Calesita

viernes, 22 de junio de 2018

Doble lenguaje


Existe un lenguaje tramposo, pero elocuente y por medio de esta grandilocuencia se hace el hombre señor de sí mismo, ya no necesita de Dios.
Extermine el Señor todos los labios: los tramposos y la lengua jactanciosa.
Ellos han dicho: «Nuestra lengua engrandeceremos; nuestros labios son nuestros, ¿quién es Señor de nosotros? (Ps.11,3 y 4)
Este salmo pertenece según el redactor a la colección del Rey David y presenta el lenguaje visto desde la maldad del ser humano.
Pero no deja de alabar el lenguaje divino:
Las palabras del Señor son palabras sinceras, como plata limpia de escoria, refinada siete veces. (Ps. 11, 7)
Toda trampa se elabora con el lenguaje. Este pasa a ser camino para desviarse de Dios y elabora la autodeificación personal.
Raíz de los pensamientos es el corazón, y él hace brotar cuatro ramas: el bien y el mal, la vida y la muerte, y la que decide siempre en todo esto es la lengua. (Eclesiastés 37,17 y 18)
¿Fue el lenguaje del Vaticano II plata limpia de escoria, refinada siete veces? ¿Qué decidió la lengua en este Concilio?
EL LENGUAJE DEL VATICANO II
Con el Vaticano II se inauguró un nuevo lenguaje, donde con el mismo se dio inconscientemente razón a los pensadores de la modernidad, quienes afirman que el pensamiento es el lenguaje o el lenguaje es el pensamiento. Estamos en la inversión de esta cita del libro de Sirac: El lenguaje produce el pensamiento que se aloja en el corazón. Ya el pensamiento no nace del corazón sino del lenguaje.
Con este principio se abre la puerta para afirmar que las diferencias de pensamiento no son tales, sino que el problema radica en que no han encontrado un lenguaje que los unifique.
Esto termina con una consecuencia lógica, el Cordero puede hablar como serpiente o la serpiente bala: el lenguaje es uno en apariencia, pero las diferencias persisten o se profundizan aún más. Es el doble lenguaje del cual habla el Apocalipsis, donde el Cordero se expresa en el lenguaje serpentino (Cfr. 13,11).
¿Sucedió esto en el Vaticano II?
He aquí un ejemplo bien concreto en el Art. 21 de la Constitutio Sacrosanctum Concilium.
He aquí la bomba de tiempo, que el inocente Paulo VI firmó y posteriormente coaccionó a toda la Iglesia occidental para que acate sin chistar el invento de Bugnini, llamado “a similitud” del billete de un dólar, Novus Ordo (Missæ):
Polo a: Reformemos todo:
Para que en la sagrada Liturgia el pueblo cristiano obtenga con mayor seguridad gracias abundantes, la santa madre Iglesia desea proveer con solicitud a una reforma general de la misma Liturgia.
Comentario: Aquí el tema es la reforma general (generalem instaurationem) de la Liturgia. Concretamente se habla de la totalidad de la Liturgia.
Polo b: No reformemos nada:
...si es que en ellas (partes sujetas a cambio) se han introducido elementos que no responden bien a la naturaleza íntima de la misma Liturgia o han llegado a ser menos apropiados.
Comentario: Aquí el tema ya no es la totalidad de la Liturgia, sino partes de la misma y estas partes están absolutamente condicionadas con la filtración de elementos ajenos o inapropiados. Si son partes o elementos, ya no es la totalidad.
¿Por qué se contrapone totalidad a partes condicionadas? Porque el problema del Vaticano II no era una feroz división entre sus miembros, sino un problema de lenguaje que se debía solucionar. Y así los hombres pusieron en práctica este nuevo lenguaje, el de la unidad que borra la división.
Tramposa transición entre los dos polos:
Entre los dos polos, los redactores, para disimular el contraste existente entre la totalidad y las partes o elementos, escriben una transición que disimule esta contradicción. Este pasaje de un polo al otro, trabaja de causa, como si entre la totalidad y las partes no identificadas, existiese una causa que las unifica, de tal modo que la totalidad, ya no es total y las partes ya no son partes, sino algo total:
Porque la Liturgia consta de una parte que es inmutable por ser la institución divina, y de otras partes sujetas a cambio,
