En
estos días parece que la Revolución Vaticana, entra en su etapa
crucial. Las decisiones por tomarse son para ella altamente
trascendentes.
Estos
revolucionarios han demostrado que solo se les sirve en la mesa vino
nuevo, y rechazan el vino añejo porque es retrógrado e involutivo.
Comencemos
por el vino de la Amazonia. Estamos en una región considerada
por Bergoglio, como periferia. Todas las periferias son para esta
revolución lugares de experimentación, de cambio y de evolución.
Lugares donde crece una cepa novedosa.
Decía
Bergoglio al CELAM en Río de Janeiro, allá por julio de 2013:
La
Misión Continental se proyecta en dos dimensiones: programática y
paradigmática. La misión programática, como su nombre lo indica,
consiste en la realización de actos de índole misionera. La misión
paradigmática, en cambio, implica poner en clave misionera la
actividad habitual de las Iglesias particulares. Evidentemente aquí
se da, como consecuencia, toda una dinámica de reforma de las
estructuras eclesiales. El "cambio de estructuras" (de
caducas a nuevas) no es fruto de un estudio de organización de la
planta funcional eclesiástica, de lo cual resultaría una
reorganización estática, sino que es consecuencia de la dinámica
de la misión. Lo que hace caer las estructuras caducas, lo que lleva
a cambiar los corazones de los cristianos, es precisamente la
misionariedad. De aquí la importancia de la misión paradigmática.
Lo
que veremos en el Amazonia es la aplicación práctica de este
criterio, del cual se deduce explícitamente los siguientes
puntos básicos:
1.
La Iglesia adolece de una estructura eficiente para ocuparse de
las periferias.
2.
Lo que no se dice, pero resulta evidente, es que las reformas del
Vaticano II son una antigualla. Peor aún es el regreso al pasado
anterior al Vaticano II, sobre lo cual afirma:
La
propuesta pelagiana. Aparece fundamentalmente bajo la forma de
restauracionismo. Ante los males de la Iglesia se busca una solución
sólo en la disciplina, en la restauración de conductas y formas
superadas que, incluso culturalmente, no tienen capacidad
significativa. En América Latina suele darse en pequeños grupos, en
algunas nuevas Congregaciones Religiosas, en tendencias a la
"seguridad" doctrinal o disciplinaria. Fundamentalmente
es estática, si bien puede prometerse una dinámica hacia
adentro: involuciona. Busca "recuperar" el pasado perdido.
3.
El Concilio Vaticano II forma parte de su
vino viejo; lo que busca Bergoglio es el vino nuevo que solo se
encuentra en el nuevo paradigma del poliedro.
4.
Todas las reformas que se siguen, son invención pura, o
acomodamiento a las estructuras del mundo, pues la mal llamada
“cultura” para su ideología, posee un ritmo propio, donde
late su dios evolutivo, el cual es una metamorfosis del Espíritu
Santo. Por eso decía:
Si
nos mantenemos solamente en los parámetros de "la cultura de
siempre", en el fondo una cultura de base rural, el resultado
terminará anulando la fuerza del Espíritu Santo. Dios está en
todas partes: hay que saber descubrirlo para poder anunciarlo en el
idioma de esa cultura; y cada realidad, cada idioma, tiene un ritmo
diverso.
Las
consecuencias de esta ideología, son aterradoras. ¿Sacerdotes
casados? ¿Diaconisas? ¿Sacerdotisas? Todo es posible, pues la
ideología evolucionista adolece de todo elemento de contención.
Mientras
tanto los revolucionarios se frotan las manos esperando la
ocasión para hacer dos cosas que ya saben que siempre salen bien:
1.
Imponer férreamente sus cambios utópicos contra viento y marea,
como ya vimos que se hizo luego del Vaticano II. La historia en este
caso puede repetirse.
2.
Capacitar las nuevas generaciones para que produzcan en todo el orbe
los cambios diagramados y pisen el vino nuevo, tal como hicieron
con el rito de la comunión en la mano. Otra historia que puede
repetirse.
El
vino bergogliano está en plena efervescencia.
Esta
ideología, explica las alabanzas de Bergoglio a Gustavo Gutiérrez
inventor de un vino nuevo, llamado Teología de la Liberación, este
se sirve en botellas fabricadas por los dominicos: vino que se bebe
en ciertos seminarios, donde los seminaristas no pueden cotejar con
otros sabores. La felicitación de Bergoglio para el anciano
Gustavito es calurosa, pues este producto es una...
...contribución
a la Iglesia y a la humanidad.
Por
otro lado, el gran reformador, se contuvo de aprobar la comunión a
los protestantes. Algo que le ganó la ira del rico episcopado
teutón.
Estos
ricachones tienen razón. ¿Por qué se los debe comprimir en
algo que hicieron siguiendo las normas bergoglianas? Comprobaron que
las reformas del Vaticano II son un vino viejo, y desde el corazón
de su cultura basada en los iconoclastas protestantes, oyeron al dios
evolutivo de Hegel, que les proponía comulgar a los luteranos. Era
el vino nuevo, que Bergoglio les aguó.
Ahora
este cisma puede ser peligroso para la vida de Bergoglio, no para la
Iglesia, pues hace tiempo que los obesos ricachones de Alemania están
afuera de toda ortodoxia. Y se pueden decir entre ellos:
– ¿Pues
para qué lo elegimos papa gastando tanto dinero de las arcas, si luego
nos hace dar marcha atrás en una reforma ya consolidada?
Si
tomamos en cuenta los dichos de Benedicto XVI sobre este tema,
podrían decir también:
– Con
Ratzinger esto no hubiese pasado.
Y
como dice una novela siciliana, para mantener todo como está, algo
tiene que cambiar. Y así es en la desacreditada iglesia chilena.
El vino chileno, es de los mejores. Con aroma a ritos incaicos y araucanos y un
sabor especial a pedofilia.
Si
algo debe cambiar, cambiemos a Barros y dos más y seguimos adelante
como siempre. El vino no deja de ser bueno, y sobretodo, es nuevo.
Por mi
parte prefiero los vinos añejos, y cuanto más viejo, tanto mejor.
Tienen más cuerpo y mejor gusto y son vinos que proceden de una vid,
donde su dueño no es Bergoglio sino Jesucristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario