Calesita

jueves, 26 de diciembre de 2019

Adivine, ¿quién es el tonto?


1. Pío IX:
Por lo cual, así como Cristo, mediador de Dios y de los hombres, asumida la naturaleza humana, borrando la escritura del decreto que nos era contrario, lo clavó triunfante en la cruz, así la Santísima Virgen, unida a Él con apretadísimo e indisoluble vínculo, hostigando con Él y por Él eternamente a la venenosa serpiente, y triunfando plenamente sobre este enemigo, trituró su cabeza con su pie inmaculado. 1
2. León XIII:
En efecto, la Virgen, exenta de la mancha original, escogida para ser la Madre de Dios, y asociada por lo mismo a la obra de la salvación del género humano, goza cerca de su Hijo de un favor y poder tan grande, como nunca han podido ni podrán obtenerlo ni los hombres ni los Ángeles. 2
Porque desde allí, de acuerdo con los designios de Dios, Ella comenzó a velar sobre la Iglesia, a asistirnos y protegernos como una Madre, de modo que después de haber sido cooperadora de la Redención humana, también se convirtió, por el inmenso poder que le fue otorgado, en la dispensadora de la gracia que fluye de esta Redención para siempre. 3
3. San Pío X:
Y por esta comunión de voluntad y de dolores entre María y Cristo, es que María “mereció convertirse con toda legitimidad en reparadora del orbe perdido” (De Excellentia Virginis Mariæ, c. IX), y, por tanto, en dispensadora de todos los bienes que Jesús nos ganó con su muerte y con su sangre. 4
4. Benedicto XV:
Pero los sufrimientos de Jesús no pueden separarse de los dolores de María. Así como el primer Adán tuvo a una mujer como cómplice en su rebelión contra Dios, así el nuevo Adán quiso tener a una mujer que compartiera su obra al reabrir las puertas del cielo para los hombres. Desde la cruz, Él se dirige a su propia Madre Dolorosa como la “mujer,” y la proclama la nueva Eva, la Madre de todos los hombres, por quienes Él moría para que tuvieran vida. 5
5. Pío XI:
Oh Madre de piedad y de misericordia, que acompañabais a vuestro dulce Hijo, mientras llevaba a cabo en el altar de la Cruz la Redención del género humano, como corredentora nuestra y asociada a sus dolores, conservad en nosotros y aumentad cada día, os lo pedimos, los preciosos frutos de la Redención y de vuestra compasión. 6
6. Pío XII:
De hecho, ¿no son Jesús y María los dos amores sublimes del pueblo Cristiano? ¿No son acaso el nuevo Adán y la nueva Eva a quienes el Árbol de la cruz une en el dolor y el amor para redimir el pecado de nuestros primeros padres en el Edén?. 7
7. Pablo VI:
Unida por un vínculo indisoluble al misterio de la encarnación y redención, la Santísima Virgen María, la Inmaculada, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de todos los justos; y Nosotros creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia, continúa en el cielo ejercitando su oficio materno con respecto a los miembros de Cristo, cooperando para que las almas redimidas nazcan y crezcan en la vida divina. 8
8. San Juan Pablo II:
María, aunque concebida y nacida sin mancha de pecado, participó de una manera maravillosa en los sufrimientos de su divino Hijo, para poder ser la Corredentora de la humanidad. 9
9. Bergoglio:
Cuando nos vengan con historias de que había que declararla esto, o hacer este otro dogma o esto, no nos perdamos en tonteras: María es mujer, es Nuestra Señora, María es Madre de su Hijo y de la Santa Madre Iglesia jerárquica y María es mestiza, mujer de nuestros pueblos, pero que mestizó a Dios. 10
¿Quién de todos estos nueve es el tonto?
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1 Bula Ineffabilis Deus, (1854).
2 Encíclica Supremi apostolatus officio (1883).
3 Encíclica Adjutricem populi (1895).
4 Encíclica Ad diem illum (1904).
5 Homilía de 1920, en ocasión de la canonización de San Gabriel de la Virgen Dolorosa y Santa Margarita María Alacoque
6 Oración del 29 de abril de 1935.
7 Alocución dirigida a los peregrinos de Génova el 22 de abril de 1940.
8 Credo del Pueblo de Dios, en 1968.
9 Audiencia general el 8 de septiembre de 1982.
10 Homilía, pronunciada en la víspera del 50 aniversario de su ordenación sacerdotal.

