La
Revolución Vaticana, como un hongo que crece al margen de la
realidad que lo rodea, y se nutre de la descomposición de un
Vaticano II en su peor período, como es el actual, ha elaborado sus
propios vocablos. Uno de ellos es el rígido.
Los
rígidos son necesarios. Guardan toda la información del pasado, y operan en las aplicaciones, si bien ahora aparecieron los rígidos móviles.
El
“rígido” de la “Revolución Vaticana” es un grave
problema, no sólo porque el porteño Bergoglio lo repite sin
cansancio, sino porque es el que detiene la Revolución.
Con
rígidos no existe praxis revolucionaria.
El
porteño Bergoglio es un auténtico jesuita ignorante. No sabe
teología, no sabe historia, como un buen iconoclasta protestante,
detesta la filosofía, su exégesis suele ser ridícula, solo se
alimenta de la praxis.
Este
es el talón de Aquiles de esta Revolución, adolece de una teoría
revolucionaria. Desmontar las ideas del porteño Bergoglio es lo más
simple, y ya ni nos preocupamos de hacerlo.
Que
el porteño es hereje, lo saben hasta sus compinches del
Vaticano.
Que
el porteño es un cismático, lo dice él mismo.
Que
el porteño es un masón, lo dicen sus palabras sobre el cambio
climático, y sobre su poliedro religioso en cuanta ocasión se le presente.
¿Queda
ya algo para descubrir?, entiendo que no. Hacerlo
es perder el tiempo.
Todas
las cartas del antipapa Bergoglio en este juego del truco argentino
están sobre la mesa, sabemos que no tiene "envido" y canta "truco"
con tres cuatro.
Que el
porteño se basa en la mafia lavanda para sostenerse en el
poder, lo gritan las piedras.
Que el
porteño hace política, lo saben hasta los mismos bergoglianos. Jamás imaginé un porteño ignorante y a la vez miembro de los jesuita, los cuales ya han mutado en una feroz secta. Todos los días es lo que se contempla.
La
Revolución tiene sus etapas
El
porteño ya no sale a visitar a sus amigos pentecostales. Comer
kashrut con sus amigos rabinos, ya no es frecuente. Los
ortodoxos fueron los primeros en tildarlo de archihereje, motivo por
el cual, el porteño se ha retirado a su trinchera, compuesta por homosexuales, pedófilos e ignorantes como él.
Estamos
en la última etapa de esta torpe Revolución, donde todos los días
vemos lo limitado de sus pretensiones. La cháchara de su política globalista. Las alabanzas a la vacuna anticovid. La "ternura" misericordiosa para expulsar "rígidos". El indigenismo anglosajón a trasmano de la historia, y sobre todo, el vacío que siempre lo rodea.
Y no es para menos, pues monta una religión nueva con todo el lumpen del que que siempre se rodea, cuando sale de caza por las periferias.
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