Calesita

lunes, 2 de octubre de 2017

“Dejáte” sorprender


Tal como lo hallamos escrito en el peculiar credo bergogliano, Dios trae sorpresas, y podemos decir que Bergoglio lo imita, pues de vez en cuando nos regala una.
Esta es la sorpresa del momento, donde ha hecho llamar al Cardenal Burke para que retorne al Vaticano como miembro de la Signatura Apostólica. Noticia originada en Associated Press, donde The Remnant efectúa su comentario.
Recordemos someramente su historial. En 2014 Bergoglio echa a Burke del Vaticano, por su oposición a las novedades que los bergoglianos aportaban sobre el sacramento del matrimonio.
Bergoglio que nunca percibe las consecuencias de sus acciones, pensó que Burke moría ocupado con los asuntos de la Orden de Malta.
Este episodio originó el fenómeno Burke, quien fue llamado de todas partes para dar conferencias, como relatamos en nuestras entradas anteriores.
Su expulsión vaticana, generó un franco oponente al papado de Bergoglio, no porque Burke se lo propusiera, sino porque los católicos vieron en él una persona sincera y de recta doctrina, algo que no perciben en el che papa; y así se constituyó en un guía de esta Iglesia desorientada.
Bergoglio no está acostumbrado a tener un oponente delante suyo, que sea superior a él. Burke lo es. Por tal motivo tomó dos desastrosas decisiones:
La primera fue intervenir la Orden de Malta, sin ningún respeto a los historiales y a los códigos establecidos, donde se apoderó de sus fondos.
La segunda, como esto no hizo mella en el cardenal, lo envió a la isla de Guam para sacarlo del centro de la escena.
En quince días, Burke estaba de regreso en Europa, luego de haberse ocupado del caso encomendado, y prosiguió alentando a los católicos, cosa que tratamos en este artículo.
Bergoglio está acostumbrado a aplastar a sus oponentes, algo que con ironía muchos tildaron con el verbo misericordiar, pero con Burke no puede tal misericordia, tal la prudencia con la cual se ha movido el cardenal.
Las opciones con las cuales se enfrentó ahora Bergoglio con el caso Burke nuevamente fueron dos:
Primera, lo deja donde está, mientras él ignora que hará Burke mañana, y es indudable que le teme, pues siempre bajo esa máscara de hierro de absolutismo total, se oculta un Bergoglio de muy frágil seguridad.
Segundo lo vuelve a incorporar al Vaticano para tenerlo ocupado y vigilar su conducta.
De las dos opciones, Bergoglio se vio obligado a elegir el mal menor, es decir, incorporarlo nuevamente en el Vaticano, acontecimiento que The Remnant llamó Throws a Curveball.
Supongo que debe haber meditado en lo que esta medida le puede significar, como ser un nuevo descrédito a su persona, la cual no acierta con lo que se debe hacer. Y así su figura ya deshilachada, sigue erosionándose día a día; figura donde solo encuentra consuelo en el lumpen que lo adula, y en las masas que no lo conocen.
Es llamativa su falta de política, en un papado que quiere ser político, donde se percibe una impericia llamativa en el manejo concreto de los personajes y de las circunstancias.


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