Calesita

martes, 9 de febrero de 2021

La Última Soledad de la Persona

 

En el mundo latino, Ricardo de San Víctor (1110-1173), intentó avanzar sobre la noción de existencia. No estamos hablando de un existencialismo medieval, pues como dicen algunos:

Se ha abusado tanto del vocablo 'existencialismo' que, como han indicado varios autores allegados a esta tendencia, ya no significa apenas nada. 1

Para Ricardo la palabra existencia sufrirá una división en sí misma, para recibir conceptos ontológicos. Entonces dio la terminología filosófica de ex – sistencia, donde sistencia es su naturaleza y el ex es el origen de la persona; como dice Zubiri:

Ricardo de San Victor introdujo una terminología que no hizo fortuna, pero que es maravillosa. Llamó a la naturaleza sistencia; y la persona es el modo de tener naturaleza; su origen, el “ex“. Y creó entonces la palabra existencia como designación unitaria del ser personal. Aquí existencia no significa el hecho vulgar de estar existiendo, sino que es una característica del modo de existir: el ser personal. La persona es alguien que es algo por ella tenido para ser: sistit pero ex. Este “ex” expresa el grado supremo de unidad del ser, la unidad consigo mismo en intimidad personal. 2

Explayando a Zubiri

El primer dato que aporta es la sistencia como naturaleza, por cuyo motivo la persona no es la naturaleza, si bien la posee.

En segundo lugar, la existencia no es el producto de mi idea o la idea de otros, como afirma la actual civilización occidental. Como tampoco es el fenómeno de ocupar un lugar en el cosmos. La persona es, el modo como se tiene dicha naturaleza. Se puede ser hombre o mujer, anciano o niño, blanco o negro. Son todas modalidades de tener la misma naturaleza.

En tercer lugar, el “ex” indica a su vez tres cosas:

1. Por un lado, indica el origen de poseer una naturaleza. Seguido del ejemplo de Ricardo de San Víctor, Andrade sigue con el juego de la división de las palabras. Desde esta óptica, verá a Dios como una “in-sistencia”, porque es el único ser subsistente de por sí, mientras que todos los otros seres personales son “ex-sistentes”, porque reciben la sistencia de Dios. 3

2. Destaca expresamente la unidad interna entre la persona creada, el “ex” y la naturaleza dada, la sistencia; pues esto es en definitiva la persona, una unidad, ya sea con sus partes naturales, ya sea como una unidad hacia los otros seres ex-sistentes.

3. En tercer lugar, llegamos a la última intimidad de la persona. Última, pues nada hay más allá, o usando el vocablo griego, llegamos a la hypóstasis, que indica precisamente esto, lo último sobre lo cual se establece todo lo que viene.

La última soledad

Hasta aquí, ya llegamos a saber lo que es último, la hypóstasis; y al mismo tiempo llegamos a saber que la persona posee una única intimidad, es decir, una última soledad.

Ya el mismo término de la ex-sistencia del ser humano, plantea por un lado su total independencia, esto hace posible la libertad del hombre. Esta libertad, es la consecuencia natural de la última soledad.

De ningún modo debe confundirse esto con el individualismo del siglo romántico donde la soledad del individuo guerreaba impotente contra todas sus circunstancias adversas, hecho que en las mejores obras románticas, finalizaba con la muerte o el suicidio del protagonista. No se trata de esta soledad, donde se acentúa un individuo sentimental y aislado, el cual se enfrenta contra todo su mundo. Esto es otra cosa.

Así la persona humana tiene la naturaleza en una intimidad consigo mismo. Este término de “ultima solitudo”, será dado por el beato franciscano Duns Escoto (1266-1308), quien coincidirá con la tradición de Juan Damasceno donde la persona jamás es un algo, sino un alguien. 4

¿Cómo explaya esta soledad Duns Escoto?