domingo, 22 de diciembre de 2019

O Emmanuel


La octava preparatoria para Navidad, se inicia con el día 17 de diciembre, y la Tradición elaboró durante este tiempo siete antífonas preparatorias, que reciben el nombre de Mayores o Antífonas “O”.
El día 23 de diciembre se canta la última de estas antífonas, O Emmanuel. Todas estas se entonan con el Cántico del Magnificat, concluyendo la Hora de Vísperas.
Esta es la última de las antífonas mayores de este tiempo de adviento, y con ella se llama al Emmanuel, al Dios con nosotros.
Isaías es quien introduce este título de Emmanuel:
El Señor mismo os dará señal: He aquí que una virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y su nombre será Emmanuel. (Isaías 7:14)
Pero es el Evangelio de San Mateo, quien dará la explicación mesiánica a dicha profecía:
Todo lo cual se hizo en cumplimiento de lo que pronunció el Señor por el profeta, que dice: Sepan que una virgen concebirá y tendrá un hijo, a quien pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa Dios con nosotros. (Mateo 1, 22 y 23)
Todo esto señala que una Virgen vuelve a generar al Hijo del Padre en su seno, y este es el significado profundo del Emmanuel.
Este es el texto de la antífona:
O Emmanuel * Rex et légifer noster, exspectátio Géntium, et Salvátor eárum: veni ad salvándum nos Dómine Deus noster.
Y dejamos nuestra traducción:
Oh Emmanuel, * Rey y legislador nuestro, anhelo de las naciones y su salvador: ven y sálvanos.
No estamos ante una divinidad que debe ser buscada por el hombre, como enseñan los esotéricos y masones; sino ante un Dios que sale en busca del hombre. El hombre humilde, es quien puede recibirlo; el esotérico, el soberbio se halla incapacitado de hacerlo.
Esta antífona, rememora las anteriores, donde Jesucristo aparece como Rey, como legislador en el Adonai de la antífona segunda, como el esperado por las naciones en la antífona sexta, como el Salvador quien está presente en todas ellas. Digamos, que este Dios con nosotros, es el clímax, el momento supremo de las seis antífonas anteriores, luego del cual acaecerá el desenlace, y este es la respuesta divina, la cual está, pero en forma oculta por medio de un acróstico.
Este acróstico se redacta a la inversa, pues es Dios el que, como dijimos, sale en busca del hombre.
Si ordenamos las antífonas “O” en orden inverso, obtendremos dicha respuesta divina:
O Emmanuel
O Rex Géntium
O Oriens
O Clavis David
O Radix Jesse
O Adonai
O Sapientia
Esto nos da la expresión latina, ERO CRAS, lo cual traducido es Estaré Mañana y mañana es nuestra Navidad, porque como se cantan en la Hora de Vísperas, de acuerdo a la Tradición, ya estamos en el día siguiente. Esto nos recuerda el final del Apocalipsis:
Dice el que testifica estas cosas: Sí, vengo pronto. Amén. (22,20)
A continuación, los monjes del Monasterio de Santa Magdalena en Barroux, quienes siguen el Rito Romano antiquor con toda su belleza, hoy destruida por los neomodernos, cantarán esta antífona, con el Cántico del Magnificat, mientras las campanas del monasterio se lanzan al vuelo en la expectación de la última venida del Emmanuel.








