Calesita

jueves, 16 de agosto de 2018

Sigamos cambiando...


La novedosa tesis de Bergoglio, considerada como una nueva iluminación del Espíritu Santo  es realmente un ejemplo más de los sofismas que reinan dentro de su cerebro. Solo a Bergoglio toca ser iluminado, mientras el resto vivimos equivocados y sobretodo el nuevo catecismo, el cual parece que vino errando por siglos. Es que su cerebro por momentos funciona a media máquina. Tal vez sea el oxígeno que no le llega bien a sus misérrimas dos neuronas, pues su cuerpo trabaja con un solo pulmón; o como diría un amigo mío, es que el agua no le llega al tanque.
La novedosa tesis de Bergoglio es su nueva imposición absoluta sobre la forma de pensar y de enseñar la pena de muerte. Parece que los calores del ferragosto italiano lo han hecho levantar lleno de ínfulas, y comienza a gritar como otro pentecostal en la plaza, pleno de Espíritu Santo. Hay que entenderlo, cual otro Luis XIV, el hombre se puede decir a sí mismo todas las mañanas:
Ahora la Iglesia soy yo.
De este modo el hombre-iglesia escribió en su nueva redacción del catecismo:
...la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”.
Hemos dicho en reiteradas ocasiones que cuando se toca algo en la doctrina católica, todo el resto cae en contradicciones. Es el reloj divino, donde no se puede cambiar ninguna pieza de relojería, pues el todo ya no funciona. Veamos si esto es así.
El tema es la pena de muerte por parte de la autoridad competente de la comunidad, cuya misión recibida por el Padre es velar por el bien común.
Bergoglio, que hizo profesiòn de fe pentecostal, es un enemigo declarado de las opiniones filosóficas, y como todo protestante odia toda esta técnica. Sin filosofía es imposible hacer teología. Bergoglio odia todo pensamiento profundo, pues para él no son otra cosa que ideas abstractas que en nada influyen dentro de la acción, por lo tanto cuando intenta pensar algo se convierte en el hazmerreír, como en este caso.
Si la pena de muerte es inadmisible, como lo establece la masonería, a la cual él sigue ocultamente, se deben argumentar tres cosas:
1. Motivos filosóficos por los cuales es inadmisible. Ya vimos que Bergoglio es un pentecostal oculto, y por ende carece de filosofía. Esto le jugará una mala pasada en este caso.
2. Explicar por qué causas filosóficas fue admisible y rebatirlas de lleno indicando que son un absurdo, caso contrario, la nueva tesis se transforma en un absurdo.
3. Explicar las causas por las cuales las Sagradas Escrituras la establecen en algunos casos, y los argumentos sólidos por los cuales en ellas no eran inadmisibles y ahora se las debe contradecir. Bergoglio demostró en varios años, ser un analista bien superficial en el análisis de las Escrituras, su interpretación es comparable a la de cualquier neófito protestante que intenta sacar algo en substancia.
4. Explicar el cambio de enseñanza milenario de la Iglesia sin que el cuerpo de su doctrina entre en contradicción.
Aquí no se puede apelar al concepto modernista y banal del cambio de cultura, aquí se debe pensar seriamente. Aquí no se habla de un simple cambio moral. No son las acciones las que están en juego, sino las ideas.
El gran problema de Bergoglio es que está solo, quiere estar solo y todos persona de valía lo ha abandonado, de allí que deambula como alma en pena, tal como se lo ve en el vídeo de este sitio.
La soledad, siempre es una mala compañía, y sus cambios de enseñanza son aún peores, pues revelan su miseria de pensamiento.
Aspecto filosófico
La causa fundamental de su inadmisión de la pena de muerte, la hallamos aquí:
...porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona.
Como se puede ver, hablamos de la persona, no de las acciones de dicha persona. Aquí la mente llena de naftalina de Bergoglio no logra unir la persona con sus acciones. Se habla de la hipóstasis personal, que es la base del ser humano, el cual es un compuesto, y como enseñaba San Buenaventura, el más compuesto de los seres creados por Dios. La hipóstasis humana es lo que hace al ser humano un icono divino.
Como hipóstasis, el ser humano es creado para la eternidad, aquella que él mismo haya elegido por libre iniciativa. Por esta razón, la persona no se destruye ni se autodestruye como afirmaba Bergoglio en voz baja a “su confesor”, el ateo Scalfaro.
