Calesita

miércoles, 23 de mayo de 2018

Los dos caminos



Existen dos caminos, entre los cuales, hay gran diferencia; el que conduce a la vida y el que lleva a la muerte.
Así se inicia La Doctrina de los Doce Apóstoles (Διδαχή των δώδεκα αποστόλων), también llamado brevemente como Didajé (Διδαχή ). Este escrito puede remontarse entre mediados del siglo I y II. Este texto era desconocido hasta el año 1883, fue hallado en un códice griego en pergamino del año 1057.
Como lo indica este antiguo texto, la humanidad se debate entre ambos caminos. Explicita más adelante el texto:
He aquí el segundo precepto de la Doctrina: No matarás; no cometerás adulterio; no prostituirás a los niños, ni los inducirás al vicio; no robarás; no te entregarás a la magia, ni a la brujería; no harás abortar a la criatura engendrada en la orgía, y después de nacida no la harás morir.
De este breve párrafo de la Didajé podemos colegir algunas reflexiones sobre nuestra actualidad:
1. Provocar la muerte física en los niños. No existen razones para matar al inocente engendrado.
... no harás abortar a la criatura engendrada en la orgía, y después de nacida no la harás morir.
Hoy la Argentina como otrora se debate entre los dos caminos, el de la vida y el de la muerte, dado que las potestades de este mundo concreto le imponen el camino de la muerte, cuya autoridad nacional en este campo, vive en la ceguera total. He aquí quienes desean vivir el Camino de la vida:

Ante esta afluencia, se percibe la ausencia del llamado “papa” argentino, al que ya no reconocemos, no solo como papa, sino como católico. Ser extraño, amante de las multitudes, pero no de estas que desfilan por la vida, sino por aquellas que de algún modo se inclinan por el camino de la muerte.
¡Gracias Bergoglio por tu silencio! Siempre fuiste en este terreno un hipócrita inútil, no solo en Buenos Aires sino ahora también en Roma, fiel a tu contextura hecha para aplaudir este mundo.
2. La muerte espiritual en los jóvenes:
...no prostituirás a los niños, ni los inducirás al vicio...
No puede existir nada más execrable, que quien recibió la misión de dar vida espiritual, solo se ocupa de la muerte espiritual del niño o del joven.
El caso de la iglesia chilena marca un hito en este camino de muerte. La iglesia chilena, y entiendo con este término a su obispos, es idólatra en dos aspectos.
Uno por caer en la idolatría formal, pues se ocupa de dar culto a dioses paganos, como en este caso y las fotos no mienten.


En segundo lugar, la iglesia chilena es idólatra por ocultar eclesiásticos que cayeron en la idolatría de uno de los vicios más abominables. Existen clérigos que son una lacra en una iglesia que debe ser santa, pura e inmaculada. La farsa de presentar la renuncia en masa ante un “papa” extraño a las masas católicas, no logra convencer, cuando ni entre ellos mismos son capaces de cortar el miembro podrido. ¿Quién puede creer en esta iglesia degradada a tal punto? Hoy Chile, ha dejado de tener mayoría católica.

Y no podía ser de otra forma. ¿Qué le dijo Begoglio a Juan Carlos Cruz, una presunta víctima de abuso homosexual por parte del sacerdote chileno Fernando Karadima?
Llora, chiquillo. Juan Carlos, no importa que tú seas gay. Dios te hizo así y te quiere así.
Contento el hombre Bergoglio, ya tiene lo que quería, apretar las renuncias de los obispos chilenos en su puño. ¿Castigo ejemplar? Nada de eso, hasta ahora es todo una farsa. Ahora regresarán estos obispos a su diócesis, y podrán decirse unos a otros:
Seguiremos como antes, aunque con un poco más de escrúpulos.



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