Calesita

sábado, 26 de junio de 2021

Bergoglio nos mandó un saludo

 

Bergoglio, el viejito Bergoglio, acusó recibo de los que le señalamos, y decimos lo que en realidad es.

El mensaje se dirigió hacia los blogueros, y este blog se siente honrosamente incluido y muy halagado en sus sabias palabras del día 23 de junio.

¡Cuidado con los rígidos!

Parece que en estos momentos de tanta soledad, mientras veranea bajo la sombra en los calores de junio, se hamaca en el sillón del abuelo, mientras su herida sangra sin un posible remedio.

– “...siembran la división y la desconfianza en la red”...

¡Pobre anciano!, no se ha percatado que el primer sembrador de cizaña es él. ¿Cuántas herejías dijiste viejito lindo? Juntándolas todas, ya te armamos una colección. Deberías ponerte contento.

¿Quién puede confiar en él?, ¿Quién puede confiar en este solapado Viejo Vizcacha?, si destruye hasta sus amigos y colaboradores. Hoy te da una palmadita en la espalda y mañana te dice que no te quiere ver nunca más.

Es que este cojo de blanco, es probable que ya ni se mire al espejo. Y si de divisiones se trata, ¿cuántas órdenes cerraste dulce viejito? Supongo que nadie esperará que se las contemos.

¿Así que somos “predicadores”? No lo había imaginado, muchas gracias por este reconocimiento de su parte.

¿Así que podemos “perturbar a las comunidades”? Como si este jesuita nunca hubiese perturbado nada. Ah, eso sí:

¡Cuidado con los rígidos!

Su voz es toda una gigantesca inspiración del Espíritu Santo, en brillante cruzada, no con los musulmanes que son sus amigos, ni con los judíos que son su segunda matriz, ni con los pentecostales ante los que se arrodilla. ¿Con quién entonces? Esta es una cruzada contra los blogueros, que ahora son sus enemigos. ¿Tanto daño te hicimos?

¡Cuidado con los rígidos!

¿Así que somos los “guardianes de la verdad”? Nunca imaginé que tanto honor provenga de un hereje. Y si no decimos la verdad, ¿a qué espera para decirla este cardenal disfrazado todos los días de papa?

¡Cuidado con los rígidos!

¿Así que nos “identificamos con ciertas formas del pasado”? ¿Y qué esperaba este inútil?, si en ocho años no fue capaz de ordenar una mínima ciudad como el Vaticano? Un lugar donde todos los días existe un barullo de película. ¿Dónde está lo maravilloso de su futuro? ¿Dónde está el encandilamiento de su tonta enseñanza? ¿O es que piensa que le vamos armar el poliedro inclusivo?

¡Cuidado con los rígidos!

Dice nuestro amable viejito, que no tenemos “mansedumbre y obediencia”. Veamos. ¿Obediencia a quién y a qué?

Por mi parte no estoy sujeto a obediencia clerical, y esto le duele, porque tanto otros como yo, somos los que este proyecto de papado, no puede controlar. En segundo lugar, ¿obediencia a qué? ¿Acaso a sus herejías? 

Y en cuanto a la mansedumbre, que se observe que a pesar de sus idioteces, aún no lo echaron, cosa que él haría con nosotros en un par de segundos si pudiera, por supuesto apelando siempre a su gran misericordia.

Y nuestro anciano cardenal blanco se hamaca bajo la sombra romana en los calores de junio, muy desmemoriado y abatido. Viejito lindo, ¿acaso no te "acordás" cuando nos mandaste hacer lío? ¿No es esto obediencia? Deberías ponerte contento en vez de salir con cara de "peperoncino al'aceto".

Gracias Bergoglio por sus conceptos, nunca los esperamos mejores. Eso sí, ¡cuidado con los rígidos!


sábado, 19 de junio de 2021

Ocaso y amenaza para Bergoglio de sus mismos fanáticos

Existe en el ala progresista o modernista de la Iglesia, un profundo malestar contra Bergoglio, ya no es disimulado como años anteriores, sino que ya se manifiesta desencantado y crítico, a tal punto que puede tomarse como amenazador.

No estamos hablando de quienes lo tachamos de hereje, sino de sus fanáticos admiradores, esos que en los albores de su supuesto papado, pusieron su esperanza en un porteño peronista, el cual día a día sufre las consecuentes transformaciones camaleónicas.

Alberto Melloni, máximo exponente de la escuela teológica progresista de Bolonia, ha escrito un artículo en el famoso La Repubblica, el periódico donde Bergoglio abre su corazón al ateo Scalfari, titulado: Francisco y el junio negro de la Iglesia.


Ya no son aplausos para el peronista que tomó el poder de la Iglesia, ahora son críticas, y junio parece ser la gota que desbordó el vaso.

Melloni explica que si el teutón Marx renuncia por casos de pedofilia, es porque toda la estructura eclesial goza de perfecta incapacidad, algo que conoce todo el mundo, pero que los modernistas disimulaban esperanzados en un primer momento, pero ahora se les ha hecho insostenible. De acuerdo con su planteo, la renuncia de Marx debería ser una invitación a que Bergoglio dimita.

