Este
himno al Espíritu Santo, se atribuye al escritor, filósofo y
teólogo alemán Rabanus Maurus (776-856). Esta composición se
canta en las vísperas de Pentcostés y en muchas ocasiones, sobre
todo cuando se invoca la fuerte presencia del Espíritu Santo.
Tomamos
el texto latino del Antiphonale Monasticum de 1934, páginas 518 y
519. El texto varía del cantado en el rito romano. No olvidemos que
en la primera reforma de los textos litúrgicos, realizada por Urbano
VIII, se modificaron los textos originales.
Primera
estrofa
Veni
Creator Spiritus,
Mentes
tuorum visita,
Imple
superna gratia,
Quæ
tu creasti pectora.
|
Ven,
Espíritu Creador,
Visita
tus mentes de los tuyos;
Llena
con tu gracia celestial
Los
corazones que tú creaste .
|
Se
inicia con una epíclesis para que el Espíritu de Dios se haga
presente. Lo llama Espíritu Creador, pues hace referencia al
Espíritu de Dios que aleteaba sobre las aguas primordiales (Cfr.
Génesis 1,2).
El
texto latino habla de mentes, las cuales pueden tomarse
como las inteligencias, o los espíritus. El cristiano es por esta
visita, un poseído por el Espíritu Divino, el cual es una
hipóstasis o persona que procede del Padre. Mientras el Hijo es
generado por el Dios Padre. Mientras el Hijo es un generado, el
Espíritu Santo en cambio es una procesión. La visita del Espíritu
se solicita no sobre todo el mundo, sino sobre los que son suyos, es
el adjetivo tuorum.
Como
afirma la teología oriental, a Dios no lo conocemos por lo que es,
pues su esencia está en la tiniebla divina; solo sabemos que existe,
por consiguiente lo conocemos por sus energías o procesiones; de
allí que el verso tercero habla de estas energías que proceden de
Dios, a las que se las llama gratia. Tal gracia es toda
celestial, y esta poderosa energía no procede de la naturaleza ni
del cosmos, como pretenden los panteístas, sino de lo celeste: es lo
significa el adjetivo superna.
Estas
energías entran en los pectora, sustantivo que indica
los pechos, los corazones místicos.
Segunda
estrofa
Qui
Paraclitus diceris,
Donum
Dei altissimi,
Fons
vivus, ignis, caritas,
Et
spiritalis unctio.
|
Tú, eres llamado Paráclito,
Don
del Dios Altísimo,
Fuente
viva, fuego, caridad
Y
espiritual unción.
|
La
segunda estrofa se adentra en las propiedades de la hipóstasis
divina del Espíritu de Dios.
La
primera es Paráclitus: Un término que proviene del
griego παράκλητος, con su significado de intercesor
o defensor; de aquí los sinónimos de consolador, abogado y garante.
El
Paráclito es un don, regalo del Dios oculto en la tiniebla divina.
Tal regalo es una fons, fuente que mana
permanentemente, fuente viva, fuente de fuego (ignis),
fuente del término griego αγαπη,
o amor de ágape, el cual es muchas veces traducido al latín como
cáritas, caridad.
Toda
esta fuente permanente empapa el alma y produce una unción interna
en su visita.
Tercera
estrofa
Tu
septiformis munere,
Dextræ
Dei tu digitus,
Tu
rite promissum Patris,
Sermone
ditans guttura.
|
Tú
regalas las siete formas,
Dedo
de la diestra de Dios.
Tú,
la promesa que el Padre nos dio,
Palabra
dictada a la garganta.
|
Siguen
sus propiedades. Su acción es regalar las energías divinas, la
cuales son “los siete espíritus que están sentados delante del
trono” de Jesucristo, tal como lo relata este libro esotérico,
que es el Apocalipsis 1.
El término septiformis, indica siete formas.
Como
lo hace la hermenéutica del Padre Meinvielle 2,
estos espíritus no son ángeles, sino los resplandores divinos,
energías divinas que se derraman sobre los seguidores de Jesucristo.
Ahora bien estos siete esplendores divinos, salen de la fuente de
fuego que se cantó en la primera estrofa. Los esplendores, o lenguas
de fuego vivo, están en presencia del que era, es y vendrá.
Los verbos son explicados por el Padre Meinvielle y equivalen...
...según
el hebreo a “erit” y son, si así se puede decir, como la moneda
del nombre divino Yahwe, que por sus elementos expresa admirablemente
el misterio de la Santísima Trinidad. Graves comentarios han
demostrado que el Apóstol designa con estos tres tiempos del verbo
por excelencia a las tres adorables Personas del Dios uno; yo mismo,
en mi Armonía, he desarrollado extensamente este significado del
Tetragrama (YHWH). He aquí, en primer lugar, los tres Esplendores
supremos. Mas lo que me propongo establecer aquí es que los septem
Spiritus de este versículo son realmente los siete últimos
esplendores, es decir, Dios en sus atributos absolutos. 3
El
verso segundo confirmará esta opinión diciendo que los siete,
son los últimos esplendores de Dios, afirmando que son el dedo de la
derecha del Dios Padre. El dedo, indica la procesión que sale del
Padre. Los esplendores no se diferencian de Dios, sino que estas
energías le pertenecen formando así la unidad divina.