sábado, 21 de diciembre de 2019

O Rex Gentium


La antífona para el 22 de diciembre, se inicia invocando al deseado Rey de las Naciones.
Todo nace del profeta Jeremías:
¿Quién no te temerá, oh rey de las naciones? Porque tuya es la gloria; entre todos los sabios de las naciones, y en todos los reinos no hay ninguno semejante a ti. (11,7)
Y este reinado tendrá su confirmación entre las naciones, cuando su señal se haya manifestado, y los pueblos al verla, se hayan golpeado el pecho, entonces será realidad este cántico del Apocalipsis:
Grandes y estupendas son tus obras, Señor, Dios todopoderoso; justos y verdaderos tus caminos, Rey de las naciones. ¿Quién no te temerá, Señor, y no glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, y todas las naciones vendrán y se postrarán delante de ti, pues tus designios se han hecho manifiestos. (15, 3 y 4)
Junto a la invocación inicial en la antífona que da a Jesucristo como el deseado (desiderátus eárum) Rey de las naciones, se adosa otro título, el de piedra angular (lapisque angularis).
Isaías dará la imagen de la piedra angular:
Así dice el Señor Dios: "He aquí que yo pongo por fundamento en Sión una piedra elegida, angular, preciosa y fundamental: quien tuviere fe en ella no vacilará. (28,16)
El Salmo 117 dará su profecía sobre esta piedra angular:
La piedra que rechazaron los constructores ha sido puesta por cabecera (κεφαλην) angular. (22)
San Pedro dirá a los jefes del pueblo judío, que esta profecía se ha cumplido:
Él (Jesucristo) es la piedra rechazada por ustedes los constructores, que ha venido a ser piedra angular. (Hechos 4,11)
San Pablo enseñará a los efesios la importancia mística de esta piedra angular:
Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, en quien toda edificación bien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor, en quien también vosotros con ellos estáis siendo edificados, para ser morada de Dios en el Espíritu. (2, 19-22)
San Pedro en su Primera Carta, continuará con el tema de la piedra angular, afirmando que dicha piedra...
...es piedra de tropiezo y roca de escándalo. (2,8)
Esta piedra, tan peculiar, es la que une el edificio, por ello dirá la antífona que de dos hace uno (qui facis utráque unum). Piedra esencial para cualquier unidad. Esta antífona, nada tiene que ver con los modernistas, los bergoglianos y otras yerbas que emiten señales masónicas. Sin Jesucristo no existe unidad: ¿Judíos, musulmanes, rechazan a Jesucristo? Entonces se ha rechazado la unidad, nada es más claro en la antífona.
Sobre esta piedra, se apoyarán otras piedras que son los cristianos, donde todos forman el edificio de la Iglesia. Es San Pedro que lo enseñará diciendo en su primera Carta:
Ustedes, como piedras vivas, son edificados en casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por Jesucristo. (2,5)
En la Visión Tercera del Pastor de Hermas, escrito en el siglo II, se hace una larga parábola apocalíptica sobre el tema de las piedras de la Iglesia. Sobre dicha visión, tomo solamente un breve texto para indicar la unidad del edificio, en este caso una torre, basado en la piedra angular, sobre la que se acomodan las otras piedras:
Ella me dijo:
Mira, ¿no ves enfrente de ti una gran torre que es edificada sobre las aguas, de piedras cuadradas relucientes?
Y la torre era edificada cuadrada por los seis jóvenes que habían venido con ella. Y muchísimos otros traían piedras, y algunos de ellos de lo profundo del mar y otros de la tierra, y las iban entregando a los seis jóvenes. Y éstos las tomaban y edificaban. Las piedras que eran arrastradas del abismo las colocaban, en cada caso, tal como eran, en el edificio, porque ya se les había dado forma; y encajaban en sus junturas con las otras piedras; y se adherían tan juntas la una a la otra que no se podía ver la juntura; y el edificio de la torre daba la impresión como si fuera edificado de una sola piedra. 1
Damos a continuación el texto original de esta antífona:
O Rex Géntium, * et desiderátus eárum, lapisque angularis, qui facis utráque unum: veni, et salva hóminem, quem de limo formásti.
La invocación final de la antífona, arranca como es costumbre con su veni, y hoy ¿para qué viene?
Lo hace para salvar a la humanidad (salva hóminem), humanidad que como afirma el Génesis (2,7) fue tomada y formada del barro (quem de limo formásti). Una humanidad que del barro, la arcilla y el polvo, logra metamorfosearse por Jesucristo, en una piedra viva.
Dejamos a continuación nuestra traducción:
Oh Rey de las naciones, * y deseado por ellas, piedra angular que de dos haces uno: ven y salva al hombre que formaste del barro.
A continuación, los monjes del Monasterio de Santa Magdalena en Barroux, quienes siguen el Rito Romano antiquor con toda su belleza, hoy destruida por los neomodernos, cantarán esta antífona junto al cántico del Magnificat, mientras las campanas del monasterio se lanzan al vuelo en la expectación de la última venida del Rey de la Naciones.
El texto de la antífona se toma del Antifonale Monasticum de 1934, pág. 211.


