Calesita

miércoles, 15 de mayo de 2019

Ad cenam Agni providi

Este himno pascual de vísperas, oriundo en la escuela ambrosiana, se fija en el Siglo VI y se inicia con la primera estrofa, donde ya en el primer verso se nos dice que existen del mismo dos versiones distintas.
Primera estrofa
Versión original
Versión reformada por Urbano VIII
Ad cœnam Agni providi,
stolis salutis candidi,
post transitum maris Rubri
Christo canamus principi.
Ad regias Agni dapes,
stolis amicti candidis,
post transitum Maris Rubri,
Christo canamus Principi:
Mientras el original se inicia invitando a la cena del Cordero (Agni) que prevé el futuro (providi); la reforma barroca invita al sacrificio (dapes) del Cordero (Agni) real (regias).
Ya desde esta introducción, nos presentará Urbano VIII su enfrentamiento frontal con la reforma protestante. Mientras para los luteranos la misa era una cena, para la versión reformada de Urbano VIII es un sacrificio. Si en la versión original podían existir ambigüedades, Urbano VIII las corta de raíz.
Hoy presenciamos todo lo opuesto, donde se vuelven a las ambigüedades, para que cada uno elabore su propia versión teológica, ya sea real, ya sea falsa.
El segundo verso, vuelve a la carga para contrastar de lleno con la teología luterana.
La versión original habla de las blancas (candidis) vestiduras sacerdotales (stolis) de salvación (salutis). Esto encaja perfectamente con la teología luterana, donde el hombre es un depravado moral sin solución, por tal motivo, lo único que puede hacer Dios es revestirlo de un vestido para poder salvarlo, es el stolis salutis.
Esto para la contrarreforma católica generaba una ambigüedad en consonancia con el luteranismo, por tanto se cambió de lleno, afirmando que se va con vestiduras sacerdotales (stolis) blancas (candidis), pero estos vestidos son simplemente exteriores (amicti), no son vestidos que producen la salvación. El vestido blanco se usaba en los bautizados del domingo de pascua y lo llevaban puesto hasta el sábado siguiente o sabbato in albis.
Los últimos dos versos, son comunes, pues hacen referencia a la Historia Sagrada:
Después de pasar (post transitum) el Mar Rojo (maris Rubri) cantemos (canamus) al Príncipe Cristo. La Pascua es un paso, como el del Mar Rojo, del cual recibe su figura. Como los hebreos pasaron de la esclavitud a la libertad, así por la Pascua se sale de la esclavitud del demonio a la libertad de los Hijos de Dios.
Del mismo modo que Moisés entonó un cántico al salir de Egipto, del mismo modo se entona este himno, el nuevo Cántico de Moisés, ante este portentoso cruce de otro Mar, rojo por la sangre del Cordero.
A partir de aquí, afirman algunos que se inician dos himnos distintos. No es así, el tema es uno, por lo tanto el himno es el mismo, solo hallamos dos versiones con un mismo esquema estructural, siendo el de la versión reformada, una elaboración que se enfrenta de lleno con la reforma protestante.
Segunda estrofa
Versión original
Versión reformada por Urbano VIII
Cuius corpus sanctissimum
in ara crucis torridum,
sed et cruorem roseum
gustando, Deo vivimus.
Divina cujus caritas
Sacrum propinat sanguinem,
Almique membra corporis
Amor sacerdos immolat.
El original, de la escuela ambrosiana nos dice:
De cuyo cuerpo santísimo (cuius corpus sanctissimum) ardiente (torridum) en el ara de la cruz, (in ara crucis), vivimos en Dios (Deo vivimus) experimentando (gustando) su rosada (roseum) sangre derramada (cruorem).
La estrofa hace alusión a la eucaristía, y la ve como cuerpo ardiendo en las brasas del altar de la cruz y como sangre rosada, por todo lo cual vivimos en Dios.
Esta estrofa no satisface plenamente y puede ser ambigua en algunos aspectos con el luteranismo, por lo tanto se le da corte total y se cambia, de allí la Versión reformada:
De cuya caridad divina (Divina cujus caritas) se convida (propinat) la sagrada sangre (sacrum ... sanguinem) y (-que) el Amor sacerdote (amor sacerdos) inmola (immolat) las almas y los miembros (almique membra) de su cuerpo (corporis).