¿Pero
cuáles son estas siete formas, estos siete espíritus? Lo
dirá el Apocalipsis en su capítulo V:
Digno
es el Cordero, que ha sido degollado, de recibir el poder, la
riqueza, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la
bendición. (Ap. 5,12)
Se
inicia con τὴν δύναμιν, el poder; y le siguen τὸν
πλοῦτον, la riqueza; σοφίαν, la sabiduría; τιμὴν,
la fortaleza; δόξαν, la gloria; y termina con εὐλογίαν,
la bendición.
El
verso tercero alude al cumplimiento de la promesa del Padre, que
no dejaría huérfanos a los cristianos. Es esta fuente de
esplendores quien guía los pasos de la Iglesia que sigue al Padre
por medio de la doctrina de Jesucristo, de allí que los esplendores
hacen inexpugnable la Iglesia.
El
verso cuarto marca una característica del Espíritu Santo. El
Espíritu Santo no habla, sino que dicta su palabra a los suyos,
quienes hablen por él.
Cuarta
estrofa
Accende
lumen sensibus:
Infunde
amorem cordibus:
Infirma
nostri corporis
Virtute
firmans perpeti.
|
Ilumina
nuestros sentidos:
Derrama
amor en los corazones:
A
la debilidad de nuestros cuerpos
Confirmando
con tu fuerza continua.
|
Iluminando
los sentidos, que no perciben los siete esplendores del mundo
celestial, pues solo se pueden ver con los ojos de la Fe, se
derramará el amor de ágape en los corazones, lo cual hará de cada
cristiano una piedra firme y permanente.
Quinta
estrofa
Hostem
repellas longius,
Pacemque
dones protinus:
Ductore
sic te prævio
Vitemus
omne noxium.
|
Repele
lejos al enemigo,
Y
regala tu paz sin tardar,
Asi
siendo conductor a la cabeza
evitemos
todo mal.
|
La
estrofa hace alusión a esta guerra que el esotérico Apocalipsis
presenta en su capítulo XII, guerra donde el hostes,
enemigo, fue arrojado al mundo de los hombres y hace la guerra contra
los seguidores del primer signo, una Mujer coronada de 12 estrellas,
con la Luna bajo sus pies. Los resplandores repelen longius
esta Serpiente antigua; al alejar el Dragón, otorga inmediatamnte
pacem, la Paz.
En el
escenario de esta guerra cósmica, el Espíritu Santo es el Dux,
el conductor prævio, que va al frente de su tropa. El
resultado de la guerra cósmica, es la falta de todo noxium,
mal nocivo.
Sexta
estrofa
Per
te sciamus da Patrem,
Noscamus
atque Filium,
Te
utriusque Spiritum
Credamus
omni tempore.
|
Por
ti conocemos al Padre,
También
comprendemos al Hijo,
Y
por ti, el Espíritu de ambos,
Creemos
en todo tiempo.
|
Toda
la estrofa habla del camino de la Fe.
La Fe
es una relación con las tres Hipóstasis divinas y posee una
perijóresis relacionada con cada una de ellas:
El
camino lo inician los resplandores divinos, el Espíritu Santo, por
los cuales sabemos de la existencia del Padre, pero no pueden estos
resplandores mostrarnos la esencia del Padre, quien es apofático
morando en la tiniebla divina. Sin embargo este Dios apofático
enseñó su doctrina por medio de su icono Jesucristo, de allí que
estos esplendores nos hacen comprender esta doctrina del Hijo
engendrado por el Padre y nuevamente engendrado como hombre en el
seno de la Virgen María. Hipóstasis del Hijo que tiene dos
naturalezas, la humana y la divina, y como dice el último verso, lo
creemos en todo tiempo. No es una enseñanza hegeliana adaptada solo
a un tiempo, sino al omni tempore; y tal como
iniciamos el análisis diciendo que los verbos de era, soy y
vendré, forman el tetragrama de YHWH.
Séptima
estrofa
Gloria
Patri Domino,
Natoque,
qui a mortuis
Surrexit,
ac Paraclito,
In
sæculorum sæcula.
Amen.
|
Al
Padre sea la gloria,
Y
al Hijo engendrado,
Quien
de los muertos resucitó,
También
al Paráclito
Por
todos los siglos de los siglos.
Amén.
|
Tratándose
de los septiformis, el himno debía ser de siete estrofas. La
última es la doxología propia y adaptada que se presenta en cada
himno litúrgico.
Sin
embargo en este caso, es una forma de adaptar el texto del
Apocalipsis que le sigue al que copiamos en la estrofa tercera, donde
la Iglesia Triunfante alaba a Jesucristo, Cordero degollado,
otorgándole la dignidad de recibir el poder, la riqueza, la
sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la bendición.
Ahora se suman ...
...todas
las criaturas que existen en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de
la tierra, y en el mar, y en todo cuanto hay en ellos,... (5,13)
Todos
se suman en esta alabanza al Padre, que está sentado en el trono,
a Jesucristo, el Cordero, e invierten el orden anterior; así
junto a los resplandores divinos, otorgan...
...la
bendición, el honor, la gloria y el imperio por los siglos de los
siglos. (5,13)
La
εὐλογία o bemdición, sale del trono y vuelve al trono y es
lo primero que regresa; luego lo hacen el honor (τιμὴ), la
gloria (δόξαν) y todos dan el imperio (τὸ κράτος) o
reinado universal a su creador, en ese día séptimo, donde todas las
criaturas descansan, es decir que cesan en sus movimientos, pues ya
no lo necesitan. A continuación, los monjes de la Abadía de Barroux, cantan este himno en la Primera Víspera de Pentecostés.
1
Apocalipsis 1,4.
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