La operación es una cualidad innata de la hipóstasis, por lo tanto no es la hipóstasis y es el único medio para diseñar el logos personal y mostrar dicha hipóstasis esencial. Es la operación quien produce un despliegue del ser, lo cual le da actualidad en su existencia. Las operaciones señalan la perfección lograda por el ser.
La inviolabilidad
El término empleado por el cerebro naftaleno de Bergoglio para hacer intocable la hipóstasis personal es el de inviolable, término que no pertenece a la filosofía, sino al derecho, que significa lo siguiente:
Privilegio en virtud del cual ciertas personas, como el rey, el presidente o los diputados no están sujetos a responsabilidad penal por los actos que llevan a cabo en el ejercicio de su función.
De este disparatado término llegamos a las jocosas conclusiones siguientes:
1. Bergoglio otorga el derecho universal de inviolable a la hipóstasis personal y lo hace por su mismo absolutismo religioso, pues “el catolicismo soy yo”; derecho que ni las Sagradas Escrituras le otorgan, ni nunca la Iglesia le otorgó.
2. Bergoglio quita la responsabilidad de las acciones que despliegan la persona para alcanzar su fin. Algo coherente con su “quien soy yo para juzgar”, o aquella otra frase “Dios te quiso gay”. A partir de la inviolabilidad, el asesino no responde de sus actos ante nadie, es inviolable.
3. Ni siquiera somos responsables ante Dios de nuestros actos, pues dicha inviolabilidad es del ser no de sus acciones, las cuales no son mas que un complemento accidental, y por ende no despliegan la persona sino que le otorgan un aditamento superficial.
4. Con esto cae toda la doctrina sustentada por la Tradición, porque los demonios carecen de existencia; pues sus hipóstasis son inviolables y no responden de sus actos, así como no existen condenados por la justicia divina. El término empleado es contradictorio con todo el pensamiento cristiano. No existe nada más inadmisible e inviolable y que atente a la dignidad de la persona que caer en la condenación eterna, y sin embargo los demonios cayeron en ella, no por ser hipóstasis personales, sino por las acciones que realizaron.
La dignidad
El segundo término usado por el enemigo de las ideas abstractas, es dignidad, el cual no se origina en la hipóstasis sino en lo que dicha persona despliega en su acción.
De este despliegue nace el digno bienaventurado que sigue las leyes evangélicas, como nace el indigno maldito que no sigue el amor hacia el prójimo.
Las acciones de la hipóstasis personal son las que le otorgan dignidad o indignidad, bendición o maldición, vida o muerte.
Si toda persona, por ser hipóstasis es digna, no existirían ni los bienaventurados ni los malditos del juicio final, ni el centurión le hubiese dicho a Jesucristo que no era digno, siendo alabado por su Fe (Cfr. Mateo 8,8). Del mismo modo San Juan Bautista nunca hubiese afirmado que no era digno de desatar las correas de las sandalias de Cristo (Cfr. Mateo 3,11). La dignidad es una cualidad que se alcanza obrando, nunca una parte de la esencia personal.
El planteo de Bergoglio es el mismo que maneja la sociedad materialista: la pena de muerte aniquila la persona, pues ya no se la ve en este mundo.
La pena de muerte, correctamente ejecutada, se basa en la operación de dicha hipóstasis personal, no se basa en el ser; más aún, la persona no se toma en cuenta.
De allí que enseñar esta nueva jocosidad de Bergoglio en el catecismo, da pie a dudar en la eternidad de la hipóstasis personal.
Por otra parte, la pena de muerte ejecutada por la autoridad competente en casos extremos, en sí misma no destruye la persona, la cual continúa existiendo luego de la muerte. Filosóficamente hablando, tan solo descompone el compuesto humano de este mundo. Nadie es dueño de la hipóstasis personal para aniquilarla y Dios no destruye lo que crea.
Lo admisible y lo inadmisible
Después de todo, el nuevo catecismo redactado por varias manos, adolece de unidad y en diversas partes presenta ese doble lenguaje tan característico del Vaticano II, lenguaje que hace posible distintos puntos de vista que pueden llegar a contradecirse. A este nuevo catecismo, ¿qué le hace una mancha más al tigre?
Sí, lo inadmisible es que la mente atrofiada de Bergoglio, el hombre-iglesia, siga ocupando la silla de Pedro. Bergoglio carece ya de toda autoridad, y debe ser depuesto, para dar ejemplo a todo el orbe que con la doctrina de la Iglesia no se juega. ¿Qué es lo que estos inoperantes e irresponsables cardenales esperan? ¿Qué otra cambio jocoso y catastrófico esperan del catecismo?



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