El
domingo 24 de noviembre fue, para la liturgia occidental, aquella que
se origina con Pedro y Pablo, el último domingo del año; donde como
es costumbre por siglos, se lee el capítulo 24 del Evangelio de San
Mateo.
Frente
a la escatología tratada por este apóstol, tanto en el capítulo
citado como en el siguiente, se presentan varios personajes y
actitudes frente a la segunda venida de Jesucristo, además de
recalcar la actitud del vigía con su famoso velad
(γρηγορειτε).
Una
de estas parábolas, en el capítulo 24, nos muestra al esclavo
puesto por su Amo al frente de la servidumbre (οικετέιας),
para velar por ellos y darles el alimento a su tiempo, mientras él
debe salir de viaje (Cfr. v. 45).
Como
el amo demora en regresar, se siente el dueño. Como
afirman algunos observadores, nadie es más cruel, que aquel que
procede de las clases más bajas y se hizo con el poder. O como dicen
en ciertos círculos políticos: “Para conocer bien a una persona,
hay que darle poder”. La actitud del esclavo constituido en amo,
consiste en apropiarse de la servidumbre.
Esto
lo lleva a cometer excesos y comienza a golpear a sus compañeros,
mientras come y bebe con los ebrios (Cfr. 49), y lo hace porque la
servidumbre ahora es suya.
Es
indudable que esta parábola se refiere a los jerarcas de la Iglesia,
que piensan que ella les pertenece, por tal motivo cambian la
doctrina y por dicha doctrina cambian la moral y se pasan al bando
del mundo, ebrio de concupiscencias.
Esta
interpretación, la da San Hilario de Poitiers (310-368):
Aunque
el Señor nos había exhortado en general a vivir con mucha
vigilancia, encomienda de un modo especial a los príncipes de su
pueblo (esto es, a los obispos) la solicitud en la expectación y su
venida. Pues el siervo fiel y cabeza prudente de su familia significa
el pastor que provee de lo útil y conveniente al rebaño que le está
cometido. Por esto dice: "¿Quién creéis que es el siervo fiel
y prudente?"... 1
San
Juan Crisóstomo (†407) señala lo que el Señor le pide al
esclavo:
Dos
cosas exige de semejante siervo. A saber, prudencia y fidelidad:
llama en verdad fiel a aquél que no se apropia nada de lo que
pertenece a su Señor, ni gasta inútilmente sus cosas. Y llama
prudente a aquél que conoce el modo con que conviene administrar lo
que se le ha confiado. 2
Luego
observa que esta parábola también se puede aplicar a la autoridad
civil:
Esta
parábola se adapta también a los príncipes del siglo... 3
¿Pueden
ir juntas la fe y la prudencia?
Esto
es lo que cuestiona Orígenes (184 ó 185- 254) y hace una reflexión
sobre esta parábola muy oportuna, afirmando que es raro verlas
juntas:
Si
alguno lo observa, encontrará muchos fieles que se ejercitan en la
práctica de la fe; pero no muchos prudentes, porque a los necios del
mundo eligió Dios (Cfr. 1Co 1:27).
Y
por el contrario hallará otros que son prudentes, pero de poca fe. Y
es raro encontrar en uno solo fidelidad y prudencia. 4
Rábano
Mauro (780-856) concuerda con Orígenes:
Difícil
es, pues, encontrar en una sola persona la prudencia y fidelidad,
pero no es imposible. 5
Esto
es lo que observamos en la actualidad, no sabemos si nuestros
prelados tienen fe o si actúan solo por prudencia; y si actúan por
prudencia, ¿no es acaso que perdieron la fe? ¿Quién es el águila
que presenta ambas virtudes? ¡Qué difícil se hace responder a
esto! El silencio en esta gravísima situación que ha creado la
cabeza visible de la Iglesia, ¿cómo lo debemos interpretar? ¿Es
prudencia, o ya no tienen fe?
Escasos
son los que poseen las dos virtudes, porque hoy ambas cosas
parecen no coincidir.
A su
vez el alimento que debe proveer este siervo, es la doctrina, como lo
afirma San Hilario:
Esto
es, obedeciendo los preceptos de su Señor, y dispensando con
oportunidad a la familia el alimento de la doctrina y la palabra de
vida eterna. 6
El
pecado consiste en adueñarse de la propia naturaleza, tal como
afirmaba Máximo el Confesor (†662). La cual no es nuestra, sino
que se nos fue confiada por Dios. Del mismo modo sucede con la
Iglesia, los obispos se adueñan de ella, sobretodo cuando están
acostumbrados a ser dueños de su naturaleza.
