituir el mayor bien de la Iglesia? El hecho de que Bergoglio no sea católico, medido por la Fe, se deriva de no ser Papa, de no tener el munus, la investidura divina (retenida por Benedicto XVI) que garantiza la infalibilidad ex cathedra y la asistencia ordinaria del Espíritu Santo (art. 892 CCC).

Si la cabeza legítima de la Iglesia “se debe convertir” al catolicismo, algo que está en conflicto con su propio papel como Papa, esto es una desgracia atroz y, por lo tanto, en consecuencia, todos sus actos anticatólicos de este inédito papa no católico no corresponden para nada al bien supremo de la Iglesia, sino que son espiritualmente nocivos y letales para Ella. Por tanto, el bien supremo de la Iglesia es precisamente que éstos sean anulados en su totalidad, cosa que sucede precisamente gracias a la condición de sede impedida del Papa Benedicto XVI. Basta con echar un vistazo a las nominaciones de cardenales hechas por Bergoglio: un montón de ultra modernistas que han pasado en bloque a una religión globalista alternativa y, desde nuestro punto de vista, tienen muy poco que ver con el catolicismo.

Usted afirma, sin embargo, que nuestra discusión es configurable a una especie de sedevacantismo, pero no estamos hablando aquí de una sede vacía, porque hay un Papa, y él es Benedicto XVI. Hablemos más bien de una sede impedida, un estado enteramente tenido en cuenta por el Derecho Canónico, cuya sede impedida, en efecto, produce “un pontificado de excepción” que, retomando la conceptualización de Carl Schmitt, provoca una providencial suspensión jurídica general en la vida de la Iglesia.

Ciertamente, es chocante que en nueve años se haya anulado toda la práctica activa de la Iglesia visible, pero esto es un bien supremo, considerando que ese “administrador” actual no es católico. Todo esto ha sido permitido por el Santo Padre, Benedicto, con un propósito preciso: la purificación final de la Iglesia como respuesta al ataque del partido herético modernista masónico. Estamos hablando, por tanto, de un período escatológico de tremenda importancia milenaria y el Papa Benedicto, como ha destacado el Dr. Giorgio Agamben, ha “reforzado el papado” de esta manera separando la buena semilla de la cizaña y concediendo a sus enemigos un breve período de anarquía antes de que sean "lanzados a la gehenna".

De hecho, dudo mucho que vuestra sanatio in radice derivada de la pacífica aceptación universal pueda acaso curar, de un día para otro, bajo las actuales normas canónicas, el golpe de estado que comenzó con un cónclave convocado cuando el Papa precedente no estaba muerto, ni había abdicado, sino que fue impedido y no tenía intención de dejar el trono de Pedro. De lo contrario, se legitimaría la ley de la selva en el seno de la Iglesia.

Incluso la doctrina de ecclesia supplet (la Iglesia suministra), que usted cita, se refiere a los Sacramentos, no al orden jurídico. Por eso, el Papa Benedicto XVI ha custodiado el alma de los simples que de buena fe, sin saberlo, continúan acercándose a los Sacramentos en comunión con el que creen ser el Papa legítimo, pero al mismo tiempo, Benedicto defiende la Iglesia de la usurpación forzosa aprovechándose del derecho canónico, que no es “accesorio” en la vida de la Iglesia sino que regula la legitimidad de cada disposición.

La idea de que Benedicto ha puesto a prueba a sus enemigos, que querían hacerle abdicar y que, de hecho, se han metido ellos solos en el cisma, no es —disculpe — un callejón sin salida, como usted escribe, sino una inteligente estrategia para purificar definitivamente a la Iglesia. Sería, por otro lado, un callejón sin salida, sostener que puede sentarse en el trono de Pedro un Papa legítimo que no es católico: eso sería equivalente a decir que Cristo ha abandonado Su Iglesia. Otro callejón sin salida, absolutamente el peor de todos, sería aprobar otro cónclave inválido, que, con alrededor de 90 no cardenales bergoglianos, ciertamente le regalaría a la Iglesia a otro antipapa, un Zuppi, un Tagle o un Maradiaga, tal vez. incluso con el nombre semi-antipapal de Juan XXIV. Un verdadero suicidio al que estarían de acuerdo los numerosos cardenales propuestos por Bergoglio,

En su intervención se citan las declaraciones de Mons. Gaenswein que abrió el campo a la teoría del “error sustancial” según la cual el papa Benedicto quiso crear un papa emérito, pero se equivocó y cometió un error de concepto al pretender duplicar el papado en dos pontificados, uno contemplativo y otro activo .