Tal como lo expone, es una directa invitación para que el cardenal Bergoglio, a quien le gusta vestirse de blanco, se vaya de una buena vez.

¿Acaso esto que Melloni pide muestra su ingenuidad? Nada de esto, es sin vueltas una amenaza velada en la redacción de su artículo, que profetiza "una tormenta inminente". Quien quiera tomarse esto a la chacota, lo puede hacer, pero es una advertencia de que el trueno precede a la tempestad.

Según Melloni, estamos “En el junio negro de la Iglesia”. Para demostrar esta tesis, elenca todos los disparates del jesuita Bergoglio:

Primero la renuncia del teutón Marx, denunciando la inercia de esta estructura clerical, donde. como ya dijimos, debería ser una advertencia para que Bergoglio se vaya.

Sobre la lacra clerical de la pedofilia, le echa en cara su silencio cómplice y el hecho de no “asumir la culpa”, donde la impotencia y su despotismo hacen el cóctel perfecto, sin poder darse cuenta donde está la calumnia y donde está la denuncia.

Luego sobreviene la carta de Bergoglio rechazando la renuncia de Marx y le recuerda o le refriega por la cara, que en la iglesia pastorea quien ama y no quien lidera.

Y la serie de sus desaciertos continúan enumerando la desastrosa decisión de poner un límite de 10 años al mandato de quienes lideran los movimientos eclesiales, incluidos los fundadores, lo cual limita el derecho de los fieles; el exilio de Enzo Bianchi que debe abandonar su comunidad, dañando de este modo la credibilidad ecuménica; su áspera separación del cardenal Stella, uno de los estrategas en su elección, “quien lo ha servido lealmente”; “el audit del vicariato de Roma” dispuesto por Bergoglio al cual se le imputa dar “crédito a los chismes”; el mandato a Mons. Miragoli para inspeccionar la congregación para el clero solo para nombrar un prefecto cuatro días después; los negociados de Becciu; y por último, pero no menos importante, la insinuación sobre el tema de la comunión al abortista Biden.

Detrás de todo este desaguisado, Melloni ve el influjo de groseros consejeros sumados al despotismo del poder papal.

Toda esta crítica, demuestra el ocaso del pseudo papado de Bergoglio, no ya de sus católicos, sino de sus fanáticos admiradores. Son estos malos presagios para el porteño jesuita, sobre todo si piensa perpetuarse en el poder papal, cosa que sin duda hará.

Se derrumbó el efecto Bergoglio, y como frutilla del postre, el líder histórico de la comunidad de San Egidio, Andrea Riccardi, publicó un libro, La Iglesia arde: crisis y futuro del cristianismo, donde se perfila un escenario apocalíptico, de “un mundo sin Iglesia”.

Al respecto comenta Socci :

«La Iglesia, después de estos ocho años, no ha florecido, pero parece aniquilada. La vida religiosa está en estado de coma. Su gobierno central en el Vaticano está en un caos permanente. La confusión, incluso doctrinal, reina en toda la comunidad eclesial. El equilibrio de la práctica litúrgica dominical y las vocaciones es devastador, ahora en caída libre (entre otras cosas con el colapso de los matrimonios sacramentales). El clero y los obispos parecen estar en desorden

Ahora sigo a sus admiradores, porque estos son los primeros truenos de una tormenta perfecta, producida por los vientos que sembraron las tácticas del peronista Bergoglio, que ya parece un demente, serruchando las patas de la silla de su propio trono de poder. Como dice el libro de los Proverbios (29,6):

El hombre inicuo caerá en su mismo lazo.

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Visto en https://www.antoniosocci.com/contro-papa-bergoglio-anche-i-suoi-fan-un-pontificato-al-tramonto/#more-9511

http://chiesaepostconcilio.blogspot.com/2021/06/contro-papa-bergoglio-anche-i-suoi-fan.html

 

miércoles, 16 de junio de 2021

Monseñor Viganò y la liturgia del Concilio

 

Por fin, alguien rompe el silencio cómplice de una jerarquía fracasada, y llama las cosas por su nombre:

Entrevista de Res Novae a monseñor Viganò sobre la liturgia del Concilio.

Por el P. Claude Barthe, 15 de junio de 2021

«Monseñor Carlo Maria Viganò, ex nuncio apostólico en los Estados Unidos, es conocido por sus enérgicas críticas al pontificado de Bergoglio, así como por desarrollar una crítica no menos enérgica del Concilio Vaticano II. Ha tenido la amabilidad de responder a nuestras preguntas sobre la nueva liturgia, de un modo bastante sorprendente (también para nosotros, porque ataca a un proceso de reforma de la reforma que apoyamos en Res Novae). Tenemos el placer de ofrecer a nuestros lectores esta intervención con miras a animar el debate y la reflexión.

Claude Barthe: Vuestra Excelencia ha llegado al extremo de hablar de «actos revolucionarios» a propósito de la nueva liturgia introducida con posterioridad al Concilio. ¿Nos podría precisar más su opinión?

