Calesita

domingo, 15 de mayo de 2016

El Magisterio líquido


Extraigo algunos párrafos del artículo de Sandro Magister, titulado:
Sí, no, no sé, hagan ustedes. El magisterio líquido del papa Francisco
Nunca dice todo lo que tiene en mente, sólo deja adivinarlo. Permite que todo sea puesto en discusión. Así todo se vuelve opinable, en una Iglesia en la que cada uno hace lo que quiere.
Quien desee leer el artículo completo, lo encontrará en este enlace.
En el cuerpo del artículo afirma:
Cómo funciona el magisterio del papa Francisco lo explicó hace pocos días un protegido suyo, el arzobispo Bruno Forte. Contó que durante el Sínodo sobre la Familia, de la cual él era secretario especial, el Papa les dijo:
"Si hablamos explícitamente de comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, usted no sabe cuánto lío provocamos. Entonces no hablemos en forma directa, háganlo en forma que se expliciten las premisas, luego yo extraeré las conclusiones".
Así, gracias a este "sabio" consejo – prosiguió Forte – las cosas han ido "madurando" y llegó la exhortación papal "Amoris laetitia", en la cual los reformistas han encontrado lo que querían.
La de Forte no es una confidencia arrebatada por la traición. La dijo desde el palco del teatro de la ciudad de Vasto, de la que es arzobispo, frente a una platea llena de gente. "Típico de un jesuita", comentó después con una sonrisa.
Porque Francisco obra justamente así. Jamás dice lo que tiene en mente, sólo hace que uno lo adivine. Y deja correr las interpretaciones incluso más disparatadas sobre lo que dice y escribe.
Se puede entender que en conversaciones privadas se use también este estilo de aproximación. Pero Jorge Mario Bergoglio lo ejercita sistemáticamente en público, en sus actos de magisterio oficial, aún cuando todos esperan que extraiga conclusiones y dé una respuesta clara y definitiva.
...
No a las puertas cerradas, no a las revoluciones. Pero la tercera vía ideada por Francisco no es en absoluto inmovilizadora. Todo lo contrario.
Al poner en discusión lo que antes de él aparecía como definitivo ha abierto un proceso que concede igualdad de ciudadanía a las opiniones más irreconciliables, y en consecuencia también concede más acceso a los reformistas.
Quizás el ejemplo insuperado de esta invención suya lo dio Bergoglio el pasado mes de febrero, cuando fue a visitar a la Iglesia luterana en Roma (ver foto).
Una protestante casada con un católico le preguntó si podía también ella recibir la comunión, junto con su esposo. Él le respondió vertiginosamente con un sí, un no y no sé, lo cual dejó entrever, al final, cuál conclusión extraer, si no ésta: "Es un problema al que cada uno debe responder".
El cardenal Kasper ha comprendido muy bien cómo están las cosas ahora: "Hay libertad para todos. En Alemania se puede permitir lo que en África está prohibido".
Con el papa Bergoglio avanza un nuevo modelo de Iglesia, líquida, multicultural.

A esta altura de la crisis en la Iglesia Católica, todos los que poseen una visión abierta, han comprendido lo que sucede, lo que se pretende; pero sobretodo, el método bergogliano está al desnudo, ya no es un secreto para nadie.


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