Esta es una posición compartida por una parte importante del mundo tradicionalista, pero la Declaración (del Papa Benedicto XVI del 11 de febrero de 2013) no se basa únicamente en la inversión de los términos munus y ministerium (lo que a lo sumo podría llevar a uno a creer que hubo un error conceptual), sino que se trata más bien de una especie de cocktail de mecanismos canónicos implosivos que, más allá de hacer completamente inaceptable tal hipótesis, que habla de una abdicación, evidencia, por el contrario, un extraordinario, perfecto conocimiento del verdadero Papa en redactar un anuncio coherente de auto exilio en una sede impedida (canon 412). Una renuncia al papado, de hecho, debe ser simultánea y nunca puede ser diferida por 17 días: el ministerium no puede ser separado jurídicamente del munus. Esto sólo puede tener lugar de facto y no de jure en el caso de una sede impedida cuando el obispo no puede ejercer su poder porque está impedido por fuerzas preponderantes.

En efecto, si Benedicto hubiese querido separar jurídicamente munus y ministerium sobre la base de un error sustancial, después de las 20:00 horas del 28 de febrero de 2013, aunque por error, seguramente habría confirmado por escrito o verbalmente su —aunque imposible— renuncia jurídica al ministerium. Un pensamiento que nunca sucedió, como se ha demostrado en el libro de Carlo Maria Pace. Por lo tanto, como se puede ver, el Papa Ratzinger era perfectamente consciente de lo que estaba haciendo.

Además, Benedicto XVI recomienda —y no por casualidad— en su Declaración que el próximo Papa deberá ser elegido “por aquellos que sean competentes”, es decir, por los que fueron cardenales nombrados antes de 2013 y no por falsos cardenales nombrados por un antipapa. El verbo vacet, que se ha traducido arbitrariamente a la lengua vernácula como “sede vacante”, debería traducirse literalmente por “sede vacía”, porque las expresiones “sede de Roma” y “sede de San Pedro”, no tienen valor jurídico para ser dejadas vacantes, como reveló el abogado Arthur Lambauer.

Si Benedicto hubiera creído en una duplicación del cargo papal en dos legítimos pontífices, habría insistido sobre todo desde 2013 tratando de convencernos de que esto era posible, defendiendo su imposición errónea, al menos diciendo algo como: “Hay dos papas, ambos válidos, pero el más importante es Francisco”. No ha pasado nada por el estilo, de hecho, lleva 9 años repitiendo que “Solo hay un Papa”, sin explicar nunca cuál. Si el papa es —en el sentido del verbo ser— uno solo, no puede haber dos papas legítimos a la vez, sino uno legítimo y contemplativo (Benedicto en una sede impedida) y otro ilegítimo y activo (Bergoglio usurpando el trono) como Mons. Gaeswein lo ha explicado en su famoso discurso de 2016. (link)

Además, si solo hay un Papa, y es Francisco, ¿por qué el Papa Benedicto escribe que el Papa emérito es el Sumo Pontífice (link) y por qué imparte su propia Bendición Apostólica (link)?

En resumen, el Papa Ratzinger ha dicho simplemente que así como no le quedaban fuerzas suficientes para gobernar, a causa de su reciente declive, renunció en todo al ejercicio del poder, dejando de hecho la sede vacía. Con abnegada mansedumbre, habiendo aceptado con cristiana resignación su propio ser impedido, ha permitido que otro usurpe su propio poder, considerándolo abdicado, y se ponga en cisma por su propia mano, habiéndose arruinado a sí mismo por su propia infidelidad. y anhelo de poder. Un plan perfecto, incluso desde el punto de vista teológico, que no comprende por cuáles motivos (si no están relacionados con la pérdida de beneficios materiales) fue tomado como rehén y no comprendido por muchos católicos conservadores que se oponen ferozmente a Bergoglio.

Sólo a partir de estos breves comentarios se comprende que el argumento es enormemente complejo de reconstruir, pero en su esencia es de lo más sencillo. Además, es necesario leer la investigación en detalle para tener una visión general y, sobre todo, para explicar los momentos diversos, pero solo aparentes, que parecen contradecirla (como Su discurso por el 65 aniversario de su sacerdocio). , o el presunto juramento de fidelidad, etc. link).

Mi propia investigación, en un principio, en lugar de considerar especulaciones filosóficas ajenas a los documentos reales, “escuchó” lo que el Papa Benedicto XVI dijo que había hecho y no he sido desmentido ni siquiera por el Santo Padre (el verdadero) cuando me honró, con Su propia carta, en la que, además, me proporcionó la única respuesta que podría indicar una sede impedida, reforzando su mensaje incluso con Su propio emblema heráldico como el Papa reinante.

