Catón el Viejo, finalizaba todos sus discursos en el senado, con su famosa frase: Carthago delenda est. Cartago debe ser destruida.
Desde los inicios de nuestro blog en 2015, hemos alertado que lo que ocurrió en el Vaticano en 2013, fue un golpe clerical “a la Argentina”. Del golpe inicial, comenzamos a explayar que lo que se daba, era una simple y llana revolución “a la francesa”. Por supuesto, la simulación del masón Bergoglio, daba la sensación que todo seguía en forma normal, cuando de normal, se veía poco.
Las herejías de los primeros siglos de la Iglesia se daban por problemas de definiciones dogmáticas, las cuales afectaban a la vida cristiana. Hoy estamos en un proceso inverso, las herejías se dan en la vida y afectan las definiciones dogmáticas.
La herejía luterana, no se centró tanto en las definiciones, sino que atacó su fuente misma, eliminando la Tradición. Con esta innovación, se pasó a reformar toda la estructura del cristianismo.
La herejía bergogliana posee raíces que pocos ven. Una de ellas, se da en el pastoralismo eclesial. En los seminarios se hacía hincapié en la pastoral, no tanto en la teología. Y si se opaca la teología, se vacía de contenido la estructura eclesial y en base al subjetivismo u oportunismo pastoral, se pueden afirmar las aberraciones más disparatadas. El eje de la decadencia eclesial, no es el Vaticano II, sino el pastoralismo que reina desde el siglo XX.
Los herejes no cuestionaban la moral y mucho menos la ley natural de las cosas, si bien se daban excesos, al concebir una filosofía de vida, donde la materia era mala, como fue el caso de los gnósticos.
Hoy la base de la Revolución Vaticana la encontramos en las costumbres depravadas que niegan no tanto el orden moral, sino la misma ley natural. Cierta parte del clero actua secretamente contra la ley natural. Esta decadencia moral, lleva a las expresiones pastoralistas, donde no existe ni filosofía ni teología, sino un simple oportunismo razonado con risueños sofismas, para dar rienda suelta a la concupiscencia.
El cisma que en estos años vinimos alertando en este blog, ya es hoy una realidad bien visible. La iglesia está partida. Los sensatos de un lado, los aberrantes del otro. No existe término medio.
Por este motivo, más allá de las caricaturas de los protagonistas de este momento, Vaticano delenda est.
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