Yo
soy un revolucionario, – decía el peronista Bergoglio al ateo
Scalfari, y nuevamente vuelve a la carga en nuestros días, al
enseñar nuestro papado peronista que el evangelio es revolucionario.
Es que
Bergoglio forma parte de la generación perdida de Argentina,
dentro de la cual es papa por naturaleza para un catolicismo
en plena decadencia.
Para
constatar esta afirmación, basta tan solo escuchar la hueca y
extrema retórica de Ojea, su más típico representante argentino.
¿Es
el evangelio revolucionario?
Para
explicitar este concepto, se debe ver todo el pensamiento bergogliano
en su conjunto.
La Razón es inmanente en la Historia
Todo
toma cuerpo dentro del planteo antropocéntrico, en el idealismo de Hegel, porque es la visión de Hegel que
perdura en la mente de la generación perdida de Buenos Aires.
Para
Hegel, la Razón de la Ilustración junto al iluminismo del siglo
XIX, es inmanente a la Historia. Con este postulado se procede a
decir que el movimiento histórico se da de acuerdo a las ideas.
Significa que dentro del desorden de los hechos, existe una lógica.
Sin embargo esta tesis no pudo ser demostrada por Hegel quien nos
dice:
1.
Los pueblos actúan sin saber que están metidos en un plan racional
del movimiento histórico:
El
hecho de que la vitalidad de los individuos y los pueblos, empeñados
en buscar y satisfacer lo suyo, es al mismo tiempo medio y
herramienta para un algo más elevado y amplio, que ignoran y que
ejecutan inconscientemente, es un aspecto que puede plantear una
interrogante. 1
2.
Considerar la Razón como inmanente en la Historia fue considerada
como una jocosidad:
Digamos
que esto se ha hecho muchas veces, que la tesis enunciada enfrentaba
al desprecio, que fue calificada de inexacta poniéndosele el sayal
de filosofía o sueño ingenuo. 2
3.
Esta tesis no nace de una demostración sino de un simple acto de fe
del idealismo absoluto de Hegel:
Al
respecto hice desde un comienzo mis aclaraciones y reafirmé mi
concepción y mi fe de que es la razón la que dirige al mundo y que
ha dirigido también a la historia universal. 3
4.
La demostración no se puede hacer ahora, sino cuando toda la
Historia concluya, por eso agrega Hegel entre paréntesis:
(Algo
que habría de darse como resultado recién al finalizar). 4
Personalmente
no pienso esperar que la Historia termine para aplaudir el acierto de
la utopía de esta tesis.
Análisis
católico de su tesis.
El
luterano Hegel acierta al decir que la Razón existe dentro de la
Historia, si tomamos la Razón, no como la concibieron los
iluministas, sino como el Logos engendrado por el Dios Padre, con
cuya Palabra se crearon los cielos y la tierra, y quien afirma:
Yo
soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin de todas las cosas,
dice el Señor Dios, que es, y que era, y que ha de venir, el
Todopoderoso. (Ap. 1,8)
El
grueso error de Hegel, consiste en afirmar la inmanencia del Logos en
la Historia. Con este tesis indemostrable se le da un carácter
de determinismo a la Historia. Es lo que Perón afirmaba luego de su
posterior llegada a la Argentina:
Nosotros,
los hombres, creemos ser los que hemos hecho evolucionar al mundo y a
la humanidad. Estamos equivocados. Hay un determinismo histórico, un
fatalismo histórico, que es quien actúa subterráneamente, con
fuerzas invisibles, empujando esa evolución. Los hombres le vamos
colocando arriba y periféricamente un sistema para acompañar esa
evolución. Eso es lo más que podemos hacer. 5
Era en
este aspecto Perón un hegeliano, tal como lo es Kásper y el
peronista Bergoglio.
Si la
Historia es una procesión, como toda procesión no puede ser
inmanente a la razón, dado que se le añadiría un fatalismo al
mejor estilo musulmán.
Desde
el punto de vista católico, existe un plan del Logos, que es
alfa y omega, pero dicho plan se cumple no como fatalismo,
sino como promesa surgida de una redención del género humano. No es
la Historia que contiene el Logos, sino el Logos que trata de
corregir la desafortunada Historia.
He
aquí la diferencia entre el católico y el luterano Hegel.
He
aquí la diferencia entre un católico y los herejes obispos
teutones.
He
aquí la diferencia entre un católico y un musulmán. El hombre no
adhiere a la promesa de forma fatal o bajo pena de ser degollado,
como hacen estúpidamente en público. El hombre adhiere a la
redención y su promesa, de modo libre.
El
drama de la Historia
Por
tal motivo, la Historia procede bajo la libertad del ser humano, bajo
la promesa del Logos que es principio y fin, y bajo las feroces
pruebas a las que se somete el ser humano cuando niega dicho plan,
haciendo de la Historia una procesión realmente dramática e
insoportable.
Por
tal planteo católico, toda procesión no es ascendente. Podemos
evolucionar o involucionar. Ser mejores o ser peores. Existen santos
y por contrapartida, pecadores que se autodestruyen día a día,
como ciertos sectores de este clericalismo revolucionario, que lejos
de la moral católica, se transformó en depravado, luciendo pecados
realmente innombrables.
1
G. F. W. Hegel. Fiolosofía de la Historia. Bs. As. Ed. Claridad.
1976. Pág, 56.
2
Ibídem.
3
Ibídem.
4
Ibídem.
5
J.D. Perón. Discurso en la CGT. 2 de noviembre de 1973.
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