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1 Su texto completo, algo extenso, puede leerse desde este link: http://escrituras.tripod.com/Textos/Hermas.htm
Para leer el texto original griego: http://www.ccel.org/l/lake/fathers/shepherd_a.htm

viernes, 20 de diciembre de 2019

O Oriens


El tema de esta quinta antífona que se canta el día 21 de diciembre, es  el del Sol Naciente.
Jesucristo es el Sol que nace en Oriente. El tema es tratado por el Salmo 18:
Allí le ha puesto su tienda al sol: Él sale como el esposo de su alcoba, * Contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo: * nada se libra de su calor.
Nuevamente, el tema del sol, nos recuerda el tema de Adonai perteneciente a la segunda antífona.
Para que no exista confusión, los rayos de este sol, se forman con la Luz eterna, además este es el Sol de justicia. El profeta Malaquías es quien lo presenta:
Mas para ustedes, los que temen mi nombre, se alzará un Sol de justicia que traerá en sus alas la salud. (4,2)
Este Sol, para el profeta, sobreviene en el día del juicio, sol ardiente que como un horno quema lo inicuo. (Cfr. Cap. IV) La Carta de Santiago retomará esta comparación del sol ardiente:
Así como saliendo el sol ardiente se va secando la hierba, cae la flor, y se acaba toda su vistosa hermosura, así también el rico se marchitará en sus andanzas. (1,11)
Quien dará la palabras de esta antífona es el Cántico de Zacarías:
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el Sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. (Lucas 1, 78 y 79)
De este modo se dará la redacción:
O Óriens * splendor lucis æternæ, et sol justítiæ: veni, et illúmina sedéntes in ténebris, et umbra mortis.
Dejamos nuestra traducción:
Oh Oriente, * esplendor de la luz eterna y sol de justicia: ven e ilumina a los que se sientan en las tinieblas y en la sombra de la muerte.
Este sol invicto que cuando parece que fenece, vuelve a surgir, es para los cristianos Cristo en sus dos venidas.
Moneda de Probo, con el Sol Invicto en el reverso. (Siglo III)
La fiesta en la época no cristiana, era el festejo del solsticio de invierno, en la región nórdica; el sol que declina, pero a mediados de diciembre resurge nuevamente. Este sol invicto que cuando parece que fenece, vuelve a surgir, es para los cristianos Cristo en sus dos venidas. Con esto se da cumplimiento al Salmo:
Puso Dios especialmente en el Sol su Tabernáculo. (Salmo 18,2)
Es este sol, la tienda de Dios, la Iglesia misma, la cual parece que está a punto de desaparecer por el lejano horizonte de todas las épocas, tragada por las líneas de un mundo próximo que la sumerge en las profundas y permanentes tinieblas; pero que siempre surge victoriosa y lozana. Es el sol invicto que renace por Oriente para iluminar las tinieblas de la noche y establecer el día sin fin.
