Hemos
comprobado en la entrada anterior, la base de la tesis hegeliana,
concepto no científico sino ingenuo, tal como lo define su crítica.
Una tesis que solo siguen por puro acto de fe los socialistas y los
evolucionistas, como los viejos marxistas; y en nuestro país,
seguida por los escasos peronistas que todavía piensan.
Como
explicitamos, la hipótesis de Hegel afirma que la razón es
inmanente a la procesión de la historia:
Además
se halla esa razón inmanente en el devenir histórico, dentro del
cual y mediante el cual se realiza. 1
Si
la Razón es inmanente a la procesión histórica, la Historia se
moverá como se muevan las ideas. De aquí se originan las
distintas dialécticas, entre la cuales Bergoglio desarrolla la suya
con sus cuatro principios, de los cuales ya he hablado en este artículo.
Lo
nefasto del pensamiento de Bergoglio, jesuita devenido en heresiarca,
es que eleva los principios dialécticos igualándolos a la doctrina
de fe, caso contrario no estarían presentes en sus encíclicas.
En
este punto se hace necesario explicitar el espectro revolucionario y
la amplia gama de sentidos que abarca el concepto de revolución, de
tal modo que Bergoglio, el dialéctico, quede expuesto en lo que
enseña.
La
gran Revolución de la neutralidad
Con
acierto afirmó Carl Smichtt:
Ninguna
revolución intelectual ha tenido mayor repercusión que tuvo en el
siglo XVII el paso de la teología al espíritu científico. Todavía
estamos pagando hoy las consecuencias. 2
Esta
fue la gran revolución que abrió las puertas a la era moderna. Es
el fin del mundo antiguo y de la cultura cristiana. De estar Dios en
el centro del universo, se pasó a colocar al hombre en su lugar. Es
lo que se afirma con los términos del teocentrismo al
antropocentrismo. Revolución esta que con el nefasto Vaticano
II se introdujo de lleno en la teología católica. Tal como lo
escribía en los apuntes de teología, mi profesor en el año 1969:
La
Teología, si no quiere ser inadecuada, tiene que ser
antropocéntrica; fundada en la Historia de la Salvación,
existencial, personalista, dialogal, comunitaria, social; y volcada
en las categorías dinámicas de una visión evolutiva del mundo.
Consecuencias
de esta Revolución
Esta
revolución trajo como consecuencia que ...
...(Dios)
dejó de ser un ente para convertirse en un concepto. 3
¿Qué
causó esta revolución?
La
causa profunda de esta primera gran revolución se explica
simplemente por la preocupación harto característica de procurar al
espíritu humano un terreno de conciliación común y neutro. Después
de las polémicas y de las luchas (religiosas) del siglo XVI, a nadie
puede ya extrañar esa necesidad. 4
La
Revolución de la Neutralidad, a lo largo de las centurias seguirá
dando sus pasos cruciales, pues toda revolución es obra de varias
generaciones, y donde muchos perderán la visión de este
desafortunado proceso.
La
Historia reemplaza la Teología
A esta
Revolución Neutral, se hace indispensable insertar a Hegel, para
quien la Historia es conducida fatalmente por el Espíritu:
La
historia universal es precisamente ese largo proceso implicado en el
nacimiento y desarrollo ascendente del espíritu, constituyendo
una verdadera teodicea, vale decir la justificación de Dios en
la historia, prescindiendo de la espectacularidad de sus muchos y
variados capítulos. 5
Sumando
a Hegel dentro de esta profunda revolución neutral, la teología es
reemplazada por la historia y no tan solo por la historia sagrada,
sino también por la historia profana, la cual para algunos pasará a
ser toda en su conjunto una fatal Historia de Salvación. Como
enseñaban mis viejos apuntes de idealismo:
La
Teología, si no quiere ser inadecuada, tiene que ser ... fundada en
la Historia de la Salvación,...
Revolución
Mística
Luego
de establecer esta mentalidad se dará otro paso fundamental y se
reemplazará la historia por la política.
Decían
mis viejos apuntes:
La
Teología, si no quiere ser inadecuada, tiene que ser ...
existencial, personalista, dialogal, comunitaria, social;...
En
otras palabras, la teología debía configurarse como política.
Según
el planteo de Carl Schmitt, el cual puede ser discutido, se produce
este fenómeno consecuente al anterior:
En
el siglo XIX, el monarca primero y después el Estado, van a
convertirse también, a su vez, en órganos neutros; y la neutralidad
cierra así un ciclo, que luego se hace clásico bajo el nombre de
teología política, gracias a la doctrina liberal del poder neutro,
que pone el poder político al alcance de su mano.
