El 5 de mayo de 2015
iniciábamos nuestro blog analizando la pintura que está de
fondo a la idólatra jerarquía de la iglesia chilena, capitaneada
por Bergoglio, el gran líder de la ambigüedad. Ya expliqué los
motivos en otros artículos para que el calificativo de idólatra,
sea el que corresponde a gran parte de la jerarquía de la iglesia
chilena.
Esta fotografía nos muestra
un teatro con diversos actores, donde el que está de blanco no sabe
qué papel representa, – sin lugar a dudas no es el de Jesucristo;
– y muchos de los que están de negro juegan a las escondidas; para este
escenario lleno de actores no puede ser mejor su telón de fondo con obispos que practican ritos incaicos llevando báculo y mitra; al mismo tiempo
esconden bajo la alfombra una banda de pervertidos sexuales.
Han pasado tres años del
análisis de esta pintura, y notábamos que se aproximaba un
nuevo anuncio, algo que refleja la pintura en todas sus dimensiones.
Y entonces decíamos sobre esta pintura a la que nadie presta la
menor atención:
Una
imagen vale más que mil palabras, ... No estamos hablando de un
fresco de Miguel Ángel, ni de Rafael, ni mucho menos de Botticelli;
estamos hablando de una obra de arte, digna de un neocatólico, de
esos que no sabemos lo que buscan.
Hoy ya sabemos lo que
buscan, en tres años nos lo han anunciado hasta el cansancio. Es
el nuevo paradigma.
Y al analizar sus partes
decíamos:
En
la pintura nos hallamos ante dos ángeles, el del este y el del
oeste.
En
el este se observa la luz del día casi llegando al borde
inferior del cuadro, su ángel es luminoso.
En
el oeste, se perciben las tinieblas de la noche, y cambia en
púrpura o violeta el vestido del ángel. No podemos tomar el ángel
del oeste como un ángel de las tinieblas, pues su aureola nos indica
que vive en la luz. La luna sobre su cabeza, en fase menguante, con
la luz dividida en dos, señala la noche; en el hemisferio opuesto en
diagonal, nuevamente la luna en fase creciente, también con dos
pinceladas fuertes de luz, todo parece indicar el hemisferio del día.
Los
ángeles poseen una manivela cada uno, pues hacen rotar el universo,
movimiento indicado por cuatro rayos lumínicos encorvados, que
señalan una rotación de acuerdo con el movimiento de las agujas del
reloj. La manivela posee un enganche en las esferas celestes, que
indican el día en el este y la noche en el oeste. Ambos ángeles
están dentro de un primer círculo luminoso, que representa los
seres espirituales.
Estos
ángeles hacen rotar las esferas celestes. Dichas esferas
imaginarias, fueron ideadas por Eudoxo de Knidos (390 AC – ca. 337
AC), en ellas están incrustados los astros cuyo movimiento se da,
según esta teoría, por dichas esferas celestiales.
Todos
los filósofos se basaron en esta teoría de las esferas celestes,
de allí que Aristóteles, Ptolomeo y Averroes hablaron de ella.
Copérnico modificó el esquema al poner en el centro de las esferas
al sol en vez de la tierra, cosa que vemos reflejado en la pintura,
siendo su centro luminoso.
El
artista se hace eco del sistema planetario moderno, donde incluye
dentro de las esferas celestes, 13 globos, suponemos que aquí
hallamos los planetas, junto a los planetas enanos recientemente
descubiertos y donde también incluye a Ceres.
Al
borde de las esferas celestes donde los colores se hacen cada vez más
fríos, aparecen cuatro signos del zodíaco, indicando el movimiento
de las estrellas: Estos signos son: Al Norte, Capricornio; al sur
se encuentra Cáncer; al este, Libra y al oeste, Aries .
Empédocles
(493-433 A.C.) afirma que la Naturaleza está toda formada por cuatro
elementos que constituyen la base material y eterna del mundo:
tierra, fuego, aire y agua. Es lo que vemos en la pintura,
Capricornio es la tierra, Cáncer es el agua, Libra es el aire y
Aries el fuego. Estos elementos se mueven por dos fuerzas primitivas,
de aquí los dos ángeles. Para Eudoxo de Knidos estas fuerzas eran
el amor y el odio.
El
hombre se halla en el centro del universo, cubriendo el sol, de
allí el antropocentrismo de la pintura; pero dicho hombre se halla
en posición de amar. Tanto el hombre como la mujer están de
espaldas a nosotros, pues cada uno de nosotros se refleja en ellos
que ven el universo.
