La
aparición de la Correctio, removió toda la débil estructura
del clericalismo bergogliano. Hubo dos instancias de salir al
encuentro de la iniciativa, por parte de la clerecía vaticana.
EL
AVESTRUZ. – La primera fue la
del Cardenal Müller, quien es difícil saber a qué juega, y en este
caso actuó primeramente como el avestruz que ante el peligro hunde
su cabeza en la tierra:
La
Iglesia está "muy lejos" de una situación en la que el
Papa necesita una "corrección fraterna" sobre Amoris
Laetitia, porque el Santo Padre no ha puesto en peligro la fe y la
enseñanza de la Iglesia. 1
Eran
las primeras horas, cuando solo se manifestaba menos de un centenar
de firmas. Negar el hecho era lo lógico y aconsejable. Es lo que la
clerecía, la misma que Bergoglio tildó de mundana, y a la cual él
pertenece, cuando surge algo que los incomoda, niegan como cuerpo el
fenómeno. El silencio es la primera respuesta. Luego como veremos,
viene la mentira:
– ¿Corrección?
¿Qué corrección? Aquí no hay ninguna corrección.
Si se
demuestra que hubo herejías, es inútil decir que no las hubo.
Siguen los pasos de su maestro Lutero y dicen: No somos herejes, aquí
la doctrina no se toca. Pero ocurre, que cuando las procesiones se
cambian, es porque la doctrina ha cambiado, algo tan simple, pero la
lógica del hereje consiste en no contemplar la realidad que se le
presenta, sino solo su pensamiento.
PAROLIN
Y SUS SUTILES SOFISMAS. – Pero
a medida que pasaban las horas, el Vaticano observó con
desesperación que las firmas aumentaban frenéticamente, entonces
salió el cardenal Parolin a tratar de frenar un poco la avalancha:
Las
personas que no están de acuerdo expresan su disentimiento, pero en
estas cosas uno tiene que razonar, tratar de entender.
Típico
sofisma “a lo Parolin”. ¿Qué es lo que hay que razonar?
¿Qué es lo que hay que entender? Como se ve, luego de
razonar, y por ende entender bien a donde nos conduce
esta clerecía mundana, se nos pide otro razonar
y otro entender, pero no se dice lo que se debe razonar
ni lo que se debe entender.
LA
PALABRA MÁGICA. – ¿Cómo se
soluciona esto? Y allí surge la palabra mágica: Diálogo.
Esta
clerecía ha hecho del diálogo el mecanismo generador de la nueva
doctrina. Repito lo dicho en otros artículos; esta clerecía ha
adoptado el concepto masónico consistente en que las acciones
generen la teoría, por ello dialogan para buscar un camino como
salida a no se sabe donde.
Según
estos clérigos, dialogando podemos llegar a un nuevo dogma, y a esto
se lo llamará, como lo pregona la clerecía argentina: la lícita
evolución del dogma. Bergoglio lo dijo con toda parresia en
Bolonia:
Os
recomiendo que, en vuestras comunidades, en vuestras parroquias, en
vuestros grupos, os aseguréis de que haya este diálogo. Este
diálogo hará milagros.
SORDERA
INICIAL. – Veamos ahora como
es este diálogo. Dice Parolin que se debe dialogar, pero desde el
vamos se niega la Correctio.
¿Entonces a qué viene el diálogo? Sencillo, es para “razonar”
y “entender”,
con el fin de terminar afirmando que la clerecía tiene razón. En esto consiste el “diálogo
de sordos”, y la
primera sordera nace de la clerecía.
EL
GRAN SORDOMUDO. – Veamos otro
ejemplo. Cuatro cardenales presentaron sus Dubia
a Bergoglio. Bergoglio es sordo, y por ser sordo es mudo, no
responde; tan solo se anima a decir que las críticas son
respetables, pero equivocadas. He aquí el diálogo del clérigo
Bergoglio:
Primero
cambia la esencia del tema; los Dubia
no son críticas, la Correctio
no es una crítica.
