Es el
sendero de la iglesia modernista, un acceso a lo fácil, complaciente
y ligero de formalidades; tan fácil, complaciente y ligero, que ya
no existen formas estables. Todo cambia, todo muta, todo se renueva
con una sola meta: no perturbar la disolución disparatada del mundo
circundante.
En
esto, Bergoglio es un campeón: con su misericordia desprovista de
penitencia, y si está desprovista de penitencia, el ayuno es un tema
tabú.
No
existen palabras de disculpa, en una iglesia que ha conservado solo
dos ayunos obligatorios.
No se
quiere ayunar, como no se quiere hacer penitencia. Por esto
presentamos una homilía de esta columna de la Iglesia: San Basilio
Magno, quien nos hablará del ayuno, con palabras y conceptos
desusados en nuestros días, pues como ya dije, el ayuno es para los
hombres de esta iglesia moderna, un tema tabú.
Como
la diferencia es notoria, nuestros neomodernos hablan de como ayunaba
una iglesia primitiva y como ayuna la iglesia moderna, si es que lo
que se hace hoy, se le puede llamar ayuno. En otras palabras, para
ellos existe un Jesucristo para la iglesia primitiva y un Jesucristo
para la iglesia actual; es decir, Cristo no es el mismo hoy del que
fue ayer. Cristo muta con el tiempo, o como razonan algunos:
evoluciona.
Fue
San Basilio obispo de Cesarea en el siglo IV, una de las cuatro
columnas de la iglesia oriental; defensor de la ortodoxia contra los
herejes de su tiempo. Dejamos esta homilía completa, pues los neomodernos solo leen algunas partes, parece
ser que se considera a los fieles, como incapaces e
incompetentes en comprender un texto del siglo IV.
Como
no participo de esta ideología moderna, y pienso en un católico
competente, dejo este hermoso texto para la meditación.
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