CLASES
DE AMOR
En
griego se distinguen cuatro clases en la acción del amor:
El
amor matrimonial (εράω), del que proviene el Eros o el
mitológico dios del amor.
El
amor entre padres e hijos (στέργω).
El
amor entre los conciudadanos y amigos (φιλέω), que indica el
amor de amistad.
Por
último está el verbo menos usado (αγαπάω). El
cristianismo usará este verbo para indicar el amor que Dios nos
tiene, por cuyo motivo dirá San Juan Dios es agápe, (αγάπη), o
Dios es amor.
EL
AMOR DIVINO. – El amor divino no es el amor de eros o erótico,
sino amor de ágape, es un amor preexistente al hombre mismo, es un
amor divino que como Luz se irradia al hombre, esta es la Vida del
hombre. Es el amor de creación que da origen a los seres como fruto
de la bondad de Dios. Esta vida divina, este amor de ágape que se
hace efectivo en la cena sin día ni noche, es la sangre que se
devuelve gota a gota por toda la eternidad, es el amor con el cual se
ama a Dios, es la gloria que se le tributa eternamente, pues no fue
en vano.
EL
AMOR EN LA PINTURA
¿Pero
qué amor refleja la pintura? De todos estos posibles amores, solo
contemplamos el amor erótico, el amor de Eros.
¿MUNDOS
PARALELOS?
Todo
el conjunto que hemos analizado forma el universo, pero el artista
desliza otra atrevida teoría, donde este no es el único de los
universos, sino que existen otros paralelos a este; esto lo
percibimos por las tres esferas luminosas en su centro, sobre noreste
de la pintura; otra sobre el noroeste, una entre el ángel de la
noche y el universo, otra cerca del ángel en el sudoeste y entre las
plantas de adorno de nuestra derecha se percibe otra.
EL
CRIPTOGRAMA DE LOS NÚMEROS
Todo
el conjunto, trabaja con el número 2 de base: Dos ángeles, día
y noche, sol y luna, dos fuerzas que mueven el universo, dos sexos en
el eros.
Al
2 se le suma otro 2, y así tenemos los cuatro elementos y los
puntos cardinales. Al cuatro se le suman otro 2 y así obtenemos las
6 esferas celestes rotando. ¡Genial! Obsérvese: 2 + 2 + 2, la
tríada hasta llegar a 6. El número 2, es un número demoníaco,
pues no es la unidad, el 1; ni la trinidad, el 3. Y si para estos
números faltaba algo, es el 13 de los astros incrustados.
...
Hoy
podemos agregar, que el artista es masón. Todas estas son cifras
usadas por la masonería, la cual trabaja no con el 7 y 12 que son cifras evangélicas; sino con
el 6 y el 13, tal como los masones lo plasmaron al fundar la Ciudad
de la Plata, capital de la Provincia de Bs. As., donde las calles
centrales son 44 y 13.
Así
los idólatras chilenos no cuestionan lo que retrataron a sus
espaldas; su preocupación, como bien sabemos, es otra. Tampoco los
sesudos se cuestionan la evidencia del icono, el cual señala sin
ambages y a cara descubierta, el triunfo rampante de la masonería
dentro de la Iglesia, proponiendo un nuevo paradigma.
Luego
de este anuncio de 2015, llegará la ecología. Es la tierra que
según Bergoglio se recalienta, porque se parece a su pava para el
mate, donde el agua silba y nadie apaga el fuego, por lo tanto
dejemos de hacer proselitismo y apaguemos el fuego. El primer dato
evidente del nuevo paradigma.
Luego
de este anuncio llegará lo que vemos en este icono masónico: la
ausencia de los abismos infernales; tal como lo hizo Scalfari, su
predicador oculto y gran ateo del diario La Repubblica. Otro
hermoso dato del novedoso paradigma.
Luego
de este anuncio llegará el amor enfermizo hacia las invasiones
musulmanas que ingresan para cambiar Europa; vendrá el
amor erótico de Los Amores de Leticia, basado en los
apuntes del T(r)ucho, cuya obra inmortal, hoy agotada, trata sobre el
arte de besar. Es el nuevo paradigma basado en el amor erótico y
libre.
Y como
decíamos entonces:
He
aquí la New Church, la Nueva Iglesia, producto de la miseria de la
Nueva Teología, con su heliocentrismo antropocéntrico y un erotismo
manifiesto. ¿Qué más se le puede pedir...?
Triunfo
de la masonería, sobre una Iglesia destrozada por ocultas lacras de
maricones, a la que se le busca robar la Fe, para que su Credo de
Nicea se metamorfosee dentro de la licuadora del dios historia, en el
nuevo paradigma.