En estos
últimos días, ciertos obispos argentinos han salido por turno a
defender a su Francisco. Raro coro de viejos cantores,
en este virtual naufragio de la Barca de Pedro, donde estos marineros
cantores, son de una cantidad tal (pues ellos viven de las
cantidades), que iguala lo que cantaba Virgilio:
Rari nantes in gurgite vasto. 1
¿Qué es lo que quieren que valoremos de
Bergoglio? ¿Su teología plagada de errores? ¿Su accionar contra
toda Tradición y tradiciones? ¿Su visión peronista de la iglesia?
¿Su política inoportuna y totalmente falta de visión? ¿Quién no
vio su cara de peperoncino all'aceto cuando lo visitó el
presidente argentino?
¿Qué le debemos valorar? ¿Su lenguaje
viperino cargado de dobles mensajes? Su poderoso imán para atraer
pecadores públicos sin una muestra pública de arrepentimiento? ¿Su
erróneo concepto de misericordia? ¿Su permanente destrucción del
auténtico concepto misionero? ¿Su oculta vía libre al adulterio?
Dentro de todo, yo encuentro algo para
alabarlo, si bien no para apoyarlo. Alabo su enorme habilidad para
conspirar a la silla de Pedro oculto en la mafia de San Galo.
Su ascenso lleno de maniobras extrañas, pero como buen fariseo,
respetando los códigos del derecho canónico. Sin lugar a dudas, no
ha nacido el Maquiavelo que pueda describir y alabar sus brillantes
maniobras, bien marquetineras, para estar siempre sobre la cresta de
la ola.
Y dentro de este coro de viejos
cantores, no podía faltar el intrascendente obispo de Quilmes,
como es natural, brindando su apoyo desde una radio local, para más
no da.
Si tan solo una manifestación mariana de
la Argentina, hubiera afirmado la mitad de las cosas que todos los
días le escuchamos a Bergoglio, este coro de viejos cantores,
la habría cerrado luego de rasgarse el clergyman; afirmando que ha
faltado contra la moral y las buenas costumbres. Pero la vara para
medir es muy distinta dentro del coro de los viejos cantores.
Con una vara muy estrecha se miden las manifestaciones marianas y con
otra muy liberal se miden los dichos bergoglianos. Y como esta no es
una manifestación mariana, sino que se trata de Bergoglio y su
metamorfosis en “el Francisco”, el coro de viejos
cantores, no se rasga el clergyman sino que salen para sus laudes
matutinas teniendo todos la misma partitura en sus manos.
Digo esto, para que no piensen que
olvidaremos este flaco favor que le hacen a la sana doctrina de la
Iglesia, esa que no muta, esa que se originó en los apóstoles, esa
que es eterna.
Tal vez debamos entender que este apoyo,
es el plato de lentejas que se les ofreció, para mantenerse en los
cargos que se les confiaron.
Sin embargo, mientras el coro de
viejos cantores, entonaba sus laudes al “Francisco”, Monseñor
Fellay dio un nuevo portazo en las mismas narices de Bergoglio. Como
dijo uno de sus referentes, una aprobación canónica hacia la
Fraternidad Sacerdotal San Pío X, por parte de Francisco, caería
como descrédito sobre la asociación: tan mal se ve la gestión
bergogliana.
Y el coro de viejos cantores debe
elevarse, pues es la señal evidente que la barca del papado del
Francisco, hace agua por todas partes. Las críticas de religiosos y
laicos serios, no fueron vanas, y señalan que el rumbo de este
pirata Capitán, está totalmente errado.
Como se afirma en las Academias
Militares, todo soldado olfatea cuando se va a la derrota. Sí, todo
soldado, excepto el coro de viejos cantores de Argentina.
1Virgilio.
Eneida I. Raros navegantes desparramados por el vasto mar.
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