Recordemos
cómo Jesús invitaba a sus discípulos a prestar atención a los
detalles. El pequeño detalle de que se estaba acabando el vino en
una fiesta. El pequeño detalle de que faltaba una oveja. El pequeño
detalle de la viuda que ofreció sus dos moneditas. El pequeño
detalle de tener aceite de repuesto para las lámparas por si el
novio se demora. El pequeño detalle de pedir a sus discípulos que
vieran cuántos panes tenían. El pequeño detalle de tener un
fueguito preparado y un pescado en la parrilla mientras esperaba a
los discípulos de madrugada. (Gaudete et exsultate. 144)
El
pequeño detalle de no arrodillarse ante el Santísimo Sacramento.
El
pequeño detalle de arrodillarse ante los pastores pentecostales.
El
pequeño detalle de reivindicar al monje rebelde Lutero.
El
pequeño detalle de una simple nota en los Amores de Leticia.
El
pequeño detalle de una pintura gnóstica en el Vaticano.
El
pequeño detalle de no responder los dubia.
El
pequeño detalle de ignorar las acusaciones de herejía en su contra.
El
pequeño detalle de mandar decir que el infierno no existe.
El
pequeño detalle que demuele las órdenes tradicionales, resurgidas
con vigor dentro de la Iglesia.
Un
“papado” hecho todo... de pequeños detalles...
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