Calesita

sábado, 9 de junio de 2018

Los adoquines del lenguaje modernista


Para Wittgenstein el lenguaje era un juego, pero existen juegos peligrosos y hasta mortíferos, el lenguaje de la Liturgia es uno.
El lenguaje no es el ser, sino una expresión del mismo. El primer problema es que los modernistas confunden el lenguaje con el ser.
Escribía Juan Rubio, ex director de Vida Nueva:
¡Cuántas veces el problema es el lenguaje! Hay ocasiones en que la palabra corrompe el pensamiento. 1
Si Rubio seguía a Wittgenstein, debe reconocer que esto es un juego. La palabra no puede corromper el pensamiento ni siquiera como figura metafórica. La palabra es una expresión del pensamiento y si alguien cree que corrompe el pensamiento es porque se expresó mal o el auditorio no comprende el mensaje oral, pues adolece de cierto contexto. Concretamente, si intervengo en un simposio médico, por lógica no comprenderé las exposiciones, porque no es mi contexto. Así como los médicos no pueden entender una exposición en un simposio filosófico, están fuera de ese contexto.
Según Wittgenstein el significado es el uso.
De este lenguaje supuestamente corrupto, pasa Rubio a criticar el lenguaje presente:
Hablamos un lenguaje tan cartesiano y atado al duro banco de la escolástica aprendida, que a la gente le cuesta trabajo entendernos. 2
Francamente a mí me cuesta entender a Rubio, porque si el lenguaje es cartesiano, entonces no es escolástico, excepto que escolástica sea lo que aprendió él en la escuela de Descartes. Caso contrario debo decir que Rubio algo ignora. Aquí estamos ante otro juego de Wittgenstein, mezclar con los labios embusteros de los que habla el Salmo 11, cartesianismo con escolástica.
Y pasa Rubio a los ejemplos de este juego o entuerto:
Hay palabras en la liturgia y en la predicación que son como adoquines en la calle, estorbos para caminar, cuando lo que debe de ser es el mejor vestido del pensamiento. 3
Otro juego de Wittgenstein. Una cosa es el lenguaje de la liturgia y otra cosa es el lenguaje de la predicación.
Si Rubio pretende que la Liturgia descienda hasta el lenguaje en uso, alguien le debe explicar, que esto jamás fue así. En los orígenes del cristianismo, en Roma se hablaba griego y latín. La lengua cultural era el griego, y la Liturgia era en griego. Cuando el griego dejó de usarse, en Roma se hablaba dos clases de latín, el clásico y el de la gente simple, usado por la milicia y el comercio, era el latín vulgar. La Liturgia se hacía en el latín clásico: aquel que seguía las reglas gramaticales de los grandes escritores. La Liturgia no descendía al uso corriente. Cuando diversos pueblos ocuparon regiones del Imperio Romano, se hablaba una lengua romance, pero la Liturgia perduró con el latín clásico.
Si la liturgia presenta adoquines, es porque los prelados son adoquines, incapaces de enseñar.
Y los prelados predican adoquines, lo cual es cierto en muchos de ellos, y lo he comprobado. Pero dicen adoquines, porque les falta capacidad y preparación. ¿Quién de estos tomó clases de oratoria? Otro hermoso juego de Wittgenstein.
Y se engola Rubio afirmando:
Pero abunda el empeño de un lenguaje engolado, con acento de bóveda y que echa para atrás como olor fétido. 4
Aquí por fin entendemos lo del lenguaje que corrompe el pensamiento. Algo insólito. Mas allá de sus metáforas, el pensamiento de Rubio es realmente fétido, y Rubio predica desde su bóveda, no como yo, que no predico y solo hablo desde el llano de la calle.
Esta crítica de Rubio, se cura no cambiando el lenguaje, sino capacitando al que habla y al que escucha. Es triste ver como Rubio iguala hacia abajo, hacia el fango, hacia lo fétido. Es lo que oímos en ciertas diócesis de Buenos Aires, donde al fiel se le da el trato de usted, pero en la Liturgia al Dios Padre se da el tratamiento de vos, pero el vos del voseo rioplatense: como por ejemplo:
- ¡Qué bueno sos  Padre Dios!
Así oímos a Bergoglio hablar como jesuita ignorante: "Dejáte sorprender." O sus nuevos verbos: "Dios te misericordea". O como escribó en Gaudete et Exsultate: "Se trata de ofrecernos a él que nos primerea"... (56), y nuevamente vuelve a sacarle brillo a esta joya del lenguaje: "Jesús nos primerea en el corazón de aquel hermano"...(135)

Y remata su corrupto pensamiento el sesudo Rubio, pasado a limgüista:
Los límites del lenguaje son los límites del mundo, que dijera Wittgenstein. 5
Por supuesto aquí se habla del lenguaje secularizado y ateo; pues el lenguaje católico es el Logos divino, palabra del Padre transmitida por su Hijo encarnado. Aquí radica la diferencia entre el lenguaje de los adoquines del secularismo moderno y el lenguaje divino, usado en la Liturgia, cuyo límite es el Logos, Hijo único del Padre.

1 http://www.vidanuevadigital.com/archivo/pentecostes-el-lenguaje-va-mas-alla-de-las-palabras-juan-rubio/
2 Ibídem.
3 Ibídem.
4 Ibídem.
5 Ibídem.

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