Monseñor Carlo Maria Viganò: Para empezar, hay que decir claro que el Concilio Vaticano II fue concebido como un acto revolucionario. Entiéndase, no me refiero a las buenas intenciones de quienes colaboraron en la redacción de los esquemas preparatorios, sino a los novadores que rechazaron tanto dichos esquemas como la condenación del comunismo que habría debido formular el Concilio, y que deseaba la mayor parte del episcopado mundial. Ahora bien, si el Concilio fue un acto revolucionario, ya sea por la manera en que se desarrolló o por los documentos que promulgó, es lógico y lícito pensar que su liturgia está afectada por ese sesgo ideológico, sobre todo si tenemos en cuenta que es el principal medio de catequesis para los fieles y el clero. No es casual que Lutero y otros herejes protestantes y anglicanos metieran mano en la liturgia por ser la mejor manera de difundir sus errores entre los fieles.

Una vez sentado esto, vemos confirmadas nuestras legítimas sospechas cuando observamos quiénes fueron los artífices de esa liturgia: prelados que en muchos casos fueron objeto de sospechas de pertenecer a la Masonería, destacados progresistas que con el movimiento litúrgico de los años veinte y treinta habían comenzado a insinuar ideas más que discutibles y a difundir prácticas influidas por el arqueologismo, que más tarde fue condenado por Pío XII en la encíclica Mediator Dei. Situar la mesa del altar de cara al pueblo no fue invención del Concilio, sino de los liturgistas que lo hicieron poco menos que obligatorio en el Concilio después de haberlo introducido hacía algunas décadas a modo de excepción so pretexto de una supuesta vuelta a la Antigüedad. Dígase lo mismo de la casulla gótica en las formas que precedieron al Concilio, sobre todo en Francia; que se ha convertido en una especie de poncho y nos la han vendido como un regreso a la forma original y no es otra cosa que una falsedad histórica y litúrgica. Pongo estos ejemplos para que se vea que mucho antes del Concilio Vaticano II ya había elementos revolucionarios infiltrados en la Iglesia dispuestos a hacer definitivas estas innovaciones introducidas a modo de experimento y que sin embargo se han vuelto habituales, sobre todo en países históricamente menos inclinados a adaptarse a la romanitas.

Una vez ha quedado claro que la liturgia es la expresión de una postura doctrinal concreta –y que con el Novus Ordo ha llegado a ser igualmente ideológica– y que los liturgistas que la idearon estaban impregnados de esa actitud, debemos analizar el corpus liturgicum conciliar para descubrir la confirmación de su carácter revolucionario. Más allá de los textos y las rúbricas, lo que denota claramente el carácter revolucionario del rito reformado es que se ha vuelto maleable a gusto del celebrante y de la comunidad de fieles mediante una flexibilidad totalmente desconocida para el espíritu de la liturgia romana. El carácter arbitrario de las innovaciones es parte integral de la liturgia reformada, cuyos libros –empezando por el Misal Romano de Pablo VI– fueron concebidos como un batiburrillo en manos de actores más o menos talentosos en busca de la aprobación del público. Los aplausos de los fieles, introducidos abusivamente con el Novus Ordo, constituyen la expresión de un consenso que es un elemento esencial de un rito que se ha convertido en espectáculo. Por otra parte, en las sociedades antiguas el teatro siempre tuvo una connotación litúrgica, y resulta significativo que la Iglesia conciliar haya querido desenterrar esa visión pagana invirtiéndola, es decir, dando una connotación teatral a un rito litúrgico.

Quien crea que la editio typica en latín corresponde al rito que tendría que celebrar después del Concilio peca de ingenuidad y de ignorancia; no hay nada en ese libro litúrgico que no esté en realidad destinado al uso diario de los sacerdotes, empezando por la lamentable diagramación gráfica, obviamente descuidada precisamente porque se sabía que prácticamente nadie celebraría jamás el Novus Ordo en latín. Las ceremonias pontificias en las que se utilizó el Misal Romano de Pablo VI derogaban las rúbricas para introducir lecturas en lengua vernácula, ceremonias no previstas y funciones reservadas a los clérigos ejercidas por laicos, mujeres incluidas. En mi opinión, esos elementos confirman el espíritu revolucionario del Concilio y del rito que en él se inspira.

La reforma litúrgica iniciada en 1964 y que dio lugar a un nuevo misal en 1969 puede parecer más radical de lo que era su programa, la constitución Sacrosanctum Concilium. ¿Cree que el Consilium de monseñor Bugnini traicionó al Concilio, como dicen algunos, o que se haya limitado a desarrollarla, como afirman otros?

