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lunes, 11 de agosto de 2025

Del luteranismo surge el Minotauro


La máquina de picar carne en Alemania, o sea la Kritic, funcionaba sin parar. Teniendo a Lutero como padre con los genes de Libertad y Subjetividad; y la Kritic como madre con los genes del racionalismo kantiano, todo está listo para engendrar un monstruo nuevo.

Ahora le tocó el turno a los evangelios. La unión del cristianismo con la libertad luterana, es idéntica a la unión entre Pasífae con el toro de Creta. El hijo de ambos, no puede ser más que el Minotauro. Carne apta para la futura salchicha.

En el siglo IV surge en la cristiandad, la virulenta herejía del arrianismo. En su punto extremo, tal herejía tenía por objetivo negar la divinidad de Jesucristo. Cuando esto sucede, la figura de Jesús pasa a ser “histórica”. Es el Jesús “Histórico” que desarrollaron los románticos alemanes. Otra vuelta de tuerca del viejo arrianismo del siglo IV. Un arrianismo que con Bergoglio vimos llegar en nuestros días, sobre la cima de Roma, la Nueva Troya, ahora destruida por los “griegos del romanticismo”.

Esto se da, cuando se pierde la fe de la ortodoxia. Un ejemplo lo expusimos con Reimarus, pero no fue el único porque toda una corriente de luteranos impregnados de racionalismo, se mueve en la Alemania bajo la misma censura protestante.

El luteranismo, cuya fe tocaba fondo con el pietismo, produjo una serie de racionalismos oriundos de la Kritic, cuestionando el Nuevo Testamento. Todos ellos se resumieron en David Friedrich Strauss (1808-1874), quien se basará en ellos para demostrar que su opinión no es aislada sino que proviene de una progenie de monstruos semejantes a él.

Aparición del arrianismo romántico

La puerta de entrada al arrianismo germano del siglo XIX la hallamos en el pietismo, donde el hombre se salva por la moral, no por la fe. Quien dará una base filosófica a esta visión contradictoria a Lutero es precisamente el revolucionario Kant. Es lo que Strauss expone en sus conclusiones:

Tomando como base este principio, Kant procede a interpretar las doctrinas de la Biblia y de la iglesia como símbolos de lo ideal. Es la humanidad, o la parte racional de este sistema de cosas, en toda su perfección moral, la que podría hacer del mundo el objeto de la Providencia divina y el fin de la creación. (CONCLUDING DISSERTATION. § I49)

¿Quién fue el Minotauro?

David Strauss fue un luterano que en 1825 estudió teología en el Seminario de Tubinga. Vicario en 1830 y profesor en 1831 del Seminario de Maulbronn. Todo esto es solo el piso, lo cual no es garantía de ningún tipo, pues falta la estructura mental, y esta procede del idealismo absoluto de Hegel y Schleiermacher en Berlín.

Strauss se maneja con la poesía que genera el “Espíritu”, aporte de Herder; con la Historia que se mueve de acuerdo a la Razón, aporte de Hegel; con el amor por lo griego, que aporta la mitología pagana; y con la libre interpretación de Lutero, alias llamada, Libertad. Con estos genes, se pare al Minotauro Strauss.

Entre 1935-1936 Strauss publica La vida de Jesús críticamente revisada 1. La obra de nuestro Minotauro consta de dos tomos, bien “críticos”. En una Alemania luterana, esta obra produjo un revuelo monumental. Nadie podía creer que uno de sus mejores hijos publicara esta interpretación de los evangelios. La caja de Pandora se había abierto hace rato con Lutero y sus hijos no pueden dar crédito al monstruo que ellos mismos habían parido.

Concepción histórica

La visión que la Historia pasó de una etapa infantil en la antigüedad, a una etapa adulta en la era romántica, pone la base para considerar una literatura mítica dentro del Antiguo Testamento, la cual se extiende hasta el Nuevo.

