Se
hace realmente imposible reconocer el autor de este himno. Se calcula
su origen en el siglo V o VI. Como es costumbre, los reformadores del
barroco, cambiaron en 1632 ciertas partes del himno, conservando el
tema original. En este caso, la reforma no aporta precisiones nuevas,
pareciera que busca eliminar el latín medieval y adscribirlo al
clasicismo surgido en el renacimiento, corrigiendo de paso errores de
versificación. Esto lo podemos deducir del verso tercero, donde
“eminus” pierde la “i” en la entonación musical, pues
a dicho verso le sobra una sílaba.
Los
versos son los usuales en la poesía cristiana de la época; son un
dimetro, es decir, dos metros, que lleva en total ocho sílabas, y
sigue el acento yámbico, donde una sílaba acentuada le sigue a una
átona:
Vox
cla/ra ec/ce in/tonat
Las
dos versiones del himno
Texto
monacal
|
Texto
reformado por Urbano VIII en 1632
|
Vox
clara ecce intonat
obscura
quæque increpat:
pellantur
eminus somnia:
ab æthre
Christus promicat.
|
En
clara vox redarguit
obscura
quæque, personans:
procul
fugentur somnia:
ab alto
Iesus promicat.
|
Mens
iam resurgat torpida
quae
sorde exstat saucia;
sidus
refulget jam novum,
ut tollat
omne noxium.
|
Mens
iam resurgat, torpida
non
amplius iacens humi:
sidus
refulget iam novum,
ut tollat
omne noxium.
|
E
sursum Agnus mittitur
laxare
gratis debitum;
omnes
pro indulgentia
vocem
demus cum lacrimis.
|
En
Agnus ad nos mittitur
laxare
gratis debitum:
omnes
simul cum lacrimis
precemur
indulgentiam.
|
Secundo
ut cum fulserit
mundumque
horror cinxerit,
non
pro reatu puniat,
sed nos
pius tunc protegat.
|
Ut,
cum secundo fulserit,
metuque
mundum cinxerit,
non
pro reatu puniat,
sed nos
pius tunc protegat.
|
Laus,
honor, virtus, gloria
Deo
Patri, et Filio,
Sancto
simul Paraclito,
in
sæculorum sæcula.
Amen
|
Virtus,
honor, laus, glória
Deo
Patri cum Fílio,
Sancto
simul Paráclito,
In
sæculórum sæcula.
Amen
|
Análisis
del himno
Primera
estrofa
Presenta
esta estrofa el inicio de la nueva creación, en la cual la
naturaleza humana sale del reino de las sombras o del ζοφον
griego, tal como lo relata la carta de Judas, que exponemos más
adelante. (v.6)
Se
inicia como las profecías, de allí la presencia del adverbio ecce.
Cfr. Jer 23,5 o Isaías 7,14.
He
aquí (ecce) que una voz luminosa (vox clara) resuena (intonat) y la
cual (quæque) condena (increpat) la oscuridad (obscura).
Es
indudable la antítesis entre clara y obscura, como los
verbos marcan las primeras acciones de la noche antigua: una resuena
(intonat) y la otra reprende (increpat).
El
mundo antiguo está hecho dentro de la oscuridad por culpa del
pecado, donde el hombre se asoció a Lucifer, príncipe de la
oscuridad. Dice la carta de Judas:
Y a
los ángeles, que no conservaron su primera dignidad, sino que
desampararon su morada, los reservó para el juicio del gran día, en
el abismo tenebroso, con cadenas eternales. (Judas 6)
En
esta calígine (ζοφον) o abismo tenebroso donde también yacía
la humanidad, resuena la claridad de una Voz.
La
reforma del texto hecha por Urbano VIII, cambia los verbos. El
primero es redarguit, como un volver a la argumentación, con
el significado de contestación victoriosa a la infamia del pecado.
El segundo verbo es personans, un participio presente, con el
significado de retumbar con estrépito. Tal como se ve, en este caso
la reforma busca intensificar el significado de los verbos.
El
tercer verso los sueños (somnia) de esta humanidad caída son
lejanamente (eminus) agitados (pellantur).
Para
la reforma, los sueños (somnia) son a lo lejos (procul) puestos en
fuga (fugentur).
El
sueño alude a la Epístola de San Pablo que se lee en el primer
domingo de adviento:
Hermanos:
Es hora de levantarnos del sueño, pues nuestra salud está ahora más
cercana que cuando creímos. La noche va muy avanzada y se acerca ya
el día. (Rom. 13,11 y 12)
Por
tal motivo la voz o dicha vox del primer verso, tiene múltiples
sujetos. Puede tomarse como la de San Pablo en esta Carta a los
Romanos, o la de San Juan Bautista en la profecía del texto de
Isaías:
Ya
oigo la voz del que clama en el desierto. Aparejad el camino del
Señor, enderezad en la soledad la senda de nuestro Dios. (Is.
40,3)
También
puede tomarse como la vox del Apocalipsis. La primera surge de
las aguas primordiales presentadas en el Génesis 1,2.
