Calesita

jueves, 14 de julio de 2016

Cuando se alaba la Cultura de Lucifer

Como es su costumbre, en cada viaje por avión, el iluminado Bergoglio, toma, como hacen los iconoclastas evangélicos, un micrófono en sus manos y comienza a hablar sin papeles, cuyo orden lo establecen solo las preguntas. El resultado no debe despreciarse, pues es realmente genuino, tan genuino como su mismo corazón. Como dirían algunos: “¡Este es el Padre Jorge!” A este sistema de comunicación se lo llama: entrevista.
Los sacerdotes que tienen a su cargo el Denzinger-Bergoglio, con las palabras bergoglianas, y la abrupta torpeza de las expresiones que emite cuando acostumbra viajar por avión, como afirman los porteños, se hacen un pic-nic. 1
No es que contradiga al Denzinger-Bergoglio, estoy con todo lo que afirma; y en la entrevista durante el viaje a Armenia el 26 de junio de 2016, 2 afirma este pragmático profeta del futurismo católico:
Yo repetiré lo que dije en el primer viaje. También repito lo que dice el catecismo de la Iglesia Católica:...
CUANDO SOLO SE REPITE. – Como se comprueba, Bergoglio no enseña, simplemente repite. Muy natural en quien ha renunciado a enseñar y solo se ocupa de repetir; y repite todo lo que puede no enseñar, sino convulsionar; siendo la convulsión el eterno oficio del demonio.
Como dice, el catecismo está sobre él, lógico pues no enseña. ¿Pero a qué Catecismo se refiere? No es el Catecismo de Pío X, sino el neomoderno, donde nadie se extrañe que en sus páginas se pueda encontrar un lenguaje donde un párrafo contradiga el anterior. Es el nuevo lenguaje colegiado, totalmente falto de unidad e inaugurado por el Vaticano II, el cual es dogmatizado por esta Revolución Vaticana.
En la entrevista este genio del catecismo neomoderno pide que los homosexuales ...
...no sean discriminados, que deben ser respetados, acompañados pastoralmente. Se puede condenar, pero no por motivos ideológicos, sino por motivos digamos de comportamiento político, como ciertas manifestaciones un poco demasiado ofensivas para los demás.
NUEVO LENGUAJE, NUEVOS TÉRMINOS. – Más allá de las coherentes afirmaciones del Denzinger-Bergoglio, nótese los términos que salen a la lengua de este profeta: no sean discriminados, evidente nomenclatura de esta modernidad tecnológica. Término que dice y no dice, afirma y no afirma, señala y no señala. Ambiguo como marquesina luminosa que se prende y se apaga, solo útil para conducir a las masas; imprescindible para el nuevo lenguaje de la Revolución Vaticana. Luego agrega: Se puede condenar, pero no por motivos ideológicos, sino por motivos digamos de comportamiento político.
LA IDEOLOGÍA SIN IDEAS. – Significa que apartarse de los homosexuales, es ideología, y solo se puede hacer por comportamiento político; pero ¿acaso, no es la ideología un protocolo del comportamiento político? Seguramente, pero estos destructores de la teología clásica, usan este nuevo lenguaje, donde la ideología pasó a ser una forma ambigua de teología. Dijimos que la Revolución Vaticana debe buscarse en el lenguaje. Bergoglio es como el Robespierre de esta Revolución, que viene como un incorruptible, para hacer un trabajo sucio y lo lleva a cabo sin tapujos.
LA INFALTABLE INCULTURACIÓN. – De la ideología y la no discriminación del ideólogo Bergoglio, nos vamos a la inculturación de Arrupe y de toda la nefasta vanguardia jesuítica moderna:
Después, hay tradiciones en algunos países, en algunas culturas, que tienen una mentalidad diversa con respecto a este problema.
Más adelante completa este concepto:
Yo recuerdo de niño, en Buenos Aires -la cultura católica cerrada, yo vengo de allí-, donde, si había una familia divorciada, no se podía entrar en su casa. Estoy hablando de muchos años atrás. La cultura ha cambiado, gracias a Dios.
LA NEO-CULTURA. – ¿Qué es la cultura para esta generación moderna de jesuitas? No tiene nada que ver con el clásico concepto griego, sino con las simples manifestaciones que nacen de las acciones de los hombres en un determinado lugar.
La cultura moderna surge de la acción y por medio de ella se impone: En el principio fue la acción.
Pero este protocolo de la acción, llamado por los vacuos pensadores de la modernidad, cultura; vive en guerra, tal como lo manifiesta Bergoglio, donde una resultante de las acciones de conjunto fue reemplazada por otra.
Acontece que este Titán, ignorante supino de la historia de la cultura, no percibe que este reemplazo cultural obedece al antropologismo que lleva inevitablemente al individualismo. La “cultura cerrada” que él define, indica decididamente que se tenía un sentido solidario de sociedad, y que ciertas formas no eran bien vistas. La hipóstasis de la persona humana, tiende por naturaleza a unirse con otras personas, tal como lo hacen las hipóstasis divinas: puesto que el género humano es un icono de la divinidad.
