Calesita

sábado, 30 de septiembre de 2017

Refundar o Refundir la Iglesia


A Bergoglio le dieron cinco años para rehacer la Iglesia o tal vez para refundar la Iglesia. ¿En qué consiste este rehacer o esta refundación? ¿Acaso nos creemos que un simple documento, como Los Amores de Leticia, puede rehacer o refundar una Iglesia? Indudablemente existe algo más, para que la “Mafia de San Galo” se tomara tanto tiempo y montara tantos planes por un simple documento que ha quedado acorralado, cuestionado y es cada día el deterioro erosionante de quien se hace llamar: “El Obispo de Roma”.
¿Qué meditaban los prelados mafiosos en sus “ejercicios espirituales” de San Galo? ¿Qué planes tienen entre manos para aplicar?
Hoy han surgido rumores, de lo que podría ser el plan para ejecutar en este quinto año del reinado absoluto del Che Bergoglio, o tal vez, luego de su papado de transición.
Ya se sabe que lentamente, aduciendo distintos motivos, se han colocado a todos los prelados, bajo el poder papal, quien puede cesar un obispo cuando lo desee y en las circunstancias que crea conveniente. Si la Iglesia estaba pendiente de una persona, la papal, hoy la cosa es mucho mayor que en los años precedentes. Como ya dijimos, el poder de Bergoglio es un poder absoluto, muy bien podría decir: La Iglesia soy yo.
Originalmente no fue así. A San Ambrosio lo eligieron los fieles de Milán, y quien dio el nombre para su candidatura, fue un niño proponiendo un catecúmeno, quien no había recibido aún el bautismo.
Hoy los obispos son elelgidos desde el Vaticano, y este no está dispuesto a compartir esta prerrogativa con la totalidad de los fieles, pues ni siquiera se los consulta. En estos últimos años, a Monseñor Lefebvre se lo excomulgó por ordenar obispos sin autorización del Vaticano.
Más aún, los obispos deben obligatoriamente renunciar a los 75 años, cuando originalmente jamás fue así.
Como se ve, si para reformar la Iglesia se debe acceder al sillón papal, con mucha más razón para refundarla, caso contrario, dada la mentalidad de los mafiosos, que siempre existen, las reformas de fondo o las refundaciones, son imposibles.
¿Qué reformas planearon los mafiosos de San Galo? Por ahora son solo rumores. Antonio Socci trata de explicar a su modo, este plan de refundación de la Iglesia.
Se está estudiando la forma de abolir con un solo golpe de gracia al Vaticano. Los alborotos internos, el caos administrativo reinante, el inicio del Vatileaks III, ayudan a este propósito. En este momento, se esperan nuevas filtraciones de una caja de seguridad violada que guardaba secretos de alto estado.
Este principio parece una locura, pero se está estudiando la forma de que al Papa no lo nombren los cardenales.
El cordobés Fernández, a quien también los italianos ya llaman “Tucho”, quien saltó a la fama por su libro, “Sáname con tu boca, El arte de besar”, Editorial Lumen, obra desde ya forzosamente agotada, opina que los cardenales están de más. Sin embargo, las acciones de Bergoglio no van en este sentido, sino tal vez en estudiar la forma donde la elección de Papa, sea dada por el mismo Papa reinante; es decir, que el Papa elija su sucesor para luego emitir su renuncia y de esta forma dejar a los cardenales como pajes de corte. Este sería el único medio para que la refundación de la Iglesia subsista en el tiempo. “Tucho”, ya dijo que la Curia vaticana no es esencial, y como buen bocón que es, adelantó que el Papa puede residir en cualquier parte. Evidente que el arzobispo “Tucho”, algo sabe.
Benedicto XVI, estúpidamente ya colaboró con este plan renunciando, y el quinto año del papado del Monarca Absoluto Bergoglio, está en marcha, esperemos los próximos acontecimientos para observar si esto tiene indicios de realidad.
Para el lenguaje del Río de la Plata, el verbo refundir adquiere el significado de destrucción total. Es lo que tal vez el che, Obispo de Roma, cual otro Terminator, debe estar pensando, que refundir es igual que refundar.
Si este rumor es real, habremos comprendido bien cuales son los alcances del término revolución.
En este caso, consiste en absolutizar la Iglesia, lo cual no es un indicio sino una realidad, para tenerla maniatada, lo cual es otra realidad, destruyendo de este modo su reino, para que todo se caiga.
No estamos delante de un mal Papa, donde es cuestión de esperar que muera pronto para elegir otro mejor. Estamos dentro del torbellino de una conjura internacional, donde el che Bergoglio es una pieza más del rompecabezas.
Este no es un plan propuesto por el che Bergoglio, sino por la sinarquía occidental, donde un tercermundista trasnochado, cual otro Atila, pide por un lado acoger todos los musulmanes del mundo, y por el otro lado, ejecuta destruir hasta los mismos cimientos del Vaticano.
Es indudable que para la rica Iglesia teutona, imbuida, al igual que Bergoglio, de la reforma luterana, el Vaticano es un estorbo, y al eliminarlo la dejaría con el mando supremo del Orbe, sin oponentes a la vista, y de este modo imponer los postulados del idealismo teológico de Tubinga.
¿Para este plan de la mafia de San Galo, Bergoglio sigue siendo la pieza clave?



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