La mente duda en hacer una admisión tan universal: primero, por los errores no infrecuentes que se encuentran en las religiones que afirman haber sido comunicadas divinamente; en segundo lugar, debido a la dificultad de explicar la transición de la raza humana de un estado de tutela divina a uno de autosuficiencia; y por último, porque en la medida en que la inteligencia aumenta y la autenticidad de los registros puede ser cada vez más confiablemente considerada, en la misma proporción estas influencias divinas inmediatas desaparecen invariablemente. (Introducción, §6.)

Por supuesto, muy distinto sería escribir esas historias con la precisión del avance cultural del romanticismo:

Según Eichhorn, una visión tan pervertida solo podría surgir en una mente que se negaba a interpretar los registros antiguos en el espíritu de su época. En verdad, si hubieran sido compuestos con toda la precisión filosófica de los escritores de la actualidad, nos habríamos visto obligados a encontrar en ellos o intervenciones divinas reales, o una pretensión fraudulenta. (§ 6)

El compendio de su Kritic

La visión del “teólogo” Strauss sobre el origen del cristianismo, la hallamos compendiada al final de su Kritic:

...si queremos ser sinceros con nosotros mismos, lo que alguna vez fue historia sagrada para el creyente cristiano es, para la parte ilustrada de nuestros contemporáneos, solo una fábula: las narrativas del nacimiento sobrenatural de Cristo, de sus milagros, de su resurrección y ascensión, deben ser rechazadas por nosotros como incompatibles con las inducciones de nuestra intelecto. (CONCLUDING DISSERTATION. § 149)

Una cosa es el intelecto y otra muy distinta el sentimiento romántico, el cual es movido por un espíritu divino:

Sin embargo, permítanles que ya no sean interpretados meramente por la razón como historia, sino por los sentimientos y la imaginación, como poesía; y se descubrirá que en estas narrativas nada se inventa arbitrariamente, sino que todo brota de las profundidades y los impulsos divinos de la mente humana. (§ 149)

Como la base es el sentimiento romántico, lo que se produce es poesía. Es llamativa esta conclusión en un alemán. Ellos fueron quienes mejor escribieron sobre la Formgeschichte o la historia de los géneros literarios. Como vemos, la Hermenéutica estaba en pañales. Esto explica que siendo Strauss alumno de Schleiermacher, quien hablaba de la Hermenéutica, fuese tan ilógico en sus opiniones. Este planteo de Strauss fue con el tiempo dejado en la banquina de esta ruta romántica, como su genérico concepto de adjudicar todo el Nuevo Testamento al género poético:

Esa historia es un hermoso y sagrado poema de la raza humana— un poema en el que están encarnados todos los anhelos de nuestro instinto religioso; y este es el mayor honor del cristianismo y la prueba más contundente de su aplicabilidad universal. (§ 149)

A todo esto no puede faltar el idealismo hegeliano:

La historia del evangelio es de hecho la historia de la naturaleza humana concebida idealmente, y nos exhibe en la vida de un individuo, lo que el hombre debería ser y, unido a él al seguir su doctrina y ejemplo, puede realmente llegar a ser. (§ 149)

Se está en el romanticismo, que constituye una nueva era intelectual, que al fin otorga la posibilidad de superar a Pablo y los primeros apóstoles:

No se niega que lo que para nosotros puede parecer solo poesía sagrada, fue para Pablo, Juan, Mateo y Lucas, hechos y cierta historia. Pero fue la misma causa interna la que convirtió las narrativas del evangelio en un hecho sagrado y una historia para ellos, que convierte esas narrativas en un mito sagrado y poesía para nosotros. (§ 149)

No es que la naturaleza de los escritos difiera, sino que la diferencia es tan solo “un punto de vista”. Por lo tanto Pablo, Juan, Mateo y Lucas murieron dando testimonio de un estúpido “punto de vista” “obsoleto”, pues en esta era superior, se vio con claridad, que el núcleo no eran las historias, sino las ideas:

Los puntos de vista sólo son diferentes: la naturaleza humana, y en ella el impulso religioso, permanece siempre igual. Esos primeros cristianos necesitaban en su mundo, para animar las disposiciones religiosas y morales en los hombres de su tiempo, historia y hechos, de los cuales, sin embargo, el núcleo más profundo consistía en ideas: para nosotros, los hechos se han vuelto obsoletos y dudosos, y solo por el valor de las ideas fundamentales, las narrativas de esos hechos son objeto de reverencia. (§ 149)