De la pascua de Jesucristo, se pasa a la pascua del cristiano, quien es miembro del cuerpo místico de Jesucristo, quien como Sumo Sacerdote, ahora inmola a su propio cuerpo, que son los cristianos. Quien lo impulsa a realizar este sacrificio sagrado, es el ágape (αγαπη) griego, término que en latín no halla una traducción exacta, de allí que se lo puede citar como caritas o como amor, pues es ambas cosas a la vez. Como se ve, esta estrofa cuesta ser digerida en el estómago de un luterano.
Tercera estrofa
Versión original
Versión reformada por Urbano VIII
Protecti paschæ vespero
a devastante angelo,
de Pharaonis aspero
sumus erepti imperio.
Sparsum cruorem postibus
Vastator horret Angelus:
Fugitque divisum mare;
Merguntur hostes fluctibus.
La versión original se centra en la narrativa de la historia sagrada, como figura de la pascua cristiana.
Protegidos (protecti) del angel de la muerte (a devastante angelo), en las vísperas de pascua (paschæ vespero) fuimos sacados (sumus erepti) de la despiadada tiranía (aspero imperio) del faraón (Pharaonis). Con la pascua, el cristiano es sacado del imperio del demonio, quien es el ángel de la muerte.
La versión reformada también se hace eco de la narrativa:
Salpicadas (sparsum) sobre las puertas (postibus) la sangre ( cruorem), se horroriza (horret) el ángel (Angelus ) asolador (vastator) y (-que) se huye (fugit) por la división en el mar (divisum mare), y con las olas (fluctibus) se sumerge (merguntur) a los enemigos (hostes).
Cuarta estrofa
Versión original
Versión reformada por Urbano VIII
Jam pascha nostrum Christus est,
agnus occisus innocens;
sinceritatis azyma
qui carnem suam obtulit.
Jam Pascha nostrum Christus est
Paschalis idem victima,
Et pura puris mentibus
Sinceritatis azyma.
La versión original busca unir el significado cristiano con la fiesta judaica de los panes ácimos, que se inicia el jueves (nuestro jueves santo) y se prolonga hasta el jueves siguiente, abarcando parte de nuestra octava de pascua. Los panes ácimos se traducen con el significado de la sinceridad del cristiano, y por esta pureza del cristiano se ofrece la carne del cordero inmolado en pascua. De este modo se busca unificar la fiesta de los ácimos con la eucaristía y unirla a la carne de Cristo.
Ya (jam) Cristo (Christus) es (est) nuestra pascua (pascha nostrum), el cordero (agnus) inocente (innocens) fue muerto (occisus); los ácimos (azyma) de la sinceridad (sinceritatis) que (qui) ofreció (obtulit) su carne (carnem suam).
La versión reformada emplea el mismo concepto con la intención precisa de contrastar con el luteranismo:
Ya (jam) Cristo (Christus) es (est) nuestra pascua (pascha nostrum), es él mismo (idem) la víctima (victima) de la Pascua (Paschalis); y (et) los ácimos (azyma) de la sinceridad (sinceritatis) es la pureza (pura) en las mentes puras (puris mentibus).
Resulta algo oscuro el texto original, dado el enlace de las figuras y su significado. Para ser más explícito, ya no se trata de la sinceridad y pureza solo de Jesucristo, sino también del cristiano. Decir que la mente es pura, resulta chocante para la concepción protestante, donde el hombre es una naturaleza depravada.
Quinta estrofa
Versión original
Versión reformada por Urbano VIII
O vera cæli victima,
Subjecta cui sunt tartara,
Soluta mortis vincula,
Recepta vitae præmia.
O vera, digna hostia,
per quam franguntur tartara,
captiva plebs redimitur,
redduntur vitæ præmia.
La versión original ofrece una síntesis de los efectos de la pascua cristiana:
Jesucristo es la verdadera víctima celestial (vera cæli victima). El término víctima se emplea para quien es sacrificado, no se trata de un accidente casual. Por el mismo hecho de ser sacrificado algo perteneciente al orden celestial, el Tártaro (tartara) que incluye todos los muertos, le queda sujeto (subjecta), en otras palabras la muerte le está sujeta, rompiendo (soluta) los vínculos que nos ataban a la muerte (mortis vincula) y recibe el premio de la vida (recepta vitæ præmia).
