Calesita

martes, 21 de abril de 2020

Cuatro inculturadores

En uno de sus trasnochados sueños, el somnoliento Bergoglio, elevó a su madre, la Pachamama amazónica, como el eje de su personal inculturación. Es su jesuítico aporte para una iglesia en salida. Se sobreentiende que no es una salida de su cómoda Santa Marta, sino una salida del dogma católico, que significa universal.
En su nefasto 66 de su Querida Amazonia, nuestro hijo de Arrio, plantea la inculturación como una re-configuración de la identidad católica o universal. En otras palabras, abandonemos lo universal y vayamos a lo particular; abandonemos el continente y vayamos con bombos y platillos a una región, olvidémonos de todas las naciones y abracemos un río, quitémonos nuestras ropas y ceñidos con plumas y ramas pintémonos la cara conforme al majestuoso ideal paleolítico.
La originalidad
San Antonio (251-356), recluido en el desierto egipcio, no sabía leer ni escribir, pero todo el movimiento monacal se inicia con su ejemplo. Los primeros monjes eran campesinos, es decir, fue el movimiento de los labradores o «fellahin», muy distantes de la cultura. Hablaban copto y la cultura helénica les era ajena, pero no les era ajeno el cristianismo que habían abrazado.
Meditando el caso de San Antonio, resulta chocante vernos obligados a leer en el sueño del somnoliento Bergoglio:
...«una fe que no se haga cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida». (Querida Amazonia 89)
Ahora bien bergoglianos, ¿porqué no salen a decir que este movimiento de los «fellahin» con San Antonio como ejemplo, poseían una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida?
Un mundano en el desierto
San Antonio y Bergoglio difieren como el día y la oscura noche. De Antonio diría este nefasto cardenal, que es un autorreferente y que no sabe nada del protocolo de Mateo (21, 31-46), después de todo, tal vez nunca escuchó el pasaje, y leerlo era imposible, pues no sabía leer. No le dio en Alejandría baños a los pobres ni les repartió pizza en las iglesias.
San Antonio no fue idólatra, ignoramos si no tiró algún ídolo al Nilo, pero no adoró la diosa Isis, no se embarcó con el gnosticismo de su época, un gnosticismo muy diverso al que imagina el desopilante Bergoglio. Después de todo, el gnosticismo era la moda de las clases sabias y cultas. El catolicismo era en esos tiempos, la barbarie helénica. San Antonio no buscó los favores de los poderosos emperadores, ni se arrodilló ante Arrio para que lo bendijera. Como diría Bergoglio, no hacía más que mirarse el ombligo. Como podríamos añadir siguiendo los postulados bergoglianos; este eremita era un mundano que se alejó del mundo para vivir en el desierto según el mundo; pues a esta conclusión nos lleva el pensamiento de este contradictorio jesuita.
Tres inculturadores
Sin embargo, al norte de ese mismo Egipto sugieron los grandes inculturadores, como Clemente de Alejandría y Orígenes.
Para hacer más accesible el pensamiento inculturador de esos primeros siglos del cristianismo, podríamos añadir al primer cristiano filósofo: San Justino.
La diferencia existente entre los tres, es que San Justino mártir en el 165, opinaba que en la cultura filosófica de su tiempo, el neoplatonismo, se encontraban gérmenes inspirados en el Espíritu Santo, a los que llamó el logos spermatikós (λόγος σπερματικός).
En cambio Clemente de Alejandría (150-215) fue mucho más lejos, diciendo que existían dos Antiguos Testamentos, el hebreo por un lado y el de la filosofía griega por el otro.
Por su parte, nuestro tercer inculturador, Orígenes (184-253), debiendo costearse su vida y la de sus familiares, pues por cristianos, los romanos les habían quitado todos sus bienes, daba clases particulares de platonismo, tanto a cristianos como a paganos.
¿Qué diferencias hallamos entre el jesuita inculturador Bergoglio y esta tríada compuesta por San Justino, Clemente y Orígenes?
La idolatría
La mayor de las diferencias es, que mientras Bergoglio avaló la adoración de un ídolo y se sintió triste cuando se lo tiraron al Tíber, Justino sufrió martirio por no adorar los ídolos. Por su parte ni a Clemente, ni a Orígenes jamás se los acusó de idolatría.
Es que inculturación e idolatría no pueden comer de la misma mesa, como lo hizo escandalosamente Bergoglio; el mismo que no se arrodilla en funciones litúrgicas católicas, pero lo hace complaciente en las pentecostales.
Pachamama o Verdad
La segunda diferencia es que mientras para el pachamámico Bergoglio, la cultura amazónica paleolítica es un dios, para los tres inculturadores puede hallarse un destello del Espíritu divino. Dicho en otros términos, en la filosofía griega se hallaban verdades, mientras que la Pachamama es la Verdad.
Así lo expresaba Orígenes a un antiguo discípulo suyo:
«Ruégote que tomes de la filosofía griega aquellas cosas que puedan ser conocimientos comunes o educación preparatoria para el cristianismo, y de la geometría y astronomía lo que pueda ser útil para la exposición de la Sagrada Escritura, a fin de que lo que los discípulos de los filósofos dicen de la geometría y música, y gramática, y retórica, y astronomía, a saber, que son siervas de la filosofía, podamos decirlo nosotros de la filosofía misma en relación con el cristianismo» 1.
Cuando los tres inculturadores miraban la filosofía griega, no lo hacían para encarnarla en el cristianismo, sino para contemplar aspectos de la única Verdad que es Dios mismo.
Cultura contra filosofía
La tercera diferencia consiste en que los inculturadores hablaban de filosofía, no hablaban de helenismo, ni de cultura helénica; mientras el paleolítico Bergoglio habla de culturas, no de filosofías, a las cuales como buen ignorante, desconoce.
Redención y cultura
La cuarta diferencia consiste en que mientras para los tres inculturadores, Jesucristo era el redentor y el elevador de la humanidad caída; para Bergoglio, nieto de Luciano de Antioquía, el redentor y elevador es la cultura:
...la cultura «no es solamente sujeto de redención y elevación, ...». (Querida Amazonia 67)
Seguramente alguno saldrá como abogado defensor, a decir que el significado de redención no es absoluto sino limitado; pero cuando se calla, es porque se afirma. Es por esta razón que...
...la Iglesia no pretende negar la autonomía de la cultura. (Querida Amazonia 67)
Más claro imposible. La cultura es la que gobierna el mundo, no Jesucristo.
Cultura y Gracia
La Gracia es la Vida que proviene de Dios Padre y que por mediación de Jesucristo llegó a los apóstoles, para que estos la administren con los misterios, a todos los hombres de Fe. Entre Dios Padre y los creyentes, solo existe un mediador: Jesucristo. No como testifica el idólatra Bergoglio:
..la cultura «... puede también jugar un rol de mediación y de colaboración». (Querida Amazonia 67)
Encarnación y Cultura
Para los tres inculturadores, solo existía una encarnación, Jesucristo. Para Bergoglio, el hijo de Arrio y el nieto de Luciano de Antioquía, solo la cultura se encarna.
Por lo tanto esta formulación es herética, pues entre Dios Padre, que no se menciona, y los hombres, no media Jesucristo sino la cultura:
...«la gracia supone la cultura, y el don de Dios se encarna en la cultura de quien lo recibe». (Querida Amazonia 91)
Los peligros de la inculturación
Pero toda inculturación trae aparejado este problema, tal como lo refiere Quasten en su Patrología:
Sin embargo, Orígenes cometió el error de dejar que la filosofía de Platón influyera en su teología más de lo que él mismo sospechaba.2
Todos sus errores escatológicos nacen de su platonismo.
En este ámbito escatológico, no podemos diferenciar a Bergoglio de Orígenes, como no podemos diferenciar a Gregorio de Nisa (335-394) con este torpe jesuita de vanguardia.
Si Orígenes hablaba de la la preexistencia de las almas, y de la en la restauración universal al fin de los tiempos, o la apocatástasis donde hasta los demonios quedaban redimidos; Bergoglio, sotto voce, habla de la destrucción de las almas perversas y de una misericordia ajena a toda justicia.
Gregorio de Nisa fue más lejos que Orígenes, afirmando que la apocatástasis no sería...
...el fin del mundo, sino una fase transitoria, sólo una entre una ilimitada sucesión de mundos donde la apostasía y el retomo a Dios se van sucediendo una y otra vez. 3
Como dice Quasten:
Hay que decir simplemente que se equivocó al querer conquistar alturas de especulación donde pocos mortales osan poner sus pies. 4
Hoy, en este reinado absolutista de Bergoglio, podemos visualizar como lo hicimos en nuestra primera entrada, algo que nos recuerda el viejo platonismo, algo que nos recuerda a Orígenes y la concepción de los mundos de Gregorio de Nisa.
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1 Quasten. Patrología I, Pág. 355.
2 Ibídem.
3 Quasten. Patrología II, Pág. 323.
4 Ibídem. Pág, 324.

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