Calesita

martes, 27 de diciembre de 2022

Sede papal auto impedida

por José Alberto Villasana Munguía

Benedicto XVI es el último Papa de esta era de la Iglesia. Cuando muera, un grupo de obispos fieles a él (y al Evangelio, el Magisterio auténtico y la Tradición), elegirán a un sucesor entre ellos, tal vez de las iglesias ortodoxas, sin la necesidad de recurrir al cónclave de los cardenales inválidos nombrados por Jorge Mario Bergogio

En un giro sorprendente, el 6 de octubre de 2022 el Santo Padre Benedicto XVI hizo saber, en un mensaje enigmático, que la Sede Apostólica está impedida. Es decir, no existe en ella un Papa válido debido a una obstrucción.

La ocasión fue el mensaje personal que envió a los Becarios reunidos por la Fundación Papa Benedicto XVI para la presentación de un libro de Piergiorgio Odifreddi, titulado “In cammino alla ricerca della Verità. Lettere e colloqui con Benedetto XVI” (Rizzoli, 2022; traducción al español: “En camino a la búsqueda de la Verdad. Cartas y Coloquios con Benedicto XVI”).

El Papa Benedicto XVI le pidió al arzobispo Georg Gänswein, su secretario personal, que fuera vestido de sacerdote, no de Arzobispo, y sin la cruz pectoral. El Papa Benedicto le dijo: “No hagas un saludo oficial, salúdalos personalmente en mi nombre y diles a todos que no he merecido esta ilustre lista de presentadores”. El arzobispo Gänswein le dijo: “Santo Padre, si digo esto no me creerán, pero obedeceré”. El Papa Benedicto continuó: “O crees o no crees, si no crees, lee, ya sea Jeremías o Isaías. No diré en qué versículo ni en qué capítulo, pero ahí está la respuesta”.

Después de leer a ambos profetas mayores uno comprende la situación a la que el Papa se refería, que está en Jeremías 36, 5 donde se lee: Entonces Jeremías ordenó a Baruc: “ESTOY IMPEDIDO y no puedo entrar en el templo del Señor. Tú, pues, irás a leer, el rollo que has escrito bajo mi dictado.

En efecto, Jeremías no podía entrar a Jerusalén para leer en el templo a los escribas y fariseos lo que Dios le había dictado, ya que se encontraba preso por el rey. Por ello envía a su secretario Baruc a leer el pergamino con el mensaje de Dios.

Para el Papa Benedicto, Jeremías fue el katejon (obstáculo, retenedor, de la apostasía de la Ciudad Santa de Jerusalén en el Antiguo Testamento). Así, al hacer referencia a Jeremías y Baruc, en su mensaje pronunciado por el arzobispo, Benedicto XVI se declara definitivamente el defensor de la fe pero se encuentra impedido de proclamar el mensaje.

Esto es muy importante pues la ilicitud de la "renuncia del Papa BXVI" y las transgresiones a la Constitución Universi Dominici Gregis, que en 2013 produjeron un antipapa, Jorge Mario Bergoglio, llevaron a algunos canonistas a hablar de Sede “vacante” (es decir, Iglesia sin cabeza), como ya ha sucedido varias veces en la historia. En realidad, lo que nos dice ahora el Papa Benedicto XVI es que estamos, más bien, no ante una Sede vacante, sino ante una Sede impedida o, para ser más precisos, una Sede auto-impedida pues una situación externa lo obligó a abandonar el ejercicio activo del ministerio petrino.

Por ello estableció claramente en el Decreto de su Renuncia, el 27 de febrero de 2013, que no renunciaba al ministerio petrino, el cargo de ser el Vicario de Cristo y sucesor de San Pedro, sino solamente al ministerio activo del obispo de Roma. No puede haber dos Papas con el munus petrinus.

Además, es evidente que la Sede vacante no se da, pues el Código de Derecho Canónico No. 412 señala que solo existe cuando un obispo sufre "cautiverio, relegación, destierro o incapacidad". Ninguna de esas causas fueron las que obligaron a BXVI a auto exiliarse. Por otro lado, en una carta personal enviada al cardenal Brandmuller, el Papa BXVI acepta que el status de Papa "Emérito" no existe en el Derecho Canónico: según los Decretos papales anteriores debió haber vuelto a ser cardenal (como en el caso de la renuncia del Papa Gregorio XII quien volvió a ser cardenal Angelo Correr, o la renuncia del Papa Celestino V, quien volvió a ser el monje Pietro Murone).