CMV: Monseñor Annibale Bugnini figuraba entre los que colaboraron en la elaboración del Ordo Hebdomadae Sanctae instauratus que se promulgó durante el pontificado de Pío XII. Las graves de formaciones del nuevo misal se encuentran en germen en el rito de la Semana Santa, lo cual demuestra que ya se había emprendido el plan de destrucción. No hubo la menor traición en el Concilio; prueba de ello es que ninguno de sus artífices pensó jamás que la reforma litúrgica fuera incoherente con el espíritu de Sacrosanctum Concilium. Si se estudia atentamente la génesis del Ordo Hebdomadae Sanctae instauratus se verá que las solicitudes de los novadores sólo fueron atendidas en parte pero se volvieron a proponer en el Novus Ordo de Pablo VI.

Conviene recalcar que, al contrario de todos los demás concilios ecuménicos, el último se sirvió a propósito de su autoridad para autorizar una traición sistemática de la fe y la moral llevada a cabo por las vías pastoral, disciplinar y litúrgica. Los misales de transición entre las rúbricas de 1962 y la Editio typica de 1970 y la inmediatamente posterior –la Editio typica altera de 1975– revelan que se procedió gradualmente acostumbrando al clero y a los fieles al carácter provisional del rito, a la innovación continua y a la pérdida progresiva de elementos que al principio hacían al Novus Ordo más próximo al último Misal Romano de Juan XXIII. Pienso, entre otras cosas, en la recitación en voz baja del Canon en latín con su ofertorio propiciatorio y el Veni, Sanctificator, que a lo largo de las adaptaciones llevó a la recitación en voz alta, el ofertorio talmúdico y la supresión de la invocación al Espíritu Santo.

Quienes prepararon los documentos conciliares para que los aprobaran los padres obraron con la misma premeditación que los autores de la reforma litúrgica, sabiendo que éstos interpretarían los textos equívocos de manera católica, mientras que quienes habrían de divulgarlos los interpretarían en cualquier otro sentido menos el católico.

La verdad es que ello se confirma en la práctica diaria. ¿Han visto ustedes a un sacerdote que celebre el Novus Ordo en un altar orientado al oriente, totalmente en latín, vistiendo casulla de guitarra, y que distribuya la Comunión a fieles arrodillados en un reclinatorio sin desatar las iras de su obispo y sus compañeros en el sacerdocio aunque en sentido estricto, esa manera de celebrar sea plenamente legítima? A quienes han intentado hacerlo –ciertamente de buena fe– los han tratado peor que a los que celebran habitualmente la Misa Tridentina. Eso demuestra que la supuesta continuidad auspiciada por la hermenéutica conciliar no existe, y que la ruptura con la Iglesia preconciliar es la norma a la que se deben acoplar mal que les pese a los conservadores.

Por último, me gustaría señalar que esa conciencia de incompatibilidad doctrinal entre el rito antiguo y la ideología vaticanosecondista es reivindicada por supuestos teólogos e intelectuales progresistas, según los cuales se puede llegar a tolerar la forma extraordinaria del rito siempre y cuando no se adopte todo el aparataje teológico que esta supone. Por eso se tolera la liturgia de las comunidades Summorum Pontificum en tanto que en la predicación y en la catequesis se cuiden de no criticar el Concilio o la nueva Misa.

¿Cual diría vuestra excelencia que es la crítica más importante de las que se hacen al Novus Ordo Missae?

CMV: La crítica más fundada es que han intentado crear una liturgia a su antojo al abandonar el rito bimilenario que nació con los Apóstoles y se ha ido desarrollando armoniosamente a lo largo de los siglos. La liturgia reformada, como sabe todo especialista en la materia, es fruto de un acuerdo ideológico entre la lex orandi católica y las exigencias heréticas de los luteranos y otros protestantes. Y como la Fe de la Iglesia se expresa en el culto público, era indispensable que la liturgia se adaptase a la nueva manera de creer debilitando o negando verdades que se consideraban incómodas para el diálogo ecuménico.

Si la reforma hubiera tenido por objeto simplemente eliminar ciertos ritos que la sensibilidad moderna ya no entendía, habría podido perfectamente evitar la repetición servil de lo que había hecho Lutero en tiempos de la pseudorreforma y Cranmer tras el cisma anglicano: el mero hecho de hacer suyas las innovaciones con las que los herejes rechazaron ciertos temas del dogma católico es una demostración indiscutible de la subordinación de los pastores al consenso de los que están fuera de la Iglesia en perjuicio de la grey que les ha sido confiada. ¿Qué dirían los mártires del calvinismo o de las iras del rey Jacobo al ver como papas, cardenales y obispos utilizan una mesa en lugar del altar que les costó la vida? ¿Qué respeto puede tener un hereje por su odiada babilonia romana al verla remedar torpemente lo que los reformadores hicieron hace cuatro siglos, de un modo quizás más decoroso? No olvidemos que las herejías litúrgicas de Lutero se divulgaron mediante corales de Bach, mientras que las celebraciones de la Iglesia conciliar tienen un acompañamiento musical de una fealdad inaudita. La decadencia litúrgica es síntoma de una decadencia doctrinal que humilla a la Santa Iglesia en su afán de halagar la mentalidad mundana.

¿Cómo se puede explicar el fracaso de Benedicto XVI, el cardenal Sarah y otros defensores de un retorno litúrgico gradual celebrando de cara al Señor, recuperando las oraciones del Ofertorio y dando la Comunión en la boca?