El
ejemplo es concreto, un homosexual, no puede ser cura ni obispo,
mucho menos cardenal y muchísimo menos un protegido del Papa, o ir
de la mano con él. Este personaje se adueñó de su naturaleza, por
lo tanto se adueñará de la Iglesia, y esto sigue, pues ahora se
adueñó de la tierra, a la cual nombrará su diosa especial, la
Pachamama bergogliana. Tal como lo refiere Orígenes:
Peca
por consiguiente contra Dios todo Obispo que no administra como
siervo, sino como dueño; y frecuentemente como amargo dueño, que
domina por la fuerza, y no acoge a los indigentes, sino que se regala
con los ebrios. Y siempre se imagina que el Señor tardará en venir.
7
Y
no solo cambia la doctrina, sino que también golpea...
Como
dice San Mateo, el Señor demora y el siervo se pone a golpear
(τυπτειν) a sus compañeros (Cfr. v. 49). ¿Acaso no vemos
esto en la actualidad? ¿Cuántos comisariamientos llevamos desde
2013? ¿A cuántos ha pegado este imprudente e infiel?
Pero
acontece que el Amo regresa y mucho más enigmática parece su
acción cuando sorprende al siervo bebiendo con los ebrios de este
mundo:
Y
le cortará (διχοτομησει) en dos, y su parte pondrá con
los hipócritas. (v.51)
El
verbo usado es διχοτομήω, de aquí viene nuestra palabra
dicotomía como el hecho de dividir dos cosas opuestas. El verbo
griego suele usarse como un castigo realmente severo.
San
Jerónimo explicará el sentido del verbo diciendo:
"Le
dividirá", no se ha de entender que le partirá con la espada,
sino que le separará de la comunión de los Santos.
¿Pero
qué es lo que propiamente divide?
De un
lado pondrá lo que es divino y del otro lado lo que aporta el
siervo. Ambas cosas no están unidas por la persona, sino que viven
en dicotomía como elementos opuestos. Es la hipocresía.
La
antropología de Orígenes
En
esta interpretación del verbo dikhotoméo
διχοτομήω, Orígenes saca a relucir su concepto
antropológico, el cual comparto aunque no en sus detalles. Para su
concepción, el ser humano tiene alma, cuerpo y espíritu. Al afirmar
que el Amo practica la dicotomía,
no hace sino poner las cosas en su lugar, puesto que el hipócrita,
es aquel que manifiesta un espíritu que no tiene.
El
término hipócrita, proviene del latín, pero éste lo toma del
griego.
Hipócrisis υπόκρισις, era la actuación teatral, e
hipocrités υποκριτής era el comediante. El hipócrita actúa
y como en el teatro, desarrolla un papel; pero él es otra cosa en su
vida íntima. Por lo tanto dirá Orígenes que el Amo lo dividirá,
le quitará el espíritu, que es el papel divino que actúa, pues no
le pertenece y dejará el resto para el infierno.
O
le dividirá cuando su espíritu (esto es, su casa espiritual) vuelva
al Dios que se la dio, y su alma con su cuerpo vaya al infierno. El
justo no es dividido, sino que su alma va con su espíritu (esto es,
su don espiritual) al reino de los cielos. Los que son divididos no
tienen en lo sucesivo en sí parte del don espiritual, que era de
Dios; sino que queda la parte que era de ellos mismos, esto es, el
alma que con el cuerpo será castigada. De donde sigue: "Y su
parte será con los hipócritas". 8
Poseemos
dos papas, que se adueñaron del papado. Esto hace que la
parábola tenga tanta actualidad. Un papa inventó el papado pasivo,
al que tontamente llamó “emérito”. Fue el primer apropiamiento
papal. Se afirma que es fiel, aunque no sé con qué argumentos se
pueda decir que sea prudente, después de ver los resultados de su
renuncia.
El
otro papa, hereje consumado desde hace tiempo, se apropió de su
doctrina y de su moral, donde realiza una actuación teatral frente
el horizonte católico. Políticamente se cree un Julio II, con la
diferencia que su papado está sumido en el caos financiero, y la
diosa Pachamama, lo ha hecho el hazmerreír de la modernidad.
¡Menos
mal que la iglesia tenía un atraso de 200 años! Con la diosa
Pachamama ahora se cargó con un retraso mental de miles de siglos.
Mientras tanto, el resto vive en el silencio de la dicotomía entre la fe y la prudencia.
_____________________________________
1
Catena aurea. In Matthæum,27.
2
Ibídem. Homiliæ in Matthæum, hom. 77,3.
3
Ibídem.
4
Ibídem. In Matthæum, 31.
5
Ibídem. Expositio in Matthæuum.
6
Ibídem. In Matthæum, 27.
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