He aquí que por esto le digo: preste atención, Excelencia, esta cuestión es inimaginablemente más grave de lo que piensa. Le suplico que lean con más atención el libro “Códice Ratzinger”. He diseccionado e ilustrado el sutil sistema de comunicación que utiliza el Papa Benedicto XVI desde su sede impedida, que ha empleado para hacer entender al “que tiene oídos para entender” y “para separar a los creyentes de los incrédulos”, como Él mismo declaró al Herder Korrespondenz. el verano pasado. Pero no se trata aquí de nada trascendente o “gnóstico” como alguien tuvo la osadía de afirmar, sino que este estilo comunicativo, que repite en bloque el que usó Jesús contra sus acusadores (link), está abierto a todos y fue entendido y certificado por especialistas que se tomaron el tiempo de considerarlo y examinarlo con gran atención:

La objetiva y extraña ambigüedad del lenguaje de Benedicto XVI denominado “Código Ratzinger”, admitida incluso por periodistas, e incluso lectores, no es casual, ni se debe a la edad de su autor ni, menos aún, a su falta de preparación. Son mensajes sutiles, pero inequívocos, que nos conducen a la situación canónica descrita en la investigación. El Papa Benedicto se comunica en un estilo sutil porque está en una situación impedida y, por lo tanto, no puede expresarse libremente. El “Código Ratzinger” es su propia forma lógica e indirecta de comunicación que aprovecha las aparentes inconsistencias que no pasan por alto los lectores cultos. Tales frases, “descifradas” con la necesaria investigación de las referencias que el Papa hace a la historia, a la actualidad y al Derecho Canónico, ocultan un subtexto lógico perfectamente reconocible, con un significado preciso y unívoco. En otras ocasiones, Benedicto XVI opta por frases “anfibológicas” no exentas de sus puntos humorísticos —que pueden interpretarse de dos formas diversas—. Estas técnicas de comunicación dan a “los que tienen oídos para entender” un medio para entender que Él sigue siendo el Papa y que Él está en una situación impedida. Además, quien sostuviera que los mensajes del Código Ratzinger son interpretaciones caprichosas o no ha entendido o niega la evidencia”. 

Firmado:

Prof. Antonio Sànchez Sàez, Catedrático de Derecho, Universidad de Sevilla

Prof. Gian Matteo Corrias, Catedrático de Literatura y ensayista de historia de las religiones

Prof. Alessandro Scali, Catedrático de Letras Clásicas, escritor y ensayista

Prof. Gianluca Arca, Catedrático de Latín y Griego, filólogo, investigador y ensayista

Doctor Giuseppe Magnarapa, psiquiatra, ensayista y escritor

¿Un ejemplo de lo anterior? En “Últimas conversaciones” (link), Benedicto XVI responde así al periodista Seewald: “¿Hubo algún conflicto interior respecto a la decisión de dimitir?”.

La respuesta del Papa Ratzinger fue: “No es tan fácil, naturalmente. Ningún Papa ha dimitido en mil años e incluso en el primer milenio constituyó una excepción”.

Un error aparentemente clamoroso (puesto que 6 papas han abdicado en el primer milenio, y 2 en el segundo), si no se considera la propia renuncia como la de únicamente ministerium y así se indica perfectamente a esos dos papas (Benedicto VIII y Gregorio V) que en el primer milenio, antes de las reformas gregorianas, fueron expulsados temporalmente por los antipapas y perdieron su propio ejercicio práctico del poder, su ministerium, pero siguieron siendo papas. He aquí un caso de una sede impedida antes de que hubiera ningún canon al respecto.

Como ven, no hay nada de gnóstico en esto, sino un mensaje comprensible para todos, incluso para el que suscribe, autor del descubrimiento, que ciertamente no es un especialista en historia de la Iglesia.

Hay decenas y decenas de ejemplos de este tipo y van desde los más sencillos y directos, hasta los más complejos y refinados. Tal estilo lógico se ha convertido ya en patrimonio del lector común, que lo ha unido a otros descubrimientos de mensajes, abiertos y brillantes, contenidos en los escritos del Papa.

Repito: se trata aquí de una realidad OBJETIVA a la que nadie, aún ahora, ha intentado responder con una refutación que es más que esnobismo o sin las elusivas acusaciones de “conspiración”, “fantasía” y “tramas ficticias”.