CMV: Si un funcionario vaticano ordenase decorar la sala Nervi con estuco y frescos en sustitución de la horrenda estatua de la Resurrección que allí se alza, dándole un estilo barroco, lo tildarían de extravagante, y más teniendo en cuenta la proximidad de la Basílica de San Pedro. A mí me parece que se podría decir lo mismo de los intentos de adecentar la liturgia reformada con operaciones de maquillaje objetivamente inútiles. ¿Qué se gana con celebrar el Novus Ordo apud orientem, cambiar el Ofertorio y dar de comulgar en la boca cuando ya está prescrito hacerlo así en la Misa Tridentina?

Ese retorno litúrgico se basa en las mismas premisas erróneas que animaron la reforma conciliar: modificar la liturgia a su antojo, ya alterando el venerable rito tradicional al imprimirle un sentido moderno, ya maquillándolo para que parezca lo que no es ni tiene por objeto ser. En el primer caso, obligaríamos a una reina a calzar zuecos y vestir harapos, y en el segundo una campesina luciría una corona real sobre una cabellera despeinada, o sería como si se sentara en un trono tocada con un sombrero de paja.

Yo creo que tras esos intentos aparentemente animados de buenas intenciones se oculta algo que ninguno de esos prelados se atreve a reconocer: el fracaso de un concilio, y más aún de su liturgia. Volver al rito antiguo archivando definitivamente la miseria del Novus Ordo exigiría grandes dosis de humildad, porque quienes hoy quieren salvarla del naufragio eran ayer los más entusiastas artífices de la reforma litúrgica, y al mismo tiempo del Concilio.

Me pregunto: si a Pablo VI no le falló el pulso para derogar temerariamente de la noche a la mañana el rito tridentino para reemplazarlo con una chapucera mezcolanza de textos del Book of Common Prayer anglicano e imponer el nuevo rito a pesar de las protestas del clero y los laicos, ¿por qué no vamos a poner nosotros más empeño en restituir al honroso lugar que le corresponde el rito romano antiguo prohibiendo la celebración del Novus Ordo? ¿Por qué tanta delicadeza hoy y tanta furia iconoclasta despiadada ayer? ¿Y a qué viene esa operación de cirugía estética si no es para salvar la unidad del último oropel conciliar dándole el aspecto de lo que no tenía por objeto ser?

Al próximo papa le corresponderá restablecer todos los libros litúrgicos anteriores a la reforma conciliar y prohibir en los templos católicos la indecente parodia a la que han contribuido notorios modernistas y herejes.

En la entrevista que concedió a las revistas jesuitas en 2013, el papa Francisco calificó la reforma litúrgica de fruto ejemplar del Concilio («El Concilio supuso una relectura del Evangelio a la luz de la cultura contemporánea»). Sin embargo, el papa Bergoglio ha hecho concesiones a la Fraternidad San Pío X. ¿Es que le preocupa el problema litúrgico?

CMV: No creo que Bergoglio tenga el menor interés en la liturgia en general, y menos aún en la tridentina, que le es ajena y le desagrada como todo lo que aunque sea de lejos tenga algo de católico. Su táctica es política: tolera las comunidades Ecclesia Dei porque mantienen a los conservadores alejados de las parroquias, y al mismo tiempo lleva las riendas obligándolas a limitar su disensión al plano meramente litúrgico mientras se encarga de que sean fieles a la ideología conciliar.

En cuanto a la FSSPX, asistimos a una operación más sutil: Bergoglio mantiene con ellas relaciones de buena vecindad otorgando por un lado a sus superiores prerrogativas que hacen ver que los considera miembros vivos de la Iglesia, mientras que por otro lado sería posible que quisiera otorgarles una regularización canónica total a cambio de que acepten el magisterio conciliar. Es evidente que se trata de una trampa astuta: una vez firmado un acuerdo con la Santa Sede, desaparecería la independencia de que goza la Fraternidad en virtud de su postura de legalidad incompleta, y con ello también su independencia económica. No olvidemos que la Fraternidad dispone de bienes y recursos que garantizan la subsistencia y la atención médica de sus miembros; en un momento de crisis financiera sumamente grave para el Vaticano, a muchos se les hace la boca agua pensando en esos bienes. Ya hemos visto lo que ha pasado en otros casos, como con los Franciscanos de la Inmaculada y con la persecución del P. Mannelli.

¿Cree que el estatuto de protección (dependencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe en vez de la de los institutos de vida consagrada) que quería Ratzinger antes y después de su ascensión al solio pontificio para las sociedades de vida apostólica que celebran la Misa Tradicional está hoy en peligro?

