Es indudable que ciertas sectas de los iconoclastas protestantes echaron a volar su imaginación a raíz de ciertos pasajes de las Sagradas Escrituras, sobre todo, al no estar atados a la interpretación que se vino desarrollando de estos mismos pasajes con el tiempo.
El creador de la doctrina del Rapto se atribuye John Nelson Darby (18001882) que fue un evangelista anglo-irlandés, anteriormente esta doctrina era inexistente.
Lo peor de todo, es que ciertos buenos católicos se acoplaron a estas imaginaciones que hoy pueden formar parte de una hermosa novela de ciencia ficción, o para ser preciso en el término, de ficción escatológica.
La novela es un hermoso género literario cultivado ya desde la antigüedad, pero es solo eso, novela. Puede proponer ciertas tesis, pero el argumento siempre es ficticio, a pesar que algunas posean una base histórica.
Cuando se abarca la escatología cristiana, se dan distintos temas al razonamiento, los cuales pueden desmenuzarse con el consecuente peligro que esto implica, si no se es sensato.
Para esto propongo como tema central la Venida de Jesucristo, o la Parusía, a la que definiremos como el fin definitivo del tiempo. Esto implica que ya no existirá ningún tipo de movimiento, pues cada ser habrá llegado a su fin. Es el punto Omega. A esto otros añadieron el tema de una venida intermedia de Jesucristo instaurando “un reino de mil años”.
Pero frente a este tema, se alzan los razonadores afirmando que el Juicio Final, puede poseer un Juicio de la Naciones, distinto de aquel, así como existe un juicio personal, luego de la muerte corporal.
A partir de aquí ya tenemos dos temas, Parusía y Juicio. A esto se añade el tema de la resurrección, la cual algunos imaginan en distintos actos escalonados por el tiempo, primera resurrección o resurrección final.
Dado este pasaje de San Pablo en su primera carta a los cristianos de Tesalónica los iconoclastas protestantes imaginan un Rapto desencajado de otros temas:
El mismo Señor, a una orden, a la voz del arcángel, al sonido de la trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero; después nosotros, los vivos, los que quedamos, junto con ellos, seremos arrebatados en las nubes, al encuentro del Señor en los aires. (1 Tes 4, 16-17)
Otro tema relacionado con todo esto, es el de la Gran Tribulación, “como no la hubo desde el principio del mundo, ni la volverá a haber jamás” (Mt 24, 15).
Indudablemente, aparece en todo esto el tema del Anticristo con su "catejón" que lo retiene.
Resumiendo, tenemos los siguientes temas: resurrección, juicio (final o de las naciones), el anticristo, el rapto, la gran tribulación, el reino de los mil años.
¿En qué consiste la novela escatológica?
Simplemente en establecer un orden de tiempos. Primero el rapto, después la gran tribulación, le sigue el juicio a las naciones, la primera resurrección, la venida del reino de los mil años, el anticristo, la resurrección general, el juicio final.
Pero si digo, primero el anticristo, después la gran tribulación, luego el rapto, un reino milenario y el juicio final seguido de la resurrección, obtengo otra novela escatológica con base real.
Para ello propongo un somero análisis de la “novela” de El Rapto de los Fieles de José Alberto Villasana Munguía.
Antes que nada es necesario tener en claro ciertos conceptos:
1. Las profecías no son los titulares de los diarios de mañana, pues en ese caso dejo de leer los periódicos. Leyendo la página 8 de esta novelita de Villasana, imagino los titulares:
“Israel totalmente rodeado por tropas rusas y árabes”.
O en la página 6 imagino este titular:
“Millones de desaparecidos en América, ¿dónde están?”
2. Para descifrar una profecía se debe tener el don de poder hacerlo (Cfr. 1Cor. 12,10).
Hoy nos encontramos con personajes inéditos, que antes que asuma un Papa, ya nos dicen lo que hará en su mandato. Parece que se posee la bola mágica de cristal. Por supuesto no se acierta una, pero no se percatan que se es un mentecato, y siguen anunciando más y más cosas... ¡Cómo cuesta hacer silencio!
3. Para explayar los futuros sucesos, se debe tener en cuenta la enseñanza de Jesucristo antes de su Ascensión, cuando algunos le preguntaron si era ese el momento de restablecer el Reino de Israel:
El les dijo: No os toca a vosotros conocer los tiempos ni los momentos que el Padre ha fijado en virtud de su poder soberano. (Hechos 1,7)
Como vemos, los que creen saberlo todo y escriben al respecto, lo más probable es que no sepan nada.
4. La teología es un razonamiento que se basa en la revelación, donde se unifican Sagradas Escrituras y Tradición.
Por su parte, quien se da el lujo de descifrar una profecía, o lo que es peor, un conjunto de profecías debe tener un aditamento esencial a los ya mencionados. Se dice que la mística no puede contradecir la revelación, lo cual es de sentido común; pero la interpretación profética no puede pasar por alto la mística. En la doctrina católica todo debe estar en perfecta armonía.
En la “novela escatológica” de Villasana, la mística casi no existe. ¿Cómo interpretar un hecho futuro pasando de largo por las distintas visiones místicas? Este es un fenómeno típico de los iconoclastas protestantes, para quienes la mística es demonio puro.
Por dar un simple ejemplo, los distintos místicos nos vienen hablando de los tres días de tinieblas, en la novelita del rapto, este tema es inexistente. Si quitásemos la segunda parte a partir de la página 33, un protestante pondría su firma en su narración. Lógicamente hablo de algunos, pues están quienes siguen a James Stuart Russell, donde luego de la destrucción de Jerusalén concluyó toda la escatología profetizada.