Dice que se inventó el status de “Emérito” y no observó lo establecido en los decretos que establecen cómo debe ser la renuncia, haciendo a un lado todas las prerrogativas papales (seguir vestido de blanco, llamándose Papa, con el apelativo Su Santidad, con el nombre Benedicto XVI, con el anillo del pescador y permaneciendo en El Vaticano) “como la única manera de mantenerme absolutamente inaccesible a los medios de comunicación". Cuando el Santo Padre Benedicto XVI muera, entonces sí habrá sede vacante, y la Iglesia no tendrá cabeza. Pero, al ser Bergoglio un antipapa "sin ningún poder" (a tenor del No. 76 de la citada Constitución), todos los cardenales nombrados por él son también inválidos (ya no existe el dos tercios mas uno para elegir un Papa válido), y un pequeño grupo de obispos fieles al Papa Benedicto XVI, al Evangelio, a la Tradición y al Magisterio auténtico tendrán que elegir un Papa verdadero, un sucesor de Benedicto XVI, a fin de poner fin a la que en ese momento sí será Sede vacante. Ya no volverá a haber otro cónclave como ahora lo conocemos.

En sí mismos, como lo vemos en la historia de la Iglesia, los cardenales no son necesarios para una elección. La figura de cardenal se creó en el siglo IV para que los obispos y sacerdotes que vivían en Roma ayudaran al Papa en sus distintas labores. Pero al inicio del cristianismo no eran los “electores”. Bastaba que se reuniera un grupo de obispos, incluso a veces solo un triunvirato de un arzobispo, un obispo y un sacerdote de prestigio doctrinal y moral, y entre esos tres elegían al Papa.

Y durante los dos mil años de la Iglesia se han elegido diversos Papas sin el consenso de todos los obispos o cardenales. Destaca el caso del Papa Honorio II. Se rodeó de un grupo de ocho obispos de prestigio doctrinal y moral a quienes nombró electores. Cuándo Honorio falleció, los obispos eligieron a Inocencio II. La facción contraria, que era mayoría, eligió al cardenal Pierleoni como Anacleto II, quien resultó ser, a pesar de eso, un antipapa. El cisma requirió varios años para resolverse.

Finalmente, tenemos que iluminar esta situación con el caso de San Atanasio. La inmensa mayoría consideran en este momento a Jorge Mario Bergoglio como un Papa válido, se reza por él en la Misa, si bien pocos lo leen. Pero la fe no es cuestión de estadísticas, de números o de mayoría democrática. A inicios del siglo IV prácticamente todos los obispos, incluido el Papa, habían caído en la herejía arriana que sostenía la idea de un Cristo muy elevado y asumido por Dios, pero no verdadero Dios. Solamente San Atanasio sostenía lo contrario, por lo cual fue rechazado, torturado, encarcelado y desterrado. Pero gracias a él, gracias a un solo obispo, se salvó la fe de la Iglesia, que fue finalmente aceptada en el Concilio de Nicea en el 325.

Hoy sucede lo mismo con el Papa Benedicto XVI.

Fuente

                 COMENTARIO Al ARTÍCULO ANTERIOR

por Fray Alexis Bugnolo

Debido a que Villasana es un periodista tan importante en México, y debido a que este artículo contiene una serie de errores, considero necesario responder con un comentario.

Primero, la palabra latina, “munus”, es neutra, y por lo tanto la frase correcta es “munus petrinum” y no “munus petrinus”.

Segundo, antes de la muerte de Honorio II, el Papa Honorio promulgó una constitución especial, reservando la elección de su sucesor a un comité de obispos. Esta fue una ley especial que dejó de tener vigencia inmediatamente después de la elección de su sucesor. Por lo tanto, no sentó precedente y no puede ser invocado para la elección del sucesor de Benedicto XVI.

