Juan
Martín Cabezalero. Asunción
de la Virgen,
hacia 1670.
|
Surge!
Iam terris fera bruma cessit, es el primer verso del himno de
Maitines que se canta el 15 de agosto, fiesta de la Asunción de
María a los cielos.
Los
versos se realizaron usando la estrofa sáfica, la cual consiste en
cuatro versos, los tres primeros son endecasílabos y el último
pentasílabo.
Texto
Surge!
Iam terris fera bruma cessit,
Ridet
in pratis decus omne florum,
Alma
quæ Vitæ Génitrix fuísti,
|
¡Levántate!
Ya
el cruel invierno ha cesado en la tierra,Sonríe en los prados toda la belleza de las flores, Venerada que has sido Madre de la Vida, ¡Levántate, María! |
Lílium
fulgens velut in rubéto,
Mortis
auctórem teris una, carpens
Sóntibus
fructum pátribus negátum
Arbore
vitæ.
|
Como
lirio fulgente entre el zarzal, Tú sola machacas al autor de la muerte, cortando El fruto que se negó a nuestros padres culpables, con el árbol de la vida. |
Arca
non putri fabricáta ligno
Manna tu servas, fluit unde virtus, Ipsa qua surgent animáta rursus Ossa sepúlcris. |
Arca
de madera incorruptible, tú guardas el maná desde donde fluye la potencia, La misma que surge animando nuevamente Los huesos de las tumbas. |
Præsidis
mentis dócilis minístra,
Haud caro tabo pátitur resólvi; Spíritus imo sine fine consors Tendit ad astra. |
Esclava
dócil del espíritu que ordena, de ningún modo la carne sufre la corrupción, Esposa del Espíritu que más allá sin fin Se eleva a las estrellas. |
Surge!
Dilécto pete nixa cælum,
Sume consértum diadéma stellis, Teque natórum récinens beátam Excipe carmen. |
¡Levántate!
Dirígite al cielo apoyándote en el Amado, Toma la diadema trenzada con estrellas, Y escucha a los niños que te cantan el himno de bienaventurada. |
Laus
sit excélsæ Tríadi perénnis,
Quæ tibi, Virgo, tríbuit corónam, Atque regínam statuítque nostram Próvida matrem. Amen. |
Alabanza
eterna a la excelsa Trinidad, Que te da, oh Virgen, la corona, Y te establece por nuestra Reina Madre en su providencia. Amén. |
Análisis
del Texto
Primera
estrofa.
Versos
1 y 2. – Aquí,
los dos primeros versos están tomados del Cantar de los Cantares
2,10-12, y adaptados a la estrofa sáfica. El autor tomó como base
el verbo imperativo: surge,
levántate,
que de acuerdo a la fiesta de la Asunción, también conlleva el
significado de elévate.
El
verbo se toma de la vulgata
latina, y es el correspondiente al verbo griego ἀνάστα.
Todos concuerdan con el hebreo qumi
()
el mismo verbo que presenta el Evangelio de San Marcos (5,41), cuando
Jesucristo resucita la niña, tomándola de la mano, entre las
burlas de los incrédulos, y le dice: Talitha,
qumi.
Quien
pronuncia el imperativo ἀνάστα,
es su Esposo, que la llama a compartir su amor eterno. Quien
pronuncia el verbo qumi, es su Hijo, tomándola de la mano,
entre las grotescas burlas de los iconoclastas protestantes.
Toda
esta perícopa es una gran metáfora, es decir, una aplicación
alegórica a la escritura. ¿A qué se refiere? Al valle de
lágrimas, el cual es el cruel invierno, la vida de dolores,
donde una espada atravesó su alma (Lucas 1,35). Es el fin de la vida
terrenal. Luego del cruel invierno, llega la primavera, la era de las
flores y el florecimiento del amor sin fin, cuando oye la voz del
Esposo, que la llama: Surge, Maria!
