Este
himno pascual de vísperas, oriundo en la escuela ambrosiana, se fija
en el Siglo VI y se inicia con la primera estrofa, donde ya en el
primer verso se nos dice que existen del mismo dos versiones
distintas.
Primera
estrofa
Versión
original
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Versión
reformada por Urbano VIII
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Ad
cœnam Agni providi,
stolis
salutis candidi,
post
transitum maris Rubri
Christo
canamus principi.
|
Ad
regias Agni dapes,
stolis
amicti candidis,
post
transitum Maris Rubri,
Christo
canamus Principi:
|
Mientras
el original se inicia invitando a la cena del Cordero (Agni) que
prevé el futuro (providi); la reforma barroca invita al sacrificio
(dapes) del Cordero (Agni) real (regias).
Ya
desde esta introducción, nos presentará Urbano VIII su
enfrentamiento frontal con la reforma protestante. Mientras para los
luteranos la misa era una cena, para la versión reformada de Urbano
VIII es un sacrificio. Si en la versión original podían existir
ambigüedades, Urbano VIII las corta de raíz.
Hoy
presenciamos todo lo opuesto, donde se vuelven a las ambigüedades,
para que cada uno elabore su propia versión teológica, ya sea real,
ya sea falsa.
El
segundo verso, vuelve a la carga para contrastar de lleno con la
teología luterana.
La
versión original habla de las blancas (candidis) vestiduras
sacerdotales (stolis) de salvación (salutis). Esto encaja
perfectamente con la teología luterana, donde el hombre es un
depravado moral sin solución, por tal motivo, lo único que puede
hacer Dios es revestirlo de un vestido para poder salvarlo, es el
stolis salutis.
Esto
para la contrarreforma católica generaba una ambigüedad en
consonancia con el luteranismo, por tanto se cambió de lleno,
afirmando que se va con vestiduras sacerdotales (stolis) blancas
(candidis), pero estos vestidos son simplemente exteriores (amicti),
no son vestidos que producen la salvación. El vestido blanco se
usaba en los bautizados del domingo de pascua y lo llevaban puesto
hasta el sábado siguiente o sabbato in albis.
Los
últimos dos versos, son comunes, pues hacen referencia a la Historia
Sagrada:
Después
de pasar (post transitum) el Mar Rojo (maris Rubri) cantemos
(canamus) al Príncipe Cristo. La Pascua es un paso, como el del Mar
Rojo, del cual recibe su figura. Como los hebreos pasaron de la
esclavitud a la libertad, así por la Pascua se sale de la esclavitud
del demonio a la libertad de los Hijos de Dios.
Del
mismo modo que Moisés entonó un cántico al salir de Egipto, del
mismo modo se entona este himno, el nuevo Cántico de Moisés, ante
este portentoso cruce de otro Mar, rojo por la sangre del Cordero.
A
partir de aquí, afirman algunos que se inician dos himnos distintos.
No es así, el tema es uno, por lo tanto el himno es el mismo, solo
hallamos dos versiones con un mismo esquema estructural, siendo el de
la versión reformada, una elaboración que se enfrenta de lleno con
la reforma protestante.
Segunda
estrofa
Versión
original
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Versión
reformada por Urbano VIII
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Cuius
corpus sanctissimum
in
ara crucis torridum,
sed
et cruorem roseum
gustando,
Deo vivimus.
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Divina
cujus caritas
Sacrum
propinat sanguinem,
Almique
membra corporis
Amor
sacerdos immolat.
|
El
original, de la escuela ambrosiana nos dice:
De
cuyo cuerpo santísimo (cuius corpus sanctissimum) ardiente
(torridum) en el ara de la cruz, (in ara crucis), vivimos en Dios
(Deo vivimus) experimentando (gustando) su rosada (roseum) sangre
derramada (cruorem).
La
estrofa hace alusión a la eucaristía, y la ve como cuerpo ardiendo
en las brasas del altar de la cruz y como sangre rosada, por todo lo
cual vivimos en Dios.
Esta
estrofa no satisface plenamente y puede ser ambigua en algunos
aspectos con el luteranismo, por lo tanto se le da corte total y se
cambia, de allí la Versión reformada:
De
cuya caridad divina (Divina cujus caritas) se convida (propinat) la
sagrada sangre (sacrum ... sanguinem) y (-que) el Amor sacerdote
(amor sacerdos) inmola (immolat) las almas y los miembros (almique
membra) de su cuerpo (corporis).