Y así sale a relucir el infraconsciente luterano, la culpa de todo esto la tiene la Iglesia. Parece ser, que tanto Pablo, Juan, Mateo y Lucas no eran “Iglesia”:

Esta visión fue recibida de inmediato por parte de la iglesia con el reproche de que, en lugar de las riquezas de la realidad divina que la fe descubre en la historia de Cristo, nos impuso una colección de ideas e ideales vacíos; en lugar de una obra consoladora realizada, una abrumadora obligación. Para la certeza de que Dios una vez se unió realmente con la naturaleza humana, la admonición de que el hombre debe obtener disposiciones divinas ofrece una pobre compensación: pues la paz que la redención completada por Cristo trae al creyente, no es equivalente a poner ante él el deber de liberarse del pecado. (§ 149)

Ahora, nos parece estar oyendo la voz de Bergoglio en lo que sigue:

Por este sistema, el hombre es arrojado fuera del mundo reconciliado en el que el cristianismo lo coloca, hacia un mundo no reconciliado, fuera de un mundo de felicidad hacia un mundo de miseria; porque donde aún no se ha llevado a cabo la reconciliación, donde aún no se ha alcanzado la felicidad, hay en presente enemistad y desdicha. Y, en verdad, la esperanza de una liberación total de estas condiciones, es, de acuerdo con los principios de este sistema, que solo admite una aproximación infinita hacia la idea, una ilusión; porque aquello que solo puede alcanzarse en una progresión interminable, de hecho es inalcanzable. (§ 149)

Por lo tanto, ya no basta la fe y la ciencia no encuentra satisfacción en este sistema eclesial. Lógicamente se refiere al luteranismo y lo que el luteranismo rescató del cristianismo:

Pero no solo la fe, la ciencia también en su desarrollo más reciente, ha encontrado este sistema como insatisfactorio. (§ 149)

Donde realmente Strauss toca fondo, es en su visión del demonio. Strauss no fue exorcista, cosa que escasos luteranos hacen, como también lo practicaban algunos hebreos. El pietismo fue calificado por Marx como un “opio”, y viéndolo desde fuera se le puede dar la razón. No servía para otra cosa. Dentro de este “opio” el demonio es una simple imagen fantasmagórica de los persas:

Si debe admitirse que los hebreos debían su doctrina de demonios a Persia, sabemos que los Deves de la mitología Zend eran originalmente y esencialmente seres malvados, existentes antes de la raza humana; de estas dos características, el hebraísmo como tal podría inducirse a eliminar la primera, que se refería al dualismo, pero no podría tener razón para rechazar la segunda. (MIRACLES OF JESUS— DEMONIACS.)

El Jesús Histórico

A partir de esta corriente de románticos, el luteranismo había quedado atrapado en su propio laberinto.

Muchos comenzarán a hablar del Jesús Histórico. Este apodo de “Histórico” se puede entender de dos modos. No se trata tan solo de la historia de los manuales, sino del Espíritu Histórico que mueve el mundo.

Una cosa es El Jesús de Nazaret que describe Werner Keller en su Historia del pueblo judío, cuya historia ocupa una escuálida página, y otra muy distinta la visión que un hegeliano tiene de su Historia.

Todo depende de qué hegeliano se trate. Hegel no renegó del cristianismo, tan solo le dio otro punto de vista. En este utópico punto de vista las religiones positivas eran solo distintos momentos donde la razón se hacía acto. Esta razón era ese Espíritu que dirigía el mundo y que unificaba todos los espíritus herderianos.

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Hoy, este pietismo impregnado de Kritic, ingresó en el catolicismo y luego del Caballo de Troya introducido por el “Espíritu hegeliano” del Vaticano II, acabó destruyendo la nueva Troya, el Vaticano Católico.

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1 Das Leben Jesu, kritisch bearbeitet.




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