Versos
3 y 4. – Los dos últimos
versos de esta estrofa, cambian bruscamente, y pasan a contemplar
directamente el misterio mariano. Esta Madre es la que engendra la
Vida, o la Madre de la Vida. Si Eva era la madre de los vivientes,
que debían morir; María es la Madre de los mortales, que deberán
vivir.
El
término Vida adquiere un significado especial. Misterio profundo
para ser meditado, pues vida, se refiere por un lado a todas las
madres. La mujer es quien potencialmente genera la vida; en el caso
de María, como lo especifica el verso siguiente, es quien dio vida
al que da la Vida, pues su Hijo nos dio la Vida. Por el misterio de
la Vida, su Hijo la llama:
Talitha,
qumi.
Por lo
tanto, por este misterio profundo de la obediencia al plan de Vida
trazado por el Padre desde toda la eternidad, es que también el autor
de la Vida, la llama desde la tiniebla divina:
Surge,
Maria!
Segunda
estrofa.
Lílium
fulgens velut in rubéto,
Mortis
auctórem teris una, carpens
Sóntibus
fructum pátribus negátum
Arbore
vitæ.
|
Como
lirio fulgente entre el zarzal, Tú sola machacas al autor de la muerte, cortando El fruto que se negó a nuestros padres culpables, con el árbol de la vida. |
Verso
primero. – El lirio que crece entre lasInmaculada Concepción, tercamente negada por los iconoclastas
protestantes, porque para ellos, ningún icono, incluso el icono de
María, puede ser lirio y mucho menos manifestar la Luz divina. Como
miopes que siempre fueron, creen que nos postramos ante una mujer,
cuando en realidad lo hacemos ante la Luz y la Vida que esta Virgen
concibe en su seno.
En un
mundo de espinas, nace un lirio, pero un lirio que trilla, machaca,
pisa como en un lagar al autor de la muerte.
Verso
segundo. – Aquí no hace sino referirse al pasaje del Génesis,
3, 15:
Ella
te aplastará la cabeza.
Este
pasaje, ha sido pésimamente traducido por los modernistas y amigos
de los iconoclastas protestantes, quienes parece que ya no comprenden
el hebreo antiguo, más aún, son reacios en admitir un masculino
enfático, puesto que una mujer machacando la cabeza de un dragón,
realiza una función nétamente masculina. Como de costumbre,
entienden el texto cuando les conviene, y desconocen toda figura
literaria cuando albergan otras intenciones, como en este caso.
Versos
tercero y cuarto. – Quien machaque su cabeza, es quien tiene la
facultad para cortar el fruto del Árbol de la Vida, fruto
prohibido a nuestros primeros padres, luego de comer del Árbol de
la Muerte. Toda una referencia a Génesis 3, 22 y 24.
Este
es el Árbol de la Vida, que cerrará el libro del
Apocalipsis, estando en medio de la Jerusalén Celestial, el cual da
doce frutos:
Había
un bosque de vida que da doce frutos, cada fruto en su mes, y las
hojas del árbol son saludables para las naciones. (Ap. 22,2)
El
original griego, habla de un leño de vida (ξύλον
ζωῆς), lo cual da idea de un bosque de vida plantado en medio de
la calle y a las orillas del río. Este bosque da frutos cada mes del
año, son los frutos del Cantar de los Cantares donde canta el
Esposo:
Subiré
a este palmero y cortaré sus frutos, y serán para mí tus pechos
como racimos de uvas, y el olor de tu boca, como de manzanas. (Cantar
7,9)
Tercera
estrofa.
Arca
non putri fabricáta ligno
Manna tu servas, fluit unde virtus, Ipsa qua surgent animáta rursus Ossa sepúlcris. |
Arca
de madera incorruptible, tú guardas el maná desde donde fluye la potencia, La misma que surge animando nuevamente Los huesos de las tumbas. |
Verso
primero. – Aquí el poeta, comparará La Virgen María con el
Arca de la Alianza, aquel cofre de madera construido por Moisés
siguiendo los mandatos divinos, dentro del cual se había colocado
entre otras cosas, una porción de aquel maná que había alimentado
a los hebreos en su largo trayecto por el desierto.