Mis críticos, además de insultarme gratuitamente (link), sistemáticamente y con una mentalidad superficial consciente, y que es potencialmente fatal para la existencia de la Iglesia visible, se niegan a analizar y refutar este corpus de declaraciones papales.

Se teme a la evidencia, a la verdad, si uno tiene miedo a “echar una mirada canónica”, si uno tiene miedo a leer los cientos de mensajes en el Código Ratzinger, porque en este caso hay que entrar en el campo, tomar posición, y renunciar a las comodidades materiales, a apartarse de las propias convicciones pasadas, y muchos no tienen el valor de hacerlo, aunque lo exija la salvación de la Iglesia y también de la propia alma, si la miramos desde la luz de la fe. El “camino ancho” es pensar que, al final, cuando Bergoglio abandone la escena, será fácil recomponerlo todo.

Pero no: como usted mismo ha señalado, el próximo cónclave compuesto por una multitud de no cardenales nombrados por Bergoglio elegirá otro antipapa y la Iglesia visible canónica estará acabada y, tal vez, tendrá que levantarse contra ella desde las catacumbas “abandonando la sinagoga”.

Atención: con su propio lenguaje sutil y cristológico, el Papa Benedicto, vicario legítimo de Jesucristo, está seleccionando “su propio” ejército. Es fácil para tantos DESERTAR confundiendo los papeles en la mesa canónica e ignorando sus propios mensajes, marcándolos como "una teoría de la conspiración".

Pero llegará el momento de la revelación final y del cisma purificador. Lo importante será encontrarse en el lado justo.

Les ruego que me crea: no he invertido gratuitamente 800 horas de mi tiempo para poner en peligro mi reputación profesional, o por alguna miserable especulación comercial.

Lea el libro que le envío. Examínelo con mucha atención y podrá reconocer el “mosaico” completo, reconstruido, en la medida de lo posible, pieza por pieza.

Con respetuosos y cordiales saludos….

Andrea Cionci

Fuente

miércoles, 15 de junio de 2022

Destapando el rosario de mentiras, errores y engaños del Obispo Schneider

Es personalmente doloroso para mí tener que, una vez más, poner la pluma en el papel, por así decirlo, y refutar los argumentos tontos de un prelado a quien una vez admiré como uno de los mejores de la Iglesia. Si bien tomó las posiciones correctas contra Amoris Laetitia y los argumentos ridículos de la FSSPX en su Revista, sobre el tema de DeathVaxx, con mayor frecuencia ha caído de alguna manera en apoyar las tesis teológicas y morales más ridículas sobre temas controvertidos. (Ver aquí para la cobertura de FromRome.info de las notorias intervenciones del obispo).

Pero como amo a Jesucristo más que a cualquier obispo de la Iglesia, cada vez que uno se desvía gravemente de la verdad sobre un tema tan importante como quién es el Papa y cuáles son los principios católicos por los cuales debemos reconocer, quién es el Papa. Sé que tengo la grave obligación de hablar, ya que conozco estos principios y soy conocido por defenderlos.

Primero, sabemos quién es el auténtico sucesor de San Pedro no por juicio privado, opinión pública, sondeos, encuestas, reflexiones teológicas, artículos periodísticos, reportajes televisivos. No. Sabemos quién es el auténtico sucesor de San Pedro por la conformidad de los actos públicos con los cánones publicados y las leyes de la Iglesia que determinan el proceso para su elección o renuncia. Y esta conformidad debe ser precisa y exacta y no algo que simplemente se pretenda que existe. Tiene que ser prima facie, como se dice en los círculos forenses, es decir, debe parecer conforme a primera vista. — Y no puede ser de otro modo, porque siendo la Iglesia visible, la concordia de la Iglesia debe y sólo puede basarse en leyes y actos públicos inequívocos y en su conformidad.

Segundo, puedes discutir hasta que tu cara esté azul en el Infierno por toda la eternidad por cualquier otro medio, pero tu argumento es inútil. La argumentación no prueba quién es el verdadero Papa. Sólo los hechos y las leyes lo hacen. (Aquí por hechos, me refiero a palabras o acciones documentadas o documentables).

Y tercero, por conformidad con la ley, me refiero al cumplimiento de un requisito legal.