Por
último, luego de cambiar la esencia del hecho, agrega: Están
equivocadas. ¿Entonces,
es posible un diálogo con esta clerecía mundana?
¡MILAGRO!
– ¿Y dónde está el
milagro? Es el milagro de la nueva doctrina, algo similar a Los
Amores de Leticia. Ya no
es el Logos enviado por el Padre para enseñar su doctrina a los
hombres; sino que ahora es esta clerecía mundana que nos quiere
imponer un diálogo que reemplaza al Logos para cambiar la doctrina
revelada. La jugada es clara y patética.
ÚLTIMA
JUGADA DE MÜLLER. – Luego de
esta manifestación de Parolin, Müller saca su cabeza del pozo
cambiando velozmente de posición y hace un esfuerzo para colocarse
en el centro de la escena, de allí que propone el diálogo de Parolin según leemos en este
sitio:
...esta
iniciativa podría llevarse a cabo con “algunos destacados
representantes” de los “dubia”, así como de la “corrección
filial”, y se centraría en las “diferentes y a veces polémicas
interpretaciones de algunas afirmaciones del capítulo VIII de Amoris
Laetitia”. 2
Entonces
nos preguntamos, ¿para qué se gastaron tanto dinero en montar dos
sínodos? Es ridículo, y el ridículo parece formar parte de la
política de Müller.
¿CINISMO?
– ¿Qué nos proponen, hacer
la hermenéutica de Los
Amores de Leticia?
Ahorremos tiempo, que Bergoglio rompa su caprichoso silencio y diga
con claridad y parresia lo que propone, pues caso contrario nos vemos
tentados a pensar que lo dicho en Bolonia es cinismo puro:
Tengan
el coraje de hablar, sean transparentes a la manera de San Pablo,
que insiste mucho sobre la parresia.
UNA
SOLA RESPUESTA. – La única
respuesta a estos cardenales caídos en la degradación mental del
mundo, es esta: La doctrina de Jesucristo no se dialoga, se acepta, se cree y se ejecuta contra el mundo y sus sofismas.
Como
se puede notar, no salen a decir que es falso lo que se dice, y no lo
pueden hacer porque es la verdad; salen a decir que se dialogue, para
que nosotros que somos los tontos del caso, ingresemos en el juego de
ellos.
A esto
solo existe una respuesta: firmar la Correctio. Es una forma de
demostrales que no estamos de acuerdo con esta clerecía empapada de
la moderna mundanidad.
ESENCIA
DE LA NUEVA HEREJÍA. – Monseñor
Giuseppe Lorizio, en el mismo diario de la Conferencia Episcopal
Italiana, afirma la primacía de la pastoral sobre la teología.
He
aquí el dogma de esta clerecía herética: Las procesiones generan
la doctrina, es decir la pastoral modifica la doctrina.
Y para
rematar la herejía, Roberto de Mattei nos dice como se impone:
Monseñor
Forte añadió en Avvenire que al documento no pueden adherirse
«quienes son fieles al sucesor de San Pedro, en el cual reconocen al
pastor que dio el Señor a la Iglesia como guía para la comunión
universal. La fidelidad siempre se dirige al Dios viviente, que
actualmente habla en la Iglesia a través del Papa».3
Lo que
se busca no es obedecer a Cristo, sino a la clerecía mundana, la
cual busca contra toda doctrina, la comunión universal. Con
esto se cambió el discurso de Jesucristo antes de la ascensión,
quien según estos clérigos, no mandó evangelizar, bautizar y
enseñar, sino que ahora quiere la comunión universal, y se
manifiesta milagrosamente por medio de un caprichoso sordomudo,
porque ha sido tocado por la vara mágica del diálogo en el monte
Sinaí, y como otro Moisés es su intérprete, o como lo define
Antonio Socci, ahora Bergoglio es ni más ni menos que Jesús II.
1
https://www.thecatholicthing.org/2017/01/10/muller-no-correction-forthcoming/
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