La
mística vendrá con el Sturm und Drang
(tormenta e ímpetu). Este movimiento alemán
proporcionará a la política su visión mística, la cual tomará su
gran base con la afirmación de Goethe en su Fausto:
Está
escrito: En un principio existía el Verbo. Ya, aquí, tengo
que pararme. ¿Quién me ayudará para ir más lejos? Es esta
traducción tan difícil, que tendré que darle otro sentido si el
espíritu no me ilumina. Escribo: En el principio existía el
espíritu. Reflexionemos bien sobre esta primera línea, y no
permitamos que la pluma se deslice. Es indudable que el espíritu lo
hace y lo dispone todo; por tanto, debiera decir: En un principio
existía la fuerza. Y, sin embargo, al escribir esto, siento en mí
algo que me dice no ser este el verdadero sentido. Por fin, parece
venir el espíritu en mi auxilio; ya empiezo a ver con más claridad
y escribo con mayor confianza. En un principio existía la acción.
La
acción antes que el Logos, nuevo proceso revolucionario, que
junto al nefasto Vaticano II ingresará en la nueva teología
católica, donde la acción será más importante que el pensamiento,
y la pastoral será más importante que la teología. Como está
escrito en mis apuntes de 1969:
La
Teología, si no quiere ser inadecuada, tiene que ser … volcada en
las categorías dinámicas...
La
mística política se hace acción con el Sturm und Drang, y
con ella aparece en el romanticismo el oficio de revolucionario, el
sacrificado servidor de la tormenta y el ímpetu.
Esta
política devenida en teología la cual se transforma en acción
mística, incorporará el proceso revolucionario para explicar de
algún modo la procesión de la Historia. Perón que fue un gran
sintetizador, lo hizo en estos términos:
Es
posible que la revolución sea tan vieja como el mundo, porque el
mundo nunca ha sido estático, sino que ha estado siempre en
evolución permanente, y las revoluciones siempre son parte de esa
evolución. 6
Bergoglio,
revolucionario peronista
Con
esta óptica, entendemos al peronista Bergoglio, cuando afirma que el
evangelio es revolucionario. Negarlo sería como excluirse del
proceso evolutivo tan querido por los jesuitas de vanguardia y
aceptado por los obispos latinoamericanos, a quienes los confirma en
su visión evolutiva con estas significativas palabras, en las cuales
comprendemos su aversión hacia los Franciscanos de la Inmaculada y
su firme voluntad de destruir toda organización anclada en la
Tradición anterior al Vaticano II:
Ante
los males de la Iglesia se busca una solución sólo en la
disciplina, en la restauración de conductas y formas superadas que,
incluso culturalmente, no tienen capacidad significativa. ...
Fundamentalmente es estática, si bien puede prometerse una dinámica
hacia adentro: involuciona. Busca “recuperar” el pasado perdido.
7
Palabras
que se desprenden de las enseñanzas de la década del 60, cuando se
escribía en las aulas de teología:
La
Teología, si no quiere ser inadecuada, tiene que ser … volcada en
las categorías ... de una visión evolutiva del mundo.
Por
tales palabras, piensen los que han hecho del arcaico Vaticano II un
dogma de fe, que no hacen más que dar un virtual apoyo a Bergoglio
en su destrucción hacia toda organización católica basada en los
principios de 1960.
Bergoglio,
el fósil
Bergoglio
es el mejor fósil que podemos dar de esta Revolución Neutral que se
inició en el siglo XVII, donde el teocentrismo se hace
antropocentrismo, donde la teología se hace acción
pastoral, donde la acción pastoral pasa a ser política, donde la
política se hace mística, y por consiguiente, las enseñanzas
evangélicas pasan a ser revolucionarias para insertarse en la
evolución.
Bergoglio
es el gran fósil de esta generación perdida de Argentina,
donde se evoluciona cuando se profesa la Revolución Neutral del
siglo XVII, cuando se considera a Jesucristo hecho Historia, y cuando
se opta por los pobres o los inmigrantes, para acompañarlos en un
proceso revolucionario.
Ahora
podemos apreciar las afirmaciones del Cardenal Martini, quien propuso
a Bergoglio para el papado en el cónclave de 2005, para quien la
Iglesia estaba atrasada en doscientos años. Lógico, no había
entrado de lleno en la Revolución Neutral.
Como
es fácil apreciar, con este criterio revolucionario, toda la
doctrina de Jesucristo quedó patas arriba. Hoy nos quejamos de las
consecuencias de esta Revolución Neutral, la cual tomó el poder en
el Vaticano, donde el demonio no existe, el mundo se hizo amigo y la
carne en todas sus formas, ya no es mi enemiga, sino mi gran amiga y
donde la iglesia es un inmigrante y si el inmigrante es musulmán,
tanto mejor.
1
G. F. W. Hegel. Fiolosofía de la Historia. Bs. As. Ed. Claridad.
1976. Pág, 56.
2
Carl Schmitt. La época de la neutralidad.
3
Ibídem.
4
Ibídem.
5
G. F. W. Hegel. Fiolosofía de la Historia. Bs. As. Ed. Claridad.
1976. Pág, 460.
6
J. D. Perón. Discurso a la CGT del 30 de junio de 1973.
7
Palabras dirigidas al Comité de Coordinación del CELAM, en Río de
Janeiro, el 28 de julio de 2013,
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