Evidentemente se juega maliciosamente con el significado de parte. Todos los términos son genéricos, sin recibir definición precisa. ¿Acaso las partes divinas y las partes humanas sujetas al cambio, no forman la totalidad? ¿Acaso los elementos que se filtraron en la Liturgia no son minúsculas partes? ¿O es que todo el rito está infiltrado? De esto no se dice nada en general, tan solo pasarán a indicar lo que se debe revisar.
Como se puede apreciar, los términos se contradicen.
La causa es objetable bajo estos puntos de vista:
1. No especifica qué partes pertenecen a la institución divina, ni mucho menos a las partes sujetas al cambio. Siempre es hermoso caminar a ciegas.
Esto sucede porque este lamentable Concilio no afirmó que la Liturgia es una columna de la Sagrada Tradición. Al faltar esta definición, o mejor dicho, es mejor que esta definición falte, caso contrario no se puede afirmar que existen vulgarmente partes divinas y más vulgarmente partes humanas que obligatoriamente deben cambiar.
Con esta definición se parte en dos la unidad de Jesucristo: en Dios por un lado y en hombre por otro.
2. Esta causa abarca a la totalidad de la Liturgia, ya no a las partes, pues la Liturgia no deja de ser una forma para poner en acto la institución divina.
3. Cincuenta años antes de la renuncia de Benedicto XVI quien separa materia y forma del papado, aceptando la primera y renunciando a la forma; luego de estos cincuenta años ya se separaba la Liturgia en materia y forma: la materia pasa a ser la Institución divina y la forma es lo que los hombres montaron llena de filtraciones humanas que pueden no responder a su esencia divina.
Por lo tanto, y es doloroso decirlo, ya no se trata de simples elementos inapropiados, sino de una forma inapropiada.
Las consecuencias fueron nefastas:
1. La Liturgia, con esta afirmación, ha dejado de ser un pilar de la Tradición, pues como vimos, se evitó dar este pronunciamiento en este descalabrado Concilio del papa Juan. ¿Puede poseer la Liturgia afiatada con el paso del tiempo, es decir, con la experiencia y la asistencia del Espíritu, pues es un pilar dentro de la Tradición, puede poseer elementos que no responden bien a la naturaleza íntima ...o han llegado a ser menos apropiados?
Esta afirmación se basaba en el aggiornamento pedido por Juan XXIII, y en el planteo. ¿Cómo aggiornamos la liturgia?
Esta afirmación también es de matriz luterana, quienes reformaron la Liturgia porque se introdujeron con el tiempo elementos que no responden bien a la naturaleza íntima.
Si la Liturgia es la Persona mística de Jesucristo, a partir de esto se rompió la unidad de su persona. Podemos decir que Cristo no ha resucitado.
2. La irrupción del dios tiempo. Medio siglo antes de la catástrofe de Bergoglio, aparece el dios historia solapado en el documento:
...(partes) que en el decurso del tiempo pueden o también deben variar,...
¿Por qué se separa pueden (possunt) de deben (debent)? Esta es otra evidencia de la unidad del lenguaje y de la diferencia de pensamiento. Si deben no es necesario decir que pueden.
Este debent es impuesto por el tiempo, es decir por el dios historia de Bergoglio. Si no existiera el tiempo no existiría ni el debent ni el possunt.
¿Cómo explicamos ahora el regreso triunfal al rito tridentino? El tiempo ha pasado desde este lenguaje bipolar, y el mismo tiempo demuestra que los católicos regresan a las partes que según los reformistas debían variar.
El caso es, que como no se puede explicar este retorno, tachado de vulgar moda por Bergoglio, quien como el Padre eterno todo lo sabe, se agudiza la coerción ejercida por Pablo VI, transformándose ahora en una persecución despiadada. Es que el rito del masón Bugnini al que Paulo VI obligó, está herido de muerte, y combate con sus últimas fuerzas para no fenecer. Esta es la explicación coherente de la saña de Bergoglio con quienes ejecutan el rito tridentino.
¿Podemos decir con este artículo básico de la Constitutio Sacrosanctum Concilium que este lenguaje posee palabras sinceras, como plata limpia de escoria y refinada siete veces?
Cuando el lenguaje se seculariza se hace de la tierra y podemos hallar cumplida en la Liturgia la profecía del Apocalipsis:
Vi después otra bestia que subía de la tierra, y que tenía dos cuernos, semejantes a los del Cordero, mas su lenguaje era como el del dragón. (13,11)



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