Esta
es la segunda antífona mayor, que se canta el día 18 de diciembre.
El
tema es la liberación y constitución del nuevo pueblo de Israel, la
Iglesia. La figura se relaciona con el Mesías es Moisés.
Este
tema, hace que se inicie usando el título divino de Adonai.
El
origen del título se remonta al dios egipcio Atón.
Atón
era el dios del faraón Akhenatón (1353-1336 antes del nacimiento de
Cristo), que impuso por breve tiempo el monoteísmo en Egipto. Lo
simbolizó como el dios sol.
Como
se puede ver en la estela de esta época, el dios Atón otorga llamas
a la tierra, esto nos recuerda la llama en la zarza ardiente que sale
al encuentro de Moisés.
Adonai,
plural de Adón, está relacionado con el fuego y con el Egipto. Por
este motivo hallamos este nombre en el Salmo 8 donde se dice
literalmente en el primer verso:
¡Señor
(YHWH), Adonai nuestro, qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
Este
salmo nos recuerda el himno al dios Amón de la XVIII dinastía.
Adonai,
lo hallamos en entre otras citas, como en Isaías 40, 3-5 cuando
habla sobre el Egipto, y se usa en Ezequiel 16,8 cuando se habla
sobre la alianza.
También
lo encontramos en el Cántico del profeta Habacuc (3,19), pues así
se expresa este cantar:
Su
majestad cubre los cielos, de su gloria está llena la tierra. Su
fulgor es como la luz, rayos tiene que saltan de su mano, allí se
oculta su poder. (3, 3 y 4)
Existe
una relación directa entre el sol y Adonai; tal como lo
manifiesta Habacuc.
Por
último lo hallamos en el Cántico festivo de Judith (Judith
16,15-22), que se canta en el Laudes de Miércoles:
Adonái,
Dómine, magnus es tu, et præclárus in virtúte tua, * et quem
superáre nemo potest.
Adonai,
Señor, grande eres tú, y plecaro en tu potencia, * a la cual nadie
puede superar.
Todo
esto hace que algunos hicieran volar su imaginación. Sigmund Freud,
de origen judío, escribe un ensayo sobre el monoteísmo 1,
donde afirma que Moisés era un egipcio. De todos modos, Moisés es
nombre egipcio.
Otros
fueron más lejos, afirmando que Moisés era el mismo Akhenatón. El
modernismo es científico, pero ¡qué imaginación posee!
Sin
entrar en este tema, el autor del libro sagrado del Éxodo, que es
conocedor del ambiente egipcio, da a Moisés como educado en la corte
egipcia.
Dice
la antífona de este día:
O
Adonái * et Dux domus Israël, qui Móysi in igne flammæ rubi
apparuisti, et ei in Sina legem dedísti: veni ad redimendum nos in
bráchio extento.
Adonai,
es el Conductor (Dux) de la casa de Israel (domus Israël).
Ayer veíamos que la Sabiduría había construido su casa, hoy se
cantará el inicio de la construcción de dicha casa.
¿Cómo
condujo la construcción de su casa?
Primero
apareciendo (apparuisti) a Moisés como un fuego (in igne)
en las llamas de la zarza (flammæ rubi).
Este
fue el inicio, pero el Dux prosigue con su conducción y termina su
construcción momentánea, llevando su casa al Sinaí, donde le da su
ley (legem dedísti).
Como
concluyen todas estas antífonas, se pide la pronta segunda venida
(veni) del Dux, la venida del Fuego, porque Jesucristo es
Adonai. Fuego ardiente para cambiar la configuración de este
mundo, y entre los rayos de fuego de un nuevo Sinaí, dar otro
ordenamiento: el de la nueva configuración de este mundo. "Cielos nuevos y Tierra nueva" (Isaías 65:17).
Pero
esta casa de la Sabiduría, que es la Iglesia, vive en permanente
zozobra, como una barca, siempre a punto de hundirse, por lo tanto,
de acuerdo con la mentalidad de los profetas, se pide que su venida
como Dux y como fuego, sea con su brazo potente (in bráchio
extento) para redimirnos (ad redimendum nos).
Esta
parte final de la antífona, como es natural, se toma del libro del
Éxodo (6,6), cuando Adonai promete liberar al pueblo hebreo:
Os
redimiré con brazo extendido.
El
brazo extendido señala la acción divina, la potencia del Dux,
la fuerza imparable de este fuego.
A
continuación, los monjes del Monasterio de Santa Magdalena en Barroux, quienes siguen el Rito Romano antiquor con toda su belleza,
hoy destruida por los neomodernos, cantarán esta antífona, con el
Cántico del Magnificat, mientras las campanas del monasterio se
lanzan al vuelo en la expectación de la última venida del Adonai.
El
texto de la antífona se toma del Antifonale Monasticum de
1934, pág. 209.
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1
Moisés y la religión monoteísta. Ed. Raíces.
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