Monseñor Schneider propone el error del Tradicionalismo, como su falso principio de discernimiento

Así que está muy claro que toda la tesis del obispo Schneider es falsa desde el principio, como dicen en algunas partes de los Estados Unidos: a saber, cuando se afirma que decir que el Papa Benedicto XVI es el verdadero Papa es contrario a la Tradición. Porque la tradición, sea sagrada y divina o meramente eclesiástica, no es un primer principio inmediato al que recurrir para determinar quién es el auténtico sucesor de San Pedro. Los hechos y la ley lo son. Este argumento está al revés del argumento modernista común, que dice que debes rechazar alguna práctica o doctrina católica, porque es contraria al progreso de la Iglesia en los tiempos modernos. Y por esta comparación con su error contrario, vemos que el obispo Schneider está apelando al error del tradicionalismo, que fue condenado en el Vaticano I: cuyo error dice que toda verdad proviene de la tradición.

Si los hechos y la ley dicen que Benedicto XVI sigue siendo el Papa, y no te gusta esa conclusión, no puedes recurrir a la Tradición o tradición para proponer una respuesta diferente a la pregunta. Así no funcionan los actos jurídicos. Pero así es como los niños mimados que nunca crecieron, intentan dirigir los gobiernos y hasta la Iglesia.

Monseñor Schneider apela al error moral del Tuciorismo, para aplicar su falso principio

A continuación, el obispo Schneider avanza en su error tradicionalista apoyándose en un principio moral exagerado conocido como tuciorismo, que sostiene que en toda decisión moral siempre se debe elegir la que es más segura. Este principio es defectuoso porque conduce a la neurosis y a una farisaica justicia propia, donde el individuo determina lo que está bien y lo que está mal y no Dios.

Este error no es fácil de discernir por aquellos que son dados al desenfreno, porque nunca se les ocurre considerarlo. Pero es el error exacto de su propio vicio, ya que insiste en que es moralmente malo no obsesionarse con ver el mal posible en todo. Los súper escrupulosos caen fácilmente en una completa parálisis de juicio, al adoptar el error del tuciorismo por ejemplo.

Pero para que no haya malentendidos, daré algunos ejemplos:

* El tuciorista sostendrá que al cepillarse los dientes nunca debe hacerlo por vanidad y que debe omitir todo cepillado de los dientes hasta que pueda hacerlo sin vanidad, incluso si esto causara que los dientes se piquen.

* Otro, el tuciorista, sostendrá que es demasiado peligroso salir en público, porque estando en lugares públicos podrías estar tentado a la impureza, y así omiten cumplir incluso los deberes de su estado, cuando estos requieren algún recurso a lugares públicos para obtener las necesidades de la vida o para cumplir deberes religiosos.

El tuciorismo, por desgracia, es una forma de orgullo muy engañosa, porque lo único que nunca preocupa al tuciorista es el mal uso de su propia discreción para determinar lo que está bien o mal, lo seguro o lo peligroso. Se apoya siempre en su propio juicio, no en el de Dios, el de la Iglesia o el de los sabios y prudentes, como los santos y los pastores.

Y este es precisamente el error moral en el que cae el obispo Schneider al elaborar todo su argumento, el cual en nombre de la seguridad, debemos rechazar la tesis de que Benedicto XVI sigue siendo el Papa.

El obispo Schneider emplea un grueso error en la ciencia forense

Nuevamente, al comienzo de su ridículo discurso, el obispo Schneider elabora un argumento en contra de admitir evidencia prima facie (a saber, que cuando el Papa Benedicto renunció, anunció la renuncia al ministerium, pero no renunció al munus). Frente a este problema obvio que todos tienen que ignorar este hecho, Monseñor propone un principio por el cual se pueden ignorar todos los hechos (¡vaya conveniencia!):

El principio de legalidad aplicado ad litteram (al pie de la letra) o el del positivismo jurídico no fue considerado en la gran práctica de la Iglesia un principio absoluto, ya que la legislación de la elección papal es sólo una ley humana (positiva), y no una Ley divina (revelada).

La ley humana que regula la asunción del oficio pontificio o la dimisión del oficio pontificio debe estar subordinada al bien mayor de toda la Iglesia, que en este caso es la existencia real de la cabeza visible de la Iglesia y la certeza de esta existencia para todo el cuerpo de la Iglesia, clero y fieles.

Ahora bien, está claro que cualquiera que sostenga que el Papa Benedicto XVI sigue siendo el único y verdadero Papa, no tiene por qué apelar a tal argumento, que busca anular la letra de la ley o el sentido llano de los documentos, y dice que ellos deben leerse para servir al mayor bien de la Iglesia.

Este enfoque de la ley de la Iglesia es como el del niño que cree que todas las leyes son como las normas de la biblioteca, o que las leyes contra el asesinato son leyes de tránsito. Lo cual simplemente no es así. Sí, hay normas, reglamentos y leyes, pero no todas tienen la misma fuerza obligatoria, porque no todas existen para el mismo fin. Las normas son consultivas, los reglamentos son administrativos y las leyes son legalmente vinculantes, como para tipificar como delito la infracción, aunque sea un delito menor.