La versión reformada busca el contraste directo con la reforma protestante:
Aquí se cambia el sustantivo víctima por hostia que conlleva el mismo significado, pero hace referencia al sacrificio de la Misa. Se busca con toda voluntad, no una ambigüedad con la reforma protestante, sino una antítesis perfecta con ella, pues para los luteranos la misa es una simple cena.
Este sacrificio, donde la misa es partícipe, hace pedazos (franguntur) el tártaro, libera al pueblo cautivo (captiva plebs redimitur) y devuelve el premio de la vida (redduntur vitæ præmia).
Sexta estrofa
Versión original
Versión reformada por Urbano VIII
Consurgit Christus tumulo,
victor redit de barathro,
tyrannum trudens vinculo
et paradisum reserans.
Victor, subactis inferis,
Trophæ Christus explicat;
Cœloque aperto, subditum
Regem tenebrarum trahit.
La versión original expone el significado de la resurrección de Jesucristo, quien al surgir de la muerte abre por vez primera, las puertas del paraíso y ata al demonio.
Cristo se levantó (consurgit) del sepulcro (tumulo), victorioso (victor) regresó (redit) desde el abismo (barathro), empujando (trudens) al tirano (tyrannum) con cadenas (vinculo) y (et) franqueando (reserans) el paraíso.
La versión reformada trabaja sobre el mismo tema, si bien cambia los términos, y los hace más explícitos:
El vencedor (victor) Jesucristo (Christus), que sometió (subactis) a los infiernos (inferis); despliega (explicat) sus trofeos (trophæ) y (-que) abriendo el cielo (cœloque aperto), trae (trahit) sometido (subditum) al rey de las tinieblas (regem tenebrarum).
Séptima estrofa
Versión original
Versión reformada por Urbano VIII
Ut sis perenne mentibus
Paschale, Jesu, gaudium,
A morte dira criminum
Vitae renatos libera.
Esto perenne mentibus
paschale, Jesu, gaudium
et nos renatos gratiæ
tuis triumphis aggrega.
En los primeros versos, la versión original expone un deseo: Para que seas (ut sis), oh Jesús (Jesu) una pascua permanente (perenne paschale) en la memoria (mentibus); mientras la reformada no expone un deseo sino que da una orden taxativa: (esto) sé Jesús. Estamos en la guerra contra la reforma protestante, y ya no bastan deseos, para enfrentarla se requieren órdenes.
La versión original agrega:
Libra (libera) del pecado (criminum) en una muerte cruel (morte dira) a los renacidos a la vida (vitæ renatos).
Por su parte la versión reformada deja de lado la visión negativa del criminum, algo muy usual en la concepción del hombre por parte del protestantismo, y busca dar énfasis al renacimiento por la gracia:
Y (et) asócianos (nos aggrega) a tus triunfos (tuis triumphis) los que renacimos de la gracia (renatos gratiæ).
La última estrofa es la doxología habitual en este tiempo pascual:
Versión original
Versión reformada por Urbano VIII
Deo Patri sit gloria,
Et Filio, qui a mortuis
Surrexit, ac Paraclito,
In sempiterna sæcula. Amen.
Jesu, tibi sit gloria,
qui morte victa prænites,
cum Patre et almo Spiritu,
in sempiterna sæcula. Amen.
La versión original emplea para los himnos de pascua que tengan la misma métrica, esta fórmula:
A Dios Padre sea la gloria (Deo Patri sit gloria) y (et) al Hijo (Filio), que resucitó (surrexit) de los muertos (a mortuis) junto (ac) al Paráclito (Paraclito) por los sempiternos siglos (in sempiterna sæcula).
En la reforma de Urbano VIII se usa esta otra fórmula:
A ti (tibi), Jesús (Jesu), sea la gloria (sit gloria), que (qui) brillas (prænites) sobre la derrotada muerte (morte victa), con el Padre (cum Patre) y el santo (almo) Espíritu, por los sempiternos siglos (in sempiterna sæcula).
La versión original se usa en los monasterios. Una de las causas del triunfo protestante, fue la codicia, mediante la cual se apropiaron de los bienes de los monasterios. El protestantismo era su enemigo y difícilmente un monje podía pensar a la luterana. Por supuesto, eran otros tiempos, no como ahora, que vemos al así llamado monasterio de Taizé como un Frankenstein religioso, ajeno a toda tradición y a toda la historia transcurrida.
Aquí damos la versión cantada en vivo por los monjes de Barroux. El texto se toma del Antiphonale Monasticum de 1934.



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