Calesita

jueves, 17 de enero de 2019

Revolución y Evangelio (I)


Yo soy un revolucionario, – decía el peronista Bergoglio al ateo Scalfari, y nuevamente vuelve a la carga en nuestros días, al enseñar nuestro papado peronista que el evangelio es revolucionario.
Es que Bergoglio forma parte de la generación perdida de Argentina, dentro de la cual es papa por naturaleza para un catolicismo en plena decadencia.
Para constatar esta afirmación, basta tan solo escuchar la hueca y extrema retórica de Ojea, su más típico representante argentino.
¿Es el evangelio revolucionario?
Para explicitar este concepto, se debe ver todo el pensamiento bergogliano en su conjunto.
La Razón es inmanente en la Historia
Todo toma cuerpo dentro del planteo antropocéntrico, en el idealismo de Hegel, porque es la visión de Hegel que perdura en la mente de la generación perdida de Buenos Aires.
Para Hegel, la Razón de la Ilustración junto al iluminismo del siglo XIX, es inmanente a la Historia. Con este postulado se procede a decir que el movimiento histórico se da de acuerdo a las ideas. Significa que dentro del desorden de los hechos, existe una lógica. Sin embargo esta tesis no pudo ser demostrada por Hegel quien nos dice:
1. Los pueblos actúan sin saber que están metidos en un plan racional del movimiento histórico:
El hecho de que la vitalidad de los individuos y los pueblos, empeñados en buscar y satisfacer lo suyo, es al mismo tiempo medio y herramienta para un algo más elevado y amplio, que ignoran y que ejecutan inconscientemente, es un aspecto que puede plantear una interrogante. 1
2. Considerar la Razón como inmanente en la Historia fue considerada como una jocosidad:
Digamos que esto se ha hecho muchas veces, que la tesis enunciada enfrentaba al desprecio, que fue calificada de inexacta poniéndosele el sayal de filosofía o sueño ingenuo. 2
3. Esta tesis no nace de una demostración sino de un simple acto de fe del idealismo absoluto de Hegel:
Al respecto hice desde un comienzo mis aclaraciones y reafirmé mi concepción y mi fe de que es la razón la que dirige al mundo y que ha dirigido también a la historia universal. 3
4. La demostración no se puede hacer ahora, sino cuando toda la Historia concluya, por eso agrega Hegel entre paréntesis:
(Algo que habría de darse como resultado recién al finalizar). 4
Personalmente no pienso esperar que la Historia termine para aplaudir el acierto de la utopía de esta tesis.
Análisis católico de su tesis.
El luterano Hegel acierta al decir que la Razón existe dentro de la Historia, si tomamos la Razón, no como la concibieron los iluministas, sino como el Logos engendrado por el Dios Padre, con cuya Palabra se crearon los cielos y la tierra, y quien afirma:
Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin de todas las cosas, dice el Señor Dios, que es, y que era, y que ha de venir, el Todopoderoso. (Ap. 1,8)
El grueso error de Hegel, consiste en afirmar la inmanencia del Logos en la Historia. Con este tesis indemostrable se le da un carácter de determinismo a la Historia. Es lo que Perón afirmaba luego de su posterior llegada a la Argentina:
Nosotros, los hombres, creemos ser los que hemos hecho evolucionar al mundo y a la humanidad. Estamos equivocados. Hay un determinismo histórico, un fatalismo histórico, que es quien actúa subterráneamente, con fuerzas invisibles, empujando esa evolución. Los hombres le vamos colocando arriba y periféricamente un sistema para acompañar esa evolución. Eso es lo más que podemos hacer. 5
Era en este aspecto Perón un hegeliano, tal como lo es Kásper y el peronista Bergoglio.
Si la Historia es una procesión, como toda procesión no puede ser inmanente a la razón, dado que se le añadiría un fatalismo al mejor estilo musulmán.
Desde el punto de vista católico, existe un plan del Logos, que es alfa y omega, pero dicho plan se cumple no como fatalismo, sino como promesa surgida de una redención del género humano. No es la Historia que contiene el Logos, sino el Logos que trata de corregir la desafortunada Historia.
He aquí la diferencia entre el católico y el luterano Hegel.
He aquí la diferencia entre un católico y los herejes obispos teutones.
He aquí la diferencia entre un católico y un musulmán. El hombre no adhiere a la promesa de forma fatal o bajo pena de ser degollado, como hacen estúpidamente en público. El hombre adhiere a la redención y su promesa, de modo libre.
El drama de la Historia
Por tal motivo, la Historia procede bajo la libertad del ser humano, bajo la promesa del Logos que es principio y fin, y bajo las feroces pruebas a las que se somete el ser humano cuando niega dicho plan, haciendo de la Historia una procesión realmente dramática e insoportable.
Por tal planteo católico, toda procesión no es ascendente. Podemos evolucionar o involucionar. Ser mejores o ser peores. Existen santos y por contrapartida, pecadores que se autodestruyen día a día, como ciertos sectores de este clericalismo revolucionario, que lejos de la moral católica, se transformó en depravado, luciendo pecados realmente innombrables.


1 G. F. W. Hegel. Fiolosofía de la Historia. Bs. As. Ed. Claridad. 1976. Pág, 56.
2 Ibídem.
3 Ibídem.
4 Ibídem.
5 J.D. Perón. Discurso en la CGT. 2 de noviembre de 1973.

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