Un
reciente estudio publicado por Maurizio Blondet en su web Blondet
& Friends y tomado de La Scure di Elia, marca una
cierta correspondencia entre el gnosticismo jasídico y el esporádico
razonamiento de la mente del jesuita Bergoglio. 1
El
hebraísmo mundial, enfrenta su sino de siempre: la drástica
división de sus miembros. En este ámbito existen dos grandes
corrientes, la ashkenazi y la sefaradí.
Aquí
nos interesa brindar unas pocas pinceladas sobre la primera división.
Durante
el siglo VIII, los jázaros que habitaban en el Asia central, por
oposición a los ortodoxos bizantinos y a los musulmanes, se pasaron
al hebraísmo. Esta corriente al ser presionada por los mongoles
se desparramó por toda la Europa oriental.
La
religión, mutó en los jázaros su origen racial, donde a partir de
su conversión, comenzaron a ser semitas. Esta corriente es la
mayoritaria, y hoy en día, la que mayor poder económico posee, así
leemos en dicho informe:
La
organización más poderosa en este ámbito se llama Chabad-Lubavitch
y está muy extendida en todo el mundo; su sede se encuentra en Nueva
York.
Es
un verdadero poder transnacional capaz de controlar a los principales
gobiernos del planeta gracias a los capitales de ciertos miembros
llamados Rothschild y Rockefeller, así como a las ceremonias de la
magia negra.
El
padre Julio Meinvielle (1905-1973), explica que dentro de este
ámbito, existen tres literaturas: el Tanaj, que viene a ser
nuestra Biblia con solo el Antiguo Testamento (descartando ciertos
libros escritos en el original griego); el Talmud, que recoge toda la
tradición hebrea; y la Cábala que es la mística judía, con su
libro central, el Zohar.
Del
Zohar se desprenden ciertas interpretaciones místicas, una de ellas
es el gnosticismo jasídico de los ashkenazis.
Dice
el artículo en cuestión:
La
doctrina de los maestros khassidîm se basa en la gnosis cabalística,
la cual considera al diablo y al mal como una emanación del ala
izquierda de la divinidad; el hombre piadoso y justo tendría la
tarea – pensad un poco – de restablecer la armonía entre los
contrarios, ayudando así a Dios mismo (que se identifica con el
universo) para encontrar la realización en un equilibrio superior en
el cual el pecado sería superado mediante su reabsorción en el
bien.
Esta
alta misión se realiza mediante el conocimiento y prácticas ocultas
en las cuales solo ciertos rabinos, por supuesto, son custodios.
Esto
lo destaca el Padre Meinvielle en su libro De la Cábala al
progresismo, y afirma que cuando le expuso a ciertos rabinos esta
teoría, muchos de ellos se tomaban la cabeza por habérseles
permitido lanzar estas ideas, que en definitiva, iban contra ellos
mismos.
Al
llegar el fatídico Vaticano II, se produce una apertura en el
catolicismo, donde muchos salen a beber las aguas de otras
corrientes, y la jasídica fue una de ellas.
De
acuerdo con un biógrafo de Bergoglio, Omar Bello, este narra que la
Universidad del Salvador, fue entregada por él mismo, a un grupo de
la corriente peronista de Argentina.
Digo
esto, puesto que recuerdo un alumno de dicha universidad, me
preguntó en una ocasión qué era la nada. No hubo forma que
entendiera que significa la ausencia del ser. Permanentemente me
insistía que en la universidad le decían que era “algo”,
concepto que no lograba entender en profundidad. El Salvador,
universidad entregada al parecer, a la corriente jasídica.
Yendo
propiamente al artículo mencionado, este encuentra a Bergoglio en la
mística jasídica en los siguientes casos:
1. Ya
en su calidad de arzobispo se había distinguido por varias
manifestaciones de sujeción al recibir en la catedral, en repetidas
ocasiones, a miembros de la alta masonería de Bᵉnè Bᵉrith, en
algunos casos reunidos a su alrededor, en el presbiterio, incluso
durante la misa.