Hay normas en las bibliotecas sobre como guardar silencio. Existen regulaciones sobre cómo llenar su solicitud de licencia de conducir. Y luego está la ley contra el asesinato. Y si te imaginas, como adulto, que cada una es igualmente vinculante o no vinculante, solo tienes la comprensión del asunto de un niño. Porque en las bibliotecas a veces se puede y se debe hablar. La regla del silencio es sólo práctica. En los registros de vehículos motorizados, las normas sobre cómo llenar su solicitud son vinculantes, pero si las viola no irás a la cárcel, simplemente no obtendrás su licencia. Pero en cuanto al asesinato, no se puede decir que alguien que cometió tal crimen no debe ser procesado, simplemente porque sirve al bien mayor, porque nunca sirve al bien mayor tolerar el asesinato.

Y obviamente las leyes papales sobre Elecciones Papales o el canon sobre Renuncias Papales es de este último tipo: es una ley, no una norma ni un reglamento.

Y entonces, debo decir: No, obispo Schneider: en la Iglesia Católica, las leyes significan lo que significan, independientemente de lo que usted quiera que signifiquen o del resultado que desee tener. Porque como dicen todos los santos: “Prefiero que el mundo perezca, antes que Dios sea ofendido por uno de mis pecados”. Esta es la verdadera religión. Nada puede justificarse simplemente sobre la base de lograr el resultado que deseamos. Esto es paganismo. Un católico juzga las cosas sobre la base de los juicios de Dios revelados en las Escrituras y contenidos en la Sagrada Tradición. Las cosas están bien y mal en sí mismas y por sí mismas, independientemente incluso de las circunstancias y las intenciones o metas. Si los objetivos solos determinaran tales cosas, podríamos hacer lo que queramos y no lo que ha mandado la Voluntad Divina.

Y, en cuanto a tener un Papa válido, a quien toda la Iglesia pueda reconocer como tal, ¡nunca es por el bien de la Iglesia que se viole cualquier canon o ley sobre su elección o renuncia!

La insistencia del obispo Schneider de una cabeza visible de la Iglesia

Sí, la Iglesia debe tener una cabeza visible, pero la forma en que el Obispo quiere que se aplique este principio llega a todos los excesos y extremos. No me parece necesario señalar a los lectores de FromRome.Info que en una discusión sobre cuál de los dos pretendientes al papado que viven y hablan es el verdadero, una discusión sobre la visibilidad no tiene sentido. — Casi me da la impresión de que lo dice para desairar al Papa Benedicto XVI — Muy al contrario, sí, la Iglesia debería tener una cabeza visible, pero su existencia y unidad no se tambalea per se por no tenerla, pues esto sucede después de la muerte de cada papa, antes de que se elija a su sucesor. La unidad de la Iglesia tampoco se ve quebrantada por el hecho de que un verdadero Papa siga reclamando el Papado contra las falsas pretensiones de un antipapa. Pensar así sería poner patas arriba la verdad.

Y cuando uno reflexiona sobre cuán escandalosamente Bergoglio ha utilizado su pretensión al papado para destruir la Iglesia, presentar el argumento de que, dado que él es más visiblemente la cabeza, debería ser el Papa, es simplemente una prudencia maligna al estilo de la mafia equivalente a decir que como el criminal que te robó la finca, de facto, es el mejor administrador de su destrucción, el dueño pierde todos los derechos. Quiero decir, ¿quién argumenta así, acaso no es un marxista y un demonio?

La incomprensión total del obispo Schneider sobre el Ecclesia suplet durante los cismas papales

A continuación, el obispo apela a un falso argumento ad absurdum. Porque él intenta argumentar que dado que los nombramientos de un antipapa son canónicamente inválidos, la unidad de la Iglesia o la visibilidad de la Iglesia se vería dañada de alguna manera por tal evento. Escribe como si nunca hubiera habido antipapas que nombraran obispos o cardenales. Imagina que la consagración de los obispos y la confección de los sacramentos se detuvieron durante el Gran Cisma. También parece pensar que la Iglesia sostuvo, después del hecho, que todos esos nombramientos inválidos y sacramentos ilícitos lo eran para siempre.

Lo que ignora por completo es que después de que terminaron estos antiguos cismas papales, los Papas ex post facto concedieron el nombramiento de cardenales, el nombramiento de obispos y la confección de los sacramentos con licencia canónica mediante un acto que se llama sanatio in radice.

