Calesita

martes, 12 de junio de 2018

Vino viejo, vino nuevo


En estos días parece que la Revolución Vaticana, entra en su etapa crucial. Las decisiones por tomarse son para ella altamente trascendentes.
Estos revolucionarios han demostrado que solo se les sirve en la mesa vino nuevo, y rechazan el vino añejo porque es retrógrado e involutivo.
Comencemos por el vino de la Amazonia. Estamos en una región considerada por Bergoglio, como periferia. Todas las periferias son para esta revolución lugares de experimentación, de cambio y de evolución. Lugares donde crece una cepa novedosa.
Decía Bergoglio al CELAM en Río de Janeiro, allá por julio de 2013:
La Misión Continental se proyecta en dos dimensiones: programática y paradigmática. La misión programática, como su nombre lo indica, consiste en la realización de actos de índole misionera. La misión paradigmática, en cambio, implica poner en clave misionera la actividad habitual de las Iglesias particulares. Evidentemente aquí se da, como consecuencia, toda una dinámica de reforma de las estructuras eclesiales. El "cambio de estructuras" (de caducas a nuevas) no es fruto de un estudio de organización de la planta funcional eclesiástica, de lo cual resultaría una reorganización estática, sino que es consecuencia de la dinámica de la misión. Lo que hace caer las estructuras caducas, lo que lleva a cambiar los corazones de los cristianos, es precisamente la misionariedad. De aquí la importancia de la misión paradigmática.
Lo que veremos en el Amazonia es la aplicación práctica de este criterio, del cual se deduce explícitamente los siguientes puntos básicos:
1. La Iglesia adolece de una estructura eficiente para ocuparse de las periferias.
2. Lo que no se dice, pero resulta evidente, es que las reformas del Vaticano II son una antigualla. Peor aún es el regreso al pasado anterior al Vaticano II, sobre lo cual afirma:
La propuesta pelagiana. Aparece fundamentalmente bajo la forma de restauracionismo. Ante los males de la Iglesia se busca una solución sólo en la disciplina, en la restauración de conductas y formas superadas que, incluso culturalmente, no tienen capacidad significativa. En América Latina suele darse en pequeños grupos, en algunas nuevas Congregaciones Religiosas, en tendencias a la "seguridad" doctrinal o disciplinaria. Fundamentalmente es estática, si bien puede prometerse una dinámica hacia adentro: involuciona. Busca "recuperar" el pasado perdido.
3. El Concilio Vaticano II forma parte de su vino viejo; lo que busca Bergoglio es el vino nuevo que solo se encuentra en el nuevo paradigma del poliedro.
4. Todas las reformas que se siguen, son invención pura, o acomodamiento a las estructuras del mundo, pues la mal llamada “cultura” para su ideología, posee un ritmo propio, donde late su dios evolutivo, el cual es una metamorfosis del Espíritu Santo. Por eso decía:
Si nos mantenemos solamente en los parámetros de "la cultura de siempre", en el fondo una cultura de base rural, el resultado terminará anulando la fuerza del Espíritu Santo. Dios está en todas partes: hay que saber descubrirlo para poder anunciarlo en el idioma de esa cultura; y cada realidad, cada idioma, tiene un ritmo diverso.
Las consecuencias de esta ideología, son aterradoras. ¿Sacerdotes casados? ¿Diaconisas? ¿Sacerdotisas? Todo es posible, pues la ideología evolucionista adolece de todo elemento de contención.
Mientras tanto los revolucionarios se frotan las manos esperando la ocasión para hacer dos cosas que ya saben que siempre salen bien:
1. Imponer férreamente sus cambios utópicos contra viento y marea, como ya vimos que se hizo luego del Vaticano II. La historia en este caso puede repetirse.
2. Capacitar las nuevas generaciones para que produzcan en todo el orbe los cambios diagramados y pisen el vino nuevo, tal como hicieron con el rito de la comunión en la mano. Otra historia que puede repetirse.
El vino bergogliano está en plena efervescencia.
Esta ideología, explica las alabanzas de Bergoglio a Gustavo Gutiérrez inventor de un vino nuevo, llamado Teología de la Liberación, este se sirve en botellas fabricadas por los dominicos: vino que se bebe en ciertos seminarios, donde los seminaristas no pueden cotejar con otros sabores. La felicitación de Bergoglio para el anciano Gustavito es calurosa, pues este producto es una...
...contribución a la Iglesia y a la humanidad.
Por otro lado, el gran reformador, se contuvo de aprobar la comunión a los protestantes. Algo que le ganó la ira del rico episcopado teutón.
Estos ricachones tienen razón. ¿Por qué se los debe comprimir en algo que hicieron siguiendo las normas bergoglianas? Comprobaron que las reformas del Vaticano II son un vino viejo, y desde el corazón de su cultura basada en los iconoclastas protestantes, oyeron al dios evolutivo de Hegel, que les proponía comulgar a los luteranos. Era el vino nuevo, que Bergoglio les aguó.
Ahora este cisma puede ser peligroso para la vida de Bergoglio, no para la Iglesia, pues hace tiempo que los obesos ricachones de Alemania están afuera de toda ortodoxia. Y se pueden decir entre ellos:
¿Pues para qué lo elegimos papa gastando tanto dinero de las arcas, si luego nos hace dar marcha atrás en una reforma ya consolidada?
Si tomamos en cuenta los dichos de Benedicto XVI sobre este tema, podrían decir también:
Con Ratzinger esto no hubiese pasado.
Y como dice una novela siciliana, para mantener todo como está, algo tiene que cambiar. Y así es en la desacreditada iglesia chilena. El vino chileno, es de los mejores. Con aroma a ritos incaicos y araucanos y un sabor especial a pedofilia.
Si algo debe cambiar, cambiemos a Barros y dos más y seguimos adelante como siempre. El vino no deja de ser bueno, y sobretodo, es nuevo.
Por mi parte prefiero los vinos añejos, y cuanto más viejo, tanto mejor. Tienen más cuerpo y mejor gusto y son vinos que proceden de una vid, donde su dueño no es Bergoglio sino Jesucristo.



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