Una cosa son los bergoglianos, otra distinta los francisquistas. Los
bergoglianos son quienes avalan las reformas de Bergoglio y aplauden
no solo sus herejías sino también sus idolatrías.
Los francisquistas, son los que rechazan las herejías de Bergoglio
junto con sus idolatrías, pero siguen aceptándolo como “Papa”,
o como dicen ellos: “mi santo padre”.
Cuando salimos en 2013 a decir que Bergoglio no era Papa, nos
tildaron de locos. Hoy, como esta opinión se ha extendido, no solo
nos tratan con más respeto, sino que los mismos francisquistas se
retuercen, percatándose que han quedado en medio de una situación
histórica, la cual los deja en evidencia como necios.
Dejemos de lado las cantidades, pues la Verdad se impone de por sí,
no porque la voten o la sigan la mayoría de sacerdotes u obispos; la
Verdad siempre descansa en la mente divina, por consiguiente no muta,
ni cambia.
Veamos algunos argumentos de los francisquistas cuando sostienen que
el peronista Bergoglio es el “santo padre”; lo tomamos de este sitio:--->
¿Qué pasa cuando decimos que Benedicto no dejó de ser Papa?
Los problemas surgen, también, cuando se invoca la realidad de
estar atrapados entre la espada y la pared. Si se considera que
Benedicto sigue siendo el papa los efectos son catastróficos.
Lo que dijimos. Esta situación histórica los tiene atrapados, como
dice el autor entre la espada (o roca según el original inglés)
y la pared, y por primera vez
comienzan a percatarse de la magnitud de la crisis, en la que el
mismo Benedicto nos metió. Veamos cuales son los efectos
catastróficos:
Algunos son menos graves, si se puede considerar menos grave el
hecho de que el 99,9% de la Iglesia católica estaría siguiendo a un
antipapa.
A este párrafo le objetaría dos cosas.
Primero, ¿qué estadística
posee para afirmar que a Bergoglio lo sigue el 99,9 %?
Esto es una gigantesca tontería, pues si fuese así, ¿para qué se
toma el tiempo en escribir todo esto? No mintamos, ya saben ellos que
son muchos más y esto les duele, pero ¿realmente creen todavía que
nos pueden engañar como hacen los bergoglianos manjando números
falsos?
Segundo, si Benedicto es Papa,
Bergoglio es antipapa “sui generis”,
pues Benedicto le otorgó la autoridad del “ministerio” a la cual
renunció en su forma activa; pero no le otorgó el munus y se
reservó el ministerio pasivo. Esta distinción es crucial para
entender lo que sucede.
Me pregunto si estos son los que
dicen haber estudiado filosofía escolástica.
La verdad es que de nada les sirvió, pues no vemos que la apliquen y a decir verdad, no se les nota.
Bergoglio posee un cierto
ministerio, pero al no tener el munus, no posee el magisterio. He
aquí la distinción que se impone en el momento.
Bergoglio es el famoso "Obispo de Roma", tal como él mismo se
autocalificó al asumir. Obispo de Roma, stricte dictum sin trasladar dicho obispado al papado. Lo cual implica que no todos sus actos son
inválidos, sino aquellos que atañen al magisterio, sobretodo cuando
ingresan de lleno en la herejía e idolatría.
Esto invalida el párrafo siguiente:
Me refiero, sobre todo, a la desunión del Sagrado Sacrificio de
la misa. Si Benedicto sigue siendo el papa, el 99.9% de las misas
invocan a un antipapa en el Te igitur.
Esto es lo que se llama “cisma”, y avala lo que hemos dicho
siempre: esta es una iglesia dormida. Y sigue el exaltado
francisquista:
El Sacrificio de la Unidad sería ofrecido para nuestra propia
condena.
No existiría condena por tres motivos: Primero porque
existe una unidad “de ministerios” entre Benedicto y Bergoglio,
tal como lo reveló Gänswein. Es un ministerio extendido en dos
personas, una activa y otra pasiva. Es el consulado papal, donde se
distribuye lo que cada uno hace: uno dice que reza y el otro hace
“lío”.
En segundo lugar no existe condena,
porque tan solo estamos ante un problema del texto, el cual no se adapta a la situación presente.