Sin embargo, hipotéticamente, podría ser, y tengo algunos indicios de que puede ser el caso, que el Santo Padre, el Papa Benedicto XVI, haya dispuesto que su sucesor sea elegido por un comité especialmente selecto. Pero hasta que esto se sepa, es pura especulación, aunque podría hacerse por los mismos o similares medios que lo hizo Honorio II. Pero si no lo hace, entonces no. En todo caso, nadie debe suponer que el Santo Padre morirá antes que el antipapa, o que ningún cardenal elector volverá a él.

En tercer lugar, el Santo Padre Benedicto XVI no renunció el 27 de febrero de 2013. Sin embargo, sí anunció que renunciaría al ministerio el 28 de febrero. Pero en esa fecha no lo hizo. Aunque desde ese día en adelante dejó de ejercer efectivamente, es decir, de facto, su ministerio petrino, al menos públicamente.

Finalmente, cuarto, durante la crisis arriana el Santo Padre no se convirtió en arriano, aunque en el Concilio de Sirmium, un papa fue forzado a firmar un credo semi-arriano, el cual repudió rápidamente, luego de su publicación.

COMENTARIO

por Fray Alexis Bugnolo

Debido a que Villasana es un periodista tan importante en México, y debido a que este artículo contiene una serie de errores, considero necesario responder con un comentario.

Primero, la palabra latina, “munus”, es neutra, y por lo tanto la frase correcta es “munus petrinum” y no “munus petrinus”.

Segundo, antes de la muerte de Honorio II, el Papa Honorio promulgó una constitución especial, reservando la elección de su sucesor a un comité de obispos. Esta fue una ley especial que dejó de tener vigencia inmediatamente después de la elección de su sucesor. Por lo tanto, no sentó precedente y no puede ser invocado para la elección del sucesor de Benedicto XVI.

Sin embargo, hipotéticamente, podría ser, y tengo algunos indicios de que puede ser el caso, que el Santo Padre, el Papa Benedicto XVI, haya dispuesto que su sucesor sea elegido por un comité especialmente selecto. Pero hasta que esto se sepa, es pura especulación, aunque podría hacerse por los mismos o similares medios que lo hizo Honorio II. Pero si no lo hace, entonces no. En todo caso, nadie debe suponer que el Santo Padre morirá antes que el antipapa, o que ningún cardenal elector volverá a él.

En tercer lugar, el Santo Padre Benedicto XVI no renunció el 27 de febrero de 2013. Sin embargo, sí anunció que renunciaría al ministerio el 28 de febrero. Pero en esa fecha no lo hizo. Aunque desde ese día en adelante dejó de ejercer efectivamente, es decir, de facto, su ministerio petrino, al menos públicamente.

Finalmente, cuarto, durante la crisis arriana el Santo Padre no se convirtió en arriano, aunque en el Concilio de Sirmium, un papa fue forzado a firmar un credo semi-arriano, el cual repudió rápidamente, luego de su publicación.

jueves, 8 de diciembre de 2022

La Tercera Huida

por Santiago Grasso

Acabo de sentarme en el sitio web donde te esperan con una botella.

Lamento, pero no tomo fuera de las comidas y mucho menos sobre el tema que el anónimo intenta tratar, so pena de decir sandeces azuzadas por las copas.

Su opinión del día 30 de noviembre pasado, pues no es otra cosa que esto, una opinión: es parcial y vista desde un solo ángulo. El ángulo del que estuvo afuera. Yo lo haré desde el ángulo, del que estuvo adentro. El opinante se inicia en la década del 70, yo lo haré desde las décadas 50 y 60.

Hablaré de realidades, y esta vividas en carne y sangre. Que el lector me ponga el epíteto que quiera...

Quienes sufrimos el cambio del Vaticano II, el primer golpe fue la incomprensión de lo que sucedía. Se nos mandó hacer un cambio. Este se hizo efectivo en 1965. Pensábamos que otro debería haber sido, pero no pudimos elegir, solo vimos el que se ordenó hacer. No supimos para qué se hacía, ni hacia donde apuntaba. Era algo con muy poco sentido y ajeno a toda teología. Solo hoy podemos reconocer su trayectoria errónea. De allí que el primer choque fue la incomprensión. Yo era un estudiante de filosofía, mal podía elegir. Por otro lado, el cambio no era motivo suficiente para perder la confianza en quienes lo ordenaban.