2. El
5 de diciembre de 2016 recibió al rabino jasídico Adin Steinsaltz,
príncipe del nuevo Sanedrín reconstituido en 2006;
3. el
17 de enero de 2018, en un discurso celebrado en Chile, citó a
Gershom Scholem (1897-1982), el mayor erudito contemporáneo de la
Cábala y él mismo un cabalista activo.
4. El
espíritu talmúdico del legalismo farisaico, con su pretensión de
anular la ley divina a través de las extrañas interpretaciones
rabínicas y los estudios de casos, emerge inequívocamente en los
sofismas de Amoris Lætitia.
5. Por
lo tanto, el pecado original, ya no consistiría, como se afirma en
la Sagrada Escritura, en desobediencia a un precepto divino, sino, –
según las nuevas fuentes de "fe", – en una escisión
entre el hombre y el mundo causada por una modalidad de conocimiento
que haría del segundo objeto el primer explotador codicioso e
irrespetuoso de sus recursos.
De
este punto jasídico, nace inequívocamente la Laudato sí y
su imposición del “undécimo mandamiento”: no contaminar la
tierra. Y sigue su análisis el artículo citado:
6. La
mística del pueblo, con la cual "Francisco" ha reemplazado
hábilmente la teología de la liberación, tiene rasgos panteístas
evidentes, dado que en el pueblo idealizado, viviría y hablaría
Dios mismo, el cual no es, aquí, el Ser personal increado e
inmutable y distinto de la creación, el de la Revelación cristiana,
sino mas bien como una mejor energía definida inmanente a la
historia y en continua evolución, como la que describe otro jesuita
heterodoxo, Carlo Maria Martini, en sus Conversaciones nocturnas en
Jerusalén, que aportan toda la medida de su apostasía. Esta idea de
la divinidad puede ser identificada con el Dios bíblico solo a
través de una radical falsificación de las Escrituras, de la que
uno de los arquitectos principales fue él mismo.
El
jasidismo, penetra en el panteísmo, del cual ya en 1913 alerté
en otro sistio web que Bergoglio manifestaba cierta tendencia al
mismo; pues si la Historia que es una procesión se transforma en un
ente real, y Jesucristo “se hace Historia” como afirmaba
permanentemente, Jesucristo pasa a ser un ser colectivo, y así
llegamos queriendo o sin querer al panteísmo.
A
esto se le suma otro jesuita, muy en boga por Argentina a fines
de la década del 60, Theilhard de Chardin, con su evolucionismo
propio. Jesuita que pervirtió buena parte del clero argentino.
7. De
esta actitud ideológica surge el rechazo del pensamiento metafísico
clásico (que permitió la elaboración del dogma cristiano y el
desarrollo de la ciencia moderna) en beneficio de un presunto
conocimiento como una experiencia vital en la cual el ser humano
pierde sus connotaciones de criatura racional para fusionarse con la
realidad que la rodea, alógica y muda.
8. De
aquí nace también ese catastrofismo ambiental, totalmente
anticientífico, que atribuye a la actividad humana las variaciones
climáticas que en la historia siempre han ocurrido.
Su
manipulación del clima nos lleva al undécimo mandamiento: No
contiminarás. Aquí el hombre moderno es el verdadero culpable
de las catástrofes climáticas, pecado que pide se confiese. Por
contrapartida se exaltan las así llamadas culturas primitivas, si es
que les cabe el nombre de cultura, cosa que niego.
Esto
nos lleva a un solo camino, volver al buen salvaje de Rousseau,
al hombre prehistórico, con sus chamanes y ritos de hechicería.
Algo que vimos reflejado en la caduca jerarquía de la iglesia
chilena.
Lo
curioso de todo esto, es quien piensa como gnóstico cabalista, culpe
al católico observante de gnóstico, como el ladrón, que al ser
descubierto imputa a otro su misma fechoría.
El
artículo continúa con su análisis, pienso que con estas pinceladas
a la rápida, efectuadas por un torpe impresionista, son suficientes
para enmarcar el cuadro de Jorge Bergoglio, quien en varias ocasiones
afirmó ser judío. No contradigo esta afirmación bergogliana, tan
solo contradigo que Bergoglio se llame católico, motivo por el cual
su papado carece de todo sentido, llevándolo al triste vacío que
padecemos hoy.
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