CMV: La situación canónica de las comunidades Ecclesia Dei siempre ha sido precaria; su supervivencia está ligada, al menos implícitamente, a la aceptación de la doctrina conciliar y la reforma litúrgica. Quienes no se adaptan y critican al Concilio, o se niegan a celebrar o ayudar al rito reformado, se colocan automáticamente en riesgo de excomunión. Los superiores de esas sociedades de vida apostólica terminan por ser supervisores de sus sacerdotes, a los que aconsejan encarecidamente que se abstengan de críticas y den de vez en cuando claras señales de que no están en desacuerdo. Por ejemplo, participando en celebraciones del llamado rito ordinario. Paradójicamente, en el ámbito doctrinal, un sacerdote diocesano goza de más libertad de palabra que otro que pertenezca a uno de esos institutos.

Hay que decir que, para la mentalidad de los que actualmente mandan en el Vaticano, lejos de fomentar el redescubrimiento del rito tradicional, las excentricidades litúrgicas de ciertas comunidades les dan una imagen elitista y las confinan a una especie de reducto antiguo en el que les interesa mucho encerrarlas a los perpretradores de la Iglesia de Bergoglio. Normalizar la celebración de la Misa católica según prescribe el motu proprio Summorum Pontificum sin relegarla a una especie de reducto litúrgico, o confinarla a unos espacios concretos, daría la impresión de que cualquier feligrés puede asistir a la Misa sin otro requisito que ser católico; y a la inversa, ese kafkiano castillo burocrático confina a los conservadores en un recinto que los obliga a observar las reglas sin aspirar a nada más que a aquello que la gracia soberana se digne concederles, casi siempre con la oposición apenas disimulada del obispo diocesano.

La maniobra de Bergoglio ya se ha hecho manifiesta: su última encíclica teoriza doctrinas heterodoxas y una sumisión escandalosa a la ideología dominante, que es profundamente anticatólica y antihumana. Desde esta perspectiva, las cuestiones relativas a la sensibilidad litúrgica de tal o cual instituto me parecen francamente irrisorias; no porque la liturgia carezca de importancia, sino porque cuando se está dispuesto a callar en el plano doctrinal, las complejas ceremonias del pontifical terminan por reducirse a una manifestación estética que no resulta peligrosa para el círculo mágico de Santa Marta.

La prohibición de misas individuales en San Pedro, la inspección durante tres días de la Congregación para el Culto Divino por monseñor Maniago, y el hecho de que la constitución de reforma de la Curia Predicate Evangelium vaya a llevar, según parece, a reforzar las competencias de vigilancia de Culto Divino, son motivo para temer una renovada virulencia de la reforma? ¿O es un problema que no le preocupa mucho a Bergoglio?

CMV: La prohibición de celebrar misas privadas en San Pedro, a pesar de las unánimes protestas de numerosos fieles y de algunos prelados ante lo que es un verdadero abuso de autoridad por parte de la Secretaría de Estado, sigue vigente como un escándalo inusitado. Están tanteando el terreno para analizar la reacción de los prelados, el clero y los laicos, que por el momento se limitan a expresar de palabra su descontento, con mucha calma, y en algunos casos con peores modos. Como ya he tenido oportunidad de declarar, considero que dicha prohibición no es otra cosa que una nueva tentativa de dar visos de legalidad a una costumbre ya consolidada y universal que confirma el error doctrinal subyacente, es decir, el primado de la dimensión comunitaria de la Eucaristía, entendida como banquete en detrimento del Santo Sacrificio de la Misa celebrado en privado. Esto tiene que ver con el Concilio, y ninguno de los cardenales que se han pronunciado sobre la prohibición de las misas se ha atrevido en modo alguno a ponerlo en tela de juicio, aunque ahí esté claramente el origen de la ilegítima prohibición por parte de la Secretaría de Estado.

Por lo que respecta a las facultades supervisoras de la Congregación para el Culto Divino, en sí se podrían considerar en un sentido positivo, dado que las cuestiones litúrgicas son competencia directa de la Santa Sede. Pero pecaríamos de ingenuos e imprudentes si no tenemos en cuenta que toda norma promulgada por los novadores la utilizarían ellos mismos para perseguir objetivos inconfesables, en muchos casos contrarios a los declarados.» 

(Visto en https://www.marcotosatti.com/2021/06/16/entrevista-de-res-novae-a-monsenor-vigano-sobre-la-liturgia-del-concilio/)


lunes, 14 de junio de 2021

Las manipulaciones de la Oración de Fátima

Cuando oremos, no debemos caer en las tinieblas de la falsa iglesia de pederastas, que manipulan todo para verse justificados de algún modo.

Esto es lo acontecido con la así llamada Oración de Fátima. La misma, de acuerdo al escrito de la auténtica Sor Lucía, Nuestra Señora pidió que se rezara tras cada Misterio del Rosario.

Como la oración se dio en portugués, se hicieron distintas traducciones. Veamos algunas:

1. ¡Oh Jesús mío, perdona nuestras pecados! ¡Sálvanos de los fuegos del infierno! Lleva a todas las almas al cielo, especialmente a las más necesitadas.

2. Jesús mío, perdona nuestros pecados. ¡Sálvanos de los fuegos del infierno! Lleva a todas las almas al cielo, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

3. Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados! ¡Sálvanos de los fuegos del infierno! Lleva a todas las almas al cielo, especialmente a aquellas almas del Purgatorio que son las más olvidadas.