Esto no es una condonación de la inmoralidad de esos actos, sino un acto monárquico del Vicario de Cristo por causa de aquellos que en buena conciencia fueron engañados por mentirosos.

Aquellos que sabían que el antipapa era un antipapa no son excusados del pecado por este acto de sanatio y tienen la obligación de arrepentirse. Ni siquiera de la obligación de renunciar a sus cargos, a menos que el Papa les conceda una indulgencia personal o general.

Los Papas generalmente conceden tal sanatio después de cada cisma papal, porque es suficiente que todos los obispos y el clero y los fieles reconozcan al único Papa verdadero como Papa, y no es necesario castigar canónicamente a todo pecador, es más, causaría demasiadas luchas, cuando la paz de la Iglesia no lo requiere. Dios dará los castigos en tales casos, y los papas siempre han elegido el camino de la misericordia y han sido muy ligeros en sus castigos, después de los cismas papales, restringiéndolos al mismo antipapa y a sus partidarios o secuaces más cercanos.

El obispo Schneider entiende el asunto a la inversa, cuando argumenta en cambio que podemos presumir de una sanatio in radice después de una renuncia inválida, porque la paz de la Iglesia lo requiere. No podemos presumir tal cosa. Tal acto está reservado únicamente al Vicario de Cristo. Y tiene que ser un acto jurídico escrito, de lo contrario no tiene existencia.

El obispo Schneider continúa en la ignorancia sobre los hechos de 1046 d.C.

Incluso después de haber sido corregido públicamente por numerosas personas, el obispo Schneider continúa ignorando los hechos de 1046 dC, cuando en el Concilio de Sutri fueron depuestos 3 "papas" o más exactamente, pretendientes papales. Parece pensar que Gregorio VI obtuvo el papado inválidamente por simonía. Tiene derecho a su opinión. Pero como casi nunca hubo leyes que invalidaran las elecciones papales sobre la base de la simonía, ni entonces ni ahora: la única vez fue la Bula de Pablo IV que determinó una elección inválida; cuya cláusula fue anulada por su próximo sucesor, porque introduciría demasiadas dudas sobre la validez de cualquier elección; creo que sería difícil apoyar tal opinión. Sí, Enrique III, El rey de los germanos pidió a Gregorio VI que dimitiera porque no quería ser coronado emperador por nadie con hedor a simonía en las manos, y Gregorio así lo hizo, porque las elecciones episcopales y los nombramientos obtenidos por simonía eran canónicamente inválidos y siempre considerados tal, su comportamiento no era de ninguna manera moralmente defendible. Pero el Papa no es un simple obispo, y la Iglesia Romana siempre ha insistido en que las leyes generales para los obispos no se aplican al Romano Pontífice. Por eso la Iglesia reconoce a Gregorio VI como un verdadero Papa, aunque él mismo reconoció que obtuvo el papado por simonía y por lo tanto no tenía ningún derecho moral al título.

Pero no se puede aplicar este caso a la presente controversia sobre quién es el Papa: Benedicto XVI o Francisco, porque hay una ley PAPAL y hay un canon Papal, que sí tienen en cuenta la validez de la elección y renuncia del Papa, tanto que ¡no ha sido observado!

La falsa pista del obispo Schneider en 1378

A continuación, el obispo Schneider pierde el tiempo de su audiencia discutiendo la elección papal de 1378, cuya validez nadie dudaba, hasta que los cardenales, que eran franceses, descubrieron que el nuevo Papa era pro-italiano. Entonces inventaron una excusa para su desobediencia y afirmaron farisaicamente que alguna circunstancia de la elección la invalidaba, e inmediatamente eligieron a otro como antipapa. Argumenta como si lo que hicieron tuviera alguna legitimidad. Y da a entender que quienes sostienen que Benedicto XVI es el Papa se encuentran en una situación similar al alegar un fallo de forma legal en el pasado e inventar una excusa para rechazar la lealtad al nuevo Papa.

Esto es totalmente absurdo. Los cardenales hacen voto solemne en cónclave de elegir a alguien para recibir el munus petrino. Si el Papa sigue vivo y no ha renunciado al munus, su voto no legitima su acción ilegal de elegir a otro en esas circunstancias. De hecho, el obispo Schneider le ha dado vuelta al caso moral. Son los Cardenales en el Cónclave de 2013 quienes imitaron a los Cardenales franceses de 1378, ya que ambos procedieron a una elección ilícita, ilegal e ilegítima de otro Papa, mientras que el verdadero Papa que ellos eligieron y apoyaron previamente todavía estaba vivo y no había renunciado.

