Calesita

martes, 6 de marzo de 2018

Al corazón de Ratzinger. Al corazón del mundo. (2)

Joseph Ratzinger, con Hans Maier, ministro de Educación de Baviera, y el abad Augustin Mayer, futuro cardenal, tomando café durante el Sínodo de Würzburg, en 1971 

En nuestra primera parte meditamos sobre la crítica de Enrico Radaelli a los escritos del joven Ratzinger, hoy detallaremos algunos abruptos del futuro Benedicto XVI durante esos felices años de primavera ingenua, siguiendo La nota al margen del ensayo 1.
Radaelli observa otras grietas entre el joven Ratzinger y el evangelio. Ellas son:
a. Negación del concepto de redención de la naturaleza humana, por ello nos dice:
...la redención como "reparación de la” «ofensa infinita hecha a Dios» es solo una doctrina medieval: una doctrina que se debe, según él, solo a un obispo, por más santo que sea, pero él nunca revela esto, el obispo Anselmo de Aosta, cuya «férrea lógica» sigue siendo «apenas aceptable para el hombre moderno», de este modo mantiene inalterado el pensamiento formulado cincuenta años antes en Introducción al cristianismo, por lo que esta «nos parece como un cruel mecanismo para nosotros cada vez más inaceptable». ( Introducción al cristianismo, página 221).
Para ilustrar al lego en la materia, este párrafo se hace necesario dar ciertas explicaciones.
1. La feroz inculturación: Estamos en la primavera ingenua del 60, donde estos teóricos, como Ratzinger, buscaron dar un pensamiento cristiano poniéndose a la par del hombre moderno, es decir, dentro de sus categorías mentales. En este ámbito observa Ratzinger la gran dificultad de transmitir el concepto de redención en las formas mentales de la modernidad.
Sucede que ya no existen sacrificios ni holocaustos, entonces estos teóricos, buscaron llegar al misterio de la redención por otro camino sin encontrarlo. Aquí realmente minimizan la capacidad arqueológica del hombre moderno y su gusto por el hallazgo antiguo; por consiguiente, para explicar este tema no era necesario costear una expedición, abrir túneles ni profanar tumbas, bastaba con leer el primer libro de la Ilíada de Homero, en los escasos versos (446 al 474) que narran un sacrificio expiatorio, el cual remata con la comida de los oferentes, la cual puede ser imagen pagana de nuestra comunión.
2. Con el tiempo Ratzinger, ya siendo Benedicto XVI comprenderá por experiencia la dificultad o imposibilidad de tal empresa. Señalará las dificultades que él mismo encontró, de allí que dirá:
Teniendo en cuenta el encuentro entre múltiples culturas, se suele decir hoy que la síntesis con el helenismo en la Iglesia antigua fue una primera inculturación, que no debería ser vinculante para las demás culturas. Éstas deberían tener derecho a volver atrás, hasta el momento previo a dicha inculturación, para descubrir el mensaje puro del Nuevo Testamento e inculturarlo de nuevo en sus ambientes respectivos. Esta tesis no es simplemente falsa, sino también rudimentaria e imprecisa.2
3. En esta situación, Ratzinger se halló ante la gran dificultad de “inculturar” el concepto de redención, lo vio difícil, y ante la dificultad, al parecer en dicho tiempo prefirió descartarlo, opinión que según Radaelli mantuvo siempre.
4. San Anselmo de Canterbury, (1033-1109), autor del Proslogion, es uno de los más grandes doctores de la Iglesia, para quien la filosofía era una consecuencia exigida por la Fe: Creer para comprender para luego comprender lo que se creía; por tal motivo no anteponer la Fe en el pensamiento era presunción, pero no apelar a la fe era negligencia. Nótese la distancia entre San Anselmo y los protestantes de nuestros días que apelan a la Fe para detestar el pensamiento filosófico. Motivo por el cual, contrariando al joven Ratzinger, San Anselmo podrá ser difícil de comprender, pero nada más actual.
5. Aparece un cristianismo desmemoriado: Que el único que habló de redención como holocausto de Cristo al Padre por una ofensa infinita de la humanidad fue San Anselmo, es toda una simplificación de dicha era perteneciente a la primavera ingenua del 60. San Andrés de Creta (650-740) en el Gran Canon dice:
Contempla, alma mía, a Isaac ofrecido en holocausto, contempla al nuevo Isaac, atado al madero de la Cruz, nueva Víctima ofrecida en el misterio por el pecado del mundo. 3