La intimidad personal genera la personalidad y la “personalidad exige la 'ultima solitudo', estar libre de cualquier dependencia real o derivada del ser con respecto a otra persona.5

La ultima solitudo escotista es una estructura óntica y configuradora de la persona, que no tiene nada que ver con la soledad-abandono que acecha constantemente a toda persona, y que significa pobreza de personalidad, soledad insoportable. 6

La persona es un modo de existir, y de esta modalidad nace la relación de dar. Por esto dice la Escritura:

No esté tu mano extendida para recibir, y encogida para dar. (Ecles. 4,36)

De la modalidad nace el encuentro de las personas y del encuentro una relación externa de unidad.

Hasta el pagano Aristóteles se percató de esto. No en vano define al hombre como un animal que vive en sociedad.

Como vemos, no se habla de un vacío existencial, sino de una plenitud.

¿Cómo se llega a la plenitud total?

El vacío existencial existe, es fruto del pecado de origen, y solo se puede llenar con el ágape (αγαπη), es decir, ese amor especial con el cual Dios ama y nos ama.. De este modo el vacío solitario se hace plenitud.

La comunicación de la persona, no nace de su vacío, sino de su plenitud alcanzada, caso contrario no sería ágape, sino necesidad. Sería extender la mano para recibir y no para dar. Lo que se tiene, se da, y no para recibir lo que no se tiene. Se da sin exigencia de recibir.

Los monstruosos errores de la actualidad

Esta teoría está en las antípodas del gran Paco Bergoglio. El ágape no surge del diálogo como enseña él y sus secuaces herejes. El diálogo indica carencia y esto es todo lo opuesto, esto es logos no diálogo, esto es plenitud.

Existen varios modos de unidad, aquí nos ocupamos de la procesión de ágape, que produce vínculos (συνδεσμος) de unidad. Los tratados, los acuerdos y las leyes humanas, de nada sirven si no se atan al ágape. Sin ágape solo estamos en el Fratelli tutti de Bergoglio. Por este tutti frutti, los hombres cumplen lo pactado hoy, para romperlo mañana.

El heresiarca Bergoglio, desde su inicio negó la ultima solitudo afirmando que era un cerrarse en sí mismo y tildando esta actitud de mundana, como si sus actos no lo fuesen. Su pensamiento de jesuita involucionado, consiste en una apertura hacia las variables mundanas, pues así se llega más rápido “a la periferia”, así se llega a la pachamama, así se llega al tutti frutti. A esto la llamó “la iglesia en salida”; sí, una salida hacia la herejía. Aquí la concepción masónica de una fraternidad universal, no se toma de la raíz misma de la persona, sino de un idealismo trasnochado en los sueños utópicos de las logias.

La enseñanza de los apóstoles

Muy distinta es la unidad por el ágape, San Pablo expone en su carta a los Efesios (4,3) que existen lazos o vínculos (συνδεσμος) en la persona, dado que ella es principio de unidad, ya sea consigo misma, ya sea con el resto de las personas. Es lo que aquí llamamos, la ultima solitudo.

Esta unidad, forma un ser colectivo:

...siendo un Cuerpo y un Espíritu, como también una sola esperanza, la de vuestra vocación. (Ef. 4,4)

Mientras el Cuerpo es lo que se ve, el Espíritu oculta el vínculo de la unidad que es un lazo de paz, pues vive en el ágape divino. (Cfr. 4,3).

Todo esto es posible por la fe:

Un Señor, una fe, un bautismo; un Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos. (Ef. 4,5-6)

Como surge de la enseñanza apostólica, no existe ningún lugar para el tutti frutti.

De este modo, la persona creada por Dios, conlleva el vínculo o lazo de unidad. Una unidad consigo mismo para dar unidad a las partes que componen dicha persona, y una unidad de Espíritu hacia afuera por medio del ágape divino.

_______________________________

1 José Ferrater Mora. Diccionario de Filosofía.

2 El ser sobrenatural 421-422.

3 Revista de Filosofía 141. Universidad Iberoamericana. Julio – Diciembre 2016.

4 Report. Par. 1, d.25, q. 1, n.5; ed. Vives XXII, 285.

5 Ox. III, d.1, q.1, n.17 ed. Vives XIV, 45.

6 Juan Antonio Merino, Juan Duns Scoto. Pág, 83.

No hay comentarios:

Publicar un comentario