Su
voz era como el ruido de muchas aguas. (Ap. 1,15)
La
última vox, es aquella que sale del trono en las bodas del
Cordero:
Y
del solio salió una voz, que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus
siervos, y los que le teméis, pequeños y grandes, Oí también una
voz como de gran gentío, y como el ruido de muchas aguas, y como el
estampido de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya!, porque tomó ya
posesión del reino del Señor, Dios nuestro Todopoderoso. (Ap.
19, 5 y 6)
En el
último verso dicha voz se hace realidad. Cristo (Christus) se
muestra (promicat) desde el cielo (ab æthre). Para la reforma será
Jesús (Iesus) que se muestra (promicat) desde las alturas (ab alto)
Segunda
estrofa
Con
la Nueva Creación,
la naturaleza
humana retorna a su primitivo estado, aquel que era anterior a la
defección de nuestros primeros padres.
Con
esta claridad de la voz, ya (iam) la mente (mens) como imagen del
espíritu, se levanta (resurgat) de su inmovildad o torpeza
(torpida), a su estado primitivo; la cual (quae) deteriorada (saucia)
y sucia (sorde) sale de ese estado (exstat).
Para
la reforma, este espíritu no yace (non iacens) más (amplius) sobre
la tierra (humi).
Ya
(iam) resplandece (refulget) la estrella nueva (sidus novum), para
(ut) quitar (tollat) toda (omne) culpa (noxium).
El
sidus novum es la señal del nacimiento de un gran rey, tal
como lo concebían los antiguos. Así lo hace Virgilio (70-19 AC),
Eclog. 9, 47-50:
Daphni,
quid antiquos signorum suspicis ortus?
Ecce
Dionaei processit Caesaris astrum,
astrum,
quo segetes gauderent frugibus et quo
duceret
apricis in collibus uva colorem.
Dafne,
¿por qué analizas las alturas huertos de antiguos astros? He aquí
en cambio como el astro de Dione sale airoso, astro de César, que
brinda a los campos de mieses ricas y que en las colinas los viñedos
expuestos al sol enrojece.
Lo
mismo hace Horacio (65-8 AC), quien nos habla de la claridad de la
estrella:
Dicam
et Alciden puerosque Ledae,
hunc
equis, illum superare pugnis
nobilem;
quorum simul alba nautis
stella
refulsit,
Cantaré
también a Alcides y a los hijos de Leda, célebres uno por las
victorias de sus caballos y el otro por la fuerza de sus puños. Su
estrella clara, (alba stella)
tan pronto como se ofrece resplandeciente a los marineros.
(Oda 12, 25-28 )
En el
vaticinio de Balaam aparece la estrella nueva, la misma que será
seguida por los magos en epifanía:
Le
veo, pero no como presente,
le
contemplo, mas no de cerca:
una
estrella sale de Jacob. (Núm. 24,17)
Tercera
estrofa
Bajo
la figura del Cordero, Jesucristo, tan usada en el Apocalipsis, esta
estrofa se adentra en el misterio de la redención. El himno no solo
habla del perdón, sino también de la actitud para obtenerlo.
Un
Cordero (Agnus) fue enviado (mittitur) desde las alturas (e sursum).
Para
los reformadores, dice el inicio del verso: He ahí que (en), un
Cordero (Agnus) fue enviado (mittitur) para nosotros (ad nos).
Este
envío del Cordero es para desatar (laxare) la deuda (debitum)
gratuitamente (gratis); por cuyo motivo todos (omnes) para alcanzar
perdón (pro indulgentia) demos (demus) una voz (vocem) con lágrimas
(cum lacrimis). Se destaca en este verso, que de la voz inicial sobre
la calígine, surgen ahora voces que desean salir de dicha tiniebla.
Mientras
que para los reformadores, todos (omnes) junto (simul) con las
lágrimas (cum lacrimis) pidamos (precemur) el perdón
(indulgentiam).
Cuarta
estrofa
En
esta esta estrofa, el himno mira la segunda venida de Jesucristo, de
la cual habla el evangelio de este primer domingo de Adviento.
Para
que (ut) cuando (cum) relampaguee (fulserit) su segunda venida
(secundo) y (-que) ciña (cinxerit) de pavor (horror) al mundo
(mundum), no (non) nos (nos ) castigue (puniat) por (pro) la
condición de reo (reatu), sino que (sed) entonces (tunc) piamente
(pius) nos proteja (protegat).
El
verbo fulserit que proviene de fulgere, recuerda la
segunda venida, la cual será como un relámpago o el fulgur
latino. (Cfr.Mateo 24,27)
La
reforma barroca ordena el hipérbaton del texto monacal, separando la
proposición final que encabeza el ut (para que) de la
proposición temporal ecabezada por el cum (cuando); asimismo
cambia el sustantivo horror (pavor como una encrespadura del
cabello) por metu (temor). Es indudable que con metu
mejora la musicalidad del verso segundo; pero podríamos decir que
estamos ante un atisbo de modernidad, la cual consiste en dejar el
sentido, pero vaciarlo un poco de contenido.
Quinta
estrofa
Como
es habitual en los himnos, la última estrofa es una doxología, que
toma una versión propia en el texto monacal y otra para la versión
reformada.
Aquí
damos la versión cantada en vivo por los monjes de Barroux. El texto
se toma del Antiphonale Monasticum de 1934, página 782.