Girolamo Genta (1476-1551)
El árbol de Jesé
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El
primer día se vio a Jesucristo como Sabiduría, el segundo día como
Conductor y Libertador, la antífona de hoy, 19 de diciembre, lo ve
como el Estandarte de las naciones.
La
antífona se toma del profeta Isaías que dice:
Saldrá
una vara (ῥάβδος) de la raíz (ῥίζης) de Jesé, y de
su raíz se elevará una flor (ἄνθος). (11,1)
Jesé
es el padre del Rey David, por consiguiente, cuando se habla del
árbol de Jesé, se habla del árbol genealógico de Jesucristo,
descendiente de David.
San
Jerónimo, que tradujo las Sagradas Escrituras al latín, siendo
dicha traducción oficial en la Iglesia hasta el desventurado
Vaticano II, traducirá la vara (ῥάβδος) por virga, y
al comentar este pasaje nos dirá:
Pero
nosotros por la vara de la raíz de Jesé entendemos la Santísima
Virgen María, que jamás se ha unido a cualquier otro lechón, y de
la cual antes habíamos leído: "He aquí que una virgen será
madre, y dará a luz un hijo" (Isaías . 7.14). Y por la flor
entendemos el Salvador, que dice de sí mismo en el Cantar de los
Cantares: "Yo soy la flor del campo, y el lirio de los valles"
(Cant. 2,1.). Sobre esta flor, por tanto, que a través de María
brota de improviso desde la cepa y de la raíz de Jesé, reposará el
Espíritu del Señor: porque "en ello se complació en habitar
corporalmente toda la plenitud de la divinidad" (Col. 2.9.) : y
no en parte, al igual que en los otros santos: pero, como leen los
nazarenos en su Evangelio escrito en hebreo: Descenderá sobre él
toda la fuente del Espíritu Santo. Porque el Señor es el Espíritu;
y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad.
La
antífona, tampoco se olvida del Apocalipsis, donde se dará la
explicación completa a este pasaje simbólico de Isaías:
Yo,
Jesús, envié a un ángel para testificarles estas cosas sobre las
iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella brillante
de la mañana. (22,16)
De
esta perícopa del Apocalipsis, surge la antífona de hoy:
O
radix Jesse * qui stas in signum populórum, super quem continebunt
reges os suum, quem Gentes deprecabúntur: veni ad liberándum nos,
jam noli tardare.
Jesucristo
es la raíz de Jesé (radix Jesse) que está puesto como señal
para todos los pueblos (stas in signum populórum). Aquí la
antífona retoma al profeta Isaías:
En
aquel día, la vara de la raíz de Jesé se alzará como estandarte
para los pueblos, y le buscarán las gentes, y será gloriosa su
morada. (11,10)
¿Qué
hace este estandarte, esta señal para las naciones y para los
señores de la tierra?
Los
poderosos, los reyes, los dictadores, los generales de los ejércitos,
al ver esta señal, callarán (continebunt), pues todo lo que
hacen, o va contracorriente de esta señal, o todo lo que han hecho
será sin sentido, y nada podrán replicar.
Por su
parte las naciones (Gentes) suplicarán (deprecabúntur),
pues como enseña San Pablo sobre este pasaje:
Y
otra vez dice Isaías: “Aparecerá la raíz de Jesé y el que se
levanta para mandar a las naciones; en Él esperarán las naciones.”
(Romanos 15,12)
Esto
nos recuerda las dos señales del cielo:
La
primera es Nuestra Señora, que se da en el Apocalipsis:
Apareció
en el cielo una señal grande, una Mujer envuelta en el sol, con la
luna debajo de sus pies, y sobre la cabeza una corona de doce
estrellas. (12,1)
Esta
señal precede a la siguiente:
Entonces
aparecerá el estandarte del Hijo del hombre, y se lamentarán todas
las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre venir sobre las
nubes del cielo con poder y majestad grande. (Mateo 24,30)
Los
iconoclastas protestantes y esa parte de la Iglesia iconoclasta, pues
se protestantizó, solo ve una señal. No hay que extrañarse, el
iconoclasta está impedido de ver bien las cosas.
El
final de la antífona, nuevamente grita su segunda venida (veni ad
liberándum nos), para librar esta barca zozobrante de la
Iglesia, sobretodo en nuestros días, con un papado en ejercicio que
es falso y astuto. Esto hace que el grito de veni, cobre el
sentido dramático que tiene hoy.
Por
último se recuerda la demora que puede existir en su segunda venida,
de allí que se pide que no tarde más (jam noli tardare).
Cerramos
este análisis, con la imprecación del Apocalipsis:
Sí,
vengo pronto.
Amén.
Ven,
Señor Jesús. (22,20)
A
continuación, los monjes del Monasterio de Santa Magdalena en Barroux, quienes siguen el Rito Romano antiquor con toda su belleza,
hoy destruida por los neomodernos, cantarán esta antífona, mientras
las campanas del monasterio se lanzan al vuelo en la expectación de
la última venida de la Raíz de Jessé.
El
texto de la antífona se toma del Antifonale Monasticum de
1934, pág. 209.
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