Por ello Radaelli le recuerda que tal doctrina es un dogma fijado por el Concilio de Trento (Denz 1743 y 1753) y...
...que la Iglesia profesa la doctrina de la redención como Holocausto de Cristo para el Padre, y en el corazón de Ratzinger. En el corazón del mundo (§§ 40-3, pp. 155-72) se recorre toda la historia del dogma sobre el tema, lo cual exige que sea obedecido, aceptado, creído y celebrado aquello que el profesor Ratzinger siempre ha rechazado.
***
b. No se da importancia a la hipóstasis personal.
Varios problemas se le plantean al joven Ratzinger, que desencadena su falta de percepción en la hipóstasis de la persona. Como muchos de esa primavera ingenua no enseñan las tres hipóstasis divinas. Esto redunda en menoscabo de la hipóstasis personal, pues el hombre es creado a imagen y semejanza divina.
1. Esto nos llevará al primer problema mal resuelto:
El profesor Ratzinger afirma: «Dios es y siempre será para el hombre el esencialmente invisible ... Dios es esencialmente invisible» (Introducción al cristianismo, página 42); y nuevamente: «en el Antiguo Testamento, esta afirmación de que" Dios no aparece ni se aparecerá nunca al hombre» adquiere un valor de principio: Dios no es solo el que está ahora fuera de nuestro campo de visión ...; no, él es, en cambio, quien está afuera por esencia [subraya el Autor], independientemente de todas las ampliaciones posibles y concebibles de nuestro campo de visión». (Introducción al cristianismo, pp. 42-3).
Como vemos se enseña un Dios sin hipóstasis personales, algo que Bergoglio llevará al podio de la insensatez, al afirmar que Dios no es católico. He aquí un hermoso atajo para negar en silencio las hipóstasis de Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Si el joven Ratzinger hubiese hablado del Dios Padre, esto es así. El Padre está en la nube divina, donde ni ojo vio, ni oído oyó, y como afirma Ratzinger, esto es así porque nadie conoce la esencia divina, tan solo conocemos su existencia.
Como dije, el problema se suscita cuando no se habla de las tres hipóstasis divinas. Los neomodernos huyen del tema porque creen que el hombre moderno es tonto, y no puede entender lo que se le enseña. Si se explicara bien el misterio trinitario, esta crítica estaría de más; pues al Hijo encarnado corresponde a lo que luego dice Radaelli:
Y San Pablo declara: «Él [el Cristo] es la imagen del Dios invisible» (II Cor 4,4, pero también en Col 1:15), y nuevamente: «Él [el Cristo] es el espejo de la gloria de Dios y el impresión de su sustancia» (Ebr 1,3),...
2. Ahora bien, que se pueda “ver” al Padre, por medio del Hijo, no es lo mismo que se “vea” directamente al Padre. Aquí falta en el joven Ratzinger la enseñanza de la Trinidad. Pero luego el autor ataca el punto crucial, el dios musulmán al que el joven Ratzinger encuentra como más factible para la compresión del hombre moderno. Así es, cincuenta años antes de la invasión musulmana sobre la Europa actual, el joven Ratzinger ya estaba mentalizado para ella. El dios musulmán está ideado para quienes no quieren pensar, de allí que en este punto islamismo, modernismo y bergoglianismo se tocan, pues están hechos para los que no piensan. Y es Radaelli quien acota:
...en cambio el profesor Ratzinger, [enseña] la muy falsa concepción musulmana – la visibilidad perfecta de Dios para los Bienaventurados, así llamados precisamente por el hecho que ellos gozan perfectamente de la visión divina (véase, en el corazón de Ratzinger. En el corazón del mundo, el § 18, pp 70-4).
De esta forma, el joven Ratzinger se contradice al afirmar la imposibilidad de ver la esencia divina por un lado, y la perfecta visión de los bienaventurados de dicha esencia por otro.
A este punto solo me resta preguntar: ¿Tan estúpido es el hombre moderno que no se le puede enseñar las propiedades de las personas divinas? Y aquí radica el gran problema de los neomodernos, como Bergoglio: no enseñan, ni son capaces de enseñar.
3. Lo mismo ocurre con la resurrección de los muertos, como diría Bergoglio por medio de terceros, la persona se autodestruye cuando no practica la caridad.
Es en el punto quinto, donde Radaelli observa contradicciones del joven Ratzinger frente al tema de la Resurrección:
El profesor Ratzinger sostiene que el hombre, en la beatitud del Paraíso, «vivirá en la memoria de Dios» (Introducción al cristianismo, p.343), y precisa que «Pablo enseña ... no la resurrección de los cuerpos (Körper), sino mas bien de las personas, y esto no en el retorno de los "cuerpos de carne", es decir, de las estructuras biológicas, que el indica explícitamente como imposible». (Introducción al cristianismo, p.347).
Para aclarar esto, podemos decir:
Primero, la característica de la hipóstasis personal es la imposibilidad absoluta de ser destruida, y esto es así, pues Dios Padre no improvisa, y lo que realizó a su imagen y semejanza, lo realizó para toda la eternidad. Bien quisiera el demonio poder destruirse, cosa que no puede hacer, pero él lo desea, pues de este modo señalaría el fracaso de la creación divina. Nuevamente el pensamiento del joven Ratzinger carece de las propiedades propias de la persona.
Segundo, es real lo que critica a continuación el autor, afirmando que el cuerpo resucitado de Jesucristo es perfectamente biológico al cuerpo encarnado en la concepción divina del seno de la siempre Virgen María. Sin embargo una cosa es el cuerpo resucitado de Jesucristo y otro el de los hombres resucitados.
Aquí es donde San Pablo afirma que los cuerpos de los resucitados serán semejantes al cuerpo de Jesucristo, no iguales:
Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde esperamos al Salvador y Señor Jesucristo, quien transformará nuestro cuerpo miserable, similar (συμμορφον) a su cuerpo glorioso, en virtud del poder que tiene para someter a sí todas las cosas. (Fil. 3, 20 y 21)
***
c. Destrucción del misterio de la encarnación del Verbo en el seno de la siempre Virgen María.
Así lo expone Radaelli en su síntesis crítica:
El profesor Ratzinger sostiene que «la doctrina de la divinidad de Jesús no sería afectada en el caso que Jesús hubiese nacido de un matrimonio humano» (Introducción al cristianismo, página 265), de hecho, en su opinión, la filiación divina de Jesús «no es un proceso ocurrido en el tiempo, sino mas bien en la eternidad de Dios» (Introducción al cristianismo, pp. 265-6).
Al respecto, no procederé a exponer la respuesta que Radaelli dará a este absurdo del joven Ratzinger, algo que dejo para el lector; pues si como joven era capaz de idear un absurdo tras otro, de anciano hará el absurdo más grande de su vida: separar al papado en dos hipóstasis distintas: una para la materia y otra para la forma.
En este aspecto de la encarnación, tan solo meditaré en estos puntos:
1. Estos años de primavera ingenua eran ferozmente seculares. El joven Ratzinger realiza un gran esfuerzo por secularizar la concepción divina en el seno de la Virgen María, quien en todo este análisis sale mal parada: sin virginidad de ningún tipo. Este proceso de secularización será llevado ya como anciano al papado; considerándolo en la práctica como un simple cargo ejecutivo, y por ende renunciará al mismo mostrando la soltura digna de un demente.
2. Esto sucede por tirar a la basura todo el pensamiento anterior y pretender arrancar tamquam tabula rasa. Aplicando a grandes rasgos el pensamiento de San Buenaventura, una cosa es la idea o exemplar del Padre sobre la concepción de Jesucristo, y otra el ars de su realización por medio del Espíritu Santo; algo que el joven Ratzinger no expone ni enseña. El exemplar es eterno, el ars es temporal.
3. Sucede que el hombre moderno está cansado de pensar, algo que el joven Ratzinger percibe, ergo hagamos lo de Edward Schillebeeckx de esos años de la ingenuidad primaveral, demos a enseñar la doctrina lo más simple y concreto posible; pero acontece que las herejías son simples y absurdas simplificaciones del misterio, vicio en el cual cae el joven Ratzinger y cuando ya sea Papa, simplificará burdamente el papado.
***
Nada de lo que sucede hoy es casual. Se durmió mucho en la Iglesia y este despertar es traumático, pero altamente beneficioso; pues la Iglesia del mañana debe expulsar de su seno todos sus vicios, no solo los morales sino los doctrinarios que abrieron el camino para las monstruosidades morales que vemos hoy.


1http://enricomariaradaelli.it/emr/aureadomus/convivium/convivium_gesu_dice_bianco_ratzinger.html
2 http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2006/september/documents/hf_ben-xvi_spe_20060912_university-regensburg.html
3 Oda III, Sección IV, Martes.

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