Me causó gracia el prólogo del Cardenal Juan Sandoval Íñiguez al librito de Villasana, donde primero recomienda el libro y termina lavándose olímpicamente las manos diciendo:
...para hablarnos de un “Rapto” misterioso que, según el Autor, está por suceder.
Entonces nos preguntamos, ¿por qué lo recomienda? Simplemente por esto:
Esta obra, aparte de despertar el interés por leer las Sagradas Escrituras, es también un llamado de atención a nuestra generación distraída, que no piensa en la conducción de la historia por parte de Dios providente, sino que se imagina y vive como si todo sucediera por casualidad.
Este es el pastoralismo moderno de esta jerarquía inepta, donde los dogmas ceden su lugar a la pastoral y la mística no existe en absoluto.
¿Posee Villasana el karisma de conocer los tiempos o los momentos que el Padre ha fijado en virtud de su poder soberano?
Imposible. Este ex legionario que una vez fue hijo del innombrable “mon Père”, desprecia la profecía mística.
El núcleo narrativo
El montaje de su “novela” recomendada por el Cardenal, posee un núcleo casi central y es la tildada Gran Tribulación.
En su página 6, la presenta como la persecución del Anticristo, tal como la entienden los protestantes; pero ¿es esto realmente?
De acuerdo al Evangelio de San Mateo, no puede atribuirse este hecho como una persecución, pues dice:
Porque habrá entonces una gran tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá, y, si no se acortasen aquellos días, nadie se salvaría. (Mat. 24, 21-22)
Desde el principio del mundo, puesto que en el principio no existen fieles perseguidos, ni la habrá puesto que será un suceso único y aterrador. Más aún, significa que este suceso abarca todo el orbe, no solo los católicos fieles, tal como lo dan a entender los místicos que Villasana ignora. Luego fundamenta la necesidad del Rapto:
El Rapto de los santos tiene el doble propósito de premiar la virtud de los fieles, y de evitarles el sufrimiento que vendrá sobre el mundo con las plagas y juicios que Dios...
Esto queda desmentido al seguir leyendo el Evangelio de Mateo sobre dicha Gran Tribulación:
Mas por amor de los elegidos se acortarán los días aquellos. (Mat. 24,22)
¿Para qué acortará los días, si ya los raptó? La novela no encaja en su argumento central. Ahora bien, ¿a quién atribuimos este grueso error, a la pésima teología que estudió con los hijos de “mon Père”, o a un periodismo defectuoso por la influencia protestante?
Su definición de Rapto
Es llamativa la definición que da Villasana de Rapto:
El Arrebato, o Rapto de los fieles, será la traslación física al cielo, en un proceso de transformación ontológica y espiritual, de aquellos que se encuentren en santidad y fieles a Cristo al momento de la Gran Tribulación.
La transformación no es ontológica, pues aquí solo se habla de los fieles, los que no son fieles también son entes. Parece conocer poco la filosofía, o tal vez sea la filosofía del “mon Père”. Por su parte la transformación se da en el orden físico, no en el orden espiritual, pues cada uno conservará el espíritu que obtuvo durante su vida física. A no ser que se proponga una apocatástasis al estilo de los neoplatónicos.
Pero supongamos hipotéticamente, que tal Rapto sea necesario, entonces debe existir una razón teológica que así lo indique. Veamos lo que escribe este secretario de profeta:
El Rapto sucederá inmediatamente después de la “primera resurrección”, la de los santos del Nuevo Testamento, y antes de que comience el Gran Día de la Ira del Señor, periodo de purificación que precede al Retorno glorioso de Cristo para reinar en la tierra.
¿Y Cuál es la razón para que esto suceda en este momento? Y nos responde con una doctrina de los iconoclastas protestantes:
El Arrebato es un premio y un rescate, para no tener que pasar por el juicio de los castigos divinos que serán infligidos a los apóstatas y pecadores obstinados que se oponen al reinado de Cristo.
Esto es insuficiente y ridículo. Si en la afirmación del dogma de la Asunción de María, no se animó a decir Pío XII que fue raptada, ahora afirmamos alegremente que millones serán raptados, solo para que no sufran tanto...
Si leyera algo de los místicos, notaría la gran diferencia, donde se prepara a los fieles para transitar esta espantosa Gran Tribulación sin rapto de ninguna especie.
Y nuevamente repetimos:
No os toca a vosotros conocer los tiempos ni los momentos que el Padre ha fijado en virtud de su poder soberano. (Hechos 1,7)
Conclusión
Ningún Santo Padre realiza afirmaciones tan tajantes sobre el Rapto, ni siquiera se da relieve al término; sí hablan de la resurrección y juicio a vivos y muertos.
Con esto no pretendo fustigar el hecho de proponer hipótesis teológicas, lo han hecho otros santos, como San Gregorio de Nisa, pero no se puede presentar una hipótesis como un hecho cierto y al cual es necesario prepararse. Esto es engañar a la gente.
La pastoral y la “novela” escatológica, deben ceder ante el dogma y la mística:
Et iterum venturus est cum gloria, judicare vivos et mortuos: cujus regni non erit finis.
Y desde allí (el reino del Padre) vendrá (Jesucristo) para juzgar a los vivos y a los muertos, cuyo reino no tendrá fin. (Credo de Nicea)
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