Calesita

lunes, 2 de abril de 2018

Doctrina en movimiento



La doctrina católica tiene “olor a naftalina”, insinuó el genio pragmático de Bergoglio, por lo tanto se impone tirar de vez en cuando una piedra al avispero dogmático, para generar un movimiento dialéctico.
El mensaje de la iglesia que evoluciona, pintado desde esta modernidad, debe verse oscuro y confuso como esta pintura de la época futurista de Carrà en 1913.
¿Tirar piedras a la doctrina genera confusión? Excelente. Es que el avispero debe estar en constante agitación, caso contrario ni evoluciona, ni es avispero para el caminante de este siglo.
¿Bergoglio no fue elevado a la silla ocupada de Pedro, por ese conjunto de cardenales ingenuos? ¿Y para qué lo elevaron? ¿No fue para poner la Iglesia en movimiento? Entonces no lloren. Aquí está el movimiento que querían, el movimiento dialéctico. ¿Qué otro movimiento esperaban de un hereje? Bergoglio siempre cumple.
Dado los acontecimientos, los revolucionarios vaticanos desnudaron otra táctica. Bergoglio como un “eterno Padre” vive en las sombras del papado jesuítico y elabora la nueva doctrina futurista, y esta no tiene olor a naftalina. ¿Pero quien la predica? ¿El durmiente avispero de la Iglesia? Se debe buscar un elemento personal que lance de vez en cuando la piedra contra esta quietud estática, sin dinamismo, anclada en el muelle de la historia y atrasada como “doscientos años”. El periodista Scalfari, se ha presentado como el “hijo” predilecto del “padre” Bergoglio, y cada tanto lanza un cascote.
¿Cómo es este proyectil? Vayamos a su constitución física:
No serán castigadas ... (las almas) que no se arrepienten y por esto no pueden ser perdonadas, desaparecen. No existe un infierno, existe la desaparición de las almas pecadoras.
Arrojada la piedra, todo el estático avispero entra en un gigantesco revuelo. ¿Quién tiró la piedra, Bergoglio o el barbudo Scalfari? Mientras el vocero vaticano, como siempre afirma no saber nada, los sesudos revolucionarios no dan importancia al cascotazo (después de todo, ¡es tan necesario!), ¿y quien no tiró una piedra alguna vez? Cuando todo se calme un poco, se coloca la piedra en el museo estático y viejo de los documentos oficiales, para que duerma el sueño eterno, no sin antes agregar un poco de naftalina entre los papeles.
Lo importante para el dialéctico Bergoglio es la unidad, la cual supera el conflicto del cascote arrojado a la doctrina. Por ello nada más dañino a su dialéctica que se quiebre esta falsa unidad, nada lo irrita más que le contesten y le reprochen. El pobre hombre vive sentado sobre un brasero, si bien simula astutamente no enterarse de nada. Lo hace por "motivos higiénicos" de su “yo” oculto.
¡Ay cardenales!, si aún les queda un poco de dignidad, depongan de una buena vez a este hereje. ¿O acaso, son tan inoperantes, que ni para esto sirven?



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