EL EJEMPLO DE SAN PABLO. – De última, no sin errores puntuales, hacía esta “cultura cerrada” lo que San Pablo afirma en su carta:
Entrego a ese tal a Satanás, para ruina de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús. 3
La “cultura abierta” que reemplazó a esta “cultura cerrada”, no nace de la solidaridad, sino que se origina en el individualismo, que nace inevitablemente del antropocentrismo y nos conduce a este libertinaje social. Esta es la cultura que Bergoglio defiende. Esta es la cultura que Bergoglio alaba. Esta es la cultura que Bergoglio agradece a Dios.
UN POCO DE HISTORIA. – Y para la burrada de sus seguidores incondicionales, ofrecemos un pantallazo cultural de la involución de la cultura cristiana, la cual se origina en el humanismo renacentista:
¿En que consiste el humanismo del Renacimiento? He aquí cómo lo define mi compatriota; Philipp Monnier, en el primer volumen de su Quattrocento: «El humanismo no es tan sólo el gusto de la antigüedad; sino su culto ¡ culto llevado tan lejos que no se limita a adorar y se esfuerza en reproducir. El humanista no es solamente el hombre que conoce a los antiguos y se inspira en ellos; es el hombre que está hasta tal punto fascinado por su prestigio, que les copia, les imita, les repite, adopta sus modelos y modas, sus dioses, su espíritu y su lengua. Un movimiento semejante, llevado a sus extremos lógicos, no tendía ni más ni menos que a suprimir el fenómeno cristiano. 4
Y con toda lógica Gonzaga de Reynold concluye:
El espíritu humanista es una rebelión contra el dogma del pecado original y todo el mundo moderno le ha seguido.5
De allí esta reflexión:
No se volvió, por cierto, al paganismo, sino tan sólo en un sentido estético, pero se volvió sí, a los principios del paganismo. El hombre no es ya el ser heredero del pecado. Es bueno, es la naturaleza buena, de la que es la flor suprema. Su razón, su sabiduría innata, bastan para conducirle a la verdad y a la dicha. Su ciencia no tiene otros límites que el mundo terreno. Puede vivir seis días a la semana sin pensar en Dios, y aun hasta puede vivir sin Dios. 6
EL TRABAJO SUCIO. – Como se puede leer, el profeta Bergoglio, líder de esta Revolución del lenguaje, hace el trabajo sucio, coloca la cultura de los hombres en primer plano, superior a la ley divina, destruyendo de este modo, el icono divino; y hasta posee el descaro de decir que esto sucede “gracias a Dios”.
SIGUE LA INVOLUCIÓN. – Del individualismo llegamos a la revolución sexual, y del sexualismo a la homosexualidad en todas sus formas y formatos. Ella es el fruto que la humanidad moderna arrancó del árbol individualista de la Ciencia del Bien y del Mal, con su desenlace fatal, lleno de enfermedades y de muerte. Todo esto configura una concepción atea e hipócrita, la cual actúa contra toda la naturaleza humana, porque como afirma Gonzaga de Reynold:
Partiendo del racionalismo, [el hombre] cae en las actitudes antiinlelectuales más extremas. 7
Es interesante la observación que hace de esta “cultura abierta”, este mismo pensador:
Uno de sus representantes en Alemania, Günther Gründei, se expresa como sigue: «Alguna vez quizá, habrá de designarse con el nombre de «época de Lucifer», esta tercera fase de la creación, que comprende el período inserto entre el Renacimiento y la guerra mundial. Lucifer no es tan sólo el diablo, sino también el ángel caído, en su variedad nórdica y occidental. Unicamente por estar vinculado de manera íntima a lo bello y a lo apetecible, es que este principio, iluminado por un falso resplandor arrebatado a la claridad original, ha podido conquistar semejante poder sobre el hombre occidental. Le ha suministrado adquisiciones de las que ya no podríamos prescindir. Pero en cada uno de esos dones se oculta un germen peligroso y demoníaco. Lucifer da a los suyos, la belleza y todos los tesoros de este mundo, pero en compensación, se apropia de sus almas. Simula hacerles avanzar sobre una ola triunfal, pero ésta «marcha hacia adelante», conduce al precipicio. 8
Esta Cultura de Lucifer, es la que Bergoglio alaba, esta es la Cultura producto de su “Gracias a Dios”; con la diferencia que ese Dios es un dios: el dios del mal.
Por esto volvemos a repetir lo que escribimos otros días: Bergoglio no necesita un sínodo, ni un psiquiatra, ni un petitorio firmado para que renuncie. Bergoglio necesita un exorcismo.


1 http://adelantelafe.com/homosexualidad-problema-cultura-tradicion/
2 Entrevista completa: http://www.revistaecclesia.com/entrevista-avion-al-papa-francisco-tras-viaje-armenia/
3 I Corintios, 5,5.
4 La Europa Trágica II Pág. 281.
5 Ibídem.
6 Ibídem. Págs. 286 y 287.
7 Ibídem. Pág. 290.
8 Ibídem. Pág. 291.

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