Calesita

jueves, 29 de noviembre de 2018

El combo perfecto


Los santos doctores eran aquellos que enseñaban la doctrina inmutable de Jesucristo, y la explicaban del modo como ellos la habían entendido.
Los jerarcas de la clerecía moderna, amantes del bergoglianismo, tal como lo vemos en la Argentina, solo enseñan a servir a un hombre: Bergoglio. Es que la clerecía argentina simplemente es inútil y un inútil no puede enseñar. Y si no se es capaz de enseñar no podemos estar en condiciones de obedecer. El día que nos demuestren que sirven para algo, seguramente los seguiremos y escucharemos con mucha atención.
Leemos en la columna de Christopher A. Ferrara en The Remnant:
Este es un papado que solo un loco puede seguir defendiendo como profundamente ortodoxo.
Si nos aferramos a la opinión de Ferrara, la clerecía argentina estaría totalmente loca. Pero sabemos que nadie es más inútil que un loco.
Enseñaba San Buenaventura:
Tiene aún la Escritura árboles de donde alimentarse. Porque ilustra de lo que es contrario. Pues nos muestra innumerables ejércitos frente por frente de nosotros, ya por medio de los siete magnates, ya de una guerra, ya de muchas.
Esta guerra data del día en que San Miguel y sus Angeles peleaban contra el dragón. (Cfr. Apoc., 12, 7)
Y nos amenaza triple guerra: guerra doméstica, guerra civil y campal.
La primera con la carne, que cuenta con numerosos ejércitos; esta criada siempre está pronta a abrir, como Eva. Por lo cual está escrito:
No descubras los secretos de tu corazón a la que duerme contigo. (Miqueas, 7, 5)
Es asimismo una guerra civil la tentación del mundo. A todas las criaturas se las hace servir de lazo, ya que la hermosura de las criaturas atrae a los hombres. Por lo cual:
Vanidad de vanidades, se ha dicho, y todo vanidad ¿Qué saca el hombre de todo el trabajo con que se afana debajo de la capa del sol? (Eclesiastés, 1, 2-3)
En balde y sin provecho se hace aquello de lo cual nada se reserva el hombre al morir, y por eso todo es vanidad; en el Salmo se lee:
Aparta mis ojos para que no miren la vanidad. (Salmo 118, 37)
Hay también una guerra campal, con los demonios por enemigos, que día y noche causan estragos, ya aumentando, para que presumamos, o en orden a la ciencia o en orden a la santidad; ya vuelven al hombre iracundo, esto es, diabólico y lleno de espíritu de maldad, y lo hacen caer en tristeza y desesperación, y así por el estilo. La Escritura enseña a huir de todo esto.
Pues ¿qué ciencia enseña a huir de los poderes enemigos? Ninguna. (San Buenaventura, Colaciones sobre El Hexaemeron, Colación XVII, 16-18.)
La enseñanza de los bergoglianos.
El bergoglianismo jesuítico junto a los obispos argentinos que bordean el cisma, logra enseñar todo lo opuesto, no a huir del poder enemigo, sino aprender la forma de pactar con él.
Con el Catecismo de Pío X teníamos la Iglesia triunfante, la purgante y la militante. La Iglesia se enfrentaba a los enemigos de Dios: el demonio, el mundo y la carne o las concuspicencias desordenadas de nuestra naturaleza caída. La militante luchaba en tres frentes, contra la carne en uno mismo, contra el mundo, el cual no era otra cosa que el títere del Antiguo Dragón, y por último, contra Lucifer quien fue asesino desde un primer momento, junto a sus espíritus inmundos. La iglesia purgante, purificaba los errores cometidos en esta guerra, mientras la triunfante pasaba a recibir el premio de las batallas ganadas.
Con el nuevo catecismo, se eliminó el término enemigo y con Bergoglio el enemigo pasó a ser amigo.
De este modo, hoy tenemos cuatro iglesias. La triunfante, la purgante, la militante y la neutral, esa que pactó con los tres enemigos.
Esta concepción de la iglesia neutral es ironizada por Infovaticana de este modo:
Sí, láudate y armonízate con la tierra, expande tu conciencia y discierne tu propio camino. Hay infinitas maneras de santificarte, incluso la de ser medio santo, o un cuarto y mitad.
Lo importante es lograr, con tu creatividad y las sorpresas del espíritu humano, asumir la fragilidad y seguir ese camino personal, a tu manera, sin agobios, sin tensiones, con muchas vibras.
Sabes que la verdad es poliédrica y que el tiempo acabará superando las situaciones, sean las que sean. Déjate evolucionar con la verdad. Nada hay inamovible y el ser humano es un camino que se debe recorrer con alegría, aunque nunca se llegue al punto Omega. Ofrece lo que en cada momento eres, porque eso es necesariamente bueno.
Mientras tanto el papado absolutista de Bergoglio, habla con los hechos, y nos dice:
La Iglesia soy yo.
No lo escribo en francés, porque este jesuita ignorante no es como Pío XII y solo sabe bien dos idiomas.
Y esta iglesia de Bergoglio es la del lobby gay enquistado en sus entrañas. Lo dice la designación de Cupich al frente de la cumbre que en febrero analizará los casos de prevaricadores morales.
El método para construir la nada.
Como ya dijimos, Bergoglio es peronista, y entre los peronistas existen máximas, entre ellas una es esta:
Cuando quieras que no se haga nada, forma una comisión.
Esto lo afirma con los hechos la Comisión encabezada por el hombre orquesta de Maradiaga, quien solo puede mostrar años de inutilidad al frente de la misma.
Lo que sucede, es que la nada, para los bergoglianos, siempre es algo, tal como algunos judíos interpretan en el Zohar. Y como Bergoglio se autoproclama judío, siempre busca formar la nada para crear desde ella la nueva iglesia.
Los ciudadanos de Sodoma.
Pero lo de febrero se acerca, y como todo debe estar bien atado y manipulado, para formar la nada, ¿qué mejor que un predicador de nacionalidad sodomita como Cupich? Este miembro de la alta clerecía reúne cualidades únicas. Su candidatura fue rechazada por los obispos estadounidenses, castiga a los sacerdotes que arremeten contra los ciudadanos de la ciudad de Sodoma y por último es el más inútil que se pueda ofrecer en el mostrador vaticano. Un combo perfecto para que nada de importante salga a la luz, puesto que la nada antecede a la Luz.
La burla existe.
Algunos piensan que el Vaticano se burla de nosotros con este fabuloso nombramiento, pienso que no lo han decodificado a fondo.
Si lo que se busca es plasmar la nada, el nombramiento es perfecto, mas aún, es genial.
¿De quién se burla? Tan solo de la inutilidad de nuestra clerecía, incapaz de toda resistencia en defensa de la Verdad, burla a la que también nosotros nos vemos fuertemente tentados a ejecutar.
De esta nada formada por la arcilla de Cupich, soplará Bergoglio una nueva iglesia afiliada a la ciudad de Sodoma.



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