Cristo, el Logos o Palabra del Padre, ilumina la Humanidad con su Luz, el sonido de su voz enrojece los cielos de la aurora y las tinieblas se retiran ante el ascenso del Sol Invicto que sale de su alcoba para hacer su recorrido y nada escapa a su calor. Su carrera por el cielo, es la Voz de la Tradición:
El día al día le pasa el mensaje, * la noche a la noche se lo susurra. (Salmo 18,4)
Por ello, luego del mensaje pasado de día en día y luego del susurro de una noche a otra noche de tribulaciones, enfrascado el mundo en las tinieblas, sobrevendrá su venida:
Él sale como el esposo de su alcoba, contento como un héroe, a recorrer su camino. (Salmo 18,5)
El sol naciente, como la “Aurora de rosados dedos”, tiñe el cielo de sangre, de ella depende el amanecer de la Humanidad.
¿Qué hace la Iglesia ante el camino del Sol Invicto? Se recoge sobre sí misma y se prepara para el amanecer. Aquí como en la realidad, el inicio de la carrera del sol genera un límite entre las tinieblas y la luz: es el rojizo horizonte. Dentro de la realidad de la Luz cristiana, es el teñido de la sangre de los mártires.
Cantaba Homero en su épica a la Aurora, como «la de rosados dedos (ροδοδακτυλος1El sol naciente, como la “Aurora de rosados dedos”, tiñe el cielo de sangre. Sin embargo, de ella depende el amanecer de la Humanidad.
La antífona es un llamado a la Luz que quita el sueño de la Humanidad, la cual vive sin movimiento de vida, por las tinieblas que la han postrado en un sopor nocturno; es el fin de la maldad, es el principio de la Vida; es el fin de las tinieblas de la muerte y el inicio del cielo rojizo en la sangre de la nueva vida. El corazón comienza a moverse, a la par de la Luz que surge en la sangre del Sol Invicto y al compás del sonido de la Voz que resuena en el nuevo día.
Su sonido se ha propagado por toda la tierra, y hasta el cabo del mundo se han oído sus palabras. (Salmo 18,8)
El despertar del corazón depende de su misma voluntad, de las ganas de levantarse o de seguir durmiendo perezosamente. La elección la hace el corazón en libertad, una libertad que nace de su misma voluntad, cuyo resultado la envuelve en su nuevo nacimiento o lo deja postrado en la muerte de la cual ya es portador. Se pueden abrir los ojos, o tenerlos cerrados a pesar de los rayos de Luz que golpean los párpados de la voluntad.
«El Sol Naciente empezó a brillar en la oscuridad. Solo si tú lo quieres ver, lo verás.»
Ver el Sol Naciente, no es un problema de la inteligencia, sino de la voluntad, la cual en ciertos casos se niega a ver lo que surge; es la obstinación y la dureza del corazón; puesto que se aman más las tinieblas que la Luz.
A continuación, los monjes del Monasterio de Santa Magdalena en Barroux, quienes siguen el Rito Romano antiquor con toda su belleza, hoy destruida por los neomodernos, cantarán esta antífona, mientras las campanas del monasterio se lanzan al vuelo en la expectación de la última venida del Sol Naciente.
El texto de la antífona se toma del Antifonale Monasticum de 1934, pág. 210.

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1 Ilíada, Canto I, 477.

