Otro
estrepitoso fracaso del obstinado Bergoglio ha sido su viaje a
Irlanda. Para este circo irlandés se pusieron en juego 32 millones
de euros, de los cuales no llegaron a cubrir el costo faltando unos
días de su visita.
Este
promocionado encuentro para las familias contó con unas doscientas
personas en su escandalosa apertura, ejecutada por el cardenal
prohomosexual Vincent Nichols. Para esta parodia del lobby gay,
nadie se presta, ni católicos ni hombres sensatos.
Los
ornamentos “sacros” hacen alusiones paganas, como era de
esperarse.
La
misa de Bergoglio en Dublin contó con la escasa presencia de 130.000
personas, sin embargo Sergio Rubin de Clarín vio 500.000 asistentes.
¡Qué ojo de lince!
También
como era previsible en este otro fracaso, todas son
palabras, bla, bla, bla... Y lo entendemos, si emprende una sola
acción contra este lobby gay, Francisco es hombre muerto. El
astuto porteño ha quedado sin respuestas, encerrado en su propio
círculo de amigotes, que lo llevan según sus intereses.
Otro
capítulo se abre con la denuncia del cardenal Viganó, nuncio en Estados Unidos
desde el 19 de octubre de 2011 hasta el 16 de abril de 2016, quien le
contó a Bergoglio los abusos del homosexual McCarrick,
sin que Francisco moviera un dedo. Todo tiene su lógica, McCarrick fue un
sostenedor de su papado, al igual que Maradiaga. ¿Cómo atacar
hombres tan valiosos? Solo lo destituye cuando el escándalo estalla,
como diciendo:
– Ya
no puedo hacer nada para dejarte.
La
carta donde Viganó relata su diálogo con Bergoglio, notificándole la escandalosa conducta de McCarrick, fue calificada
de bomba atómica por algunos observadores. Como si no se supiera lo
que sucede en dicho ámbito.
Para
el pobre Bergoglio las cosas han empeorado ostensiblemente, lejos de
su masa como lo vemos en la soledad de Dublin. El hombre
vestido de blanco, porque es la moda del protocolo, no consigue
adhesiones ni representa el sentir de los católicos. Es su
desolación.
Su
caída parece cuestión de breve tiempo. Se afirma que se le ha
pedido la renuncia por parte de algunos cardenales. Hasta el
Washington Post lo ha hecho en sus páginas. Su figura es molesta en todos los
ambientes; pero el anciano Bergoglio es obcecado, posiblemente desee
saborear algún otro fracaso.
Solo
falta que la alicaída jerarquía episcopal argentina le envíe una
carta de apoyo, así todo el volumen de caída se hace completo.
Y
mientras tanto, unos se preguntan cómo se sale de este lodazal al
que nos llevó el lobby gay; parecen ignorar que existe una sola
salida: la excomunión contra todo clérigo homosexual. Es la única
forma de hacer una verdadera Iglesia, todo esto es puro circo.
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