4. Jesús mío, perdona nuestras culpas. ¡Sálvanos del fuego del infierno! Lleva a todas las almas al cielo, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

Estas versiones poseen estos errores que se les pude adjudicar:

1 ... perdona nuestros pecados...

Si se pide el perdón de los pecados en general, se debe recordar que el mismo se hace en el sacramento de la confesión y no tiene sentido pedirlo luego de cada misterio. El Santo Rosario no es un sacramento de perdón. De allí aparece una versión que corrige este disparate:

...perdona nuestras culpas...

Esto es mucho más lógico, pues luego del perdón de los pecados, quedan las culpas que se borran con la penitencia y una vida santa.

2. ¡Sálvanos de los fuegos del infierno!

Este error, o se lo toma como un plural expresivo, lo cual puede ser pasable, pero lleva a confusión; o se lo toma como un plural donde existen muchos fuegos en el infierno, el cual es uno solo.

3. Lleva a todas las almas al cielo...

¿Acaso estamos hablando de la apocatástasis, el error que indujo a los cristianos platónicos a considerar una salvación universal ?

En portugués no existe problema de confusión, pues el término “alminhas” significa las almas benditas, es decir, aquellas que permanecen en el purgatorio, no emplea el término genérico de “almas”.

4 ...especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

Aquí aparece algo que no figura en el original. Algo típico de la iglesia bergogliana, una misericordia que borra todo, aún sin arrepentimiento.

Todas estas versiones, ¿son un problema de traducción o son un problema de manipulación realizada por la jerarquía neomoderna?

Para responder esta pregunta, vayamos a la versión original, sacada del manuscrito de la auténtica Sor Lucía:

"O meu Jesus, perdonai-nos e livrai-nos do fogo do infierno. Levai as alminhas todas para o Ceu, prinsipalmente aquelas que mais precisarem".

Literalmente traducido dice:

Oh Jesús mío, perdónanos y líbranos del fuego del infierno. Lleva a todas las almas (del purgatorio) para el cielo, principalmente aquellas que más lo necesitan.

La oración tiene dos partes. 

En la primera se piden dos cosas: el perdón de las culpas para verse libre del fuego.

El purgatorio posee distintos estados, de acuerdo a la purificación de cada pecador. Algunos están en el fuego y otros no. Dicho fuego del infierno, es el mismo fuego del purgatorio. Por lo tanto, cuando se pide verse libre de dicho fuego, se pide una clemencia por los pecados hechos, y no ser arrojados a la parte profunda del purgatorio, donde hallamos el fuego.

Esto cobra sentido con la segunda parte de la oración, donde se pide por las almas que permanecen en el purgatorio y se encuentran olvidadas, de modo que nadie reza por ellas. La oración busca que las mismas sean elevadas a una pena menor, sin fuego, y así poder llegar hasta el paraíso. Es el purgatorio que Dante Alighieri concibió como una montaña donde las almas ascienden hacia el cielo en distintos estados de purificación.

Por tanto, se debe tener presente los dos sujetos de la jaculatoria. El primero somos “nosotros”, que buscamos el perdón y la liberación; el segundo son “las almas del purgatorio” que deben aliviar sus penas; no son los pecadores que por arte de la misericordia divina son llevados al cielo.

El fuego del infierno es el objeto que une las dos partes de la oración, primero vernos libres del mismo, segundo librar las almas que lo padecen.

Gilberto F. Santos, quien fue testigo de las apariciones, en su libro “Os grandes fenómenos da Cova da Iria” en su página 85, afirma que vio a Lucía que luego de cada misterio del Rosario, recitaba esta “jaculatoria”:

"Oh Jesús mío, perdónanos y líbranos del fuego del Infierno. Alivia las almas del purgatorio, principalmente las más abandonadas.”

Entiendo que esta debería ser la Oración o Jaculatoria mejor expresada y traducida, sin caer en la apocatástasis, tan deseada por esta generación, donde algunos dicen ser castos, cuando en realidad son viles pederastas.



 

viernes, 11 de junio de 2021

Una iglesia en salida hacia la nada.

El modernismo es un movimiento religioso que abarca todo el ámbito occidental del cristianismo. Es un aceite que impregna todo lo que toca. No se salvaron del modernismo, ni los católicos ni los protestantes.

Para las sectas que abrazan la reforma del siglo XVI, la cosa es simple. Forman una nueva secta, y se distancian del resto; para los católicos la cosa se complica, pues no pueden distanciarse de su autoridad.

Este aceite modernista se filtra en la Iglesia católica y produce dos etapas, la del modernismo propiamente dicho, censurado drásticamente por San Pío X, y la etapa del neomodernismo surgido al calor del Vaticano II.

Ante este fenómeno del modernismo en todas sus formas, la primera pregunta que un observador debe hacerse, es la siguiente, ¿es el modernismo una idea o es en realidad una actitud?

Si la herejía modernista fuese tan solo una idea, tal como lo fue el arrianismo, se la debería ver formulada. Sin embargo esto no es así. No existe una formulación modernista ni neomoderna.