jueves, 19 de diciembre de 2019

O Clavis David

Cristo saca Adán y Eva del Hades. Fresco ortodoxo griego

La antífona para hoy, 20 de diciembre, habla sobre el poder total, y toma los símbolos de llave (clavis) y cetro (sceptrum). Este poder simbolizado por el cetro, es un poder supremo, mediante la llave se simboliza lo que solo Jesucristo puede abrir y puede cerrar.
Es Isaías quien da inicio a este cerrar y abrir con esta llave poderosa:
Pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; abrirá, y nadie cerrará, cerrará, y nadie abrirá.(22,22)
El Apocalipsis, retomará este concepto de Isaías, y lo referirá a Jesucristo:
Esto dice el Santo, el Veraz, el que tiene la llave de David: si él abre, nadie puede cerrar; si él cierra, nadie puede abrir. (3,7)
Esta llave se emplea para entrar por la puerta del seno virginal de María y esta misma llave se usará para salir y cerrar el mismo seno, dejando intacta su virginidad.
La iglesia antropológica, iconoclasta y protestantizada, puede reírse de estas afirmaciones, las cuales no son mías, son del mismo origen del cristianismo.
Esta misma llave, que deja intacta la virginidad de María, es la que se emplea para la muerte y el abismo profundo:
No temas, soy yo, el Primero y el Último, el que vive; estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la Muerte y del Hades. (Ap. 1,17 y 18)
Quien posee esta llave, es quien puede resucitar los muertos, así como Él ha resucitado, logrando una victoria sobre el Hades.
Es la misma llave que se otorga a Pedro en cuestiones referentes a la Iglesia. Como sabemos, llave cuestionada por los iconoclastas protestantes.
Con esta presentación, entenderemos mejor la antífona del día 20 que dice:
O clavis David * et sceptrum domus Israël; qui aperis, et nemo claudit; claudis, et nemo aperit: veni, et educ vinctum de domo carceris, sedentem in ténebris, et umbra mortis.
Y dejamos nuestra traducción:
Oh llave de David * y cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir, ven y saca de la mansión de la cárcel, a los que viven en tinieblas y sombras de muerte.
Hoy se invoca a Jesucristo quien posee las llaves de la vida y de la muerte, para que nos saque de esa casa de los muertos, el Hades. Se pide que venga y que saque a los que viven en tinieblas y sombra de muerte. Esta última parte se toma del Cántico de Zacarías:
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, * nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas * y en sombras de muerte. (Lucas, 1, 78 y 79)
A continuación, los monjes del Monasterio de Santa Magdalena en Barroux, quienes siguen el Rito Romano antiquor con toda su belleza, hoy destruida por los neomodernos, cantarán esta antífona, con el Cántico del Magnificat, mientras las campanas del monasterio se lanzan al vuelo en la expectación de la última venida de la Llave de David.
El texto de la antífona se toma del Antifonale Monasticum de 1934, pág. 210.




