Calesita

lunes, 28 de julio de 2025

El luteranismo y su caja de Pandora

 

El luteranismo fue una auténtica caja de Pandora. Ya vimos como realizó un camino hacia el pietismo, luego hacia el paganismo griego. Por último, de manos de los teólogos luteranos, salió de la caja el idealismo panteísta. Tan solo faltaban los monstruos finales, y estos se presentaron a la cita.

El luterano se aferra a un cierto grado de fe. ¿Pero qué sucede cuando esta fe se pierde, si todo el edificio se basa sobre la sola fe? ¿Cómo se hace para explicar el origen del cristianismo, cuando la Tradición es corrupta? ¿Dónde estuvo el error garrafal de Lutero, que sus escuálidos hijos no fueron capaces de remediar?

Cuando la Tradición no existe por corrupta, todo el origen se pone en duda y solo se hace posible de explicar humanamente. Lo curioso, es que al no estar Dios presente, todas las explicaciones caen en el ridículo.

El primer caso lo tenemos ya en la primera mitad del siglo XVIII.

Hermann Samuel Reimarus (1694-1768) fue un luterano, licenciado en Teología, filosofía y lenguas orientales en Jena. En Wittenberg se doctoró en lexicografía hebrea y pasó a dar clases de filosofía, llegando a rector en el Akademischen Gymnasium.

No estamos ante un lego improvisado, sino ante un estudioso de humanidades. Pero con las premisas luteranas, es imposible explicar el origen del cristianismo, a no ser por simples conjeturas.

Como filósofo, Reimarus, escribió Las verdades más nobles de la religión natural y Razonar la doctrina como una instrucción para el uso correcto de la razón en el conocimiento de la verdad.

Este enfoque racional, es acorde con el racionalismo de la época y si alguna fe poseía este humanista, la misma se desvaneció por completo, sobre todo luego de leer sus escritos, los cuales muestran a las claras, que transitaba desde la Revelación, hacia el racionalismo natural.

Luego de su muerte, el “ecuménico” Lessing, amigo de sus hijos, obtiene una serie de escritos, que Reimarus no se atrevió a publicar, caso contrario perdería su estatus social. Por lo tanto continuó con su rutina religiosa, por lo que deducimos, que solo mantuvo una apariencia, tan falsa como su fe. Algunos cuando no están de acuerdo y se enfrentan a una feroz oposición, se afirma que “tiran la piedra y esconden la mano”. Reimarus ni siquiera tiró la piedra.

El masón Lessing extrajo algunos de sus escritos y los expuso en su publicación sobre la biblioteca, donde no llegaba la censura, con el título de Fragmentos. Hasta que como era de esperar, la censura llegó y ya no hubo más “fragmentos”. Como se puede apreciar, no estamos en la Florencia de Savonarola ni en la España de Torquemada, sino en la Alemania luterana.

Los “Fragmentos” muestran un escritor realmente infantil en sus deducciones. ¿A qué le podían tener miedo los luteranos? Al leerlo, me recuerda los anacronismos de los pintores renacentistas que demuestran una ignorancia supina en las costumbres de la antigüedad.

Como todo debía ser razonable, interpreta a su modo los textos de la Sagrada Escritura. Estamos hablando, no de raciocinios, sino de vulgares interpretaciones a título personal. Por supuesto ya no existe Revelación alguna, por tanto da rienda suelta a su imaginación interpretativa.

Reimarus se parece a ciertos nazis, quienes me decían muy convencidos, que el catolicismo fue el invento más grande del pueblo judío para engañar al mundo, y es que las opiniones de Reimarus se canalizan con este objetivo. Como vemos, la acusación nazi no solo posee varios siglos sobre sus espaldas, sino que está aún vigente.

Veamos algunas ridiculeces.

Jesús no es más que un revoltoso judío que fracasa en su misión, por eso razona el pseudo-luterano:

Jesús había esperado resultados favorables del envío de los apóstoles, e imaginó que después de haber recorrido todas las ciudades de Judea, el Hijo del Hombre podría atreverse a declararse. (Sección VIII)

Del mismo modo, lo interpretaron sus discípulos:

Así, la historia existente de Jesús nos ilumina cada vez más sobre el objeto de su conducta y enseñanza, que corresponde completamente con la primera idea que sus apóstoles tenían de él, es decir, que era un liberador terrenal. (S IX)

Recordemos que el núcleo central de los discípulos, eran pescadores. Pedro y Andrés junto a Santiago y Juan. Ninguno de ellos sabía leer ni escribir. Quien conoce las letras es Mateo, pues era recaudador de impuestos. Inició su evangelio, ni mas ni menos que con una aburrida genealogía, muy a lo judío, pero que indica que no tenía la menor idea de la forma como se redactaban las obras clásicas en esa época. Hasta el mismo Pablo las ignoraba, de allí que su evangelio lo redacta el médico Lucas con un formato a la usanza griega. Por lo tanto, ¿cómo se puede ver una conspiración para el engaño dentro de estos escritos, con pescadores que luego de la muerte de Jesús regresan a la pesca, porque no saben hacer otra cosa? Es realmente delirante hablar en el Capítulo V “Sobre la ambición mundana de los Apóstoles.

Uno puede ver por sí mismo que los apóstoles de este sistema, por pocos que fueran, hicieron uso de él aún más porque su primer y más aceptable sistema había sido descartado debido a su fracaso; y también se puede ver que, después de la muerte de Jesús como Mesías, se prometieron un futuro glorioso a partir de él. (S. XXXVII)

La resurrección no existió, tan solo fue un engaño para mantener la vigencia del fracasado Reino de Dios y su segunda venida debía hacerse pronto, pues caso contrario todos se reirían de ellos.

Ningún judío separó la segunda venida del Mesías de la primera; y dado que la primera debía haber tenido lugar a causa de la segunda, no había razón de peso para que el reino de gloria no comenzara pronto.(S. XXXVIII)

Los primeros cristianos fueron unos tontos, que se tragaron este hermoso anzuelo:

Los apóstoles, mientras tanto, obtuvieron esto por el estúpido temprano cristianismo: que una vez que los fieles se habían quedado dormidos y el verdadero término había sido bien pasado, los cristianos sucesivos y los padres de la Iglesia podían, a través de esperanzas ociosas y promesas, continuar manteniendo la ilusión. (S. XLV)

Estos incultos discípulos, dieron la vida por esta fe. Fe que Reimarus no tiene la menor idea de ella, pues el pobre hombre es un luterano perdido en la oscuridad del raciocinio.

Cada lector atento percibirá fácilmente que considero los muchos milagros transmitidos por los apóstoles, su supuesta honestidad y piedad al relacionarlos, sus doctrinas y vidas, las muertes de mártir que sufrieron, y sobre las cuales se basa principalmente la evidencia del cristianismo, como una serie de cosas secundarias no esenciales, que de ninguna manera demuestran la verdad del punto principal. (S. LII)

Por supuesto todos sus apóstoles dieron testimonio de su fe con la muerte, algo que Reimarus nunca hizo. Tonto sería perder todo o la misma vida, por una simple religión natural, dentro de la censura social luterana.

No le pida que analice los escritos de los Santos Padres, pues como luterano de origen, estos escritos se basan en una fe degenerada.

Este primer planteo fue simple, burdo y primitivo. No convenció ni a los ateos, por cuyo motivo el luteranismo kantiano pondrá el origen del cristianismo en la Kritik, o sea, en la máquina de picar carne, para dar una salchicha sobre los albores del cristianismo, de acuerdo al gusto de la superadora era del Anfang romántico.

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