La primera ignorancia

Se decía que era el inicio de los cambios. Ninguno sabía cuál sería el término, ni Paulo VI lo conocía. No éramos neocones ni papólatras como alguien nos puede endilgar, éramos ignorantes.

De esta primera ignorancia, nace la primera oscuridad y de esta primera oscuridad nace la primera fuga.

La firma del “tratado de paz”.

Dos fueron los móviles del Concilio: uno el tan pretendido “aggiornamento”, pues por lo visto hacíamos las cosas muy mal, y el segundo fue el ecumenismo. De los dos, este segundo es el más grave. Con el ecumenismo ingresábamos a la “Era de la Neutralidad”, muy bien planteada por Carl Schmitt. Con esta firma del tratado de paz, se daba fin a la guerra teológica, se establecían alianzas con las sectas y se pasaba a militar en una relatividad que era el ocaso del catolicismo.

Se había profetizado en los 50 que en el año 1960 se iniciaban los “días de tinieblas”. Yo escuché esto al pasar, de labios de mis profesores, pero nunca supe el origen de la misma. La estructura eclesial era altamente racionalista, como la mayoría de los traddies actuales. Lo que no entraba por la razón, no entraba en absoluto y era objeto de mofa.

Nuestros traddies actuales, hacen mucho hincapié en los cambios, pero lo más grave, fue esta era ecuménica o era de neutralidad.

La primera huida

Hasta la llegada de Juan Pablo II, se comenzaron a despoblar las filas de los seminarios y de la estructura eclesial. Si se cambia algo, es porque lo que se hace, se hace mal. El cambio debilitó la estructura, y muchos se plantearon una vida más radical que la que se llevaba. La estructura eclesial de los años 60, era mediocre, sin contar con los sacerdotes amancebados y los pederastas, que siendo escasos, pesaban en nuestras relaciones. Nosotros dejábamos familia, y mundo, pero ¿para qué? Pues lo que se hace está mal hecho.

De allí la fuga, o lo que llamo, la primera huida. En esta fuga de la estructura eclesial, hallamos sacerdotes que “colgaron todo” incluso la moral. De esta huida no se salva nadie, incluso alcanzó obispos. Fue para muchos una fuga vergonzosa. Había llegado la “era de la neutralidad” en la Iglesia. En el peor de los casos, ya no teníamos enemigo contra el cual combatir. El demonio no existía y si existía era algo lejano, casi sin incidencia en la vida cotidiana. Con el mundo se buscaba hacer las paces y con la “carne” aparecían las nuevas tendencias de relajación.

Entonces, si se debía hacer las paces con el mundo, ¿a qué estamos esperando?, vayamos al mundo… Así empezó la primera huida.

Muchas otras causas trabajan para esta salida. Menciono algunas: el vacío del pastoralismo, la teología protestante que se filtró en las cátedras (algo que desarrollé en este artículo), el idealismo alemán, y sobre todo, el theilardismo que otorgó una cosmovisión estúpidamente optimista en seminarios y terminó por corromper sacerdotes y obispos.

A todo esto, el factor social o revolucionario, fue la salsa que condicionó este plato de fideos.

La ignorancia nos cubría la verdad: la iglesia fue tomada desde su cabeza y todo se iniciaba nada menos que con un Concilio.

¿De qué papólatras hablamos?

La llegada de Juan Pablo II, marcó un período, donde nadie le hizo caso, por tal motivo es impropio hablar en este período de “papólatras”. Cada uno hacía lo que quería. La desobediencia era la norma y la hemorragia ya se había producido. Este papado dio al menos un principio de orden, al determinar que los cambios ya estaban hechos, y que no se esperaran otros.

El daño, venía desde las universidades romanas, que fogoneaban toda la modernidad que hoy vemos implantada. Por dar un simple ejemplo, yo comulgué con la mano en 1969 y no fui de los primeros, lo cual implica que se hacía en años anteriores. Ya desde Roma se enseñaba esta novedad.

