por Tony Velázquez Ruiz
Antes de irse a la tumba, Paco Iº pretende cargarse al Arzobispo Viganó. Hace tiempo que Paco se mueve en su silla con “la sangre en el ojo”, contra su acusador. Esto por dos tristes motivos. Primero Paco no perdona, y segundo no olvida. ¿Cómo olvidar que le pidió la renuncia por el affaire McCarrick, alias The Uncle? Paco siempre hizo suya la consigna de los guerrilleros Montoneros: «¡Ni olvido, ni perdón!»
Por tanto, todo el batallón homosexual vaticano, apunta sus armas para declararlo en cisma.
Cualquier persona con dos dedos de frente, no revolvería este asunto, pues Viganó de 85 años está retirado. Intimarlo a una presentación ante la “ortodoxia” de Tuchotantra, no solo es un disparate, sino que la prensa ávida de escándalos, llenaría ríos de tinta. Esto es para los sensatos, pero no para Paco, a quien ya se lo ve como un senil disparatado y algo apresurado
La estrategia de Paco-Tuchotantra, es hacerlo ir al Vaticano. Ya puede imaginarse el lector para qué. Viganó, quien teme por su vida, vive casi oculto. Concurrir al Vaticano sería correr la suerte del Cardenal Pell, (y probablemente de otros, cuyas historias están bajo la alfombra). Viganó, que sabe con que bueyes ara, respondió al correo electrónico que lo citaba, con una rotunda negativa.
Lo curioso es que Gerard O’Connell difundió la noticia en América (magazine de los jesuitas), que Viganó ya se había presentado. Recuérdese, que Elisabetta Piqué, quien nos trae aburridas líneas de incongruencias eclesiales en la columna del periódico La Nación, es la pareja de este ilustre personaje. Esto motivó que Viganó redactara por Exurge Domine, la aclaración correspondiente. Así es como actúa la parejita. Para un mejor conocimiento de los O’Connell luego leer la hermosa sátira del blog de la Botella, no tiene desperdicios.
Las razones que expone Viganó son coherentes. No fue citado oficialmente, y no reconoce las autoridades vaticanas, y mucho menos al “Tuchotantra”, con su específica mística sexualoide.
¿Cisma?
Ya hace tiempo que estamos dentro de él. El que no lo ve, es porque está ciego. Viganó ni inicia el cisma, ni lo elimina. El cisma está a la vista de todo el mundo, con inmensa alegría de los masones, ya que sus hermanos tres puntos del Vaticano, hicieron los deberes correspondientes.
Francamente, Roma se ha transformado no solo en un conventillo de viejas anacrónicas aplaudidas por los jesuitas, sino en el más siniestro ámbito, donde radica el trono de Paco Iº, y a sus espaldas, se yergue la simbólica silla eléctrica de Lucifer.
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