Analicemos algunas actitudes que manifiestan los modernistas:

1. La primera es vivir oculto:

...hoy no es menester ya ir a buscar los fabricantes de errores entre los enemigos declarados: se ocultan, y ello es objeto de grandísimo dolor y angustia, en el seno y gremio mismo de la Iglesia, siendo enemigos tanto más perjudiciales cuanto lo son menos declarados. (Pascendi, 1)

Podemos hallar modernistas y neomodernos en un noviciado, en parroquias, dentro del episcopado, y hoy por un plan diabólico, en el mismo papado. Ya Ratzinger en sus primera época fue un neomoderno declarado, de donde trató de desprenderse, hablando de sus pecados de juventud. Este neomoderno convertido produjo un hecho relevante e inaudito: creó el papado emérito, contra la tradición, contra la lógica sensata, y contra el derecho canónico.

Mucho más modernista es el jesuita que dice reemplazarlo, su modernismo es inconfesable y llega al panteísmo moderno.

2. Ignoran la filosofía y teología, a la que reemplazan por la ciencias positivas.

...faltos en absoluto de conocimientos serios en filosofía y teología, e impregnados, por lo contrario, hasta la médula de los huesos, con venenosos errores bebidos en los escritos de los adversarios del catolicismo,... (Pascendi, 1)

Hoy todo se ha reemplazado por las ciencias positivas, pero por sobre todo, el ejercicio efectivo del poder. Sin el poder, no son nada, pues viven huecos de todo. El poliedro universal que se pretende construir, nada tiene por dentro, sino un esquema hueco que solo abrazarán los afiliados a la masonería.

3. Son los que reinventan la Iglesia, al estilo Martini, Kasper y una pléyade de jesuitas:

...se presentan, con desprecio de toda modestia, como restauradores de la Iglesia... (Pascendi, 1)

4. Son desacralizadores:

...asaltan con audacia todo cuanto hay de más sagrado en la obra de Jesucristo... (Pascendi, 1)

Es el resultado nefasto de la New Theology, donde el epicentro es el hombre mismo. De allí que es una teología antropocéntrica. Como dicen los orientales, no existe theántrica en esta iglesia manchada de modernidad.

5. Son arrianos: esta es la causa fundamental de la falta de theántrica y en general de toda desacralización.

...sin respetar ni aun la propia persona del divino Redentor, que con sacrílega temeridad rebajan a la categoría de puro y simple hombre. (Pascendi, 1)

6. Son conspiradores, al estilo de la Mafia de San Galo:

...ellos traman la ruina de la Iglesia, no desde fuera, sino desde dentro:... (Pascendi, 2)

7. Viven en la misma jerarquía eclesiástica y hoy desde un falso papado:

...el peligro está casi en las entrañas mismas de la Iglesia y en sus mismas venas... (Pascendi, 2)

8. Es un ataque a la raíz de la misma fe:

...no hay parte alguna de la fe católica donde no pongan su mano, ninguna que no se esfuercen por corromper... (Pascendi, 2)

9. Muestran orgullosos sus títulos y hacen alarde de misericordia, junto a una caridad plagada de mera solidaridad:

Juntan a esto, y es lo más a propósito para engañar, una vida llena de actividad, constancia y ardor singulares hacia todo género de estudios, aspirando a granjearse la estimación pública por sus costumbres, con frecuencia intachables. (Pascendi, 2)

Hoy las costumbres intachables les juega una mala pasada: la homosexualidad tan extendida en el clero, junto a la pedofilia, muestra el verdadero fruto, que este árbol es capaz de dar.

10. Son díscolos:

...desprecian toda autoridad y no soportan corrección alguna... (Pascendi, 2)

A esto se suma hoy, que son la autoridad, por lo tanto imponen sus errores con todo su peso, de allí las tontas correcciones y los dubia que se les quiso mostrar. Se ríen de nosotros, pues o somos pelagianos, o somos rígidos, o somos gnósticos. Ellos son los superhombres soñadores de una iglesia en salida, ingresando en el poliedro masónico.

11. Viven en la trinchera del orgullo, el padre de todos los vicios:

...atrincherándose en una conciencia mentirosa, nada omiten para que se atribuya a celo sincero de la verdad lo que sólo es obra de la tenacidad y del orgullo. (Pascendi, 2)

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Como es fácil observar, el modernismo o el neomodernismo de nuestros días es fundamentalmente una actitud, la cual no deja de emitir ideas, como la de una tierra mal tratada, o la de la fe que no se ata a ideas abstractas, o la de una santidad a lo santurrón, o la del Fratelli Tutti, que es un tutti frutti.

Mi primera lección de neomodernismo la tuve a los 17 años, cuando un catedrádico de catequesis dijo aproximadamente estas palabras:

El mundo ha crecido con la ciencia y la técnica, ¿no le estaremos hablando con lenguaje de niños?

Esta es la actitud neomoderna, la de una iglesia en salida, en salida para navegar en un retorno a la nada.