Calesita

martes, 17 de mayo de 2022

El rotundo fracaso de Curro I

 

Curro I 1, ascendió al supuesto trono de Pedro, con un evangelio personal, hecho de huidas hacia la periferia. Para Curro I, la llamada salida fue una virtud teologal plasmada en la moderna vida jesuítica, forjada sobre el yunque de Arrupe.

La aprendió cuando se apellidaba Bergoglio, y aún no era el Curro I. Se alistó con los delantales de la ex-calle Cangallo, donde en la actualidad reciben 1500 solicitudes de ingreso mensuales. Más periferia que esta, imposible.

Curro I, no era tonto y sabía que si quería ser alguien en este mundo, debía formar parte del séquito de los delantales. Y hacia allí fue, aunque sea por un delantal de la cocina de Doña Petrona.

Este cambio en su oscura vida, le abrió las puertas a los grandes triunfos personales. Obispo, Cardenal y al fin Papa.

Todo parecía irle bien a Curro I, hasta que muchos se percataron de la falsa renuncia de Benedicto XVI, la cual no sigue los estándares canónicos, por cuyo motivo, el papado de Curro I, pasó a ser un curro 2 de la mafia de San Galo.

Pero previo al curro papal, los delantales le abrieron las puertas al pentecostalismo, ante los cuales se arrodilló con la misma rodilla que hoy grita que le duele.

Luego rumbeó para la 13ª tribu, la de los jasídicos, ante los cuales prendió las velitas de janucá.

Pero si algo le faltaba a Curro I, era llegar al Amazonas. Así, como otro Francisco, pero no el de Curro, sino el de Orellana, se sintió el gran Adelantado de la cristiandad.

Emplumado de chamán, se adentró en la selva y al salir mareado de la misma, afirmó haber encontrado el Dorado. Con esta alegría, llevó a su dulce Pachamama hasta el mismísimo altar de San Pedro. Todo un hito en la cristiandad. Hasta Gonzalo Pizarro se hubiera caído de espaldas al comprobar su feroz osadía.

Se le debe tener comprensión, Curro I es un gran soñador. Así, luego de salir del Amazonas, se sintió como otro José, al que sus hermanos no comprendieron y malinterpretaron sus sueños. Por eso deja escrito en sus papeles, todo lo que soñó en sus noches de insomnio en la Santa Marta. Nada de realidades, simplemente sueños aburridos que a nadie le importan, excepto, claro está, para Artemidoro, el erudito del significado de los sueños. O también para una clerecía, que usa estola en público y delantal en privado.

Curro I y su ilustre Parolo Parolín, pactaron con los sucesores amarillos de Qin Shi Huang. ¿Qué pactaron? No te lo dicen, es un “secretum mehum mihi”, o digamos mas bien, un secretum para Curro, Parolo y sobre todo para los amarillos. Hoy los prelados vestidos de rojo, se percatan que fue una estafa amarilla. ¿Casualidad? En síntesis, otra derrota diplomática de Curro I. Todos afirman a ciencia cierta, que el pacto con los hijos de Qin Shi Huang, fue un curro del que no se sabe nada.

Curro I, se quiso hacer “el vivo” y enfrentó solito a la Pandemia. Tenía que producir un signo que lo alzara sobre la consideración de este mundo, cual otro Elías que anunciaba la sequía o bajaba fuego del cielo. Imposible, solo consiguió resquebrajar un crucifijo milagroso.

Pero a este nada le sale bien, le decía un delantal a otro, mientras bebían a escondidas en una confitería cuya cortina de cierre dejaba una abertura de 1,15 metros sobre el piso.

Nada le sale bien, excepto cuando destruye l0 que no le gusta.

Quiso darle el Réquiem al rito Tridentino. Tampoco le salió bien. Al poco tiempo tuvo que hacer excepciones. Peor fueron los monjes de Brignoles que sin miramientos le hicieron "pito catalán".

Debía al menos, tener un premio consuelo o un penal regalado por el árbitro en el último minuto. Vino la guerra ruso-ucraniana. Putin era su amigo. Solo faltaba patear el penal, y de este modo pidió paz. Como dijo el “voltagabbana” de Socci, nadie le hizo caso.

Todas desventuras, en medios de triunfos personales. Hoy la curra vida de Curro I, ya es un pasado que a nadie le importa, y todos indagan quien será su reemplazante. Es que al Curro I, le quedan pocos cartuchos para el disparo contra aves de plástico.

Los únicos que creen que todo le sale “al pelo”, son los del gallinero clerical argentino, que como no sale aún el sol, cacarean para apoyarlo, incluso hasta cuando los llevan a picotear, cruzando la alambrada del cementerio.

Es que, “sin mí nada podéis hacer.” (Jn. 15,5)

Tony Velázquez Ruiz

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1 Aféresis de Pacurro, diminutivo de Paco.

2 Según la RAE, en Argentina es trabajo falso.


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