Calesita

viernes, 6 de enero de 2023

Sede papal vacante

 

por José Alberto Villasana Munguía

Benedicto XVI fue el último Papa de esta era de la Iglesia. Ahora, un grupo de obispos fieles al Evangelio, al Magisterio auténtico y a la Tradición, tendrá que elegir a su sucesor, a un verdadero Papa, sin la necesidad de recurrir a un cónclave con los cardenales inválidos nombrados por Jorge Mario Bergoglio.

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... la ilicitud de la "renuncia" del Papa BXVI y las transgresiones a la Constitución Universi Dominici Gregis, que en 2013 produjeron un antipapa, Jorge Mario Bergoglio, y llevaron a algunos canonistas a hablar de Sede “vacante” (es decir, Iglesia sin cabeza), como ya ha sucedido varias veces en la historia. En realidad, lo que nos dijo el Papa Benedicto XVI es que estábamos, más bien, no ante una Sede vacante, sino ante una Sede impedida o, para ser más precisos, una Sede auto-impedida pues una situación externa lo obligó a abandonar el ejercicio activo del ministerio petrino.

Por ello estableció claramente en el Decreto de su Renuncia, el 27 de febrero de 2013, que no renunciaba al ministerio petrino, el cargo de ser el Vicario de Cristo y sucesor de San Pedro, sino solamente al ministerio activo del obispo de Roma. No puede haber dos Papas con el munus petrinum.

Dice así en el texto de la renuncia de Benedicto XVI (párrafo 11): “Permitidme aquí volver de nuevo al 19 de abril de 2005. La seriedad de la decisión reside precisamente también en el hecho de que a partir de aquel momento me comprometía siempre y para siempre con el Señor. Siempre: quien asume el ministerio petrino (munus petrinum) ya no tiene ninguna privacidad (…). El “siempre” es también un “para siempre” –ya no existe una vuelta a lo privado. Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca esto".

Así de sencillo. ¿Por qué fue inválida la renuncia del Papa Benedicto XVI al cargo petrino? Simplemente PORQUE NO QUISO RENUNCIAR A ÉL, SOLO QUISO RENUNCIAR AL EJERCICIO ACTIVO DE ÉSTE QUE, SEGÚN SU DECRETO, DERIVA DEL OBISPADO DE ROMA. Es la primera vez en la historia en que un Papa hizo una distinción entre ambos ministerios. Algo parecido a lo que sucede en España y en otros países donde existe un rey, que lleva el cargo del soberano, y el primer ministro, que lleva el cargo de la administración del Estado.

Por otro lado, es evidente que la Sede vacante no se da sino hasta ahora que el Papa Benedicto XVI ha muerto, pues el Código de Derecho Canónico No. 412 señala que solo existe cuando un obispo sufre "cautiverio, relegación, destierro o incapacidad". Ninguna de esas causas fueron las que obligaron a BXVI a auto exiliarse. Adicionalmente, en una carta personal enviada al cardenal Walter Brandmüller, el Papa BXVI aceptó que el status de Papa "Emérito" no existe en el Derecho Canónico: según los Decretos papales anteriores debió haber vuelto a ser cardenal (como en el caso de la renuncia del Papa Gregorio XII quien volvió a ser cardenal Angelo Correr, o la renuncia del Papa Celestino V, quien volvió a ser el monje Pietro Murone).

Benedicto XVI dijo que inventó el status de “Emérito” y no observó lo establecido en los decretos establecidos por los anteriores Papas renunciantes (Gregorio XII y Celestino V) que establecen cómo debe ser la renuncia: haciendo a un lado todas las prerrogativas papales (seguir vestido de blanco, llamándose Papa, con el apelativo Su Santidad, con el nombre Benedicto XVI, con el anillo del pescador y permaneciendo en El Vaticano). Él no observó esas prescripciones, explica en su carta al cardenal Brandmüller, pues era "la única manera de mantenerme absolutamente inaccesible a los medios de comunicación".

Pero el Decretal de Bonifacio VIII es claro (in 6°, 1.1, T.7, cap. 1) De Renunciatione se lee: «renunciare valeat Papatui, eiusque oneri, et honori...". Es decir, se establece que debe renunciar explícitamente a su cargo y a todos sus honores.

Benedicto XVI tampoco usó la fórmula empleada para renunciar usada por el Papa Celestino V: «cedo Papatui, et expresse renuncio loco, et dignitati, oneri, et honori» («me retiro del Papado y, expresamente, renuncio al lugar y a sus dignidades, cargas y honores»).

Ahora que el Santo Padre Benedicto XVI ha muerto, entonces sí hay sede vacante, la Iglesia no tiene cabeza. Un pequeño grupo de obispos fieles al Evangelio, a la Tradición y al Magisterio auténtico tendrán que elegir a un Papa verdadero, un sucesor de Benedicto XVI, a fin de poner fin a la Sede vacante que hoy tenemos. Ya no volverá a haber otro cónclave como ahora lo conocemos. Hoy día, en varios idiomas y países se están llevando a cabo congresos de teólogos y canonistas acerca de esta cuestión, y todos coinciden en lo mismo: la renuncia del Papa Benedicto XVI fue inválida, y basta que un pequeño grupo de obispos pertenecientes a la verdadera Iglesia se reúnan para elegir un nuevo Vicario de Cristo.

En sí mismos, como lo vemos en la historia de la Iglesia, los cardenales no son necesarios para una elección. La figura de cardenal se creó en el siglo IV para que los obispos y sacerdotes que vivían en Roma ayudaran al Papa en sus distintas labores. Pero al inicio del cristianismo no eran los “electores”. Bastaba que se reuniera un grupo de obispos, incluso a veces solo un triunvirato de un arzobispo, un obispo y un sacerdote de prestigio doctrinal y moral, y entre esos tres elegían al Papa.

Y durante los dos mil años de la Iglesia se han elegido diversos Papas sin el consenso de todos los obispos o cardenales. Destaca el caso del Papa Honorio II. Se rodeó de un grupo de ocho obispos de prestigio doctrinal y moral a quienes nombró electores. Cuándo Honorio falleció, los obispos eligieron a Inocencio II. La facción contraria, que era mayoría, eligió al cardenal Pierleoni como Anacleto II, quien resultó ser, a pesar de eso, un antipapa. El cisma requirió varios años para resolverse.

...La inmensa mayoría consideran en este momento a Jorge Mario Bergoglio como un Papa válido, se reza por él en la Misa, si bien pocos lo leen. Pero la fe no es cuestión de estadísticas, de números o de mayoría democrática.

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P.S. Por cierto, el principio de derecho canónico "pacifica universalis ecclesiae adahesio", que algunos pretenden traducir en que, si la mayoría de la Iglesia aceptó a Bergoglio como verdadero Papa entonces sí lo es, no aplica en este caso, pues ese principio, aprobado por la Bula "Inter cultos" del Papa Martín V, presupone claramente que la elección del Papa haya sido válida, sin ninguna irregularidad canónica, cosa que en el caso de Francisco no se dio.

Pidamos mucho discernimiento al Espíritu Santo, pues la confusión y el cisma que se viene serán mayúsculos.

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