por Tony Velázquez Ruiz
En política es frecuente el uso de concesiones entre las partes. Lo que aquí nos preguntamos, es ¿hasta dónde pueden hacerse concesiones políticas dentro del papado?
Toda concesión implica un reconocimiento a lo que se concede. Hablamos de políticos de ética correcta o justa. Un político corrupto, la usará como máscara para pasar situaciones de simple coyuntura y borrar con el codo lo que escribió con la mano.
Con este principio, no pueden hacerse concesiones políticas dentro del papado, que vayan contra la doctrina de Jesucristo.
Con la muerte de Paco, el impostor, la iglesia sale de una situación donde la Verdad no solo se vio altamente comprometida, sino sobretodo negada. El gran impostor, fue un hereje, hecho y derecho. Se sintió siempre más cómodo en el Reino de las Tinieblas, que en el Reino de la Luz.
Sin lugar a dudas, Bob Prevost Martínez, fue un hábil político. Cualidad de la que careció Tagle y hasta el mismo Pietr0 Parolin, a pesar de toda su astucia y secretismo. Bob fue cauto y silencioso. Avanzó como una víbora entre los pantanos de Nueva Orleans, mientras PP (Pietr0 Parolin), el “papa sustituto”, se quemaba políticamente, ya sea con su pacto chino (cuyas cláusulas son secretas, porque no se pueden decir), ya sea con sus turbios negocios en Londres, de los cuales no podrá despegarse tan fácilmente.
¿Dónde leemos la política implementada por Bob?
Todos los cardenales ingresaron a la Capilla Sixtina para el Consistorio, cantando el Veni Creator, (himno ignoto para muchos cardenales, tanto, que hasta el mismo PP no lo pronuncia bien). Con él se pide la intervención del Espíritu Divino, algo muy apreciado, sobretodo por los románticos hegelianos.
Sin embargo, no se repara frente al fresco del juicio final de la Sixtina, juicio que para muchos cardenales, no sería más que otro mito.
En ese ámbito, mezcla de fe y mezcla de política, llega el momento de las negociaciones. Y cuando se negocia, (lo que el Impostor llamaba diálogo), se dan las concesiones.
Dicen fuentes inglesas, que PP lideraba hasta el mediodía del jueves, con una suma entre 45 y 55 votos; mientras Bob contaba entre 34 y 44 votos.
Este es el momento en que el astuto PP se percata que su cara no solo es avinagrada, sino que su alma tampoco es tan brillante. Acto seguido, se retira de la contienda dando a Bob todo su apoyo, no sin antes acordar con el silencioso Bob, cuya cara contrasta abruptamente con la de PP, y se presenta más potable a los ignotos cardenales.
Medios italianos, nos hablan de una reunión anterior al Cónclave entre Bob y Burker. ¿Qué acordaron secretamente?
Fue el apoyo de PP, lo que permitió a Bob superar la mayoría de dos tercios necesaria (89 votos), y fue elegido como papa. Aquí se plegaron cardenales moderados estadounidenses, sudamericanos y europeos.
¿Qué concesiones hizo Bob a PP?
Lo podemos deducir de su salida al balcón, diciendo sin ponerse colorado:
―¡Gracias Paco!.
Y luego la frutilla del postre:
―Tutti Frutti !!!
Todos en nuestra vida hemos hecho cambios. No existe edad para no cambiar. ¿Ha cambiado Bob? Todo parece indicar que lo ha hecho. El “hijo de San Agustín” puede convertirse en el hijo de Paco, pues se lo vio rezar frente su tumba.
¿Será así?
Pronto lo sabremos.
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