En tercer lugar, porque
estamos ante una novedad surgida por un Papa que inventó el papado
emérito y ante el cual los francisquistas no reaccionan, actuando como autómatas sin darse cuenta de la situación. Quien no sabe lo que hace, no merece condena.
La idea del 99.9% de la Iglesia católica invocando a un antipapa
en la misa es inimaginable.
No es así. Esto no es inimaginable, sino novedoso y real, tan real
que no hace falta imaginarlo.
Los argumentos que le siguen son de orden estructural y
administrativo, dice el asustado francisquista inmerso en la realidad americana:
A este respecto, ¿es el obispo real de la diócesis el que es
nombrado en la misa? Si Benedicto sigue siendo el papa, el
nombramiento de obispos por parte de Francisco es nulo. ¿Sigue
siendo el cardenal Donald Wuerl arzobispo de Washington? Apuesto a
que le gustaría. ¿Sigue siendo el cardenal (presumiblemente
no-cardenal) Blase Cupich el obispo, en una posición precaria, de
Spokane, y sigue estando vacante la archidiócesis de Chicago? Muchas
diócesis tendrían a un pseudopastor como su máxima autoridad.
Aquí nos encontramos con parte de verdad y parte de lógica imbuida
por el terror. Como dijimos, no todos los actos bergoglianos son
inválidos; sin embargo, es necesario decir que si un sacerdote, o
varios sacerdotes se interponen ante su obispo por herejía o
idolatría, están en todo su derecho a desobedecer. Más aún, si un
obispo es removido de su obispado, y percibe que su reemplazante es
hereje o idólatra, está en todo su derecho a rebelarse. Esto nos
indicaría que la Iglesia sigue viva. Y a partir de una o más
rebeliones de este tipo, quisiera ver qué hace el inútil peronista
Bergoglio al respecto.
Continúa el autor con la lógica de la catástrofe:
¿Y cuántos nuevos obispos habrían sido ordenados desde 2013 sin
la aprobación expresa del papa? Si Benedicto sigue siendo el papa,
entonces tenemos cientos de ordenaciones episcopales ilícitas. Uno
de estos obispo sería el muy amado por los medios de comunicación
Robert Barron – aunque dudo que la condición cismática pudiera
disuadir al Congreso de Educación Religiosa de Los Ángeles a
rechazarle. Aun así, la autoridad de los obispos ordenados y
nombrados durante el reinado del papa Francisco se vería severamente
comprometida.
Al respecto, ya hemos citado que
Benedicto ha dado la aprobación tácita a los actos administrativos
de Bergoglio, ya sea por otorgar el ministerio activo, ya sea por
pedir que se lo obedezca. Esto invalida el argumento del asustado
autor sobre los nuevos nombramientos, los cuales no serían ilícitos.
Sin embargo, todos los obispos y cardenales están severamente
comprometidos, no por el simple
nombramiento, sino por su falta de fe ortodoxa.
Continúa nuestro autor, siempre en la lógica del terror:
Consideraciones de este tipo traicionan a una Iglesia que está en
el caos, y atacan a su organización y gobierno.
Decir la Verdad, no es traicionar a
nadie, opinar sobre este “caos”
tampoco es traición. Atacar la organización de gobierno herética o
idólatra, no es traición, sino defender a Jesucristo.
A continuación, como lo hacen todos los francisquistas, comienzan a
cavilar sobre lo que acaecerá en el futuro. Personalmente no tengo
la bola de cristal para conocerlo. Por tal motivo creo que todo lo
que sigue son argumentos extraídos en la pesadilla que viven. Solo
me detengo en uno que para mí es el más cómico de todos:
Tenemos que ser realistas. Cuando Benedicto muera, los cardenales
no se reunirán en Roma para elegir a un nuevo papa. No harán el
recuento de votos, anunciarán Habemus Papam o declararán su
obediencia a un nuevo hombre vestido de blanco...
¿De qué realismo estamos hablando, si ninguno de los dos ha muerto?
No sean ridículos. Dejen de hacerse la película, dejen de mentir y
sean racionales, pues no nos van a convencer con esta torpeza de
argumentos; y sobretodo, pónganse en la manos de Dios Padre, si es
que aún creen en él.
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