De la
pascua de Jesucristo, se pasa a la pascua del cristiano, quien es
miembro del cuerpo místico de Jesucristo, quien como Sumo Sacerdote,
ahora inmola a su propio cuerpo, que son los cristianos. Quien lo
impulsa a realizar este sacrificio sagrado, es el ágape (αγαπη)
griego, término que en latín no halla una traducción exacta, de
allí que se lo puede citar como caritas o como amor,
pues es ambas cosas a la vez. Como se ve, esta estrofa cuesta ser
digerida en el estómago de un luterano.
Tercera
estrofa
Versión
original
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Versión
reformada por Urbano VIII
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Protecti
paschæ vespero
a
devastante angelo,
de
Pharaonis aspero
sumus
erepti imperio.
|
Sparsum
cruorem postibus
Vastator
horret Angelus:
Fugitque
divisum mare;
Merguntur
hostes fluctibus.
|
La
versión original se centra en la narrativa de la historia
sagrada, como figura de la pascua cristiana.
Protegidos
(protecti) del angel de la muerte (a devastante angelo), en las
vísperas de pascua (paschæ vespero) fuimos sacados (sumus erepti)
de la despiadada tiranía (aspero imperio) del faraón (Pharaonis).
Con la pascua, el cristiano es sacado del imperio del demonio, quien
es el ángel de la muerte.
La
versión reformada también se hace eco de la narrativa:
Salpicadas
(sparsum) sobre las puertas (postibus) la sangre ( cruorem), se
horroriza (horret) el ángel (Angelus ) asolador (vastator) y (-que)
se huye (fugit) por la división en el mar (divisum mare), y con las
olas (fluctibus) se sumerge (merguntur) a los enemigos (hostes).
Cuarta
estrofa
Versión
original
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Versión
reformada por Urbano VIII
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Jam
pascha nostrum Christus est,
agnus
occisus innocens;
sinceritatis
azyma
qui
carnem suam obtulit.
|
Jam
Pascha nostrum Christus est
Paschalis
idem victima,
Et
pura puris mentibus
Sinceritatis
azyma.
|
La
versión original busca unir el significado cristiano con la
fiesta judaica de los panes ácimos, que se inicia el jueves (nuestro
jueves santo) y se prolonga hasta el jueves siguiente, abarcando
parte de nuestra octava de pascua. Los panes ácimos se traducen con
el significado de la sinceridad del cristiano, y por esta pureza del
cristiano se ofrece la carne del cordero inmolado en pascua. De este
modo se busca unificar la fiesta de los ácimos con la eucaristía y
unirla a la carne de Cristo.
Ya
(jam) Cristo (Christus) es (est) nuestra pascua (pascha nostrum), el
cordero (agnus) inocente (innocens) fue muerto (occisus); los ácimos
(azyma) de la sinceridad (sinceritatis) que (qui) ofreció (obtulit)
su carne (carnem suam).
La
versión reformada emplea el mismo concepto con la intención
precisa de contrastar con el luteranismo:
Ya
(jam) Cristo (Christus) es (est) nuestra pascua (pascha nostrum), es
él mismo (idem) la víctima (victima) de la Pascua (Paschalis); y
(et) los ácimos (azyma) de la sinceridad (sinceritatis) es la pureza
(pura) en las mentes puras (puris mentibus).
Resulta
algo oscuro el texto original, dado el enlace de las figuras y su
significado. Para ser más explícito, ya no se trata de la
sinceridad y pureza solo de Jesucristo, sino también del cristiano.
Decir que la mente es pura, resulta chocante para la concepción
protestante, donde el hombre es una naturaleza depravada.
Quinta
estrofa
Versión
original
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Versión
reformada por Urbano VIII
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O
vera cæli victima,
Subjecta
cui sunt tartara,
Soluta
mortis vincula,
Recepta
vitae præmia.
|
O
vera, digna hostia,
per
quam franguntur tartara,
captiva
plebs redimitur,
redduntur
vitæ præmia.
|
La
versión original ofrece una síntesis de los efectos de la
pascua cristiana:
Jesucristo
es la verdadera víctima celestial (vera cæli
victima). El término víctima se emplea para quien es sacrificado,
no se trata de un accidente casual. Por el mismo hecho de ser
sacrificado algo perteneciente al orden celestial, el Tártaro
(tartara) que incluye todos los muertos, le queda sujeto (subjecta),
en otras palabras la muerte le está sujeta, rompiendo (soluta) los
vínculos que nos ataban a la muerte (mortis vincula) y recibe el
premio de la vida (recepta vitæ præmia).
La
versión reformada busca el contraste directo con la reforma
protestante:
Aquí
se cambia el sustantivo víctima por hostia que conlleva el mismo
significado, pero hace referencia al sacrificio de la Misa. Se busca
con toda voluntad, no una ambigüedad con la reforma protestante,
sino una antítesis perfecta con ella, pues para los luteranos la
misa es una simple cena.
