Toda
revolución es obra de los hombres, y el Espíritu Santo nunca habita
en ella. La Revolución Vaticana de estos momentos, con sus dos papas,
uno activo y el otro pasivo, es obra de la improvisación y de la torpeza humana,
no del Espíritu Santo, y por mas que ladre Spadaro, jesuita de
vanguardia, esto no cambia.
Esto
lo manifiesta a las claras, el cansancio de esta revolución humana,
cuyas fuerzas comienzan a debilitarse, y en estos días, algo parece
que se ha roto.
Como
Bergoglio es un buen peronista, de acuerdo a la última visión que
tenía este anciano líder argentino, en toda revolución estaban los
apresurados y los retardatarios. Eran los términos con los cuales
ilustraba en sus conferencias a los trabajadores.
En
otras palabras y usando figuras de otras revoluciones, podemos hallar
en esta auténtica Revolución Vaticana, “jacobinos” y
“cordeleros”, o tal vez, “bolcheviques” y
“mencheviques”.
Estas
alianzas iniciales, en un punto de cada revolución se rompen. Lo
mismo acontece en esta Revolución Vaticana, y nos lo dicen algunos
acontecimientos de estos días.
El
detonante han sido las últimas declaraciones de Bergoglio contra las
diaconisas.
El
“jacobino” Andrea Grillo, (Savona, 1961) quien desde 1994,
enseña Teología de los sacramentos y Filosofía de la Religión en
Roma, en el Pontificio Ateneo S. Anselmo; y Liturgia en Padua, junto
a la Abadía de Santa Justina, era el que quería en el 2017
desterrar a Benedicto XVI.
Personaje
revolucionario de alto vuelo, se afirma que estaba elaborando una
misa ecuménica, como si el Novus Ordo no lo fuera ya en forma suave.
Grillo quiere más. Es entonces que este “jacobino”
arremetió contra las afirmaciones del “cordelero”
Bergoglio, que en sus dichos y desdichos afirmó el 10 de mayo, que
con las diaconisas “no podemos ir más allá de la Revelación":
"Este
es precisamente el punto. Establecer cuál es el límite de la
Revelación. El silencio no es un límite insuperable, excepto para
los que no tienen coraje".
Ya lo
escribía en su sección, el conspirador Martini, “manager” de
Bergoglio en el Corriere della Sera de 2009, quien era otro
“cordelero”:
El
sacerdocio de las mujeres ha sido excluido aún últimamente por el
Papa Juan Pablo II. Recientemente hubo ordenaciones presbiteriales y
episcopales de mujeres en distintos lugares de la Comunión
Anglicana. Esto ha creado muchas oposiciones internas y no pocos
presbíteros anglicanos y también algunos obispos se pasaron a la
Iglesia Católica. En la acción de la Iglesia latina no existe
discriminación, porque todos los cristianos son iguales y tienen los
mismos derechos, pero no existe para ninguno el derecho de ser
ordenado sacerdote. Existe también el argumento de la igualdad de
oportunidades, pero esto no ha penetrado bien en la praxis de la
gente.
Bergoglio
sigue su línea. Hay que esperar, esto todavía no ha penetrado bien
en la praxis y aquí lo que manda, no es la Revelación, como se
creyó tontamente el “jacobino” Grillo, aquí lo que manda
es la praxis revolucionaria, la cual no está todavía en pleno auge.
Esto explica qué hace Tucho en la Plata, o que hará Mattasoglio en Perú.
Lógicamente,
los curas "jacobinos" que rompieron con su celibato, se pusieron algo nerviosos,
así leemos:
En
un artículo en la especie de medio digital que dirige otro ex-cura,
Jose Manuel Vidal; el auto proclamado «teólogo» y «cura casado»,
Jorge Martínez, le dice a su «Hermano Francisco» que estamos
entrando de nuevo en un proceso de involución; y le pregunta… ¿por
qué nos «desinflas» las expectativas de una profunda reforma de la
Iglesia? 1
Acusar
al “cordelero” Bergoglio de involutivo, es un espantoso
insulto revolucionario a su persona, que indica que en esta
Revolución Vaticana, algo se ha roto, y los “jacobinos”
están desencantados y han retirado su apoyo revolucionario, al menos
por el momento.
Es el
cansancio revolucionario, que lentamente va desgajando los apoyos
iniciales de estos iluminados dejando escoria por el camino.
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