Con este papado se produjeron nuevos movimientos eclesiales como nombra el artículo; pero los mismos no eran neocones ni papólatras, eran los que entraban en la “era de la neutralidad”: Poco demonio, cierto amor al mundo y carne libre, como lo demostró el legionario fundador: Marcial Maciel Degollado, alias Mon Père”.

La segunda huida

Con este panorama, Monseñor Lefebvre dio paso a la segunda huida y así se inició la era de los “traddies”, donde algunos creen por arte de magia, que todo se soluciona con la liturgia tradicional. ¡Cuánta simpleza e inocencia!

La realidad negada

Hoy la situación ha variado notablemente. Tenemos un Papa y un Antipapa, el cual no solo es usurpador, sino hereje e idólatra, al que los “tradeies” llaman “Santo Padre”. ¿Quién es más papólatra, cuando se tiene un papa idólatra? ¿Quién es más neocón, cuando se tiene un papa hereje?

Los traddies viven en la era de los 50, de allí que estén propensos a cometer los mismos errores que se cometieron entonces. Reaccionan contra los cambios, pero no reaccionan contra un antipapa. ¿Dónde quedó el Código del Derecho Canónico?

Si alguien se pregunta cómo puede ser que llamen papa a un hereje, que busca consolidar la religión masónica universal. O cómo puede ser que este mal llamado papa por los traddies, introduzca ídolos en el Vaticano; le respondo muy simple: Están cometiendo los mismos errores que cometimos nosotros.

***

La tercera huida

En el siglo IV se produjo la “huida al desierto” porque los cristianos escapaban de las persecuciones, como Pablo, el ermitaño, cuya vida fue escrita por San Jerónimo. De este modo se dio origen a los monjes eremitas. Además, se huía de la idolatría y de la molicie urbana.

Hoy, los perseguidores se incrustaron en la cabeza de la iglesia, con este antipapado idólatra. Esto nos mueve a huir, pues no podemos vivir en comunión con un hereje, no se puede respirar en comunión con un idólatra, no se puede estar en comunión con un antipapa. Ya estén presentes en esta comunión neocones o traddies. No podemos vivir en la era de la neutralidad.

La ignorancia de los años 60, ya no tiene cabida. Hoy se ve claramente el camino. El eremitismo urbano, es una necesidad actual. Se hace necesario, vivir radicalmente el catolicismo, con el desierto en el corazón, buscando la Gracia en celebraciones decorosas y huyendo del pacto con esta modernidad. 

Yo no firmé el tratado de paz con el mundo manipulando el Concilio, para alcanzar una “era de neutralidades”. Combato el demonio presente en este mundo que se filtra por todas partes, y combato la carne a la que el antipapa erigió con sus jesuitas pederastas, en ídolo de perdición.

A otro perro con el ladrido del calentamiento global.

Hoy es necesario patear el tablero de la estructura eclesial bergogliana. Algo que nuestro anfitrión de la botella, no puede hacer por su pacto, consciente o inconsciente, con la jerarquía eclesial en comunión con el antipapa hereje e idólatra.

Hoy se hace necesaria, la Tercera Huida.


 

martes, 6 de diciembre de 2022

Para los Profetas de la Nueva Iglesia


Fuente

"Nos dijeron..."

por Aurelio Porfiri

Nos dijeron que esperáramos una nueva primavera,

Y en cambio estamos inmersos en el invierno.


Nos dijeron que cantáramos un canto nuevo,

Y nos habéis arrojado al reino de lo profano.


Nos dijeron que era tiempo de entender,

Pero nos habéis quitado la razón.


Nos hablaron de un nuevo Pentecostés

Mientras nos acompañaban a la torre de Babel.


Nos dijeron que escucháramos las profecías,

Pero nos llamaron "profetas de desgracias".


Nos dijeron que era la hora de abrirse a los laicos,

Pero los Funcionarios nos prohíben entrar.


Nos dijeron que estábamos en la tradición.

Y crearon a los tradicionalistas.


Nos dijeron “indietristas”,

Pero ahora ya nadie está adelante.


Fuente