Bergoglio
teológicamente, ha sido siempre un ignorante, no por incapacidad,
sino porque desprecia las ideas; a él solo le interesa la acción y
dentro de la acción, el ser dialéctico con principios bien
definidos. Hoy, el dialéctico Papa, no puede pisar la Argentina, es
el “efecto Francisco”.
Bergoglio
y la jerarquía episcopal argentina, corren por rieles paralelos:
Bergoglio con sus hechos, el episcopado con sus declaraciones; y
estos dos rieles no se encuentran nunca.
Sandro
Magister, publica una carta al respecto donde ruego se lea, para
que se vea cuál ha sido el efecto Francisco en su propia tierra. ->
A
continuación, publico otra carta donde vemos reiterarse este “efecto
Francisco”. La misma circula por las redes sociales, donde la
opinión de la jerarquía católica argentina es inexistente.
Aclaro,
que quien lo hace, lo hace con el corazón, más que con las ideas.
La misma tiene un fuerte tinte político, pero ¿acaso el peronista
Bergoglio no lo tiene? La expongo, porque señala el sentir de gran
parte del pueblo católico argentino, donde se desmienten las
palabras de la inoperante jerarquía episcopal argentina, hoy, atada
de pies y manos al bergoglianismo peronista.
Carta
a Francisco: La gran ironía
La
gran ironía de tu vida, Francisco... El único y exclusivo culpable
de que no puedas volver a tu patria... ¡sos vos!
El
día que te eligieron... lloré de felicidad, como tantos otros
argentinos, y... recuerdo, con tu viaje a Brasil, no podíamos parar
de llorar de emoción, tanto amor despertaba tu actitud de santo
redentor que había venido a salvar el mundo, ¡¡¡el elegido!!!
Eras nuestro máximo y único orgullo nacional. El jefe espiritual
del planeta...
Pero...
poco después, comenzaste a rodearte de “korruptos”, no pudiste
disimular el placer que sentías al recibir a la máxima responsable
de la destrucción del país. Condenas la corrupción,
estableciéndola como otro pecado más, y sin embargo, a la gran
ladrona, la protegiste todo el tiempo de... ¿nosotros? ¿De quién?
Porque según sus propias palabras, si le llegaba a pasar algo,
teníamos que mirar al Norte (aludiendo a los EE.UU.) por eso nos
pedías que ¿"la cuidásemos"? Ella nos humillaba y con
los secuaces de su banda nos estaban robando el país, pero había
que ¿protegerla?
Por
qué nunca le pediste a ella que nos protegiera, que no siguiera
destruyendo la república?
Por
qué no pedís ahora que protejamos a María Eugenia Vidal, una
frágil mujer, enfrentándose sola a las bandas de narcotraficantes
internacionales más peligrosas? Ella está terminando con la mafia
de la policía corrupta, encubridora de trata de blancas, juego y
narcotráfico. Está enfrentándose en soledad con lo peor de todo
tipo de delincuencia... pero vos... ¿no lo sabes cierto? Por eso no
nos pedís que la protejamos... pero no te preocupes, nosotros vamos
a protegerla por lo que significa en sí, no necesitamos tu pedido.
¿Y
a Macri, tampoco tenemos que protegerlo, cierto? ¿No lo merece
acaso? Él está tratando de reconstruir un país devastado por tus
protegidos, querido Francisco, ¿tanto te cuesta reconocerlo?
A
los delincuentes les dedicaste todo tu afecto, mientras vimos que las
hijas de Nisman no merecieron ni una sola de tus palabras. Como
tampoco los presos políticos de Cuba... ni hablar de los pobres
venezolanos, molidos a palos por Maduro, tu amigo populista, cada vez
que intentan alzar la voz por sus derechos.
Recibiste
con tanta ternura a la diabólica Hebe... a Milagro Sala, la asesina
delincuente, le enviaste tu cálido abrazo en el rosario bendecido…
Moreno,
el caballo Suárez, y tantos otros, así como los sindicalistas más
“korruptos”, todos ellos corrieron a recibir tu bendición
liberadora de pecados y tranquilizadora de conciencias...
Y
así fue como... la mitad de los argentinos vimos que no había
espacio para nosotros en tu corazón y comenzamos a mirarte con
resentimiento... ¡nos olvidaste, Francisco!
Los
que votamos por el fin de la delinkuencia korrupta nos sentimos
defraudados en lo más íntimo, en la creencia de que finalmente,
alguien pudiera traer paz a nuestros espíritus y al alma argentina,
tan dañada...
Hiciste
todo lo contrario, abriste aun más la grieta.
Pero
Francisco, todo se paga... y es Dios el encargado de hacerlo.
Ahora... no podés volver, porque tu presencia solo genera rencor en
muchos de nosotros... ¡Nos olvidaste!
Y
ahora Dios te lo recuerda... el líder de la paz mundial, el
embajador del Amor Divino, viajás por todo el mundo con pasaporte
argentino. ¡Pero no podés volver a tu amada Patria!
Qué
gran ironía Francisco...
A.
G.
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