Este
sacrificio, donde la misa es partícipe, hace pedazos (franguntur) el
tártaro, libera al pueblo cautivo (captiva plebs redimitur) y
devuelve el premio de la vida (redduntur vitæ præmia).
Sexta
estrofa
Versión
original
|
Versión
reformada por Urbano VIII
|
Consurgit
Christus tumulo,
victor
redit de barathro,
tyrannum
trudens vinculo
et
paradisum reserans.
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Victor,
subactis inferis,
Trophæ
Christus explicat;
Cœloque
aperto, subditum
Regem
tenebrarum trahit.
|
La
versión original expone el
significado de la resurrección de Jesucristo, quien al surgir de la
muerte abre por vez primera, las puertas del paraíso y ata al
demonio.
Cristo
se levantó (consurgit) del sepulcro (tumulo), victorioso (victor)
regresó (redit) desde el abismo (barathro), empujando (trudens) al
tirano (tyrannum) con cadenas (vinculo) y (et) franqueando (reserans)
el paraíso.
La
versión reformada trabaja sobre el mismo tema, si bien cambia
los términos, y los hace más explícitos:
El
vencedor (victor) Jesucristo (Christus), que sometió (subactis) a
los infiernos (inferis); despliega (explicat) sus trofeos (trophæ) y
(-que) abriendo el cielo (cœloque
aperto), trae (trahit) sometido (subditum) al rey de las tinieblas
(regem tenebrarum).
Séptima
estrofa
Versión
original
|
Versión
reformada por Urbano VIII
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Ut
sis perenne mentibus
Paschale,
Jesu, gaudium,
A
morte dira criminum
Vitae
renatos libera.
|
Esto
perenne mentibus
paschale,
Jesu, gaudium
et
nos renatos gratiæ
tuis
triumphis aggrega.
|
En
los primeros versos,
la versión original expone un deseo: Para que seas (ut sis), oh
Jesús (Jesu) una pascua permanente (perenne paschale) en la memoria
(mentibus); mientras la reformada no expone un deseo sino que da una
orden taxativa: (esto) sé Jesús. Estamos en la guerra contra la
reforma protestante, y ya no bastan deseos, para enfrentarla se
requieren órdenes.
La
versión original agrega:
Libra
(libera) del pecado (criminum) en una muerte cruel (morte dira) a los
renacidos a la vida (vitæ renatos).
Por
su parte la versión reformada
deja de lado la visión negativa del criminum,
algo muy usual en la concepción del hombre por parte del
protestantismo, y busca dar énfasis al renacimiento por la gracia:
Y (et)
asócianos (nos aggrega) a tus triunfos (tuis triumphis) los que
renacimos de la gracia (renatos gratiæ).
La
última estrofa
es la doxología habitual en este tiempo pascual:
Versión
original
|
Versión
reformada por Urbano VIII
|
Deo
Patri sit gloria,
Et
Filio, qui a mortuis
Surrexit,
ac Paraclito,
In
sempiterna sæcula. Amen.
|
Jesu,
tibi sit gloria,
qui
morte victa prænites,
cum
Patre et almo Spiritu,
in
sempiterna sæcula. Amen.
|
La
versión original emplea para los himnos de pascua que tengan la misma métrica, esta fórmula:
A Dios Padre sea la gloria
(Deo Patri sit gloria) y (et) al Hijo (Filio), que resucitó
(surrexit) de los muertos (a mortuis) junto (ac) al Paráclito
(Paraclito) por los sempiternos siglos (in sempiterna sæcula).
En la reforma de Urbano
VIII se usa esta otra fórmula:
A ti
(tibi), Jesús (Jesu), sea la gloria (sit gloria), que (qui) brillas
(prænites) sobre la derrotada muerte (morte victa), con el Padre
(cum Patre) y el santo (almo) Espíritu, por los sempiternos siglos
(in sempiterna sæcula).
La
versión original se usa en los monasterios. Una de las causas
del triunfo protestante, fue la codicia, mediante la cual se
apropiaron de los bienes de los monasterios. El protestantismo era su
enemigo y difícilmente un monje podía pensar a la luterana. Por
supuesto, eran otros tiempos, no como ahora, que vemos al así
llamado monasterio de Taizé como un Frankenstein religioso, ajeno a
toda tradición y a toda la historia transcurrida.
Aquí
damos la versión cantada en vivo por los monjes de Barroux. El texto
se toma del Antiphonale Monasticum de 1934.
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