Calesita

sábado, 16 de abril de 2022

La Anástasis


El término anástasis se origina del griego (άνάστασις), conlleva el significado de un levantamiento, una ruina, una rebelión, y finalmente se lo puede relacionar con el término latino de resurrectio.
La kénosis
San Pablo es quien presenta la primera venida de Jesucristo como una kénosis (κένωσις), es decir, un despojarse de la autoridad divina para asumir la condición de esclavo (Cfr. Fil. 2,7), en cuya condición de esclavitud estaba sumergida la humanidad.
La peor de las profundidades
Para que se produzca esta anástasis será necesario que se llegue al clímax más profundo de la kénosis. Este es el último escalón del despojo de la segunda Persona de la Trinidad. Jesucristo con su muerte ignominiosa, planificada por las autoridades judías de la época, llega hasta el mundo primordial, al abismo cubierto de tinieblas.
Es el Dios Hijo, que las autoridades judías arrojaron al Hades, al mundo pasivo. Más no se le puede pedir. Ha descendido todos los escalones por los cuales la humanidad ha bajado, excepto en la hamartía o el pecado.
La materialidad
Se inicia el Génesis con la creación del mundo primordial.
La tierra, estaba informe y vacía, las tinieblas cubrían la superficie del abismo.(Gén. 1,2a)
Este mundo primordial es potencia, mundo limitado y pasivo, hecho de simple materialidad.
Esta materia primordial goza, según el Génesis, de tres características:
1. Es vacío o tohw (תֹהוּ) para el hebreo y aóratos (ἀόρατος) para el griego que significa no ver, pues es la ausencia del ser.
2. Es informe o (בֹהוּ) bohw para el hebreo, adjetivo que siempre va unido a tohw. Es el akataskéuastos (ἀ-κατασκεύ-αστος) griego, puesto que este ser vacío no posee una forma que lo defina mejor.
3. Las tinieblas o (חֹשֶׁךְ) joshek para el hebreo. Este scotos (σκότος) griego, es el resultado del vacío y de la ausencia de formas.
Estos tres elementos cubren el mundo primordial, incapaz de concebirse por sí mismo. Como también es un mundo incapaz de actuar por sí mismo. Como se presenta de entrada en el Génesis creativo, no existe energía dentro de la materia, ni dentro del mundo primordial. Todo lo opuesto al panteísmo moderno y al cientificismo que busca la energía en la materia. Aquí toda energía está fuera de ella y es el Espíritu de Dios quien planea sobre su límite finito.
Estamos en un mundo incomprensible que genera el abismo (ἀβύσσου) como una profundidad que se abre a la lógica.
Por fuera de la Trinidad
En cada uno de estos elementos se presenta la oposición a las tres propiedades de la Sma. Trinidad:
1. El vacío se opone al Dios Padre, que es la fuente de todos los seres.
2. Lo informe, como ausencia total de formas, se opone al Dios Hijo, como el Logos del Padre; puesto que aún no ha proferido ninguna Palabra, por ello no existe una forma definida, tan solo la indefinida de materialidad.
3. Las tinieblas señalan la ausencia del Espíritu, pues es quien alumbra, por lo tanto todo es oscuro e insondable.
En este caos inicial hallamos la finitud, la indeterminación, y la pasividad.
Hamartía o Pecado
La hamartía (ἁμαρτία) es otro término griego que indica cometer un error fatal.
El hombre es un microcosmos, es una hipóstasis a la cual el Logos creador le ha agregado partes: materia y espíritu, inteligencia y voluntad. Dirá San Buenaventura que es el más compuesto de los seres.
Ante esta unidad admirable y única, la hamartía consiste en romperla, y al romperse la unidad, se vuelve a mirar hacia atrás, hacia el mundo primordial al cual forzosamente tiende como si se estuviese en un plano inclinado. Este es el pecado: una disociación de partes, donde cada una permanece unida, pero conservan su capricho propio al estar disociadas entre sí.
La muerte
Este regreso al mundo primordial, es en esencia la muerte.
El fruto presentado en el capítulo tercero del Génesis, no es más que un símbolo mítico de lo que ocurrió.
Es aquí donde nos percatamos la abrumadora kénosis de Jesucristo. El Logos creador, luego de asumir la muerte humana, debe descender al mundo primordial.
El ser divino ingresó en el mundo pasivo, para imprimirle el movimiento ascensional.
San Buenaventura describe este clímax del descenso al Hades:
«Acabado ya el combate de la Pasión, cuando el fiero dragón y el león furioso se lisonjeaban de haber alcanzado victoria del Cordero, comenzó a resplandecer en el alma, que descendía a los infiernos, el poder de la Divinidad. Nuestro León fortísimo de la tribu de Judá 1, alzándose contra el fuerte armado, le arrebató la presa, que tenía cautiva. Y hechas pedazos las puertas del infierno y encadenada la serpiente, despojó principados y potestades y los llevó gloriosamente, como trofeo, habiendo triunfado de ellos en sí mismo. Entonces Cristo sacó fuera al Leviatán y le horadó la quijada; pues había acometido a la cabeza, sin tener derecho a ella, debía perder aún el que parecía tener sobre los miembros. Entonces el verdadero Sansón, muriendo, dejó tendido en el campo al ejército enemigo. Entonces el Cordero sin mancilla, con la sangre de su testamento, sacó los prisioneros del lago vacío de agua. Entonces a los que habitúan en la región tenebrosa de la muerte alborearon los clarísimos rayos de la nueva luz, tanto tiempo deseada. 2
La hamartía del demonio
La hamartía o error fatal cometida por el hombre e impulsada por el demonio, se corrige con otra hamartía o error fatal del mismo demonio, al impulsar la muerte de Jesucristo, quien no se percató que tal hombre, era a la vez el Logos creador.
El icono de la anástasis
La espiritualidad oriental y la occidental del medio evo, dio gran importancia a la anástasis, vista aquí como el descenso de Jesucristo a los “infiernos” o al Hades griego.
Los iconos orientales que tratan este tema, nos ofrecen una gran cantidad de simbolismos.
Jesucristo está envuelto en luz, es la Luz del Padre y de la divinidad. A sus pies yace el abismo cubierto con el joshek (חֹשֶׁךְ), el mundo de las tinieblas y el guardián del Hades vencido y atado.
Las puertas del tohw (תֹהוּ) que encierran a los muertos, se han roto y yacen a los pies de Jesucristo en forma de cruz. Solo se ven en la boca del abismo, cadenas, candados y llaves, estamos en el bohw (בֹהוּ), en el sin sentido, en el cautiverio.
Jesucristo ha roto las cadenas del Hades, de ese mundo primordial, y ha rescatado a los que yacían en tinieblas. Con sus manos saca de sus tumbas a los autores de la hamartía inicial que los llevó al abismo: por un lado Adán y por el otro Eva, como símbolos de la humanidad creyente. Mientras tanto, ya salieron a su derecha e izquierda, patriarcas, reyes, profetas y almas envueltas en Luz.
La rebelión final
De este modo si la hamartía de los primeros hombres fue un levantamiento, la anástasis es el auténtico levantamiento contra el reinado de los demonios; si el pecado fue una ruina, la muerte de Jesucristo fue la ruina de Lucifer; si la hamartía fue una rebelión, la anástasis es la rebelión final con quienes imponían el reino del caos primordial.
Cumplido este levantamiento, hecha efectiva la ruina del Hades, rebelada la humanidad junto a la humanidad de Jesucristo, se produce la resurrección en gloria.
Melitón de Sardes
Para Melitón de Sardes (Siglo II), según nuevo escrito encontrado, llamado Sermón de Viernes Santo, los fieles a los que Cristo predicó en los infiernos, al igual que los que están sobre la tierra, participan del triunfo de la resurrección:
La descripción que Melitón hace del descenso de Cristo al Hades da pie para suponer que quizá incluyó en su sermón parte de un antiguo himno litúrgico:
Y Él resucitó de entre los muertos y os gritó: «¿Quién es el que lucha contra mí? Que se presente delante de mí. Yo di libertad a los condenados e hice revivir a los muertos, yo suscité a los que estaban enterrados. ¿Quién es el que levanta su voz contra mí? Yo—sigue diciendo— soy el Cristo, yo soy el que destruí la muerte y triunfé sobre mis enemigos, y aplasté al Hades, y até al fuerte, y conduje al hombre hasta las alturas de los cielos- Yo —dice—el Cristo. 3

Cantan los monjes de la Abadía de Barroux en el Responsorio IV del Segundo Nocturno de Sábado Santo:
Se retiró * nuestro Pastor, fuente de agua viva, y en su tránsito el sol se oscureció.
* Ahora está cautivo aquel que tenía cautivado el primer hombre:
hoy nuestro Salvador rompió las puertas y cerrojos de la muerte.
V. Destruyó las cárceles del infierno, y derribó el poder del diablo.

R. Fue hecho cautivo el primer hombre: hoy nuestro Salvador ha quebrantado las puertas y cerrojos de la muerte.


________________________________________
1 Respicitur Apoc., 5, 5 ; de forti armato vide Luc., 11, 21 quens locus est Col., 2, 15 ; deinde respicitur Iob, 40, 20, 21.
2 San Buenaventura Obras de San Buenaventura Tomo II BAC FRUTO IX NOVEDAD DE LA RESURRECCION Jesús, muerto triunfante. 33 Pág. 335.
3 Patrología I de Quasten. Pág. 241.

No hay comentarios:

Publicar un comentario