Calesita

viernes, 9 de septiembre de 2016

Una pobreza de "medio pelo"


En nuestro artículo del día 4 de agosto, tomamos de la nota de Sandro Magister, el razonamiento de Flavio Cuniberto, quien llegaba a la conclusión, que las enseñanzas de Bergoglio sobre la pobreza de la Iglesia estaba llena de profundas contradicciones.
En respuesta a las paradojas de un Bergoglio, siempre escaso de ideas, y las pocas de ellas tomadas del tercermundismo argentino de los años 70, el editorial de Radicati nella Fede, responde a las contradicciones, de este hombre, anclado ideológicamente en esa oscura década.
De este editorial, preferimos destacar estos párrafos:
1. La pobreza en sí misma:
La pobreza, junto a su aspecto de sobriedad económica, en sí misma no sirve, sirve en cuanto coloca al hombre en su verdadera posición, aquella de su total dependencia a Dios. Y es innegable que quien se encuentra en dificultades económicas, el pobre, puede entender mejor lo que es esta dependencia, este tener que esperar en un Otro; y Dios se convierte para él más concretamente en Providencia.
2. La pobreza en nuestro mundo postcomunista:
Pero esto (el párrafo anterior) nunca es automático; y lo es mucho menos en el mundo postcomunista actual, que por desgracia sigue siendo comunista, y que encerró la pobreza en la prisión de la lucha de clases y de la lucha de los derechos personales, y al hacerlo mató con el ateísmo la pobreza; ¡la mató, no la anuló!
3. ¿Qué es una Iglesia pobre?
Iglesia pobre significa iglesia sencilla, que no tiene otro valor que el que viene de la gracia de Cristo y la Revelación divina.
4. El pobre no es un intelectual:
Los pobres no tienen tiempo para perder, no están dispuestos a elucubraciones pseudo intelectuales. Para ellos la vida urge, deben llegar a un momento, y rápido, para comer y vivir.
5. El católico pobre actúa del mismo modo en su vida espiritual:
¿Acaso no es así también en el cristiano, cuando está seriamente comprometido con la vida? Cuando se es consciente que la vida es una lucha dramática, no se pierde tiempo, no se entretiene con cosas inútiles o fútiles, se quiere llegar cuanto antes a la cuestión de la salvación, a la cuestión de la gracia que salva.
6. Cuando la iglesia es pobre:
Entonces una iglesia pobre es aquella que está empeñada en el frente de la gracia, en el frente de la salvación de las almas, con los instrumentos dados por Dios: predicación y sacramentos.
7. Cuando aparece la idea de proselitismo:
Sucede que la reflexión del punto sexto, para Bergoglio es inaudita; pues no se debe hacer proselitismo, por ello continúa el editorial:
Pero el horizonte se hace cada vez más oscuro: ¿dónde está esta Iglesia preocupada por la salvación de las almas? Parece que la mayor parte del clero y de los laicos comprometidos están ocupados en servir al mundo. La predicación oficial habla de la paz en el mundo, de la hermandad universal, de la humanidad consciente... un lenguaje digno del mundo masónico y la propaganda marxista de décadas anteriores.
BERGOLIO, EL ABORTO TERCERMUNDISTA. – ¡Lo que dijimos! Bergoglio es un aborto del movimiento tercermundista de sacerdotes que actuó en la frustrada década argentina del 70. Radicati nella fede nos da la razón. Espero que cuando se complete la lista de estos frustrados sacerdotes, luego de Podestá, Huidobro y Lanzón, que no falte Bergoglio el Grande.
8. ¿Es esta iglesia bergogliana pobre?
No, esta iglesia dedicada en alguna otra cosa no es una iglesia pobre, incluso si hace voluntariado con los pobres. No es una iglesia pobre, aún si abre dramáticamente centros de acogida, porque perdió la raíz de la verdadera pobreza, que es esperar solo en Dios.
9. La iglesia burguesa:
Cuando en cambio la iglesia se aburguesa habla de los pobres, pero no vive la pobreza, la cual tiene como corazón el milagro de la gracia. Habla de los pobres la iglesia modernizada, pero es burguesa en la médula, porque busca los medios humanos para ser como los otros clubes sociales. E incluso cuando habla de la gracia de Dios, se habla de ella como un sombrero añadido a su pelagiano compromiso enteramente humano. No es una iglesia pobre, porque la gracia de Dios, aquella que desciende de la cruz de Cristo y de los sacramentos, nunca se convierte en el principio de juicio y de acción.
Mi casa será casa de oración: he aquí la iglesia pobre.
BERGOGLIO, EL BURGUÉS. – En la década del 70 acuñamos muchas frases y conceptos propios, uno de ellos fue el burgués. ¿Quién es el burgués? Es aquel que no posee elevadas riquezas, tampoco es aquel que vive en la miseria. Y de esta posición social se acomoda como puede al mundo, siguiendo sus postulados. El ensayista Arturo Jauretche realizó de él un perfecto retrato en su obra: El medio pelo en la sociedad argentina. El burgués, o el hombre de medio pelo, no pertenece a ninguna clase social, en el fondo envidia la riqueza, y desde esta posición defiende al pobre como una categoría mental insustituible. Bergoglio es un burgués, surgido en este medio pelo de la Iglesia Argentina; una iglesia que, exceptuando ciertos casos, no combate, solo busca acomodarse a la clase política de turno y especular desde este ángulo. Por supuesto, su lenguaje es siempre revolucionario, pero de esa revolución de los 70, como lo hace hoy Bergoglio desde su falso papado. Por ello compartimos este último párrafo del editorial de Radicati nella fede.
Sin embargo, yo pienso que Bergoglio vive en la pobreza. No me refiero a la pobreza por llevar zapatos viejos, o a esa pobreza por no querer endosar insignias de oro. Tampoco me refiero al hecho de vivir en Santa Marta, lejos de los palacios vaticanos como un papa burgués; no, no me refiero a esta pobreza, sino a su pobreza de ideas, lo cual lo muestran a toda la cristiandad no como un hombre pobre, sino como un pobre hombre. He aquí esta pobreza de medio pelo.



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