Retórica
de un Papa para sus papa-natas.
Ya es un clásico,
el discurso de Bergoglio sobre el proselitismo, y la nueva norma para
no ejercerlo.
El proselitismo se
origina en el prosélito.
El
prosélito es una institución que se toma del judaísmo del siglo
primero. Los hebreos lo llamaban ger (גר).
Fueron
los helenos quienes llamaron al ger (גר)
un prosélytos (προσήλυτος). El término griego se compone
de dos partes; προς que indica estar cerca de
alguien o estar al lado de alguien, es decir, estamos ante una
compañía; y ήλυτος que proviene del verbo έρχομαι que
significa venir o llegar.
En otras palabras,
el prosélito es el que ha llegado por su propia voluntad, y está
acompañado.
Como se puede ver,
el prosélito no es el resultado de estas causas:
1. De la persona
que fue movida solamente por la inteligencia, pues llegó movido
principalmente por su voluntad de llegar.
2. De una persona
que lo ha empujado a entrar, pues viene porque quiere venir.
3. De un accionar
simplemente humano, pues se estaría negando el acompañamiento de la
Gracia divina, que es en definitiva, la que lo mueve para llegar y
ser acompañado.
Por lo tanto el
prosélito es alguien que llega con dos acompañamientos, uno el de
la Gracia que le abrió el corazón y otro de aquel que lo instruye
para que la Gracia sea completa.
Sin embargo este
término con el andar de los hechos, fue reemplazado por otro. Los
prosélitos eran instruidos verbalmente, muchos no sabían leer ni
escribir. De allí que el que los instruía, hacía resonar su voz
para que se le escuchara, y quienes escuchaban eran los catekhúmenos,
o los κατηχούμενος quienes oían de viva voz. Este verbo
catekheo, κατηχέω, o retumbar con la voz, dará origen a la
palabra catequesis.
Como primera
conclusión, se hace necesario afirmar, que quien niega el
proselitismo, niega en primer lugar la Gracia divina y en segundo
lugar niega la instrucción de las enseñanzas evangélicas y en
tercer lugar niega el catecumenado y la catequesis.
Afirmar que se debe
transmitir el evangelio, y al mismo tiempo no hacer proselitismo, es
una afirmación que contradice el término prosélito, pues este
implica ser enseñado. Lo lógico sería afirmar que de ningún modo
se enseñe el evangelio, de esta manera no existiría proselitismo.
Sin embargo existe
algo más ilógico todavía, y es que cuando se afirma que no se debe
hacer proselitismo, se toma esta actividad como una causa, cuando en
realidad es una consecuencia.
A todo esto surge
otra cosa curiosa. Prosélytos (προσήλυτος), puede
significar una persona llegada recientemente del extranjero. Sería
el nombre helénico de un inmigrante. Por lo tanto cuando Bergoglio
habla maravillas de los inmigrantes musulmanes, aprueba tácitamente
al prosélito.
¿En qué quedamos? ¿Hacemos o no
hacemos prosélytos?
Bergoglio no le habla a los lógicos,
sino a los infantes que todavía toman leche, es decir a los que
papan natas. Yo estoy algo crecido, y la nata me cae mal.
Muchas veces me
pregunto, si los cardenales en el cónclave del 2013 nos dieron un
papa o un papanatas.
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