miércoles, 18 de diciembre de 2019

O Radix Jesse

Girolamo Genta (1476-1551)
El árbol de Jesé
El primer día se vio a Jesucristo como Sabiduría, el segundo día como Conductor y Libertador, la antífona de hoy, 19 de diciembre, lo ve como el Estandarte de las naciones.
La antífona se toma del profeta Isaías que dice:
Saldrá una vara (ῥάβδος) de la raíz (ῥίζης) de Jesé, y de su raíz se elevará una flor (ἄνθος). (11,1)
Jesé es el padre del Rey David, por consiguiente, cuando se habla del árbol de Jesé, se habla del árbol genealógico de Jesucristo, descendiente de David.
San Jerónimo, que tradujo las Sagradas Escrituras al latín, siendo dicha traducción oficial en la Iglesia hasta el desventurado Vaticano II, traducirá la vara (ῥάβδος) por virga, y al comentar este pasaje nos dirá:
Pero nosotros por la vara de la raíz de Jesé entendemos la Santísima Virgen María, que jamás se ha unido a cualquier otro lechón, y de la cual antes habíamos leído: "He aquí que una virgen será madre, y dará a luz un hijo" (Isaías . 7.14). Y por la flor entendemos el Salvador, que dice de sí mismo en el Cantar de los Cantares: "Yo soy la flor del campo, y el lirio de los valles" (Cant. 2,1.). Sobre esta flor, por tanto, que a través de María brota de improviso desde la cepa y de la raíz de Jesé, reposará el Espíritu del Señor: porque "en ello se complació en habitar corporalmente toda la plenitud de la divinidad" (Col. 2.9.) : y no en parte, al igual que en los otros santos: pero, como leen los nazarenos en su Evangelio escrito en hebreo: Descenderá sobre él toda la fuente del Espíritu Santo. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad.
La antífona, tampoco se olvida del Apocalipsis, donde se dará la explicación completa a este pasaje simbólico de Isaías:
Yo, Jesús, envié a un ángel para testificarles estas cosas sobre las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella brillante de la mañana. (22,16)
De esta perícopa del Apocalipsis, surge la antífona de hoy:
O radix Jesse * qui stas in signum populórum, super quem continebunt reges os suum, quem Gentes deprecabúntur: veni ad liberándum nos, jam noli tardare.
Jesucristo es la raíz de Jesé (radix Jesse) que está puesto como señal para todos los pueblos (stas in signum populórum). Aquí la antífona retoma al profeta Isaías:
En aquel día, la vara de la raíz de Jesé se alzará como estandarte para los pueblos, y le buscarán las gentes, y será gloriosa su morada. (11,10)
¿Qué hace este estandarte, esta señal para las naciones y para los señores de la tierra?
Los poderosos, los reyes, los dictadores, los generales de los ejércitos, al ver esta señal, callarán (continebunt), pues todo lo que hacen, o va contracorriente de esta señal, o todo lo que han hecho será sin sentido, y nada podrán replicar.
Por su parte las naciones (Gentes) suplicarán (deprecabúntur), pues como enseña San Pablo sobre este pasaje:
Y otra vez dice Isaías: “Aparecerá la raíz de Jesé y el que se levanta para mandar a las naciones; en Él esperarán las naciones.” (Romanos 15,12)
Esto nos recuerda las dos señales del cielo:
La primera es Nuestra Señora, que se da en el Apocalipsis:
Apareció en el cielo una señal grande, una Mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre la cabeza una corona de doce estrellas. (12,1)
Esta señal precede a la siguiente:
Entonces aparecerá el estandarte del Hijo del hombre, y se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y majestad grande. (Mateo 24,30)
Los iconoclastas protestantes y esa parte de la Iglesia iconoclasta, pues se protestantizó, solo ve una señal. No hay que extrañarse, el iconoclasta está impedido de ver bien las cosas.
El final de la antífona, nuevamente grita su segunda venida (veni ad liberándum nos), para librar esta barca zozobrante de la Iglesia, sobretodo en nuestros días, con un papado en ejercicio que es falso y astuto. Esto hace que el grito de veni, cobre el sentido dramático que tiene hoy.
Por último se recuerda la demora que puede existir en su segunda venida, de allí que se pide que no tarde más (jam noli tardare).
Cerramos este análisis, con la imprecación del Apocalipsis:
Sí, vengo pronto.
Amén.
Ven, Señor Jesús. (22,20)
A continuación, los monjes del Monasterio de Santa Magdalena en Barroux, quienes siguen el Rito Romano antiquor con toda su belleza, hoy destruida por los neomodernos, cantarán esta antífona, mientras las campanas del monasterio se lanzan al vuelo en la expectación de la última venida de la Raíz de Jessé.
El texto de la antífona se toma del Antifonale Monasticum de 1934, pág. 209.


martes, 17 de diciembre de 2019

O Adonai


Esta es la segunda antífona mayor, que se canta el día 18 de diciembre.
El tema es la liberación y constitución del nuevo pueblo de Israel, la Iglesia. La figura se relaciona con el Mesías es Moisés.
Este tema, hace que se inicie usando el título divino de Adonai.
El origen del título se remonta al dios egipcio Atón.
Atón era el dios del faraón Akhenatón (1353-1336 antes del nacimiento de Cristo), que impuso por breve tiempo el monoteísmo en Egipto. Lo simbolizó como el dios sol.