Los
versos siguientes. – El resto de la estrofa se centrará en el
maná, figura de la manoseada y profanada eucaristía de nuestros
días, cuya potencia es tal, que logra dar la vida a los huesos de
las tumbas.
Si en
la estrofa anterior habló del fruto del Árbol de la Vida,
aquí lo especifica, indicando la potencia de dicho fruto. Potencia
silenciada por la modernidad, para caminar al ritmo degradado de los
iconoclastas protestantes.
Cuarta
estrofa.
Præsidis
mentis dócilis minístra,
Haud caro tabo pátitur resólvi; Spíritus imo sine fine consors Tendit ad astra. |
Esclava
dócil del espíritu que ordena, de ningún modo la carne sufre la corrupción, Esposa del Espíritu que más allá sin fin Se eleva a las estrellas. |
Versos
1 y 2. – Aquí el autor reflexionará cantando sobre el
Espíritu. Al mencionarse como dócil esclava, recuerda el pasaje de
Lucas (1,38):
Este
capítulo de San Lucas, es un pasaje que los iconoclastas
protestantes, nunca leen, ¿por qué será?
La
docilidad se da por su obediencia, pero también se da porque su
cuerpo fue guiado por el espíritu, esto nos recuerda las cartas de
San Pablo, donde el hombre nuevo, es aquel que es llevado por la ley
del espíritu, ya no por la ley de la carne:
Los
que son según la carne, tienden a las cosas carnales; los que son
según el espíritu, a las cosas espirituales. (Romanos
8,5)
Versos
3 y 4. – Luego hablará del Espíritu Santo, y la presenta como
su Esposa, al recibir de este mismo Espíritu, la Concepción de la
Segunda Persona de la Santísima Trinidad en la humanidad.
Este
Espíritu es quien eleva a su Esposa, como todo esposo, para saltar
el umbral de su casa. Aquí estamos en la morada eterna y dicho
Esposo la eleva en brazos, para saltar el umbral hecho de estrellas,
las cuales dividen su cubículo eterno. He aquí, la poesía de la
amada del primer verso, en su primavera eterna, he aquí la Esposa
que junto al Esposo va a recoger los frutos, uno por cada mes, en las
calles de la ciudad y a las orillas del río de la Nueva Jerusalén.
Estamos
con estos versos en el clímax de la poesía, por ello, el autor no
puede sino repetir en el verso siguiente, la orden: Surge!
Quinta
estrofa.
Surge!
Dilécto pete nixa cælum,
Sume consértum diadéma stellis, Teque natórum récinens beátam Excipe carmen. |
¡Levántate!
Dirígite al cielo apoyándote en el Amado, Recibe la diadema trenzada con estrellas, Y escucha a los niños que te cantan el himno de bienaventurada. |
Versos
1 y 2. – La asunción realizada por el Esposo, se completa con
la diadema de Reina, diadema entrelazada de 12 estrellas, tal como lo
relata el inicio del capítulo 12 del Apocalipsis.
Versos
3 y 4. – Mientras tanto, los niños, cantan su himno hacia la
bienaventurada. El término niño, nos recuerda el pasaje de
Mateo 18,3:
Yo
os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no
entraréis en el Reino de los Cielos.
Esta
alusión, nos traslada a la función de María dentro de la Iglesia,
en donde el Cantar de los Cantares (7,12) exclama:
¡Oh
quién me diera, hermano mío, que tú fueses como un niño
amamantado a los pechos de mi madre, para poder besarte,...!