El obispo Schneider luego recupera 1378 y reinterpreta 1294

Momentos después de apelar a 1378, Schneider finge que hemos olvidado lo que afirmaba ser la posición correcta, a saber, apoyar a un papa reinante, y propone el caso de la renuncia papal hecha por San Celestino V el 13 de diciembre, en el año de Nuestra Señor, 1294.

En ese día, Celestino V por decreto escrito y firmado, renunció al papado. Nadie dudaba de que el acta existiera y fuera firmada por el Papa. En todo su comportamiento a partir de entonces, actuó como un ermitaño: se quitó las vestiduras papales, renunció a la dignidad y abandonó Roma. Incluso aceptó ser retenido bajo arresto domiciliario por su sucesor para evitar que los fieles se acercaran a él. El acto fue canónicamente explícito. Lo he informado aquí.

Por lo tanto, no había necesidad de una sanatio in radice, y Bonifacio VIII nunca la concedió. Tampoco lo ha hecho ningún papa desde entonces.

Este caso, obispo Schneider, nunca lo debió mencionar, porque si usted argumenta que una renuncia al papado canónicamente válida y explícita no debe ser cuestionada, entonces debe sostener igualmente que una renuncia al papado canónicamente inválida y explícitamente deficiente DEBE SER CUESTIONADA. Esta es la simple conclusión lógica.

En conclusión

Monseñor Schneider intenta tapar el pensamiento sobre su posición absurda diciendo que no habrá otra forma de que Benedicto XVI tenga un sucesor, ya que Bergoglio ha nombrado a la mayoría de los cardenales, que si son inválidos significan que nunca habrá un sucesor válido de nuevo. Esto es equivalente a decir, que dado que un ladrón ahora tiene plena posesión de su anillo de diamantes, no tiene sentido acudir a la policía para denunciar el delito y conseguir que lo recuperen.

Su principio moral falla por las virtudes del celo y la justicia por la Casa de Dios. También falla en el derecho, porque, hipotéticamente, si ningún Cardenal elector válidamente designado se separó del antipapa dentro de los 20 días posteriores a la muerte de Benedicto XVI, la ley papal para los Cónclaves, que es la única práctica normativa que es canónicamente válida para la elección del Papa, dejaría ipso facto de ser vinculante, ya que en el caso de que no haya Cardenales en comunión con la Iglesia, no hay obligación de elegir un Papa a través de un cónclave de cardenales electores. Y así, en tal hipotético caso, el derecho de elegir al Papa volvería a su fuente, que es la Tradición Apostólica en la Sede de Roma, donde todo el pueblo de Dios en la Diócesis, que engloba Roma y las diócesis suburbanas (que en la ley no están separados de Roma), tendría derecho a elegir al Romano Pontífice para suceder a Benedicto XVI. Y tal elección sería legítima y lícita aunque no pudiera llamarse propiamente canónica o no canónica. Lo he discutido esto ya varias veces. El derecho de elección vuelve a su fuente, ya que la ley papal para las elecciones es sólo una aplicación de la Tradición Apostólica, que no puede ser anulada por la costumbre ni revocada por ningún acto papal, ya que pertenece a la Sagrada Tradición misma, es decir, al Depósito. de la Fe. Esto se debe a que la Iglesia Romana no es la Iglesia de Roma, sino la misma Iglesia fundada por Cristo, con jurisdicción universal, la cual no fue dividida en diócesis en otras partes del mundo.

Creo que ahora se puede ver que el obispo simplemente ha presentado un argumento al estilo de la mafia, para servir una usurpación del papado al estilo mafioso. Las profundidades de la depravación de juicio y opinión a las que ha descendido para sostener su opinión son las más vergonzosas.

En una era mejor, un obispo que discutiera así terminaría en un calabozo papal a pan y agua. Mientras tanto, creo que lo único caritativo que se puede hacer es ignorarlo como el peor entre los peores. 1

Fray Alexis Bugnolo

14 de junio de 2022

From Rome

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1 Uso la frase porque los santos dicen que el error intelectual y la mentira son pecados mucho peores que los pecados de la carne o la mera corrupción. Y cuando tales pecados están dirigidos a separar a millones de fieles del Vicario de Cristo, entonces son el peor de los pecados. Mucho peor que cualquier cantidad de pecados de la carne que uno pueda cometer personalmente o tolerar en su diócesis. (Aclaración del autor de la nota, a una objeción planteada.)