Como se puede ver en la estela de esta época, el dios Atón otorga llamas a la tierra, esto nos recuerda la llama en la zarza ardiente que sale al encuentro de Moisés.
Adonai, plural de Adón, está relacionado con el fuego y con el Egipto. Por este motivo hallamos este nombre en el Salmo 8 donde se dice literalmente en el primer verso:
¡Señor (YHWH), Adonai nuestro, qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
Este salmo nos recuerda el himno al dios Amón de la XVIII dinastía. 
Adonai, lo hallamos en entre otras citas, como en Isaías 40, 3-5 cuando habla sobre el Egipto, y se usa en Ezequiel 16,8 cuando se habla sobre la alianza.
También lo encontramos en el Cántico del profeta Habacuc (3,19), pues así se expresa este cantar:
Su majestad cubre los cielos, de su gloria está llena la tierra. Su fulgor es como la luz, rayos tiene que saltan de su mano, allí se oculta su poder. (3, 3 y 4)
Existe una relación directa entre el sol y Adonai; tal como lo manifiesta Habacuc.
Por último lo hallamos en el Cántico festivo de Judith (Judith 16,15-22), que se canta en el Laudes de Miércoles:
Adonái, Dómine, magnus es tu, et præclárus in virtúte tua, * et quem superáre nemo potest.
Adonai, Señor, grande eres tú, y plecaro en tu potencia, * a la cual nadie puede superar.
Todo esto hace que algunos hicieran volar su imaginación. Sigmund Freud, de origen judío, escribe un ensayo sobre el monoteísmo 1, donde afirma que Moisés era un egipcio. De todos modos, Moisés es nombre egipcio.
Otros fueron más lejos, afirmando que Moisés era el mismo Akhenatón. El modernismo es científico, pero ¡qué imaginación posee!
Sin entrar en este tema, el autor del libro sagrado del Éxodo, que es conocedor del ambiente egipcio, da a Moisés como educado en la corte egipcia.
Dice la antífona de este día:
O Adonái * et Dux domus Israël, qui Móysi in igne flammæ rubi apparuisti, et ei in Sina legem dedísti: veni ad redimendum nos in bráchio extento.
Adonai, es el Conductor (Dux) de la casa de Israel (domus Israël). Ayer veíamos que la Sabiduría había construido su casa, hoy se cantará el inicio de la construcción de dicha casa.
¿Cómo condujo la construcción de su casa?
Primero apareciendo (apparuisti) a Moisés como un fuego (in igne) en las llamas de la zarza (flammæ rubi).
Este fue el inicio, pero el Dux prosigue con su conducción y termina su construcción momentánea, llevando su casa al Sinaí, donde le da su ley (legem dedísti).
Como concluyen todas estas antífonas, se pide la pronta segunda venida (veni) del Dux, la venida del Fuego, porque Jesucristo es Adonai. Fuego ardiente para cambiar la configuración de este mundo, y entre los rayos de fuego de un nuevo Sinaí, dar otro ordenamiento: el de la nueva configuración de este mundo. "Cielos nuevos y Tierra nueva" (Isaías 65:17).
Pero esta casa de la Sabiduría, que es la Iglesia, vive en permanente zozobra, como una barca, siempre a punto de hundirse, por lo tanto, de acuerdo con la mentalidad de los profetas, se pide que su venida como Dux y como fuego, sea con su brazo potente (in bráchio extento) para redimirnos (ad redimendum nos).
Esta parte final de la antífona, como es natural, se toma del libro del Éxodo (6,6), cuando Adonai promete liberar al pueblo hebreo:
Os redimiré con brazo extendido.
El brazo extendido señala la acción divina, la potencia del Dux, la fuerza imparable de este fuego.
A continuación, los monjes del Monasterio de Santa Magdalena en Barroux, quienes siguen el Rito Romano antiquor con toda su belleza, hoy destruida por los neomodernos, cantarán esta antífona, con el Cántico del Magnificat, mientras las campanas del monasterio se lanzan al vuelo en la expectación de la última venida del Adonai.
El texto de la antífona se toma del Antifonale Monasticum de 1934, pág. 209.

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1 Moisés y la religión monoteísta. Ed. Raíces.