Con
esta estrofa se cierra el clímax que fue preparando el poeta en las
estrofas anteriores y se cierra el himno, como es habitual, con una
doxología final referida a María como Virgen, Reina y Madre:
Laus
sit excélsæ Tríadi perénnis,
Quæ tibi, Virgo, tríbuit corónam, Atque regínam statuítque nostram Próvida matrem. Amen. |
Alabanza
eterna a la excelsa Trinidad, Que te da, oh Virgen, la corona, Y te establece por nuestra Reina Madre en su providencia. Amén. |
TEOLOGÍA
MÍSTICA. – Esto es
misticismo puro, es decir, no la mística como elevación del alma
incomprensible que Dios otorga a ciertas personas; sino la mística
como misterio que puede ser contemplado y vivido por todos.
Sí,
mis buenos racionalistas de la más augusta cepa de la diosa Razón,
esto es teología mística, algo que la corriente racionalista no
logra, ni logrará entender.
Este
es un lugar teológico que al racionalista Melchor Cano, se le
traspapeló, no sin antes arremeter sus prejuicios contra la mística,
no como esta que exponemos, sino como la de aquellas almas que son
elevadas por virtud divina. 1
Esto
es la experimentación del misterio, el gozo de contemplarlo, pues si
la razón no me permite contemplar, es porque no me sirve para rezar
y si no me sirve para rezar, es porque ya no sirve para nada.
Si
decidimos ser racionalistas, debemos hacer como Bergoglio, nuestro
superficial maestro, para quien el misterio no es mas que una insulsa
idea abstracta.
COMENTARIO
DE LA PINTURA. – Destacamos el cuadro barroco sobre la
Asunción, que hizo el pintor español Cabezalero.
La
escena está tomada de los relatos que nos llegaron por tradición.
Santo Tomás, llega tarde para contemplar el entierro de María y
pide se levante su lápida para contemplarla por última vez; pero el
sepulcro se halla vacío.
Los
contrastes de la pintura son llamativos. Mientras Nuestra Señora
mira los cielos, los hombres miran la tierra. Tomás, el incrédulo,
mira el sepulcro, la muerte; solo un apóstol logra elevar la mirada
y contemplar el misterio, mientras otro hace un gesto con su mano,
como manifestando lo que ocurre.
Los
ángeles, ejecutores de la orden del Espíritu elevan a Nuestra
Señora para saltar el umbral de nubes que la separa de su mansión
eterna.
El
contraste continúa con sombras que rodean a los hombres y con una
luz, que recorre el camino de la boca del sepulcro hasta la imagen de
Nuestra Señora.
Todo
se ha ejecutado con una gama de colores fríos, siendo su base el
azul.
Como
no puede ser de otro modo, el barroco pinta el movimiento, de allí
que todos están en acción, y en el clímax de dicho movimiento,
donde destacamos el ascenso de María con sus ángeles, la
incredulidad de Tomás, que nos cubre al que termina de quitar la
lápida, y las distintas expresiones de los presentes, muchos
cubiertos de sombras, ante la tumba vacía.
Regresando
a la escena alegórica del Cantar, dirá la Esposa de esta pintura
elevada por el Espíritu:
Ven,
amado mío, y salgamos al campo, haremos noche en las aldeas;
madrugaremos para ir a las viñas; veremos si brota ya la vid, si se
entreabren las flores, si florecen los granados, y allí te daré mis
amores. (Cantar, 7,12 y 13)
1Afirma
Melchor Cano (1509-1560) en su Libro XII, Caput III: Quia vero
nihil ecclesiaæ refert ea credere an non quæ Brigidæ Catharinæque
Senensi visa sunt, nullo certe modo ad fidem illa referentur.
Olvida Cano que la Fe es la hipóstasis, y lo que místicamente
vivieron tanto Santa Brígida como Catalina de Sena, no son las
bases de la Fe, sino lo que se origina de dichas bases. Por ello
decimos que si bien lo que dice es cierto, no lo es al confundir el
origen de dichas vivencias y denostar gratuitamente las místicas.
De allí su prejuicio. Esto tiene su historia: Si en el siglo XVI,
la liturgia (como contemplación mística) no posee para Cano su
lugar teológico, cuatrocientos años después, la liturgia se verá
en el Vaticano II, sentada en el banquillo de los acusados.
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